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La Santa Trinidad

La Santa Trinidad fue una campaña de rol jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia entre los años 2000 y 2012. Este libro reúne en 514 páginas pseudonoveladas los resúmenes de las trepidantes sesiones de juego de las dos últimas temporadas.

Los Seabreeze
Una campaña de CdHyF

"Los Seabreeze" es la crónica de la campaña de rol del mismo nombre jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia. Reúne en 176 páginas pseudonoveladas los avatares de la Casa Seabreeze, situada en una pequeña isla del Mar de las Tormentas y destinada a la consecución de grandes logros.

viernes, 18 de junio de 2021

El Día del Juicio
[Campaña Unknown Armies/FATE]
Temporada 3 - Capítulo 31

De Vuelta a Londres. Visitantes conocidos.

—Me preocupa algo sobre el libro —dijo Sigrid, antes de que todos se fueran a dormir, anhelando el descanso—. En la visión que tuve, el hombre que escondió el libro en el hueco de la pared (que supongo que debía de ser algún mandamás de la Golden Dawn) lo estaba leyendo antes de tocar el clavicordio, y hubo un momento en el que pareció que envejecía varios años, y que sus hombros se cargaban con un peso insoportable. Además, es que lo escondió de sus propios compañeros...

—Seguramente, por lo que he sentido sobre él —dijo Patrick—, tendrá algún tipo de efecto sobrenatural sobre el que lo lea, pero no deberíamos adelantar acontecimientos —bostezó—. Eso sí, por lo que sabemos, Napoleón escribió el libro bajo efectos de fuertes drogas, y quizá estando poseído, así que debe de ser un galimatías tremendo. Por otra parte, tampoco sabemos lo que debemos hacer con él, aparte de que no caiga en manos de nuestros enemigos; quizá tengamos que destruirlo, o esconderlo, y no leerlo (y que conste que lo que más deseo ahora mismo es saber qué pone ahí). Acordaos de lo que pasaba con el De Occultis Spherae en nuestra realidad verdadera.

—Yo creo que deberíamos leerlo —afirmó Derek, manteniendo los ojos abiertos a duras penas—. O más bien, Sigrid debería leerlo, porque es la única que entenderá esas palabras.

—Es una mezcla de francés, demótico, árabe y símbolos extraños —respondió Sigrid, tras una breve ojeada en la que pudo ver multitud de lo que parecían transcripciones de escritos más antiguos.

—Bueno, el caso es que no me parece prudente que lo leamos —anunció Patrick, mirando fijamente a Sigrid—. Y debemos acordar entre todos el momento de leerlo.

—Eso está claro —zanjó Tomaso, con gesto de dolor—, y no creo que tal y como estamos sea el momento de discutir esto. Yo confío en que Sigrid no hará ninguna imprudencia.

Mirando con un principio de ira al resto del grupo por dudar de ella, Sigrid aseguró:

—Leer este libro no es cuestión de una noche, sino de varios meses. Incluso tendré que refrescar mis conocimientos de demótico; pero si eso os deja más tranquilos, os prometo que no leeré el libro hasta que decidamos hacerlo todos. —Miró a Patrick—. ¿Es suficiente así, señor profesor? 

Patrick afirmó con la cabeza, pidiendo disculpas con la mirada, y a continuación fueron todos a dormir.

Por la mañana, Tomaso se despertó con la misma sensación de ardor en el pecho, e inspeccionó su herida ante el espejo. Realmente no tenía buen aspecto: zarcillos púrpura cubrían una serie de abultamientos como provocados por agua hirviendo. Las costillas de Patrick dolían como si tuviera una lanza en un pulmón, y la pierna de Derek tampoco presentaba un aspecto demasiado bueno. Decidieron desplazarse hasta un puesto de la Cruz Roja, donde vendaron las costillas de Patrick y la pierna de Derek, pero los sanitarios expresaron su consternación por el aspecto del tórax de Tomaso.

—Algo raro debe de haberme picado —explicó el italiano, ante la mirada de incredulidad del médico que había traído uno de los ATS.

