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Publicaciones

La Santa Trinidad

La Santa Trinidad fue una campaña de rol jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia entre los años 2000 y 2012. Este libro reúne en 514 páginas pseudonoveladas los resúmenes de las trepidantes sesiones de juego de las dos últimas temporadas.

Los Seabreeze
Una campaña de CdHyF

"Los Seabreeze" es la crónica de la campaña de rol del mismo nombre jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia. Reúne en 176 páginas pseudonoveladas los avatares de la Casa Seabreeze, situada en una pequeña isla del Mar de las Tormentas y destinada a la consecución de grandes logros.

jueves, 29 de marzo de 2018

El Día del Juicio
[Campaña Unknown Armies]
Temporada 2 - Capítulo 37

De nuevo en París. Jodorowsky.
Sobreponiéndose a sus dudas existenciales, Tomaso tomó la mano que le ofrecía Sally y juntos se dirigieron a reunirse con el resto del grupo. 

Laurent y Stephanie Favre
En la conversación que tuvo lugar en los siguientes minutos, discutieron sobre la información proporcionada por Laurent Favre y la conveniencia de aliarse con los Adeptos de Saint Germain sin perjudicar por ello sus opciones de acudir a Lisboa con Dulce da Silva. De todas maneras la situación de Sigrid, empeoraba por momentos y no podrían hacer nada hasta que llegaran a París Lebeau y Jodorowsky. De hecho, durante la conversación, la anticuaria sufrió una recaída y varias palabras Alter salieron de su boca, ante la sorpresa y el horror de todos los presentes; Esther se la llevó rápidamente para centrar de nuevo su atención en la lectura de sus libros, que tenía que leer cada vez en voz más alta.

Un exabrupto de Robert llamó después la atención de todos. Su rostro estaba descompuesto. Con un ligero hilillo de voz, preguntó si el resto del grupo podía acceder a sus cuentas. Todos se apresuraron a comprobar sus accesos, y para su frustración, todas las cuentas con un montante de dinero considerable habían sido bloqueadas. Robert se derrumbó presa de su peor pesadilla, que era saberse arruinado; en realidad las cuentas no habían sido requisadas o desviadas, solo bloqueadas, pero para él era más o menos lo mismo; tras sentir una debacle en su interior, se acercó a la ventana e intentó romper el cristal. Derek se encargó de reducirlo y tranquilizarlo; esa noche Patrick dormiría con Robert, ayudándolo a superar el episodio suicida entre tragos de whisky y ginebra y la embriaguez consiguiente. 

Cuando hicieron recuento de su capital disponible, este ascendía al exiguo montante de las cuentas de Patrick y Derek (la CCSA podría ayudarles, pero su capital era público), ciento veinte mil dólares que Sigrid había podido disponer y otros 11000 de Tomaso. A todas luces insuficiente para mantener su ritmo de desplazamientos y alojamientos de las últimas semanas, confiaron en que Anne Rush y los Hijos de St. Germain les ofrecieran algo de ayuda.

El día siguiente acudieron a la dirección que les había proporcionado Anne Rush. Se trataba de un edificio de oficinas en una especie de polígono abandonado en uno de los pueblos aledaños a París. Allí les recibieron Anne, Gerard y Laurent, dándoles la bienvenida. Cuando informaron a la británica de sus dificultades económicas, esta los invitó a trasladarse allí, y así lo hicieron rápidamente. Aproximadamente una docena de Hijos de St. Germain se encontraba en el edificio en aquellos momentos, un edificio bastante bien acondicionado, en contraste con el exterior, intencionadamente desgastado. Pocas horas después recibieron el aviso de Morceau: Rémy Lebeau había llegado a París. Así que, acompañados de Anne, acudieron rápidamente a la consulta y allí Sigrid fue sedada casi de inmediato, pues apenas podía contener el lenguaje que hervía en su interior. 

Tras discutir el mejor curso de acción y que Anne les informara de que Jodorowsky no llegaría hasta dentro de tres o cuatro días desde Polonia, decidieron que esperarían al maestro de los psicomagos para asegurar una recuperación. Anne trabó contacto con Morceau y Lebeau, y parece que logró un acercamiento de los dos a su hermandad. Jodorowsky ya era un Hijo de St. Germain, así que tenía mucho ganado de cara a convencerlos.

