El grupo decidió que lo primero que debían hacer era intentar conseguir armas. Sería peligroso, pero más peligroso era andar cerca de los secuaces de Unsup sin medios de defensa. Para ello, se desplazaron a un barrio de dudosa reputación, en los suburbios de Ciudad del Cabo, y tras largo rato y un generoso pago una prostituta los condujo a cierta discoteca donde podrían encontrar algo. Por desgracia, tantos blancos en un barrio así llamaban demasiado la atención, y un grupo de muchachos les increparon y se pusieron violentos. Tanto, que cada vez acudían más negros al lugar en actitud violenta, así que finalmente no tuvieron más remedio que huir en un taxi.
Sin embargo, no se dieron por vencidos, y transcurridas varias horas volvieron al lugar, todavía acompañados por la prostituta. Aunque los guardias de seguridad les pusieron algún obstáculo, les permitieron el paso cuando preguntaron por "Edouard". El sitio estaba atestado de gente bailando música funky y reggae, y tras ganarse varias miradas hostiles llegaron a las oficinas traseras. Allí dos armarios de dos metros se encontraban cuidando la puerta, y tras unas breves palabras en afrikaaner con el guardia que les había acompañado desde la puerta, procedieron al cacheo de los personajes. McNulty estuvo a punto de hacer una tontería cuando vio que el guarda que le estaba cacheando llevaba una "S" roja tatuada en la parte posterior de la oreja izquierda. Por suerte, se contuvo y discretamente advirtió a Jack y a John. Después de algunos minutos de espera, McNulty, Finnegan y Gibbons se encontraron en una trastienda oscura pero lujosa, donde alrededor de una mesa tenía una reunión de varios tipos trajeados, alguno de ellos consumidor de cocaína y acompañados de varias señoritas ligeras de ropa. Los presentes eran un hombre atractivo de mediana edad y perilla, que no era otro que el tal Edouard, dos hombres elegantes vestidos de armani y ya entrados en años (los tres de raza blanca), y un cuarto de raza negra, también trajeado y cuyo rostro McNulty juraría que había visto antes en algún lugar, aunque no recordaba dónde. Mientras el grupo esperaba, otro guarda apareció con un extraño aparato que pasó a corta distancia de ellos, y con una media sonrisa les sugirió que si llevaban algún aparato electrónico encima ya podían deshacerse de él.
Los tres compañeros de Edouard se despidieron lacónicamente y éste, después de apurar su copa, dedicó su atención al grupo. Tuvo lugar un pequeño interrogatorio acerca de por qué estaban allí y por qué necesitaban armas, y finalmente llegaron a un acuerdo por 5500 dólares. La madrugada del día siguiente se encontrarían en un polígono industrial bastante remoto. Salieron de allí sin más problemas, pero sin fiarse ni un pelo, la "S" en la oreja del tipo delataba que estaban tratando con gente relacionada con UNSUP, y eso no era bueno.
Al poco de salir, se dirigieron a investigar el lugar del intercambio. Parecía un polígono industrial normal y corriente, aunque semiabandonado.
Mientras tanto, en el hotel, Thomas recibía un correo electrónico ¡de su hermana Jennifer!. ¿Habría escapado o se trataba de una trampa? Tras pedirle a Joey que se asegurara de que el correo no contenía ningún virus, troyano ni cualquier otra trampa, lo abrió. El mensaje era corto y apresurado: "¿Dónde estás Thommy? Necesito hablar contigo!". El tirón familiar fue muy fuerte, pero la lógica se impuso y Thomas fue prudente. Le contestó dando largas para que su hermana se pusiera en contacto de nuevo con él.
