El camino fue más duro de lo esperado. A pesar de contar con la guía de Pedro,
el pastor de Villatrinidad, la lluvia hizo acto de aparición y
dificultó la caminata campo a través; el grupo tuvo un par de pequeños
accidentes, en los que Sigrid se lastimó una mano y Kittle un pie.
Finalmente,
avistaron la colina sobre la que se levantaba la aldea de Tres Santos.
Era de noche, y la aldea estaba a oscuras casi totalmente, excepto por
una luz intensa que, según les dijo Pedro, se encontraba situada en la
plaza central del pueblo. No les fue difícil deducir que la luz
correspondía a los focos de varios coches. Derek y Jonathan
decidieron adelantarse junto a Pedro para investigar. Cuando se
encontraban a un kilómetro escaso del pueblo, dos disparos y gritos en
la lejanía confirmaron sus sospechas: los tipos de los todoterrenos
negros debían de estar allí. La sangre de los agentes de la CCSA hirvió,
y su resistencia a acudir en ayuda de los necesitados y combatir los
abusos los paralizó; sintieron que se traicionaban a sí mismos al no
acudir en ayuda del pueblo, pero no podían hacerlo sin ser descubiertos,
y no querían meterse de cabeza en una trampa. Tras una hora y media,
reunían los ánimos par volver con el resto del grupo.
Poco
tiempo después, las luces de la plaza central del pueblo se
desvanecieron y decidieron recorrer el camino que les quedaba para
entrar al pueblo. Efectivamente, la culpabilidad y la ira de los agentes
se acentuó cuando vieron que en la plaza del pueblo había tenido lugar
un episodio de violencia, con torturas e interrogatorios. Pedro resultó
fundamental para evitar que los lugareños los recibieran a pedradas; con
la guía del pastor, no tuvieron problemas para ser aceptados por la
gente y reunirse con el alcalde en la cantina. Este les explicó que los
tipos de los coches negros habían preguntado por un grupo de extranjeros
que no debían de ser otros sino ellos. Por suerte para el grupo, Tres
Santos sólo habían oído hablar de ellos someramente.
Estaban
destrozados; después de un buen plato de sopa, les ofrecieron refugio y
aunque las condiciones eran de extrema pobreza, después del camino y la
lluvia agradecieron disponer de catres a cubierto donde reponer
fuerzas. Por la mañana conocieron a las dos madres de Tres Santos a
cuyas hijas, aproximadamente de la misma edad que Lupita, habían
secuestrado los extranjeros. Durante la mañana llegaron varios
habitantes de Villatrinidad, con la noticia de que los extranjeros les
habían dejado en paz después de la partida del grupo, y su testimonio de
los hechos del día anterior hizo que Patrick y los demás fueran aceptados ya sin reticencias como “buena gente”.
Después
de charlar un buen rato y recabar testimonios del día de los secuestros
que no aportaron en realidad nada nuevo, el alcalde les ofreció un par
de viejos coches para que se pudieran marchar a Monterrrey; pero los de
Villatrinidad informaron de que el cruce que salía a la carretera
“principal” (que en realidad era una mísera comarcal) estaba
estrechamente vigilado por dos de los todoterrenos negros, apostados a
un lado de la carretera.
Mientras discurrían cómo podían evitar la vigilancia de los todoterrenos, Jonathan no pudo soportarlo más. Airado, dijo:
—¡¿Pero
qué cojones?! ¡Esta es nuestra oportunidad de ayudar de verdad a esta
gente! ¡Vamos a por ellos y acabemos con esto de una puta vez!
El grupo se miró entre sí. Derek y Tomaso
se encogieron ante la íntima vergüenza de haber pensado abandonar la
zona subrepticiamente, pero enseguida secundaron las palabras del agente
adicto a la acción. Y Robert se puso manos a la obra: con todo
el material casero que pudo reunir, consiguió fabricar dos pequeñas
bombas y dos cócteles molotov. Las bombas, bien utilizadas, causarían la
suficiente conmoción para que los demás pudieran acercarse y pillar por
sorpresa a los enemigos.
Pocas
horas después, al atardecer, guiados por un par de pastores y
acompañados por tres o cuatro lugareños con las armas que el grupo había
conseguido en Villatrinidad, se acercaban al cruce todo lo
silenciosamente que pudieron.
Desde
la vegetación, los pastores lanzaron las latas de gasolina con las
bombas caseras fabricadas por Robert. Y el resultado fue mucho mejor de
lo esperado: no sólo causaron conmoción, sino que explotaron en los
mismísimos parabrisas de los todoterrenos, hiriendo de gravedad a
algunos de los tipos y facilitando así el trabajo de Derek y los demás.
El director de la CCSA, Tomaso, Jonathan y un par de lugareños armados
con escopetas dieron cuenta de los aturdidos enemigos, víctimas también
de los cócteles molotov, y pronto no quedó ni uno de ellos en pie; por
desgracia no pudieron mantener a ninguno con vida para interrogarlo.
Una
vez sofocado el incendio de los cócteles y las bombas, el grupo
estableció su propio puesto de vigilancia durante toda la noche; pero
nadie apareció y decidieron marcharse a descansar mientras algunos
aldeanos hacían guardia. Por la mañana les informaron de que a eso de
las nueve había aparecido a lo lejos un todoterreno negro que se había
detenido en la distancia y tras unos breves instantes, había dado media
vuelta. Seguramente ya no tendrían efectivos suficientes para
enfrentarse a una resistencia organizada.