Pasaron cinco días durante los que se fueron congregando más Hijos de St. Germain en el complejo, y por fin Jodorowsky llegó a Paris. Lo organizaron todo para realizar el tratamiento en el complejo, donde Lebeau y Morceau ya eran habituales a esas alturas. Tras las presentaciones y los reencuentros, los psiquiatras y psicólogos, incluyendo a Patrick, se reunieron para decidir el mejor curso de acción. Jodorowsky, con la asesoría de los demás, creó un conjunto de símbolos y palabras que utilizaría en su tratamiento.

El tratamiento fue duro y se prolongó a lo largo de tres días. Se pegaron electrodos al cuerpo de Sigrid y Patrick sería el encargado de activar las descargas si la noruega comenzaba a hablar en aquella lengua extraña. En dos ocasiones estuvieron a punto de caer bajo el influjo de la Lengua Alter, pero el tercer día Jodorowsky consiguió crear un conjunto de símbolos y palabras que dieron en la diana totalmente; redujo la Lengua Alter a un rincón de la mente de Sigrid, y la indujo a luchar contra ella. Sigrid se vio a sí misma en un espacio blanco e infinito, perseguida por algo que siempre se encontraba al límite de su visión, que nunca conseguía enfocar. Corrió durante años, durante siglos, durante milenios, y no había manera de dejar atrás a lo que quisiera que fuera aquello. Pero finalmente, tras incontables carreras y saltos, su perseguidor desapareció, y ella se derrumbó, agotada. Cayó entonces en un profundo sueño mientras Morceau y Lebeau enronquecían repitiendo sus letanías en los oídos de la mujer y Jodorowsky se derrumbaba agotado en una silla. Cuando Sigrid despertó un tiempo después, todo rastro de la Lengua Alter se había borrado de su mente por fin. Agradeció a todos su ayuda, y por fin fue presentada a todo el mundo y conoció el complejo al que todavía no había podido prestar atención.

En el ínterin, Derek recibió una llamada privada a su teléfono: se trataba de Dulce da Silva, que le informó de que ya le habían dado el alta. El americano se extrañó, porque solo había pasado la mitad del tiempo que los doctores habían considerado necesario, pero Dulce simplemente dijo que "había tenido algo de ayuda". La portuguesa se mostró muy comprensiva con Derek, y le concedió el tiempo que necesitara en París; quedaron en que se verían en un plazo razonable en cierto hotel de Lisboa y se despidieron con palabras amables. Derek se moría de ganas de viajar a Lisboa y conocer algo más sobre sus orígenes, pero el momento tendría que esperar.

Al menos una treintena de Hijos de St. Germain se encontraba ya en el complejo cuando se celebró la reunión de bienvenida para el grupo. Una reunión informal, con la gente repartida entre sillas y sofás, con un catering que se reveló muy necesario pues la reunión se prolongó durante varias horas. El grupo al completo entró a la reunión, incluyendo a Jonathan, a Robert, a Francis, a Sally y a Esther, a pesar de los muchos esfuerzos que hizo Sigrid para que esta última no entrara a la reunión y se marchara a Madrid lejos de aquel mundo.

Lo primero que hizo Anne fue agradecer al grupo su ayuda al haberles entregado el libro De Occultis Spherae, que podría salvar a St. Germain de algún destino fatal y con él a toda la realidad. El agradecimiento levantó aplausos de todos los presentes, que arrobaron un poco a Sigrid y los demás. Esther lanzó a su madre una mirada apreciativa. Según las palabras de Anne, el libro se encontraba en aquel momento a salvo en Polonia y pronto llegaría a manos de St. Germain.

A continuación les explicó la estructura de la cábala: Anne era la que conocía a todos los Hijos de St. Germain de Gran Bretaña y Francia, donde eran más fuertes, y actuaba como su cabecilla; el resto de Hijos conocían a pocos de los demás entre sí por cuestiones de seguridad, y se estructuraban en "comandos".