Por la mañana contrataron un tour en helicóptero sobre la ciudad. Intentaron sobornar al piloto para volar cerca del edificio de Unsup, y aunque éste se resistió, afirmando que aquella zona era zona de exclusión excepto para helicópteros expresamente autorizados, finalmente lo convencieron. Y fue muy buena idea [dos puntos de relato], porque pudieron ver cómo un interesantísimo grupo de gente se encontraba despidiendo y entrando en sendos coches más o menos lujosos. Mientras Joey filmaba todo con su videocámara, a través de los prismáticos pudieron identificar a varios de ellos: Dorothy St. James, Merten Jund, Dylan Russell, un anciano blanco, otro hombre mayor muy elegante, el hombre de color que habían visto la noche anterior con el tal Edouard en la discoteca, y dos matones que McNulty reconoció de sus tiempos con Yurikov. Otro hecho que les llamó la atención fueron varios camiones enormes de Transworld Items que se encontraban siendo cargados en ese momento. El piloto no quería arriesgarse a acercarse más o a estar más tiempo allí, y volvieron a la base, afortunadamente sin ser descubiertos, por lo que parecía.
De nuevo en el hotel, McNulty se quedó helado. En el vestíbulo, leyendo el periódico delante de sus narices, estaba el tipo negro de la reunión con Edouard y la de hacía un rato en el puerto. Siguiéndolo muy discretamente, descubrieron que se alojaba en la habitación 1245. El talento de Joey despuntó una vez más y no tardó en descubrir que la habitación estaba reservada a nombre de Phillippe Battier. Por otra parte, tras revisar el vídeo que había grabado Joey, identificaron a uno de los hasta entonces desconocidos: Ekanem Anouh, un señor de la guerra nigeriano acusado de crímenes en Chad y República Centroafricana. Había cambiado algo su aspecto, pero Thomas no tardó en reconocerlo, pues su capital estaba en la cartera de Campbell & Webber.
Mientras esto sucedía, Thomas recibió un segundo correo de su hermana. Le decía que estaba en Lagos, y necesitaba reunirse con él, porque la estaban persiguiendo. Adjunta al mensaje iba una foto de ella misma con la cámara web del ordenador del locutorio donde se encontraba. Thomas se conmovió, pero aún así permaneció precavido: le contestó que estaba lejos, e hizo una pregunta respecto a su madre que sólo su verdadera hermana podría saber contestar. Si en el siguiente mensaje contestaba correctamente, vería lo que hacer.
Tras hablarlo un rato, determinaron que ahora las prioridades habían cambiado, y había que entrar en la habitación del negro sospechoso. McNulty fingió un infarto en recepción, lo que permitió a Joey hacer una copia magnética de la puerta de la 1245 en escasos segundos. A continuación, uno de ellos se apostó en el pasillo a la espera de una buena oportunidad, y ésta se presentó a la hora de cenar, cuando un tipo blanco y otro negro salieron de la habitación comentando el tipo de pizza que debían traer. El grupo se reunió y se dispuso a irrumpir en la suite. Abrieron la puerta, y una voz se oyó al otro lado, preguntando qué demonios era lo que se habían olvidado ahora, en un perfecto inglés americano. Se quedaron helados, y al no contestar, oyeron el amartillar de un arma al otro lado; por suerte, Jonas reaccionó rápidamente y con un cuchillo dejó inconsciente al hombre de dentro, un negro con ropa deportiva. Y lo que vieron a continuación les dejó sorprendidos. En la pared, un enorme tablón con gente que conocían y gente desconocida, y todos aquellos que conocían estaban relacionados de un modo u otro con UNSUP, incluyendo a Hans Haller. En el escritorio, un par de portátiles y tres monitores. En uno de éstos se mostraba una ruta GPS que se encontraba en movimiento hacia el interior de Sudáfrica. También pudieron ver varios cascos a través de los que se escuchaba una conversación en afrikaaner, sin duda un micrófono. Joey se introdujo rápidamente en su sistema y casi al instante quedó claro que los inquilinos de aquella habitación no eran otra cosa que agentes de la CIA. Entre los correos salientes, muchos estaban dirigidos a una tal Meredith Gender, e incluso alguno se enviaba con copia (oculta) ¡al senador Louis Lindon!. Jack le pidió a Joey que contactara inmediatamente con el senador Lindon, pero el informático planteó entonces otra duda: ¿los tipos de la CIA eran enemigos de sus enemigos o en realidad Louis Lindon no era de fiar? Tendrían que decidirlo pronto, desde luego.