Comenzamos aquí con las entradas que recogerán los resúmenes de la campaña "La Santa Trinidad", sita en el escenario de campaña de creación propia Aredia. Los resúmenes formales comenzaron a elaborarse a partir de la tercera temporada de la campaña (después de dos pausas de refresco), así que empiezan en ese punto. Se presentan a continuación el elenco de personajes que comenzó la tercera temporada, y el Preludio de ésta.
El nombre original de la campaña, como pone en el título, era "La Santa Trinidad", en referencia a la tríada de reliquias emmanitas, tres poderosas reliquias religiosas en Aredia. No obstante, el título quedó algo desvirtuado a partir de la segunda temporada, cuando los acontecimientos desbordaron los límites de la religión emmanita y se comenzaron a producir a una escala más global. Aún así, he preferido mantener el título original.
El nombre original de la campaña, como pone en el título, era "La Santa Trinidad", en referencia a la tríada de reliquias emmanitas, tres poderosas reliquias religiosas en Aredia. No obstante, el título quedó algo desvirtuado a partir de la segunda temporada, cuando los acontecimientos desbordaron los límites de la religión emmanita y se comenzaron a producir a una escala más global. Aún así, he preferido mantener el título original.
DRAMATIS PERSONAE
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En la anterior temporada...
Tras visitar Krismerian, el continente-refugio de la Sombra y empezar a levantar el Imperio Trivadálma, los Personajes viajaron a Eluiridiann, la tierra de los Ilvos -descendientes de antiguos elfos huidos de Aredia-. Lo hicieron impelidos a encontrar ayuda para combatir a la Sombra, siguiendo una visión que les dio el Pozo de la Verdad de las islas Ganrith. Allí conocieron al Primarca, lord Ergialaranindal, y se encontraron sin pretenderlo en medio de una guerra civil encabezada por una parte por el Primarca y por otra por el duque Valankerdar, aliado con el Gran Imperio de Oriente, cuyos acuerdos no estaban del todo claros. Los ilvos habían rechazado el poder arcano durante siglos, y perseguían y "neutralizaban" a aquellos que lo esgrimían. Esta situación había cambiado en Eluiridiann en los últimos tiempos. Nadie sabía por qué, pero las Corrientes Arcanas habían empezado a soplar de nuevo en el continente después de muchos siglos de quietud, y un número importante de ilvos comenzaba a desarrollar capacidades mágicas vistas con recelo por sus vecinos. La propia madre del Primarca desarrolló tal capacidad, con lo que éste no tuvo más remedio que tomar partido por la reforma de las leyes. Esto hizo que Valankerdar, un usurpador fundamentalista de los preceptos ilvos enfrentado a Ergialaranindal durante años, viera la oportunidad de alzarse en armas contra su soberano. De forma totalmente hipócrita, ya que el propio Valankerdar había desarrollado la capacidad y se había aliado con los orientales, que siempre habían sido capaces de esgrimir el Poder. El Primarca no tuvo más remedio que embarcarse junto a sus fieles y los personajes en una ingente flota hacia los ducados isleños de su imperio, con la intención de partir hacia Aredia y rehacer sus filas.
Sin embargo, Beregond, el legítimo heredero del Imperio Trivadálma, insistió en volver a cierta fortaleza de donde los personajes habían escapado un par de días antes, para buscar indicios de la traición del duque Venduar, uno de los dirigentes de la Primacía. Venduar y su hijo habían desaparecido sin dejar rastro justo antes del asedio al castillo, lo que apuntaba a que habían traicionado a los personajes. Beregond y Élodar -mentalista elfo que viajaba con el grupo- atravesaron un portal creado por Demetrius. Una vez en la fortaleza algo les retrasó y Ayreon atravesó el portal para intentar ayudarles. Allí, el paladín se encontró de frente con un kalorion, uno de los generales de la Sombra, poderosos y peligrosos en grado sumo. Varios rayos encontraron su destino y Ayreon quedó inconsciente. Demetrius corrió la misma suerte al atravesar el portal en busca de sus compañeros. El portal se cerró al instante, y Ezhabel quedó en el barco aislada de sus compañeros. No sabía si estaban vivos o muertos, pero no cejaría en su empeño de encontrarlos hasta estar segura...
Preludio
Ayreon consiguió a duras penas recobrar la consciencia. Se vio desbordado por un insoportable dolor en su cuerpo y en su alma. En algún momento fue capaz de abrir los ojos, y pudo ver nada menos que a ¡6! kaloriones murmurando un extraño lenguaje y apuntando sus manos abiertas hacia él... Durante unos instantes consiguió obervar el recinto donde se encontraba, un cubículo de metal negro, que se movía; se trataba de una especie de vagón o algo parecido... hacía mucho frío. Demetrius se encontraba junto a él, pero a Élodar no se le veía por ninguna parte... ¿o sí? Uno de aquellos kaloriones le causaba escalofríos por el parecido que guardaba con el elfo que había sido su compañero tantos meses... ¿acaso se había tratado en realidad de un servidor de la Sombra?