A continuación siguió la charla metafísica. Anne y los gemelos Favre explicaron muchas cosas referentes a los Arquetipos, el Clero Invisible, la Estadosfera, los Avatares, los Dioserrantes, los Adeptos, la Magia Posmoderna y las cábalas más importantes[1]. El grupo escuchó las explicaciones con atención y sorpresa creciente; ¡una de las cadenas de hamburgueserías más importantes de Estados Unidos era una de las cábalas más poderosas del submundo ocultista! Sally se preocupó cuando, durante el transcurso de la charla, se giró hacia Tomaso y vio el rostro atormentado del italiano surcado de lágrimas; Tomaso estaba viendo sus creencias trastocadas, y la tensión mental era mucha para él; no hizo ningún drama, pero no pudo reprimir las lágrimas; Sally apretó su mano en silencio, y eso le reconfortó. Anne también les habló de lo peligroso que era "despertar al Tigre" (en referencia al público no ocultista), y de cómo los Durmientes, otra organización, se había encargado de todos aquellos que no tenían el suficiente cuidado de permanecer en un discreto segundo plano; cuando describió su gesto característico, un dedo en los labios y la pronunciación de "ssssh", Patrick lo relacionó con la desaparición de sus hermanos y comprendió al fin que debían de haber estado metidos en asuntos ocultistas. Cuando el Tigre despertaba, se producían grandes tumultos que generalmente acababan desastrosamente para los adeptos ocultistas; les mencionó los disturbios de San Francisco a mediados de los 90, por ejemplo, y eso les recordó los informes que les había enviado Omega Prime en su momento sobre el padre Jan Borkowsky y la mención de alguien llamado "El Freak". Anne les explicó que, efectivamente, El Freak era uno de los dioserrantes más poderosos y que era un avatar del arquetipo llamado "Hermafrodita Místico"; sus poderes eran un misterio, pero había demostrado tener un repertorio muy amplio.

La labor más importante del grupo en adelante sería encargarse de los Avatares y los Dioserrantes que pudieran poner en peligro el futuro metafísico del Universo, y para ello serían adiestrados durante una semana, en la que aprenderían a reconocer sus posibles efectos y poderes; además, también serían capaces de reconocer inclinaciones de la Estadosfera, y aprenderían algunos rituales de utilidad.

Todos se miraron entre sí; Anne había cumplido su palabra y por fin habían recibido la información que necesitaban sobre cómo funcionaban las cosas en el submundo ocultista; veían ahora más clara que nunca la necesidad de buscar aliados, y estos parecían los mejores de los que podrían disponer. Sin embargo, Derek no se encontraba del todo cómodo debido a las revelaciones tanto del padre Dautry en Narbonne como de Laurent Favre en París (todo aquello de los actos deleznables en pro de un bien mayor le olía a podrido), y comenzó a madurar en su mente un plan para que el grupo pudiera instaurar su propia cábala algún día. Pero de momento, los Hijos de St. Germain parecían unos buenos aliados, y teniendo muy presentes las palabras del congresista Ackerman, Derek decidió compartir con ellos todos los hechos extraños que estaban sucediendo en el gobierno de los EEUU. Incluso les enseñó el vídeo que por orden de Ackerman había sido grabado en los aseos del Congreso, donde se veía a uno de los congresistas relizar reparaciones en su miembro artificial. La conversación entonces derivó hacia los autómatas, hacia Tina Lovac (la mujer artificial que les había atacado en el museo d'Orsay) y los mecanomantes, que eran capaces de crear aquellas maravillas; Patrick rebulló incómodo, pero pudo contener su miedo irracional hacia las inteligencias artificiales. Anne prometió que harían lo que pudieran con el problema del congresista.

A continuación, la anciana pasó a exponer los planes del futuro inmediato. Había aprovechado para reunir a todos los presentes con el fin de exponerles la situación a la que se enfrentaban. Situación que en realidad, el grupo ya conocía. Al parecer, el Círculo Neosuabo (los herederos de la Hermandad de Thule) se encontraba colaborando con los Illuminati en un extraño plan por el que estaban reuniendo a ciertas personas nacidas en una circunstancia muy especial para, en apariencia, utilizarlas en algún tipo de ritual. Los Hijos de St. Germain iban a dedicar todos sus recursos para torcer las intenciones de esas dos cábalas, peligrosas en grado sumo. Sabían que ahora se encontraban buscando en alguna parte de Asia, pero no podían descuidar otras partes del mundo. Francis rebulló incómodo en el asiento y miró a Patrick, que a su vez cruzó su mirada con sus compañeros: quizá aquella era la oportunidad de recuperar a Lupita de una vez por todas, y si de paso frustraban los planes de aquellos malnacidos, mejor que mejor.