—Si le han picado —respondió el doctor—, desde luego ha sido algo muy extraño, casi diría que desconocido; debería acudir usted a un hospital.

Una vez fuera del centro, Tomaso anunció, preocupado:

—Deberíamos volver a la mansión cuanto antes, dudo que esto me lo puedan curar con medicina convencional.

—¿Pero deberíamos volver con el libro en nuestro poder? —preguntó Patrick, mirando a Sigrid—. Allí hay bibliomantes, y no sé si serán capaces de detectar algo.

—No creo que puedan hacerlo —respondió la anticuaria—, al menos no pasivamente, pero estoy de acuerdo en que es arriesgado.

—Pues yo no veo otra vía más que volver —insistió Tomaso, sin poder evitar fruncir el ceño por el dolor—, porque aparte de mi herida, allí están Jonathan y Esther, y llevamos más tiempo fuera del que nos pidió Paula. Eso sin contar con que cada vez que nos separamos un poco creo que mi cabeza va a hacer un fundido en negro.

—Sí, necesitamos ayuda urgente de los psicomagos —se mostró de acuerdo Derek.

Así que optaron por dirigirse a Londres, de vuelta a la mansión, con Sally conduciendo el vehículo. 

Allí fueron recibidos por la nutrida guardia de la mansión, y como había dicho Jonathan por teléfono en una conversación previa con Derek no parecía haber ninguna novedad aparte de la continua alerta de los guardias.

Aparcaron en la pequeña rotonda ante la puerta principal, y allí les recibió Anaya, que se encontraba fumando. Derek tuvo buen cuidado de llevar discretamente su mochila con el libro al interior del edificio. La mujer les dio la bienvenida y se preocupó cuando vio a varios de ellos renqueando debido a las heridas.

Lo primero que hicieron fue atender las heridas del grupo en una sala limpia. Natalie Booth, una de los nuevos integrantes del grupo de Jacobsen se encargó de atenderlos, pues era médica de formación. Mientras les atendía, Anaya volvió con Emil y Paula. 

—Diablos, ¿qué os ha pasado? —se interesó Emil.

"Mmmmh...", pensó Sigrid, "te veo el plumero, Emil... ¿en serio? «¿qué ha pasado?», en lugar de «¿estáis bien?»". Meditó durante unos segundos. "Igual soy demasiado susceptible con los Jacobsen".

Patrick explicó que habían llegado a Escocia buscando pistas sobre Aleister Crowley y su posible supervivencia hasta la actualidad, y que habían llegado a la antigua sede de la Golden Dawn en Edimburgo. Refirió con todo lujo de detalles su encuentro con los constructos, las abominaciones y los sabuesos demoníacos, y cómo un grupo de enemigos, incluyendo a una extraña mujer capaz de utilizar la hechicería que fue la que causó la herida de Tomaso.

—Desde luego, esta herida tiene muy mala pinta —confirmó Natalie—. Nunca había visto nada igual, no creo que pueda hacer nada excepto darte unas pastillas para el dolor, Tomaso.

—Parecía una mujer de medio oriente —añadió Tomaso, sonriendo a Natalie, que a su vez le devolvió el gesto—. Lanzó una especie de escarabajo de metal que se me clavó aquí —señaló su esternón— y empezó a arder como el infierno. Conseguí quitármelo tras unos segundos.

—¿Podría ser cosa de mecanomantes? —pensó Paula en voz alta.

—No creo que lo fuera —contestó Tomaso—, pocos momentos después la misma mujer invocó una especie de momia.

—¿Cómo? —se sorprendió Paula, que miró a Emil y a Anaya.

—Así es —confirmó Patrick—, y no nos quedó más remedio que huir cuando esa aberración se dirigía hacia nosotros y parecía ser inmune a nuestras balas.

Emil y Paula no pudieron evitar dejar traslucir su sorpresa.

—Si eso es así —dijo Emil—, y no lo dudo,  este enemigo supera todo lo conocido hasta ahora... en fin, haz lo que puedas, Natalie, y nos vemos luego en mi despacho —se dirigieron a la puerta.