Ante
la situación, se mostraron inseguros sobre si abandonar el lugar o
permanecer en él, pero la insistencia de Sally en que debían poner
cuanto antes el teléfono a disposición de Omega Prime para
desencriptarlo pronto convenció a todos. Se despidieron de los aldeanos
emocionadamente y después de que estos les desearan mucha suerte en su
búsqueda de Lupita, partieron en los destartalados coches hacia
Monterrey. Antes decidieron dar una vuelta por la población más grande,
San Jacinto, y en un ramalazo de suerte se encontraron con dos
todoterrenos negros aparcados ante una casa que debía de ser el cuartel
general de los tipos aquellos. Tras unos momentos de duda, decidieron
encargar a alguien que avisara a las aldeas de Villatrinidad de la
localización de los extranjeros y no tomar más cartas en el asunto.
Llegados a Monterrey, se pusieron en contacto con Rodrigo Aguirre,
el detective que habían contratado para vigilar las naves de AIFC. Con
tono adusto, Aguirre les contó que en el segundo turno de vigilancia,
parte de su equipo habían desaparecido sin dejar rastro; cuando él y
otro compañero iban a tomar el relevo en la vigilancia, no había ni
rastro del resto ni del hardware de vigilancia, así que había optado por
no seguir con el operativo. Le pagaron por sus servicios y le pidieron
que permaneciera atento por si tenían que volver a contactar con él.
Poco
después siguieron las instrucciones que Sally había recibido de Omega
Prime y conectaron de forma segura el teléfono que había conseguido Francis Kittle,
que ahora era un adlátere del grupo. Tras unas pocas horas, los Prime
enviaban todos los archivos y contraseñas que habían podido
desencriptar, sobre todo adjuntos de correos descargados y nunca
borrados; según los hackers, aunque no había sido fácil desencriptar la
información del teléfono y este era una pieza de tecnología bastante
avanzada, les había ayudado mucho el hecho de que no era el primero que
hackeaban con exactamente las mismas características. Después de bucear
en la información toda la tarde, al anochecer Sigrid, Patrick y Sally
compartían con el grupo todo lo que habían podido sacar en claro entre
archivos medio borrados y texto en varios idiomas. Los hechos que habían
podido deducir eran los siguientes:
- El dueño del móvil tenía por nombre Rüdiger Pressler
- Existía un grupo de personas al que los neonazis llamaban algo así como “los Nacidos Relevantes”
- En varios sitios se repetía un grupo de datos y coordenadas gps que tenía algo que ver con los nacidos relevantes. Eran estos:
- 7.000.000.000 - Mujer, 5-6 años - [coordenadas en México] (Las coordenadas de las cercanías de Villatrinidad)
- 6.666.666.666 - Hombre, 8-9 años - [coordenadas en Bangladesh]
- 6.000.000.000 - Hombre, 17 años - [coordenadas en EEUU]
- 5.000.000.000 - Hombre/Mujer?, 28 años - No hay coordenadas
- 4.444.444.444 - Mujer, 35 años - [coordenadas en China]
- 3.000.000.000 - Hombre, 54 años -[coordenadas en Japón]
- Varios correos intercambiados con un tal Terje Nikolic, de Noruega.
- Varios correos en los que se mencionaba a Terje Nikolic, y se hacía referencia a la conveniencia de “una alianza con él y sus sanguijuelas” porque “probablemente tengamos que enfrentarnos a quien nos puso en la pista”. También se mencionaba un posible lugar de reunión: “El Corazón Oscuro”, que una breve búsqueda identificó como un exclusivo pub de Oslo.
- Texto: “el coleccionista Emil Jacobsen sería una posible fuente de información, se rumorea que posee el diario perdido de Napoleón. Quizá incluso el De Occultis Spherae. Si esto es así, en breve va a recibir muchas visitas inesperadas”.
- Texto: ”no me fío de la mujer portuguesa, tiene algo que no me gusta. Pero creo que ella puede ser la mejor fuente de información”.
- Texto: ”También podríamos intentar encontrar a alguien que pueda hablar la Lengua Alter; según mis fuentes, sus palabras son capaces de debilitar el Velo y revelar la Estadosfera. Tened los ojos y los oídos bien abiertos por si acaso”..
- Texto: ”Pero debemos evitar a Abel y su gente. Nos darían más problemas que otra cosa.”
- Búsquedas recientes en el móvil: “el Corazón Oscuro”, “Rituales de Impostación”, “Ascensiones”, “Siberia”, “Sonehenge”, “Emil Jacobsen”, “Paul Van Dorn”, “Québec”, “Abenaki”.
- Varias conversaciones en las que se hacía referencia a "el Círculo Neosuabo". Y algunos nombres recurrentes, que se referían como importantes para algo llamado "Neue Ordnung" ("Nuevo Orden", en alemán): el ya mencionado Terje Nikolic, Franz Liszt, Daniel Simmons, Max Aurel, Otto Clemens, Stuart Marks, Marie Deschamps, Valentine Weiss, Alexander Crane.
- Una vez que "el Círculo Neosuabo" reuniera a los Nacidos Relevantes, parecía claro que los trasladarían a algún sitio en Canadá, Siberia, Stonehenge o Egipto. Lo que harían con ellos después no se detallaba.
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