Patrick se levantó y carraspeó para aclarar la voz y llamar la atención de los reunidos.



[1]: Para más información, ver el manual básico de Unknown Armies y el libro de referencia Estadosfera.

lunes, 19 de marzo de 2018

El Día del Juicio
[Campaña Unknown Armies]
Temporada 2 - Capítulo 36

Una Herida inesperada. La Lengua Alter resurge.
Los momentos de relax no duraron mucho, por desgracia. Pronto avistaron la silueta del helicóptero de UNSUP que los había hostigado en la central en el cielo nublado, y tuvieron que aumentar la velocidad sobre el asfalto helado. Las balas comenzaron a levantar salpicaduras de hielo a un lado de la furgoneta, y un volantazo de Tomaso los sacó de la carretera a un camino forestal; pero el italiano no pudo evitar la pérdida de adherencia y el vehículo chocó de costado contra un árbol fuera del camino. Afortunadamente habían avanzado lo suficiente para que el bosque los cubriera y nadie sufrió nada más que ligeras contusiones.

Nadie, excepto Dulce da Silva; un par de balas de gran calibre habían atravesado la carrocería del vehículo y una de ellas había alcanzado en el brazo a la portuguesa, provocándole una herida de gravedad considerable; de forma tosca pudieron hacerle un torniquete en el hombro, pero Arjen, uno de sus cuatro hombres, se mostró extremadamente preocupado y expuso la necesidad de ir lo antes posible a un hospital. El grupo tuvo un pequeño encuentro privado y decidieron ayudar a la mujer; no la dejarían morir sin averiguar antes todo lo que pudiera reverlarles.

Afortunadamente había empezado a caer una ligera nevada y el cielo se había encapotado aún más. Volvieron a salir a la carretera, donde no vieron rastro del helicóptero, que imaginaron que debía de haber seguido hacia el norte siguiendo la pista forestal. Después de varias decenas de kilómetros recorridas, Derek observó en una de las curvas de la carretera que quedaban en una cota más baja varios vehículos que se acercaban en dirección contraria; gracias a su aviso, Tomaso pudo apartar la furgoneta lo suficiente para esquivarlos y continuar su camino sin más consecuencias hasta la pequeña ciudad de Fredrikstad, donde Sigrid no tardó en conseguir que admitieran a Dulce en el Hospital Nygaard. Con los hombres de Dulce montando guardia las veinticuatro horas, el resto del grupo se hospedó en uno de los mejores hoteles de la ciudad. Tomaso se encargó de deshacerse de la furgoneta discretamente, en una de las muchas lagunas de las afueras.

Gerard intentó contactar en varias ocasiones con Anne Rush, sin éxito. Ya en el hotel, el grupo le puso en antecedentes de todo lo que había pasado en Oslo, la ayuda que habían recibido de Dulce y la separación de Anne. El francés anunció que continuaría con ellos mientras no recibiera ninguna respuesta de la anciana, con lo que todos se mostraron de acuerdo. Esa noche, Sally se refugió en Tomaso para superar el horror por el que había pasado la última semana.

La periodista se reunió con ellos al día siguiente durante el desayuno. Había podido leer el correo por primera vez en muchos días, y les enseñó varios correos electrónicos de un tal "Megatron", uno de los hackers de Omega Prime. Los correos adquirían un tono cada vez de más urgencia conforme pasaba el tiempo; empezaban informando de que alguien estaba localizando a los Prime utilizando medios de una tecnología muy avanzada, tanto que no se explicaban cómo podrían haberla desarrollado. Poco después anunciaban que los servidores del grupo se iban a cerrar indefinidamente. En los siguientes correos, los hackers mostraban su estupefacción, porque afirmaban que "nadie puede tener las habilidades con las que nos estamos enfrentando"; a pesar de haber enfriado su rastro y apagado los servidores comprometedores, seguían detectando intrusiones en sus sistemas personales, rastreándolos. Los Omega Prime se consideraban los mejores del mundo, y no se explicaban a qué se estaban enfrentando; Megatron citaba la posibilidad de que sus enemigos estuvieran utilizando algoritmos cuánticos de nueva generación, pero no eran más que suposiciones. Los correos terminaban abruptamente más o menos en la misma fecha en la que el resto del grupo había visto la noticia de la detención de los hackers, y lo siguiente era un SMS que se había enviado a un grupo de gente entre la que se contaba Sally de un tal "Ratchet", que informaba de que la mayoría de los Prime habían sido apresados y los pocos que no entraban en "estado de hibernación". Recomendaban también que todo el mundo borrara toda la información que pudiera tener cualquier tipo de enlace con los Prime, porque serían susceptibles de ser localizados y acusados por aquellos superhackers que los habían localizado.

