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La Santa Trinidad

La Santa Trinidad fue una campaña de rol jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia entre los años 2000 y 2012. Este libro reúne en 514 páginas pseudonoveladas los resúmenes de las trepidantes sesiones de juego de las dos últimas temporadas.

Los Seabreeze
Una campaña de CdHyF

"Los Seabreeze" es la crónica de la campaña de rol del mismo nombre jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia. Reúne en 176 páginas pseudonoveladas los avatares de la Casa Seabreeze, situada en una pequeña isla del Mar de las Tormentas y destinada a la consecución de grandes logros.

jueves, 2 de noviembre de 2017

El Día del Juicio
[Campaña Unknown Armies]
Temporada 2 - Capítulo 35

La Central de Vamma
El grupo se encontró con la disyuntiva de decidir a qué lugar acudir, la presa de Vamma o la central térmica de Mongstad, todavía a medio construir.

Central Hidroeléctrica Vamma

Lo primero que intentaron fue contactar con los hackers de Omega Prime, pero entonces salió a la luz una noticia de una antigüedad de un par de días que hasta entonces les había pasado desapercibida. Una importante cadena norteamericana mostraba un vídeo donde varias personas estaban siendo detenidas, con chaquetas sobre sus cabezas. El titular rezaba: “Detenidos varios miembros del grupo ciberterrorista Omega Prime”. Era una muy mala noticia para el grupo; el informativo volvía a poner el vídeo que ya habían visto hacía unos días en el que un tipo con la máscara típica de OP reivindicaba los ciberataques a las sedes del pentágono, la CIA y el gobierno. No obstante, tenían problemas más acuciantes ahora mismo.

Descartada la opción de Omega Prime, decidieron alquilar una avioneta pilotada para sobrevolar ambas zonas. En un plazo de tan solo siete horas todos los indicios recogidos apuntaban a que sus amigos se encontraban retenidos en la central hidroeléctrica al este de Oslo. Uno de los helicópteros de la corporación UNSUP se encontraba estacionado junto a la presa, y varios coches en el aparcamiento también apuntaban a que era el lugar de interés correcto.

Se desplazaron en coche hasta el pueblo más cercano a la presa, donde habían reservado alojamiento en una casa rural. Dejaron allí a Esther y arropados por la oscuridad de la madrugada se dirigieron hacia la central. No tardaron en encontrar en el camino un puesto de vigilancia tras una puerta que abría paso a través de una verja electrificada. Aprovechando la cobertura de los árboles, se dividieron en dos grupos: uno quedó junto a la caseta de vigilancia que se encontraba junto a la puerta y que no tardaron en averiguar que habitaban dos hombres. Derek, Tomaso y Patrick consiguieron tras muchos esfuerzos abrir un agujero en la alambrada con una cizalla, pero los chispazos alertaron a los guardias. Tras jugar un rato al gato y al ratón en el intenso frío que precedía al alba y la densa niebla que se estaba levantando, el episodio acabó con uno de los guardias inconsciente y un coche con refuerzos que llegaba a la caseta de la verja, alertado por el segundo guardia. Pero para entonces el grupo al completo había pasado ya por el hueco de la alambrada y se dirigía a toda prisa al edificio principal de la presa.

Las compuertas se acababan de abrir para aliviar el exceso de agua y el estruendo era considerable. Superando el aturdimiento inicial llegaron al aparcamiento, donde un par de furgonas negras se encontraban estacionadas entre otros vehículos.

En el edificio principal se podían ver luces encendidas en un varias ventanas, y unos focos alumbraban las entradas principales, aunque a duras penas podían penetrar la niebla matutina. Aun así, uno de los hombres de Dulce fue abatido por un francotirador. Se apresuraron a forzar la puerta principal y entrar en el edificio; un segundo disparo pasó a pocos centímetros de la cabeza de Sigrid antes de que entraran. Encontraron poca resistencia hasta llegar a la primera de las grandes escaleras que se encontraban a lo largo pasillo que recorría el elongado complejo. No tardaron en oír pesados pasos que bajaban los escalones; se dividieron en dos grupos que se apostaron a ambos lados del pasillo. No fue difícil abatir al primer hombre, que aunque bajó prevenido, no estaba preparado para encontrar tantos enemigos. Pero la muerte del primero fue el detonante para que se desatara el caos; desde las escaleras un número indeterminado de enemigos abrió fuego de armas automáticas, haciendo que los dos grupos tuvieran que alejarse, agobiados por el polvo y las equirlas que saltaban de las paredes. El grupo de Sigrid, Tomaso y Derek, se metió a la desesperada en una de las habitaciones del pasillo cuando desde el otro lado del corredor aparecieron más enemigos; un par de granadas dieron cuenta de los nuevos llegados a la escena, y unos segundos de calma siguieron a la explosión; en el silencio, resonó un disparo, y alguien gritó:

—¡Uno de vuestros amigos ya ha muerto, ¿cuántos más tendrán que hacerlo?!

