En tierras de los Raer, tras reunir a las tropas y arengar a los prisioneros que decidieron unirse a ellos, las criadas de Escollera atendieron las heridas de Jeremiah, que se recuperó rápidamente, y se entablaron conversaciones entre los hermanos Seabreeze, lord Edgar Raer y el recién llegado Ser Alyn Estermont. Éste último acompañado del bastardo al que quería legitimar lord Jeron: Deros Tormenta. Al parecer, el nieto de lord Estermont había acudido en ayuda de los Seabreeze ante el requerimiento urgente de Deros, que no sabiendo dónde acudir, había optado por la opción que le había parecido menos peligrosa. Ancel y Jeremiah saludaron efusivamente al joven, que se mostraba tan tímido como ya lo había sido en sus vivencias pasadas durante el secuestro de Ancel. Junto a Ser Alyn siempre marchaba su segundo al mando y hombre de confianza, Robert Cafferen, que intervino en todas las negociaciones.
Ser Alyn expresó su preocupación, afirmando que su abuelo no había aprobado su marcha en ayuda de los Raer, y sólo a regañadientes le había dado las tropas y barcos imprescindibles. Era condición sine qua non que volviera a Rocaverde con una promesa de matrimonio formal entre él y Megara, y una alianza formal (aunque secreta) entre las dos casas. Por supuesto, los Seabreeze aceptaron tras tranquilizar a todos sobre el paradero de Melina y Megara y estrecharon sus manos.
Dos noches después, mientras Ancel y Jeremiah dormían en una de las habitaciones de Escollera, sufrieron un intento de asesinato del que se salvaron sólo gracias al dolor de las heridas del pequeño de los Seabreeze, que no le dejaban conciliar el sueño. La rapidez y capacidades extraordinarias que exhibió el atacante, del que apenas pudieron ver una sombra, les convenció de que no podía tratarse sino de un hombre sin rostro. Saltó por el ventanuco de la habitación hasta la muralla de abajo sin dejar rastro, cosa que una persona normal no sería capaz de hacer. Si sus enemigos contaban con tales asesinos, deberían extremar las precauciones.
Seis días después, enviaron a Robert Cafferen a hablar con Jana Alyr para averiguar lo que pudiera de la situación en Quiebramar y de Loren Ashur. Al cabo de un par de jornadas Cafferen volvió, sin información sobre el paradero de Ashur, pero con rumores preocupantes sobre que lord Jeron podía andar de nuevo, y de que se había erigido un ídolo extraño en el patio de la fortaleza. Un león, quizá representando al león de la noche de Yi Ti. Extraño.
Al final el plan acordado entre Seabreeze, Raer y Estermont fue apostar el máximo número de tropas discretamente en el otro extremo de la isla, y aprovechar el ataque que previsiblemente lord Jeron lanzaría sobre Escollera para caer ellos a su vez sobre Quiebramar, infiltrándose aprovechando los túneles del acantilado. Así procedieron, y empezó la tensa espera.
Antes de que se produjera el ataque que esperaban, llegaron noticias del este de la isla. Por fin habían vuelto Vanna y Berormane, y con buenas tropas de los Windblown acompañándoles. Y no sólo eso, sino que también habían vuelto Breon y Garrett. La alegría fue mucha cuando se reunieron y se abrazaron. Decidieron que mantendrían a las nuevas tropas también en secreto para participar en el posible ataque a Quiebramar.
Pocas noches después del reencuentro aconteció otro hecho extraño: Ancel y Jeremiah se vieron afectados por sendas paradas cardíacas mientas cenaban. Gracias a los conocimientos y la voluntad de Berormane consiguieron mantenerse con vida; pero para Vanna era evidente que había una mano sobrenatural en todo aquello. Con mucho esfuerzo, decidió desempolvar sus conocimientos sobre las artes oscuras que había cultivado en Myr. Angustiada por la situación, con los hermanos Seabreeze muriendo visiblemente ante sus ojos y Berormane desbordado, decidió llevar a cabo un antiguo ritual de Sangre. Para ello, salió inadvertida y convenció con sus artes de mujer a dos guardias todavía adolescentes para entrar a uno de los graneros de Escollera. La leche de amapola que les administró en el vino surtió efecto enseguida, y rápidamente los desnudó. Entonó oraciones que había creído olvidadas hacía mucho tiempo, y mientras las tenues sombras de la estancia se giraban hacia ella, le hablaban y la intentaban arrastrar, arrancó los corazones de los muchachos. Por desgracia, también tuvo que quitarle la vida a un porquerizo que había oído ruídos y se inmiscuyó.
Ante la sorprendida mirada de Berormane, Vanna apareció con dos trocitos de carne en la habitación, que hizo tragar a los hermanos Seabreeze. En el acto, sus respiraciones se normalizaron y sus corazones empezaron a latir con normalidad. La mañana siguiente amaneció con un granero incendiado y con Ancel y Jeremiah ambrientos, llenos de vida y con un ansia atroz de comer carne. Comieron más de dos kilos de carne cada vez más cruda, lo que levantó sospechas en los demás. Breon y Berormane preguntaron a Vanna qué había pasado allí. La mujer les dio una explicación mencionando venenos y antídotos, pero nadie quedó convencido del todo. Berormane habló con Ancel del episodio, y el maestre reconoció que debía de haberse tratado de artes que él no alcanzaba a comprender del todo. Por su parte, Vanna mantuvo durante varia jornadas una actitud algo taciturna, pues había rememorado cosas que había decidido olvidar, y había cruzado una línea que no deseaba traspasar.
Pocas horas después, llegó un cuervo desde Quiebramar, con un mensaje. En él, se decía que ya que los hermanos Seabreeze habían muerto, lord Edgar debería rendir la fortaleza y volver a aceptar como señor a lord Jeron, que no tomaría represalias. Aquello acabó de convencerles de que lo que había sucedido la noche anterior había sido causado por fuerzas oscuras que probablemente se habían aliado con el señor Seabreeze. Poco después llegaba un mensajero desde el este de la isla enviado por Breon: habían capturado a un arquero traidor que intentaba enviar un mensaje a Quiebramar. Al instante, dieron órdenes a los arqueros de que abatieran cualquier cuervo que pudiera salir de la isla, excepto los que ellos permitieran. Aprovecharon la situación reprimiendo al resto de espías y enviando un mensaje falso; en él decían que los hermanos habían muerto y que los Estermont estaban a punto de retirarse del conflicto. Lord Edgar, a su vez, también envió otro mensaje: los Raer no se rendirían ante un inepto semejante. Confiaban en que aquello convencería a lord Jeron de lanzar su ataque sobre Escollera.
Y así fue. Al cabo de un par de jornadas, treinta galeras Seabreeze y tres dromones que no podían pertenecer sino a los Tarth, aparecían en las costas cercanas a Escollera cargados de tropas. Era el momento que habían estado esperando. Embarcados en varias galeras capitaneadas por Deros Tormenta y Rowan Fossoway partieron hacia Quiebramar. La maestría del muchacho navegando era innegable, y desembarcaron sin ningún percance al sur de la isla de Merth.