El día siguiente llegaron al hotel Jonathan y Francis Kittle, procedentes de Estados Unidos. Se saludaron efusivamente con el resto del grupo y fueron informados de los últimos acontecimientos. Kittle había sido adiestrado por los agentes de la CCSA en varias habilidades que podrían ser útiles al grupo; aunque en el pasado había sido un idealista y no creía en las armas, los últimos acontecimientos le habían convencido de que era necesario que lo adiestraran en su uso. Cuando Francis saludó a Esther, la hija de Sigrid y él se quedaron mirándose unos segundos, prendados el uno del otro...

El atardecer del segundo día pudieron hablar con Dulce, ya recuperándose de la operación de su brazo. La portuguesa les agradeció su ayuda y les aseguró que se sentía en deuda con ellos por no haberla abandonado en aquel momento de necesidad. Derek fue quien pasó más tiempo con ella (aparte de sus fieles guardaespaldas, claro), y aprovecharon para conocerse más el uno al otro.

Durante los primeros tres días de estancia en Fredrikstad, Sigrid y Esther dedicaron prácticamente la totalidad de su tiempo a estudiar los escritos del doctor Abornaz Hawk sobre los indios Abenaki y los símbolos que habían visto en la mansión. Pero su investigación las condujo continuamente a callejones sin salida y la joven sugirió que buscaran al compañero del doctor, el tal Pierre Nicolás, para que les diera alguna clave que pudiera poner en orden el extraño alfabeto. Durante la cena, la muchacha también mencionó el hecho de que echaba mucho de menos a sus hermanos, a Eyrik y a Daniel. Algo se removió en la mente de Sigrid. Algo que había podido mantener enterrado hasta entonces en un rincón de su psique, pero que la mención de Daniel despertó bruscamente; para su horror, su mente comenzó a razonar en aquel aberrante idioma, la Lengua Alter. Se giró hacia Esther, gritándole que llamara rápidamente a Patrick para que la ayudara, pero la muchacha la miró confundida, sin entender lo que decía. Esther, presa de un escalofrío, no había oído más que palabras sin sentido salir de la boca de su madre. Pero cuando esta gritó varias veces el nombre de Patrick, consiguió entender lo que quería y corrió para traer al profesor. Con un esfuerzo titánico, Patrick consiguió tranquilizar a Sigrid y a la vez no caer presa del influjo de la Lengua Alter. Cuando el resto del grupo se reunió con ellos, Sigrid estaba concentrada en la lectura de los escritos del doctor Hawk, profundamente concentrada; esa concentración extrema era el único remedio que Patrick había encontrado para que Sigrid dejara de pensar en la Lengua. No obstante, aquello era una solución extremadamente débil y temporal, y deberían recurrir cuanto antes a la ayuda de los psicomagos de los que Rémy Lebescque les había hablado en Canadá.

Derek y Patrick acudieron para informar a Dulce de su urgentísima partida a París para tratar a su amiga y acordaron encontrarse allí si no podían regresar antes. La portuguesa se mostró muy comprensiva, como no podía ser de otra manera después de que aquellos extraños le hubieran salvado la vida, algo a lo que no estaba acostumbrada en el mundo en el que se movía.

Poco antes del viaje a la capital francesa, Gerard informó a Tomaso de que había conseguido contactar por fin con Anne Rush y que la anciana ya se encontraba en Francia, así que los acompañó hasta París y allí se despidió de ellos, prometiendo que contactaría en cuanto tuviera novedades.

Repasando los nombres que Lebescque les había proporcionado en Canadá, dieron con la clínica privada del psicólogo Jean Morceau. Morceau era en teoría uno de los psicomagos compañeros de Lebescque, y el único que habían encontrado localizable, así que organizaron una cita de urgencia con su secretario, alegando que iban recomendados por Rémy. Morceau no tardó en devolverles la llamada y reunirse con ellos, contándoles que había contactado con Rémy y ya le había hablado de lo extraño de su caso. Lebescque, por su parte, reclamaba el pago inmediato de cinco mil dólares si querían que se desplazara hasta París para ayudar; en cuestión de pocos minutos la transferencia del dinero estaba hecha y Lebescque viajaba hacia París, a donde llegaría al día siguiente. Por otra parte, intentarían conseguir la ayuda de algunos otros psicomagos, pero no sabían si sería posible; del maestro Jodorowsky no sabían nada desde hacía meses, y parecía imposible contactar con él.

