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La Santa Trinidad

La Santa Trinidad fue una campaña de rol jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia entre los años 2000 y 2012. Este libro reúne en 514 páginas pseudonoveladas los resúmenes de las trepidantes sesiones de juego de las dos últimas temporadas.

Los Seabreeze
Una campaña de CdHyF

"Los Seabreeze" es la crónica de la campaña de rol del mismo nombre jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia. Reúne en 176 páginas pseudonoveladas los avatares de la Casa Seabreeze, situada en una pequeña isla del Mar de las Tormentas y destinada a la consecución de grandes logros.

lunes, 14 de enero de 2013

La Verdad os hará Libres
[Campaña Substrata]
Temporada 1 - Capítulo 11

Sally arrestada. Incursión en el hospital.
El grupo entabló una discusión en un tono algo desesperado sobre qué podrían hacer a continuación. Finalmente decidieron que le debían a Fred al menos intentarlo, así que intentarían entrar en el hospital y sacarlo de allí para poder llevarlo a Boston y que su hermano, el padre Fabrice, pudiera practicarle un exorcismo. Por muy demencial que pudiera parecer la idea, no podían ignorar los hechos extraños que habían presenciado últimamente y el inexplicable estado en el que se encontraba su amigo.

Optaron por dividirse: Joey y Sally se dirigirían a hablar con el padre Fabrice para concretar detalles, y el resto intentaría sacar a Fred del hospital.


En el camino hacia el hotel donde se alojaba el padre Fabrice, Joey y su compañera tuvieron la mala suerte de toparse con un control policial. A Joey le llamó la atención de que uno de los policías apuntaba con un tablet a cada conductor de coche que pasaba junto a él, un equipamiento que la policía no solía llevar consigo. Al escanear a Sally, le dieron el alto. Durante la conversación, los policías no se mostraron demasiado amistosos, y el tercero se reunió con una patrulla que llegó poco después, acompañados por un hombre y una mujer en traje negro que inmediatamente se dirigieron hacia la escena. Joey decidió que aquello no podía acabar bien y arrancó el coche; sin embargo, Sally no pudo reaccionar a tiempo y fue apresada.

Desde un oscuro callejón de Chinatown Joey se puso en contacto con Jack, que se encontraba con los demás vigilando la entrada del hospital; allí habían visto unos todoterrenos negros con figuras sospechosas fumando a una distancia prudencial. Tras colgar el teléfono, unas luces inesperadas pusieron sobre aviso a Joey, que dejó el coche al instante y se metió por una pequeña puerta. La puerta daba acceso a la trastienda de un restaurante chino de mala muerte donde le recibió un enorme tipo oriental con un cuchillo de carnicero en la mano. El tipo, del que dedujo que se llamaba Wong, lo condujo a presencia de una extraña viejecilla la cual, al entender la situación de Joey, lo escondió un buen rato y le dio algo de sopa. Al cabo de un rato, el informático recibió la llamada de Jack, alertándole de que se encontraban en una calle cercana. Agradeciendo la inesperada ayuda todo lo bien que pudo dadas las limitaciones de idioma, Joey se dirigió a la salida; no obstante, antes de ello, Wong le detuvo y la anciana se situó ante él: mirándole a los ojos y señalándolo con un huesudo dedo índice, le dijo algo muy solemnemente en chino que evidentemente Joey no entendió. La mujer le sostuvo la mirada unos segundos, hasta que finalmente suspiró y con un gesto displicente hizo que Wong se apartara del camino. Aliviado, Joey salió y se reunió con sus compañeros, explicándoles todo el episodio.

Se dirigieron inmediatamente al punto donde el control había parado a Joey y Sally. El control policial ya no existía, y lo único que se podía ver era un coche de policía aparcado en la calle con una pareja de agentes en su interior. Se habían acabado las tonterías. Encañonaron a los policías y les interrogaron abiertamente. Según los polis, Sally había sido llevada a la comisaría, y el agente del iPad había llegado desde la central como refuerzo, no lo conocían antes de aquel día. Debido a la impulsividad de los policías, el interrogatorio concluyó con uno de ellos muerto y otro inconsciente.

Joey se puso inmediatamente manos a la obra y en pocas horas había hackeado el sistema para crear una ficticia orden de traslado de Sally. Las habilidades de Jonas y Jack se encargaron del resto: haciendo uso de los papeles proporcionados por Joey sacaron a Sally de la comisaría sin problemas. En la comisaría también había figuras vestidas con trajes y vestidos negros que tuvieron buen cuidado de esquivar; al parecer era la moda vestir así.

De vuelta al piso franco, desmantelaron todo el equipo y lo empaquetaron para estar preparados ante un posible traslado relámpago. El ordenado de Joey había acabado de descodificar la información de Westchester Assocs, y sólo tendrían que hacer un estudio de los datos.

Por la mañana, volvieron al hospital con menos contratiempos. McNulty, McPherson y los Finnegan fueron los que se infiltraron. McPherson no era de los que se andaba con chiquitas, y al primer guardia de seguridad que se acercó para pedirles sus permisos le descerrajó un tiro. El caos se adueñó del hospital, lo que benefició en gran medida las intenciones del grupo. Tras liquidar a un par de tipos vestidos de negro y provocar algunas víctimas colaterales, llegaron a la habitación, donde un par de enfermeros acompañados de otro tipo alto y delgado vestido de negro intentaban sacar a Fred de la habitación con ayuda de otras dos asistentes. Los enfermeros sacaron armas de entre los pliegues de su ropa y en un breve tiroteo fueron abatidos. El tipo de negro se movió con una velocidad sobrenatural que no era desconocida para el grupo, y desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Mejor; no sabían cómo podría haber terminado un enfrentamiento con otro de esos engendros.

Aprovechando la confusión, sacaron a Fred a todo correr de la habitación y comenzaron a bajar pisos por una escalera de incendios. Pero no llegaron a bajar del todo. A mitad de camino, la luz se apagó, así que tuvieron que ayudarse de los móviles para alumbrarse. Entonces, Fred empezó a resoplar pesadamente, y una voz de mujer se oyó, gritando desde la otra parte de la puerta de la planta, pausada y amenazante: "¡No sabéis a qué estáis jugando, necios! ¡Dejad al paciente y marchaos inmediatamente!".

El resoplido de Fred no había dejado de aumentar de intensidad, y ya se había convertido en un gruñido sordo.


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