Después de ver a sus compañeros inconscientes a través del portal, la primera reacción de Ezhabel fue quedarse petrificada. Instantes después chilló pidiendo ayuda, y al punto llegaron tres guardias carmesíes, la guardia de élite del Primarca Ilvo. Los llamados Dailomentar -el cual estaba absolutamente enamorado de Ezhabel-, Argimentur y Tulkastárno. Preguntaron por qué gritaba. En ese momento, la semielfa recordó que los ilvos no toleraban el uso de la magia, así que intentó narrar lo ocurrido sin involucrar el poder arcano, cosa virtualmente imposible. Ezhabel insistió en que era imprescindible volver a la fortaleza de Venduar para buscar a sus compañeros. Los guardias ilvos se negaron en principio, pero ante la vehemencia de la semielfa no tuvieron otro remedio que acceder.
Ayreon y Demetrius despertaron, alertados por un estruendo mayúsculo. Una gran explosión había resonado en el exterior y la puerta del vagón estaba abierta. Ayreon se movió como pudo hacia fuera, y consiguió atisbar a una persona, un hombre, apoyado en un árbol totalmente despojado de hojas, típico del invierno más crudo. El hombre estaba agotado hasta el extremo, sin duda afectado por algo que había llevado en su mano diestra, ya que estaba humeante y la miraba muy fijamente; una especie de ceniza caía de su palma. Tras recuperarse un poco, el paladín salió del carruaje y se acercó al extraño. Al preguntarle quién era, le respondió solemnemente:
—Me llamo Kadrajan Eleros, y el mismísimo Eudes me ha enviado aquí para ayudaros.
Instantes después apareció Demetrius. Tras hacer las presentaciones pertinentes, Kadrajan les instó a esconderse. El paisaje era frío y les rodeaba la nieve. Estaban sin duda en algún lugar del lejano norte. Al poco apareció una figura encapuchada, sin duda un kalorion. No tardó en marcharse ante lo infructuoso de su búsqueda. Sin embargo, perdidos en el ártico, su situación distaba mucho de ser tranquila, o cómoda; por suerte, entre los restos del vagón pudieron conseguir ropa de abrigo. Debían apresurarse y moverse si querían sobrevivir...
Después de ver a sus compañeros inconscientes a través del portal, la primera reacción de Ezhabel fue quedarse petrificada. Instantes después chilló pidiendo ayuda, y al punto llegaron tres guardias carmesíes, la guardia de élite del Primarca Ilvo. Los llamados Dailomentar -el cual estaba absolutamente enamorado de Ezhabel-, Argimentur y Tulkastárno. Preguntaron por qué gritaba. En ese momento, la semielfa recordó que los ilvos no toleraban el uso de la magia, así que intentó narrar lo ocurrido sin involucrar el poder arcano, cosa virtualmente imposible. Ezhabel insistió en que era imprescindible volver a la fortaleza de Venduar para buscar a sus compañeros. Los guardias ilvos se negaron en principio, pero ante la vehemencia de la semielfa no tuvieron otro remedio que acceder.
Ayreon y Demetrius despertaron, alertados por un estruendo mayúsculo. Una gran explosión había resonado en el exterior y la puerta del vagón estaba abierta. Ayreon se movió como pudo hacia fuera, y consiguió atisbar a una persona, un hombre, apoyado en un árbol totalmente despojado de hojas, típico del invierno más crudo. El hombre estaba agotado hasta el extremo, sin duda afectado por algo que había llevado en su mano diestra, ya que estaba humeante y la miraba muy fijamente; una especie de ceniza caía de su palma. Tras recuperarse un poco, el paladín salió del carruaje y se acercó al extraño. Al preguntarle quién era, le respondió solemnemente:
—Me llamo Kadrajan Eleros, y el mismísimo Eudes me ha enviado aquí para ayudaros.
Instantes después apareció Demetrius. Tras hacer las presentaciones pertinentes, Kadrajan les instó a esconderse. El paisaje era frío y les rodeaba la nieve. Estaban sin duda en algún lugar del lejano norte. Al poco apareció una figura encapuchada, sin duda un kalorion. No tardó en marcharse ante lo infructuoso de su búsqueda. Sin embargo, perdidos en el ártico, su situación distaba mucho de ser tranquila, o cómoda; por suerte, entre los restos del vagón pudieron conseguir ropa de abrigo. Debían apresurarse y moverse si querían sobrevivir...