Pocas horas después, Gerard llamaba al móvil de Tomaso, citándolos en un café a las afueras de la ciudad. Acudieron Derek y Tomaso, que entraron a la cafetería, y Robert y Sally, que permanecieron en los alrededores por si sucedía algún imprevisto. No tuvieron que esperar mucho; al poco rato aparecían por la puerta la propia Anne Rush, Gerard, y los gemelos Laurent y Stephanie Favre; esta última lucía en el rostro todavía las cicatrices de su enfrentamiento con la autómata Tina Lovac y cojeaba ligeramente. Tras tomar asiento, la conversación empezó menos tensa de lo que Derek y Tomaso habían esperado, lo que les permitió relajarse y contarle todo lo sucedido a Anne, asegurándole que no la habían traicionado a pesar de que se habían visto obligados a revelar el paradero del De Occultis y que permanecían todavía fieles a las filas de Saint Germain. Cuando preguntaron por el libro, ella les aseguró que se encontraba a buen recaudo, a la espera de hacérselo llegar al conde. Tomaso también preguntó si Anne había sido responsable de alguna manera de la milagrosa curación que había experimentado tras el accidente que había sufrido mientras vigilaba el Corazón Nocturno en Oslo, y la anciana le aseguró que no había tenido nada que ver con tal asunto; fuera lo que fuera aquello, quedaba más allá de sus habilidades; el italiano rebulló incómodo.

A continuación discutieron sobre el mejor curso de acción a seguir con los atlantes, y Anne les contó lo que sabía sobre la cábala ("cábala" era el nombre que recibían las facciones del submundo ocultista) a la que pertenecía Dulce, la cábala Atlántica. Se consideraban a sí mismos descendientes de atlantes, pero en opinión de Anne, la mayoría no eran más que arribistas megalómanos y depravados. Y no los consideraba ni mucho menos tan peligrosos como otros grupos. Aunque Tomaso reveló que Dulce se mostraba muy interesada en Derek y Patrick por sus capacidades especiales, a Anne seguía extrañándole que los hubieran invitado tan a la ligera a su sede de Lisboa; a nadie le pareció buena idea mencionar el hecho de que Derek parecía ser descendiente directo de atlantes, así que ese dato quedó en un discreto segundo plano. La británica también les aseguró que había llegado el momento de que establecieran una relación de confianza, y les escribió una dirección para que la memorizaran y la destruyeran; el grupo al completo debería acudir allí cuanto antes para conocer algunos entresijos de su organización y aprender más cosas. Le aseguraron que acudirían en cuanto resolvieran el problema que tenían en ese momento entre manos con la Lengua Alter y la mente de Sigrid; Anne se mostró comprensiva y por supuesto les dio margen para que pudieran resolver aquello, y además se ofreció a prestarles ayuda. Cuando el grupo mencionó que les vendría bien localizar a un tal "Alex Jodorowsky", la anciana esbozó una ligera sonrisa. Les reveló que Jodorowsky era un hombre de Saint Germain y no debería haber problema en que les ayudara; les prometió contactar con él tan pronto fuera posible, y que los mantendría informados.

Esa misma tarde,  Tomaso recibía una llamada de número desconocido. Al contestar, alguien habló al otro lado en inglés con fuerte acento francés: Laurent Favre. Este instó a Tomaso a reunirse con él allí mismo, en la cafetería del hotel, donde ya se encontraba esperándolo. Tomaso bajó con todas las precauciones posibles y no tardó en encontrarse con el -en apariencia- joven adepto. Sally se sentó en otra mesa, vigilando la escena.

