Tras intentar ganarse su confianza durante varias horas, Vanna consiguió por fin que el muchacho superviviente de las aldeas Dannett, Frann, le dijera algo. Pero sólo se lo contó a ella, y en un susurro, al oído. Le contó cómo sus padres habían muerto a manos de los atacantes, que estaban comandados por un hombre con una nariz grande y un gran bigote blanco.
En el campo de justas, una vez declarados los Seabreeze como vencedores, alguien gritó. Ser Gennady Shannin había muerto por un golpe en la nuca. Alguno de los compañeros de Shannin gritó a su vez que Bryan Telson había sido el asesino, y que lo había hecho deliberadamente. Lord Renly no tardó en dictar orden de busca y captura por Telson. Por suerte, nadie relacionó al joven con los Seabreeze.
Ya de vuelta en la posada les aguardaban nuevas: por fin las pesquisas de Berormane habían dado su fruto y tras varios días encerrado estudiando la muestra del vial con ayuda del material prestado por el maestre Morelan pudo averiguar que el líquido transparente encontrado en la redoma de la empuñadura hueca de la daga no era otra cosa sino un potente y rarísimo veneno llamado Lágrimas de Lys. En los sucesivos experimentos había consumido las pocas gotas que quedaban del veneno. Cuando informó de su descubrimiento al resto del grupo, se entabló una discusión acerca de la conveniencia de deshacerse o no de la daga. Ancel se mostraba decidido a destruirla, mientras que Vanna, que la poseía en ese momento, expresó su desacuerdo. La mujer alegaba que era posible que pudieran averiguar algo más a partir de los extraños símbolos que la adornaban, así que finalmente las cosas quedaron como estaban. La myriense también contó todo lo que le había revelado Frann acerca de los ataques a los Dannett; la descripción del cabecilla les recordaba algo, y tras un poco de esfuerzo, consiguieron averiguar qué: la nariz grande, el poblado bigote y un par de pistas más que les dio el niño, les convenció de que el cabecilla no podía ser otro que ser Clayton Archay, el Caballero del Zorro, un antiguo lealista Targaryen. Casaualmente, en Villasal ya habían oído el rumor de que el proscrito Archay había vuelto a hacer de las suyas por la zona. Además, lady Madelyne intervino en la conversación y les contó que había estado hablando con los guardias que habían acompañado al muchacho; según uno de ellos, había visto por pura casualidad entre los arbustos a un hombre que parecía el cabecilla, de gran nariz, hirsuto bigote y yelmo en forma de cabeza de zorro; seguro que se trataba del mismo ser Clayton.
Más tarde recibieron la visita de los Lugus al completo; entre ellos se encontraba Ruben Piper, un rico y gordo comerciante al que los Lugus habían hablado del puerto de Quiebramar. Piper estaba interesado en hacer negocios con los Seabreeze, pero en realidad las ofertas de éstos no le convencieron demasiado.
Tras el cónclave de maestres de la noche, Berormane aprovechó para devolver el material que le había prestado el maestre Morelan. Evitando recordar los sonidos reveladores de su Majestad la Reina y su hermano, devolvió los pertrechos al viejo Nullon. Acto seguido se encontró con el archimaestre Ebrose, al que preguntó acerca de las propiedades y efectos de las Lágrimas de Lys. El archimaestre le dijo todo lo que sabía, y Berormane respondió a su vez a sus preguntas contándole todo el episodio de la daga de empuñadura hueca y la extraña redoma.
Lady Madelyne aprovechó unos momentos para reunirse con Vanna a solas. La señora de los Seabreeze, con todo el dolor de su corazón, expresó las dudas que tenía acerca de su hijo Jeremiah en relación al asunto que había sacado a la myriense a toda prisa de Quiebramar. No conseguía fiarse del todo del segundo de sus hijos, y no quería que Ancel cayera víctima de una traición por parte de su querido hermano. Vanna se comprometió a averiguar la profundidad de la lealtad de Jeremiah. Y así lo hizo: al caer la noche, Vanna mantuvo una larga conversación con Jeremiah, de la que salió absolutamente convencida de la lealtad del pequeño de los dos hermanos hacia Ancel.
Durante toda esa tarde y parte de la noche, Breon buscó a Bryan Telson por todo Bastión de Tormentas y los pueblos circundantes, pero el dorniense había desaparecido sin dejar rastro. En su búsqueda fue acompañado por Garrett, restablecido ya de sus heridas gracias a los cuidados de Berormane.
Megara pidió a Ancel que la acompañara a sus habitaciones. Allí, Ancel quedó sorprendido cuando la muchacha le enseñó todos los regalos enviados por sus admiradores: vestidos, joyas, pañuelos, perfumes... realmente la muchacha estaba solicitada en extremo. Pero se preocupó cuando vio que su hermana mimaba más que a ningún otro regalo un ramo de flores exóticas que le había enviado Oberyn Martell. Ancel intentó convencerla de que el príncipe Oberyn sólo perseguía desflorarla, y la dejó bastante convencida de que sería mejor ineteresarse por Alyn Estermont o lord Eddan Hasty. Ambos eran lo suficientemente atractivos como para que la muchacha no los rechazara.