—Emil —increpó Patrick—, ¿ha venido la persona que te pedimos contactar, Jodorowsky?

—Pues lo hemos intentado, pero no contesta al teléfono ni a los correos electrónicos. Travis está con ello.

Después de ser tratados por Natalie, se dirigieron a encontrarse con Esther y Jonathan y explicarles todo lo que había pasado. A continuación, tras poner bien a resguardo el libro en la habitación de Derek y asearse un poco, se dirigieron al despacho de Emil.

Allí dieron un poco más de detalles sobre sus encuentros y sobre sus "descubrimientos". Patrick explicó su entrada a la mansión, presuntamente abandonada, pero que no lo estaba, y lo horripilante de las criaturas a las que se habían enfrentado. Todo el mundo expresó su consternación ante lo sumamente extraño y aberrante de aquello. Habló de los espejos que parecían servir de puerta de entrada a los sabuesos de sombras y de la masa informe que les había causado un pánico terrible y que escupía ácido.

—Sumamente inquietante —fue lo único que pudo decir Emil—. Estáis seguros de que no fuisteis víctimas de una alucinación, ¿verdad?... No, no, claro... las heridas son muy reales... No sé si podremos resistirnos a unos enemigos que son capaces de hacer algo así.

Tras pensarlo unos segundos, Paula tomó la palabra:

—¿Y por qué estaba Thomas McKeefe con esa gente? Parece fuera de lugar. —No hubo respuesta—. Podríamos fingir un trabajo y aprovechar para llamarle e intentar sacarle algo. 

—Sí, es una buena idea —contestó Derek.

—Parecía como si estuvieran vaciando la mansión —prosiguió Sigrid—. Quedaban pocas cosas: periódicos antiguos, mesas dieciochescas, una estatua de Amón-Ra en el vestíbulo.

—¿Podéis darnos los datos de la mansión? —preguntó Anaya—. Quizá podamos averiguar algo más.

Dieron todos los datos necesarios a Anaya. También comentaron lo ocurrido en Porton Down y la escasez de noticias sobre el tema, aparte de que Dulce da Silva y miembros de la UE preparaban un viaje a Reino Unido para "hacer un control de daños" y "encontrar un espacio de colaboración".

—Por cierto, ¿sabemos si ha habido algún ataque más a otras bibliotecas? —preguntó Patrick, cuando se había agotado la conversación sobre Porton Down.

—Sí —contestó Anaya—, que revisó su bloc de notas. Por ahora, ha habido ataques en: Viena, Innsbruck, Núremberg, Múnich, Mannheim, Praga, Troyes, Bolonia, Marsella, y tenemos rumores de ataques en Montpellier, Grenoble, Roma y Florencia.

—Y a propósito de esto —continuó Emil—, mañana recibiremos la visita de unos amigos que serán unos buenos aliados en nuestra lucha. Doy gracias por el atentado de Porton Down, que estoy seguro de que ha retrasado el ataque a nosotros.

—Y esos amigos... ¿puedo preguntar de quién se trata? —dijo Tomaso.

—Sí, van a ser nuestros aliados, así que hay confianza... son antiguos amigos de British Sharp, con los que últimamente no habíamos tenido mucho contacto.

"British Sharp.... me suena", pensó Tomaso. "Ah, ¡claro! La filial de UNSUP en Reino Unido".

—Bien —se limitó a decir.

Después de unos segundos, Paula retomó el hilo:

—Bueno, si os parece bien, vamos a averiguar todo lo posible sobre esa mansión, e intentaremos convocar a McKeefe para sacarle la información que podamos.

—Eh, ya lo tengo, mirad esto —era la voz de Jesús Cerro, que apareció de repente en la reunión.

Jesús abrió un libro, un manuscrito de la Edad Media, donde se veían extraños símbolos, y el dibujo de un escarabajo.