Tras pedir sendos cafés, Laurent se sinceró con Tomaso sin preámbulos. Estaba cansado de que las cábalas del submundo ocultista arrastraran a buena gente como ellos a una trama de maquinaciones sin fin y los usaran como peones de un juego que nunca alcanzaban a comprender del todo, así que había decidido darles algunos consejos y decirles toda la verdad, hasta donde él la conocía. Advirtió a Tomaso de los peligros del mundo donde se estaban adentrando, donde los enemigos proliferaban y los amigos escaseaban, y también manifestó que, aunque en su opinión, los Adeptos de Saint Germain era la menos mala de todas las cábalas con las que había tenido contacto, ni mucho menos eran unas "hermanitas de la caridad". Saint Germain no era lo que se podía calificar de una... "persona"... o "ser"... "bondadoso". Sus fieles habían realizado actos terribles en su nombre y, por ejemplo, hasta donde Laurent alcanzaba a saber, una orden suya había sido la causante del genocidio de Ruanda entre Hutus y Tutsis. Tomaso asintió, callado y con gesto grave, y le habló de lo que habían descubierto en Narbonne, del diario del padre Dautry, donde se confesaba de las cosas horribles que había tenido que perpetrar en el nombre de "un bien mayor" a las órdenes de Saint Germain. Laurent asintió a su vez, satisfecho de ver que su interlocutor comprendía lo que estaba planteando y parecía aceptarlo. Pero aun así, lo advirtió una vez más: si seguían los preceptos de su cábala, Tomaso y sus compañeros tendrían que enfrentarse a decisiones muy difíciles y moralmente ambiguas o directamente reprobables, pero en teoría siempre serían en pro de un bien superior difícilmente entendible, pues lo que trataban de evitar era una catástrofe a niveles metafísicos más allá de su entendimiento mortal.

Tras una nueva advertencia de lo traicionero que podía ser aquel mundo oculto y la afirmación de Tomaso de estar acostumbrado a moverse en ambientes de esa calaña (haciendo referencia a su implicación con la mafia), Laurent se despidió con un sincero apretón de manos. Tomaso se sumió en unos segundos de introspección: "si el conde Saint Germain es el encargado de velar por el renacimiento del Universo... ¿dónde queda Dios en todo esto?". Prefirió no pensarlo demasiado; se reunió con Sally y salieron de la cafetería.

viernes, 9 de marzo de 2018

Aredia Reloaded
[Campaña Rolemaster]
Temporada 2 - Capítulo 7

La defensa del Valle de Irpah
Durante los días siguientes, las obras para desbordar el cauce del río siguieron progresando. Habían añadido al planteamiento de Yuria la posibilidad de derrumbar uno de los puentes de piedra que atravesaba la corriente al abrigo de la espesura.

Puente sobre el río Harvanth


Transcurridos un par de días desde la llegada del general Imradûn a Irpah, mientras Yuria, Stophan, Taheem y Nârik se encontraban en la obra del dique impartiendo órdenes y controlando su progreso, el trapaleo de cascos de caballos acercándose llamó su atención. Yuria y los demás se ocultaron entre ramas y arbustos, mientras los trabajadores seguían con su labor. Una decena de soldados de Jenmarik se presentaron al otro lado del cauce, con cara de pocos amigos y reclamando hablar con el encargado de aquello. El capataz, uno de los carpinteros de Svelêm orondo y canoso, cruzó al otro lado para hablar con ellos; la conversación se mantuvo en su idioma, el landálico, con lo que el grupo no pudo entender casi nada de lo hablado, pero a los pocos minutos, el capataz daba la orden de parar la obra, dirigiendo miradas significativas hacia donde se encontraba Yuria. Una vez la obra parada y los trabajadores "desalojados", el grupo de soldados partió hacia Jenmarik llevándose consigo al capataz.

Después de un tiempo prudencial optaron por volver a enviar a los grupos de trabajo, pero tuvieron que volver a retirarlos cuando otra patrulla se dirigía hacia el lugar; afortunadamente, Daradoth había acudido a vigilar el entorno y los pudo avisar a tiempo.

A partir de entonces, patrullas acudían a vigilar el entorno del río y concretamente, el punto de la obra, a intervalos más o menos regulares, lo que les imposibilitó avanzar adecuadamente en la construcción del dispositivo. Decidieron cancelar la construcción por el momento, pero Daradoth, Taheem, Symeon, Yuria y Faewald se dedicaron a vigilar atentamente a las patrullas en la zona de la obra. Las patrullas cada vez se componían de menos efectivos y acudían más espaciadamente. Finalmente, mientras se encontraban apostados en los alrededores, tres soldados de Jenmarik guiando un par de mulas se presentaron en el pequeño claro que bordeaba el río. Estos no permanecieron unos pocos minutos como las anteriores patrullas, sino que comenzaron a encender una hoguera y descargar equipo de las alforjas que acarreaban  los animales. Dos soldados más aparecieron pocos minutos después, y a lo lejos, en el bosque, se oía gritar a algún otro.