El día siguiente tuvo lugar la gran final de la competición de justa. Jaime Lannister y Aemon Estermont se enfrentaron a lomos de sendos destreros de planta impecable. La lógica se impuso y en la segunda lanza, el guardia real obtuvo la victoria al descabalgar a ser Aemon. Con una sonrisa de superioridad aceptó los elogios y las ovaciones, y a continuación nombró reina del amor y la belleza a su hermana, la reina Cersei. Nadie se extrañó, por supuesto.
Por la tarde, tuvo lugar el gran baile de despedida. En la recepción, Megara volvió a triunfar atrayendo miradas y elogios por doquier. Por desgracia, una de las miradas fue la del rey, que se levantó para dirigirse hacia ella. Afortunadamente, Breon distrajo su atención ofreciéndole una bebida y gritando bravatas, y Robert Baratheon se olvidó momentáneamente de Megara. El baile no estuvo exento de sorpresas. La primera fue la aparición repentina de Bryan Telson, mudado completamente su atuendo y luciendo un escorpión verde sobre campo rojo. Unos cuantos guardias lo condujeron a presencia del rey y lord Renly, ante quienes reveló su verdadera identidad y declamó su alegato: su verdadero nombre era Tygor Wyl, de los Wyl de Arenardiente, y sus dominios habían sido robados por los Jordayne del Tor después de que su padre fuera vilmente asesinado por Gennady Shannin y sus secuaces. Reclamaba que el rey restableciera sus derechos. Para ello, pidió el apoyo de los presentes, y los Seabreeze y los Dondarrion hablaron a su favor. Con un gesto de impaciencia, Robert le dio el derecho a reclamar sus tierras y posesiones. Satisfecho, Tygor se retiró.
Poco después, una extraña dama tapada con un velo y un abanico hacía acto de presencia en el baile, acompañadad del Maestre Ferris, el maestre de los Dannett. Al cabo de unos momentos se reunió con Orten Lugus, y establecieron una larga conversación. Al acercarse Jeremiah, la reconoció: no era otra que Lidda. ¿Qué estaría haciendo allí?
Tras la entrega de premios a los ganadores de la justa y el cuerpo a cuerpo, Lidda tomó la palabra, para sorpresa de todos los presentes y quizá algo de hastío por parte del rey Robert[1]. La muchacha se reveló como Iris Dannett, la hermana de Adham y nueva heredera a los dominios de su padre. Acusó a los Seabreeze de envenenar a su hermano. Ruben Piper, su prometido, la reconoció con una mezcla de sorpresa y alegría, hasta que el rey preguntó a Iris dónde había estado todo ese tiempo y ella le contestó que para evitar su boda con Piper había escapado y se había empleado en el burdel La Primavera de Jade. Eso le valió murmullos de desaprobación entre los presentes. Tras acusaciones y defensas mutuas entre los Seabreeze y los Dannett, Marita Lugus intervino, llorosa, aduciendo que su prometido, Langley Woods, había muerto de la misma forma que Adham Dannett, y también debía haber sido envenenado. A continuación, Orten Lugus intervino. Mencionó que había visto cierta daga con empuñadura de vidriagón y una redoma de líquido incoloro en posesión de Ancel. La daga apareció cuando Vanna la sacó de entre sus ropas, y todos comprobaron que la empuñadura estaba hueca. Si Adham Dannett había muerto envenenado, eso anulaba el veredicto de inocencia del ataque a los campesinos Dannett. Se postergó el caso hasta el día siguiente, para tratarlo con más tranquilidad.
El día siguiente, ambas partes llamaron a sus testigos, entre ellos el niño Frann, Tygor Wyl y demás nobles amigos respectivos. El golpe de efecto definitivo lo dio Berormane al llamar a testificar al archimaestre Ebrose, que por suerte todavía no se había marchado de Bastión de Tormentas. Al contar todo lo que Berormane le había relatado sobre las Lágrimas de Lys, el rey, cansado de tantos testigos, se levantó, afirmando no necesitar oir más. No sabía quién debía de haber envenenado a los dos fallecidos, pero desde luego los Seabreeze eran inocentes de tal cargo. Así lo dictó a los heraldos, que se apresuraron a proclamarlo en el exterior para lavar el nombre de los Seabreeze. El rey también requirió que los Dannett, los Lugus y los Seabreeze se dieran la mano y olvidaran sus rencillas. Orten no dudó en dar la mano a los Seabreeze, él no había hecho más que testificar aquello que había creído justo y la verdad, y así se lo hizo saber a Ancel, que acabó aceptando su mano. La despedida de los Dannett fue también correcta, pero mucho más fría.
Durante el juicio había salido a relucir el nombre de Clayton Archay, y su retorno a las inmediaciones de Bastión de Tormentas al frente de un grupo de proscritos y salteadores. Lord Renly reunió en su sala de audiencias a los Seabreeze, los Tudbury, los Rogers y los Hasty. Les contó que había decidido formar una fuerza de doscientos hombres de las cuatro casas al mando de ser Jeremiah para cazar al Caballero del Zorro y sus secuaces. Ser Jeremiah aceptó de buen grado tal responsabilidad, y se aprestó a ponerse al mando de los hombres designados por lord Renly. Aunque tal cometido no le permitiría volver inmediatamente a Quiebramar, calculaba que no le costaría más de un mes dar con el Caballero del Zorro y terminar con su banda.
[1]: ver la sección "revelaciones y acusaciones" de Peligro en Desembarco del Rey.
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