—Parece que lo que atacó a Tomaso —prosiguió—, fue un antiguo hechizo copto. Mirad, habla de ejecutar algunos sacrificios y que "los insectos se convertirán en el oricalco que invocará las propias llamas del infierno".

—Pues la mujer parecía de Oriente Medio, así que perfectamente podría ser copta —dijo Tomaso—. ¿Dice ahí cómo curar las heridas?

—Me temo que no, Tomaso. Lo siento. Habrá que intentar buscar más información.

Tras discutir algunos segundos dónde podrían encontrar algo sobre el tema, Emil puso fin a la conversación.

—En fin, id a descansar, que lo necesitáis. Y, por supuesto, mañana estáis invitados a asistir a la reunión con British Sharp.

Se retiraron a sus habitaciones, y enseguida, Sigrid vio que tenía un mensaje en el móvil de un número desconocido.

Ya estoy en Londres. Cuando quieras nos vemos. T.

No tardó en compartir la información con el resto del grupo. Taipán por fin daba señales, pero decidieron que era más importante descansar. Antes de ir a dormir, Sigrid habló con su hija y le encargó ayudarla a buscar libros relacionados con demótico en la biblioteca de Jacobsen.

—De acuerdo, mamá, haré lo que pueda —contestó Esther—. Y creo que he encontrado algo interesante sobre aquello que me encargaste de los atlantes...

—¿En serio? Dime.

—Creo que no es lo que te esperas —sonrió la joven—, pero aun así lo veo interesante. Deja que vaya a por un libro.

Al cabo de unos minutos, Esther volvió a la habitación de Sigrid, con un libro en las manos. El libro parecía uno más de los muchos tratados conspiranoicos sobre los atlantes y otros temas de dominación global de los años 80. Pero Esther le mostró unas páginas en el capítulo llamado "la conspiración Atlante para la dominación mundial", donde se reproducían unos recortes de artículos de periódicos antiguos. Uno de ellos (en el que no se veía el nombre del periódico) mostraba un pie de foto en el que rezaba: "varios líderes atlantes cerca de la sede de la ONU, mayo 1956". En la foto aunque de una calidad mediocre, aparecían cuatro personas elegantemente vestidas. Esther señaló una de ellas:

—Fíjate en este hombre, mamá. ¿No te recuerda a alguien?

Sigrid se quedó helada.

—Maldición —increpó la anticuaria—. ¡Pero si es Derek! ¡Es él!

—Yo me sorprendí igual que tú. Hay que decírselo a él.

Varios líderes atlantes cerca de la sede de la ONU, mayo 1956

 Pocos minutos después, Derek veía su propia imagen en una foto sobre la cúpula atlante del año 56, y se quedaba de piedra.

Investigaron un poco más, y averiguaron que la editorial del libro había cerrado hacía mucho tiempo. El autor, Anthony Burgess parecía ser también el creador de un pequeño número de novelas (descatalogadas ya muchos años) sobre conspiración global. Pero no consiguieron averiguar su dirección ni si seguía vivo.

Por la mañana, ya descansados, compartieron la información acerca de la foto y la sorprendente aparición del "clon" de Derek.

—Tengo una idea —dijo Patrick—. Creo que viendo tu aura, puedo llegar a deducir tu edad, si no te importa.

—No, claro que no. Necesito saber si ese soy yo o no.

Concentrándose profundamente, Patrick cambió su visión para percibir minuciosamente los colores y movimientos del aura de Derek. Y tras un tiempo relativamente largo de observación, llegó al convencimiento de la edad de su amigo.

—Por lo que he visto, no tengo dudas de que tienes una edad de 40 años. Es imposible que el de la foto seas tú —Derek dejó escapar un quedo suspiro de alivio.

Pasaron a discutir sobre el asunto de Taipán. Decidieron que Sigrid le respondiera al mensaje concretando una cita para la semana siguiente. Así darían tiempo a recuperarse algo de las heridas y quizá a recuperar a Yatsenko y Moss.