Decidieron no esperar más y pasar a la acción. Aquellos soldados parecían tener la intención de pasar al menos una jornada allí, con lo que si daban cuenta de ellos rápidamente, podrían tener al menos la noche y la madrugada para avanzar en la obra. Contando entre sus filas con un par de maestros espadachines y avezados guerreros, los soldados no ofrecieron demasiada resistencia; los que no cayeron con el primer ataque de Daradoth y Taheem huyeron al bosque o fueron abatidos por el resto. Durante la persecución a través de la espesura intentando atrapar a los soldados que habían huido, Daradoth se encontró con varias mulas más, abandonadas; él mismo, Taheem y Faewald no tardaron en alcanzar a la mayoría de los enemigos huidos y evitar su regreso a Jenmarik. A pesar de que uno de los soldados tuvo éxito en escapar, finalmente pudieron atraparlo en el linde del bosque y así impedir que ninguno pudiera informar del ataque.

Las mulas acarreaban un montón de redomas de aceite, lo que les indujo a creer que las órdenes de la comitiva eran prender fuego a la obra del dique y destruirla. Así que optaron por encender un fuego controlado a pocos metros del lugar y esperar a ver si alguien reaccionaba en la fortaleza enemiga. Al no haber reacción alguna, pusieron de nuevo a los grupos de trabajadores manos a la obra, apresurándose para acabar al amanecer o poco después.

Ante la urgencia por acabar, el general Gerias tuvo una idea: propuso a Yuria utilizar una parte del aceite rigeriano que ya habían producido para producir una explosión en la ladera que bajaba hacia el río y acelerar así el proceso de derrumbe que podría contribuir a asentar el dique. Por su parte, el capitán Phâlzigar sugirió utilizar las catapultas de la fortaleza para arrojar durante varias horas grandes rocas al río y contribuir así a la estabilidad de la barrera. Tras dudarlo mucho tiempo, finalmente la ercestre decidió poner en práctica la idea del general ercestre; la idea de Phâlzigar pondría sobre aviso a la otra fortaleza y además era muy difícil de llevar a cabo. No podían arriesgarse a que aquello saliera mal, así que hizo unos cálculos rápidos sobre la cantidad necesaria de aceite, la distancia y la  profundidad a la que habría que provocar la explosión y así lo dispusieron todo.

Al amanecer, un contingente de cincuenta hombres salía de Jenmarik en dirección al bosque y, supuestamente, del río. Alertada por Daradoth, Yuria decidió no esperar más y activar todos los mecanismos. Con un enorme estruendo las rocas y los troncos se desplazaron por la ladera justo a la vez que el aceite rigeriano explotaba provocando un pequeño desprendimiento y arrancando varios árboles de raíz. Varios de los hombres más fornidos tiraron de grandes cadenas para mantener el desprendimiento bajo control, y aunque un par de ellos resultaron heridos de cierta gravedad la buena noticia es que la recién creada presa resistió el envite de la corriente y se estabilizó. El nivel del agua empezó a subir rápidamente, y entraron en juego los troncos que habían dispuesto estratégicamente en toda la extensión del bosquecillo. En poco más de una hora, la extensión del valle que dominaban las dos fortalezas gemelas se anegó tal y como había previsto Theodor Gerias. De vuelta a Svelên, los grupos de trabajo y Yuria y sus compañeros fueron recibidos con vítores y cantos de guerra. Los paladines de Emmán se habían desprendido de sus ropas de soldado y mostraban orgullosos sus níveas túnicas, rezando cánticos que hacían rugir los corazones de los allí reunidos. Por otra parte, los ingenieros que se habían encargado de la construcción de los grandes trabuquetes al sur habían tenido un gran éxito, pues cinco de los seis proyectos habían sido llevados a cabo con éxito. Ya no había vuelta atrás; Svelên y sus aliados tendrían que resistir hasta que pudieran volver con refuerzos que inclinaran la balanza definitivamente a su favor.