Para corroborar las palabras del tipo, un chillido que indudablemente profirió Sally les heló la sangre. No tenían muchas opciones, así que Derek decidió arriesgar; según él, el gemido de Sally había sonado arriba, seguramente en el primer descansillo de la escalera; y por lo que le parecía entender en las señas de uno de los hombres de Dulce al otro lado del pasillo, la mayoría de los paramilitares se encontraba al pie de ellas. Así que si calculaba bien (y su suerte le ayudaba, como casi siempre parecía pasar) podría sembrar la suficiente confusión para entrar e intentar salir bien parados de aquello. No lo pensó más: cogió la última granada que le tendió Sigrid y la lanzó hacia la escalera. Apenas unos segundos después de la fuerte explosión, Derek gritaba "¡¡¡adelante!!!", y le siguieron sus propios compañeros, Dulce y los secuaces de esta. La granada había sido más efectiva de lo que había pensado; apenas quedaba algún paramilitar en pie que fue fácilmente abatido (aunque uno de los hombres de Dulce fue herido en el intercambio). Por la escalera se escuchaba cómo huían varias personas, y de sus amigos no había ni rastro, excepto del pobre Ethan, que era el que había tenido la desgracia de perder la vida. Subieron a toda prisa, dejando las lamentaciones para más tarde.

Dulce y Sigrid quedaron las últimas, y no se dieron cuenta de que desde la otra entrada habían hecho acto de presencia varios tipos más. El que iba en cabeza encañonó a la anticuaria en la cabeza, pero Dulce se acercó a él y consiguió simular un beso mientras susurraba unas palabras. Sigrid la sujetó cuando pareció debilitarse tanto que perdió pie; el enemigo pareció confundido, pero a los pocos segundos se revolvía contra sus compañeros, disparándoles como un loco. Esto les permitió ganar el tiempo necesario para reunirse con sus amigos y que los hombres de dulce acabaran con el resto (y causó la baja de otro más).

Cuando llegaron al primer piso pudieron ver cómo uno de los paramilitares intentaba forzar una de las puertas que daban al pasillo, mientras que al fondo de este desaparecían varias figuras, mientras otro controlaba la escalera y empezaba a dispararles. Desde la habitación que estaban intentando forzar, alguien abrió y efectuó un disparo que acabó con uno de ellos. El otro tipo se hizo fuerte detrás de una puerta y abrió varias ráfagas que derivaron en un punto muerto. Al cabo de pocos minutos el último paramilitar había desaparecido aprovechando la cobertura de la puerta y el grupo se precipitó a la habitación, donde se encontraron con Sally, Robert y Gerard. La periodista se deshizo en lágrimas cuando vio entrar a Tomaso y a Derek; se abrazó a ellos y les contó que sus captores habían matado a Ethan y habían estado también a punto de matarla a ella. Robert, aunque adusto como siempre, dejó traslucir la alegría en su rostro y les criticó por haber tardado tanto, pero con unas palmadas amistosas y una expresión de alivio. Gerard, por su parte, les preguntó por Anne, a lo que ellos respondieron con evasivas.

No podían dejar de moverse. Les costó un rato recuperar los teléfonos especiales de Robert y de Sally de la habitación del jefe de aquellos tipos (un tal Hans, según les informó la periodista); en la habitación encontraron una caja fuerte que no fueron capaces de abrir, y una sofisticada jaula de Faraday donde se encontraban los móviles. Ya en el pasillo, no tardaron en ver por uno de los amplios ventanales que el helicóptero no se encontraba donde había estado estacionado. Intentaron subir a la azotea, y a los pocos segundos una ametralladora de gran calibre intentaba alcanzarlos; gracias a la niebla no acabó muerto ninguno de ellos, pero tuvieron que volver atropelladamente al interior del edificio.

Decidieron atravesar el complejo hacia la otra parte de la presa, y esto resultó ser una buena idea. Atravesando varios túneles de mantenimiento atajaron hasta una discreta salida en la parte sur donde no encontraron resistencia. El sonido de motores delataba varios vehículos acercándose, con lo que se internaron campo a través, alejándose del lugar. Poco después, llamaban a Esther y la muchacha los recogía con su furgoneta en un punto acordado. Se derrumbaron en los asientos y en el propio suelo del vehículo, exhaustos.