Derek también hizo la revisión habitual de las noticias que llegaban de Estados Unidos, y al parecer, todo iba según lo previsto: Shannon Miller estaba cayendo definitivamente en desgracia, y Ackerman se estaba haciendo con el control absoluto del partido en la costa este.

A media mañana, el personal de la mansión anunció la llegada de los visitantes. Derek pudo ver a través de una ventana cómo llegaban a la explanada de la glorieta dos de los helicópteros silenciosos que ya conocían tan bien. "Me lo imaginaba", pensó, "pero no que vinieran dos". Una pequeña comitiva se formó con aproximadamente una docena de personas que descendió de las aeronaves. Derek se sorprendió cuando reconoció a uno de los hombres: Nikos Kostas, que en la anterior realidad había sido un Durmiente y se había encargado de borrar del mapa la academia militar donde se había desatado la Lengua Alter. Y aún se sorprendió más al reconocer al padre Jan Borkowski, el sacerdote polaco que los había acompañado en Tunguska junto a la Orden de San Cecilio. "Joder, y ese otro... ¿cómo se llamaba...? ah sí, Simeon bar Yohai". Efectivamente, el maduro y enorme judío se dirigía hacia la casa. Los otros nueve o diez eran desconocidos.

El grupo al completo fue avisado de la llegada de los aliados por Anaya y los demás, y cuando se unieron de camino al despacho de Emil, Derek les reveló la identidad de los tres que había reconocido.

En la sala se encontraron con que Emil, Paula, Anaya, Lucas y Marius se encontraban ya en compañía de seis de los visitantes. Los criados servían bebidas. Emil y Paula procedieron a las presentaciones. Reconocieron al instante a los tres que también había reconocido Derek, y Emil les presentó al que parecía el líder:

—Este es Conor Barker, uno de los consejeros de British Sharp. Conor, este es el grupo del que te hablé, que tiene cosas muy interesantes que contaros de su experiencia en Edimburgo.

—Encantado de conocerlos —dijo Barker—, espero poder oír todos los detalles de esa experiencia.

Les presentaron también a Dakota Galagher, la sombra de Barker y ejecutiva de British Sharp. A Ettore Catapano, a quien Tomaso ya conocía por ser el abogado de muchos mafiosos del norte de Italia. Venía como representante de la familia Scordo, la más importante del norte de Italia. Enseguida les llamó la atención que Ettore iba con las uñas pintadas y con un look parecido al de los emos, y Patrick y Derek repararon en su mirada inquietante. "Este tipo es muy raro", pensó Patrick, "tendremos que averiguar más sobre él". Un rápido vistazo a su aura mientras los demás escuchaban a Jacobsen convenció a Patrick de que Ettore estaba poseído, compartiendo el control con el anfitrión. A Nikos Kostas lo presentaron como miembro de los Durmientes, a Borkowski como enviado del Vaticano, y a Bar Yohai como "poderoso duque que servía a los intereses del Alto Consejo".

—Es un honor teneros aquí de nuevo, Conor —espetó Emil, para dar el pistoletazo de salida a la parte de la reunión más formal, ya sentados a la mesa—. Espero que retomemos el contacto que habíamos perdido y que renovemos alianzas a la vista de los nuevos acontecimientos.

—Precisamente para eso estamos aquí —respondió Barker, que miró al grupo—. Ya sabéis cómo está la situación en Europa, y Emil ya me ha informado de que tenéis información muy valiosa que compartir con nosotros, así que espero oírla en pocos minutos. —Tras unos segundos de pausa, prosiguió—: ya sabéis de casi todas las ciudades en las que han sido atacadas bibliotecas. Lo que no sé es si tenéis noticia de la última de ellas, el ataque a Florencia, que es lo que ha hecho que nos decidamos a trasladarnos aquí.  

