Mientras el grupo estaba discutiendo la conveniencia de ser acompañados o no por el presunto ex-maestre, una potente voz los conminó a salir inmediatamente del vagón donde se encontraban. Al salir, se sorprendieron al ver que se encontraban rodeados por una veintena de capas doradas, cuyo capitán les instó a dejar las armas y les informó de que estaban arrestados por alta traición. Todos suspiraron, sabiéndose víctimas de otro tejemaneje de sus enemigos. Por su parte, el enjuto individuo que había estado hablando con ellos se había escabullido a un lugar discreto y permanecía observando la escena desde una distancia prudencial.
Fueron conducidos hasta la Fortaleza Roja, donde tras unas horas de espera daría inicio el juicio. Cuando entraron al salón del Trono, no pudieron evitar encogerse ante la presencia de todos los allí reunidos. El rey, la reina, el consejo del rey al completo, los Lannister, la Guardia Real, muchos de los nobles presentes en Desembarco del Rey y una pequeña multitud de plebeyos a los que se había permitido la entrada. El rey Robert parecía hastiado de todo aquello, todo lo contrario que los Seabreeze, que sentían que en aquel momento se jugaban no sólo el futuro de su casa, sino también de sus vidas. El Gran Maestre Pycelle pasó a exponer los motivos por los que se encontraban allí: alta traición por tráfico de Fuego Valyrio e intento de atentar contra la vida del rey.
Las acusaciones y las alegaciones en defensa de los Seabreeze llegaron largo tiempo. Ancel llevó el grueso de las conversaciones, como no podía ser de otra manera, y durante el proceso se hizo evidente (para aquellos expertos en esas lides) que todo aquello no era sino obra de lord Baelish. Largo rato se debatió sobre la inocencia o culpabilidad de los Seabreeze, y muchos fueron los testigos implicados, entre ellos el propio Roben Tudbury, que nunca llegó al muro gracias a la intervención de Meñique, o de Orten Lugus, un viejo conocido de la casa.
Cuando la acusación llegó a un punto muerto y quedó en la palabra de los Seabreeze contra la de todos los demás, se hizo evidente que se requerían medidas desesperadas para que no fueran condenados a vestir el negro o algo peor. Jeremiah y Breon exigieron un Juicio por Combate. Entonces fue cuando el rey Robert empezó a mostrar algo de interés, incorporándose en su asiento, y expresó su acuerdo con tal idea. Tras consultar unos momentos el consejo real, la acusación y el propio rey, se aceptó el Juicio por Combate, pero el delito era de tal calibre que el combate se dirimiría en un Juicio a Siete. Siete guerreros que apoyarían a los Seabreeze se enfrentarían a siete campeones de la acusación. Tenían dos días para recabar los apoyos que necesitaran.
Tras mucho intentar buscar apoyos, los Seabreeze consiguieron finalmente la ayuda de Ser Loras Tyrell y de lord Beric Dondarrion. Sin embargo, les faltaba un guerrero para completar el grupo de siete, y no había mucha gente que pareciera dispuesta a apoyarles. Finlamente consiguieron el séptimo guerrero nada más y nada menos que en la persona de Ser Barristan Selmy, el lord Comandante de la Guardia Real, por motivos que no venían a cuento.
Llegó así el momento en el patio de armas de la Fortaleza Roja, ante una multitud enardecida. Jeremiah, Breon, Ancel, Allyster, Loras, lord Beric y Ser Barristan se enfrentarían a los guerreros de la acusación: Ser Gregor Clegane la Montaña, Ser Jaime Lannister, Ser Aron Santagar, Ser Jacelyn Bywater, Ser Lothor Rykker y los Kettleback, Osfryd y Osmund. Lo malo es que Jeremiah se encontraba gravemente herido de la refriega en el burdel, y ser Allyster también tenía algunas contusiones que dejaban a los Seabreeze en una aparente inferioridad.
Pero cuando empezó el combate, se demostró que ambos grupos no se encontraban en condiciones tan dispares. Ser Barristan se enfrentó a La Montaña, Breon a Jaime Lannister, Jeremiah a Jacelyn Bywater, Ancel a ser Lothor Rykker, Allyster a Osfryd Kettleback, Loras a Osmund y lord Beric a Ser Aron Santagar. Tras unos minutos de tanteo, La Montaña se lanzó rugiendo hacia ser Barristan, que pareció sucumbir a sus potentes golpes; pero el anciano caballero era un hombre de amplios recursos y pronto dio la vuelta al combate. Breon no pasó apenas dificultades ante Jaime Lannister, que recibió en un par de ocasiones fuertes golpes del mandoble del caballero de Rocagrís. Por su parte, Ancel se deshacía de ser Lothor y lord Beric de ser Aron, mientras que ser Loras pasaba serios apuros con ser Osmund y Allyster con ser Osfryd. Jeremiah, a pesar de sus heridas, resistió como una roca ante ser Jacelyn, y finalmente, con la ayuda de los que habían triunfado en sus enfrentamientos individuales, el grupo de la acusación cayó derrotado. Para frustración de Breon, ser Jaime no llegó a morder el polvo, sino que salvó los muebles resistiendo hasta que todos sus compañeros estuvieron derrotados o rendidos. En ese momento, el matarreyes, que había sufrido dos feas heridas del espadón de Breon, hizo un gesto de impotencia e histriónicamente manifestó su rendición. Con esto, el grupo de los Seabreeze se alzaba con la victoria, entre los vítores del público, y gestos divididos de aprobación y rechazo entre los nobles congregados.
De vuelta en el Salón del Trono, los Seabreeze recibían -de nuevo- las efusivas felicitaciones del rey Robert y las más discretas de lord Varys. Y también las disculpas del Gran Maestre y de los nobles que habían dudado de ellos; no así de lord Petyr Baelish, que había encontrado alguna excusa para encontrarse ausente de la ciudad en ese momento, pero que manifestó sus disculpas mediante una nota que leyó el Gran Maestre. Restablecido el honor de los Seabreeze, los mejores maestres se asignaron para restañar las heridas de los combatientes, y el viaje de la comitiva real al norte seguiría los planes establecidos: el día siguiente sería el día de la despedida, como estaba previsto.
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