 » Fue una verdadera masacre, en la que nuestros enemigos parecen haber perdido todas las inhibiciones que nos mantienen ocultos a ojos del público general. Incluso los periódicos de gran tirada se han hecho eco. Los defensores de la biblioteca de Florencia se aplicaron bien, pero finalmente tuvieron que huir. Llegaron a Milán perseguidos sin tregua por los incursores, y se refugiaron en el Orfeo de allí. —Barker hizo una pausa valorativa—. Eso no les detuvo. Al cabo de pocas horas, ya caída la noche, el Orfeo era atacado con un nivel de poder que nunca se había visto; el edificio quedó en ruinas, y muchos ocultistas y gente de la familia Scordo perdieron la vida.

 » El caso es que, de todos los defensores de la Biblioteca, el único superviviente fue Adamo Scordo, uno de los sobrinos de la señora Claudia, y gracias a él conocemos todos los detalles. Por supuesto, como podéis comprender, han superado todos los límites posibles, y debido a ello estamos recorriendo Europa renovando viejas alianzas.

Mientras Barker había estado hablando, Patrick aprovechó para mirar las auras de todos ellos lo más discretamente posible. Ninguno tenía el halo de una persona normal. Conor poseía bastante habilidades sobrehumanas, Borkowski la fuerza de su fe, Kostas ya no era plutomante aunque debía de tener otra clase de poder (su aura era parecida a la de Anaya y a la del propio Patrick), y la de Galagher era muy parecida a la de Barker; por otro lado, el aura de Simeon Bar Yohai revelaba que no era humano. "¿Qué es esto?", pensó, "¿cómo puede ser que no sea humano si tiene aura?".

A continuación, fue el turno del grupo de contar (casi) todo lo que habían descubierto sobre Crowley, sus sospechas de que estaba vivo en otro cuerpo, y lo que había sucedido en Edimburgo. Los de British Sharp expresaron su asombro, aunque por lo que parecía, no tanto como debería haber sido si no hubieran conocido los detalles del ataque en Florencia y Milán.

Durante la explicación, Patrick sintió un escalofrío, porque todo el tiempo que duró, Simeon Bar Yohai lo había estado observando fijamente, al parecer sin parpadear. Cuando al fin, después de unos minutos, el judío se apercibió de que Patrick se había dado cuenta de su escrutinio, apartó la mirada.

—Muchas gracias por la información —dijo por fin Barker—. Será muy útil saberlo.

En ese momento, Anaya abrió sus notas y tomó la palabra:

—A propósito de eso, hemos averiguado a quién pertenece la mansión de Edimburgo —todos se volvieron hacia ella, intrigados—. Fue adquirida hace unos diez años por una empresa llamada Straight Sound, que a su vez pertenece a un conglomerado de varias compañías llamado Alpha Industries. Y el presidente de este conglomerado es un tal Sergei Ivánov.

"El nombre falso de Novikov", pensaron todos. A duras penas evitaron mirarse. Tomaso incluso disimuló lo suficiente como para fijarse en si alguno de los sentados a la mesa mostraba signos de reconocer el nombre. Pero no pareció haber ninguna reacción.

"¿Por qué demonios adquiriría hace diez años Novikov una mansión donde se encontraba el libro de Napoleón y no lo sabría?", pensó Patrick, "¿O sí lo sabía? Joder".

Cuando se retiraron de la reunión, se apresuraron a comentar el dato que había dado Anaya, y su confusión acerca de Novikov y el libro, y Patrick compartió la información sobre la posesión de Catapano, la naturaleza inhumana de Bar Yohai y lo que las auras de los demás les habían revelado.

—Lo que no sabía yo —dijo Tomaso— era que los Scordo estuvieran tan implicados en el mundo ocultista y los Orfeo... en realidad, conozco bastante al superviviente que mencionó Barker, el tal Adamo. Es posible que pueda contactar con él. Y quizá pueda hablar esta noche con Catapano, si se quedan a dormir aquí.

—No me parece mala idea, la verdad —dijo Derek—. Y nos estamos olvidando de Borkowski y Kostas, que nos apoyaron en Tunguska. A Kostas no lo conocimos tan bien en la anterior realidad, pero Borkowski... él estuvo apoyándonos estrechamente, y lo conocimos mejor. ¿No creéis que podríamos hacerle recordar?