Tras la reunión con los agentes de la CIA, Thomas expresó su resolución inquebrantable de viajar a Lagos para ayudar a su hermana. A pesar de que Sally, el padre Estepháneos y Hans Haller se opusieron obstinadamente a tal viaje, porque para ellos era evidente que se trataba de una trampa, el apoyo del resto del grupo hizo que finalmente se plegaran a realizar el viaje.
El día siguiente partirían hacia Lagos, dividiéndose en dos grupos cuyos vuelos llegarían con doce horas de diferencia. En el primer vuelo viajaron Thomas, McNulty, Joey y Sally, y al poco de aterrizar en Lagos se hizo evidente que realmente todo aquello se trataba de una trampa. No tardaron en ser capturados por varios tipos de raza negra que mostraron placas de policía pero que para el grupo era evidente que trabajaban para UNSUP. Sally y Jonas cayeron inconscientes por métodos desconocidos y Thomas y Joey fueron conducidos a una furgona negra. Afortunadamente [punto de relato], a Thomas le dio tiempo a marcar el teléfono de su contacto de la CIA Ben Katzowitch en su móvil, y tirarlo a un rincón fuera de la vista.
Katzowitch no tardó en llamar a Gibbons, informándole de la extraña llamada, a la que había contestado y no había obtenido respuesta. De esta manera, puso sobre aviso al segundo grupo, que decidió tomar medidas extra de protección: en lugar de viajar directamente a Lagos, tomarían un vuelo a Nairobi y desde allí otro a la ciudad nigeriana. Tardaron más, pero demostró ser una decisión acertada, pues aunque tuvieron algún pequeño problema con la documentación, finalmente pudieron acceder a Lagos sin más contratiempos. Mientras tanto, Jack llamó por el móvil a Sally y a Jonas, y aunque las voces que contestaron al otro lado de la línea eran las suyas, algo en su tono y en su forma de expresarse convenció al ex-policía de que quienes hablaban no eran en realidad sus compañeros. Colgó rápidamente, con un gesto muy preocupado, e informó a John de sus sospechas. Más adelante, en el segundo vuelo ya de camino a Lagos, Jack tuvo dos sueños extremadamente vívidos que le dejaron con los nervios a flor de piel. El primero fue menos detallado, pero la temática fue la misma: el avión se estrellaba en algún paraje de África junto a un lago y un pequeño bosquecillo; Jack y Estepháneos eran los únicos supervivientes y al salir del avión muchos nativos empezaban a aparecer, corriendo; a continuación, una explosión nuclear lo aniquilaba todo y a todos. Al despertar, Estepháneos y Finnegan se miraron: habían compartido la experiencia onírica, y aquello no les gustó en absoluto.
Mientras el segundo grupo llegaba a Lagos, Jonas, Thomas, Sally y Joey fueron víctimas de los manejos de sus enemigos. Fueron conducidos a un complejo desconocido junto al mar y un puerto militar. McNulty fue sometido a una tortura brutal, durante la que le interrogaron por el paradero de los otros miembros del grupo, pero que resistió bien. En un momento determinado, a Thomas, a los demás y al propio McNulty les inyectaron algo para dejarlos inconscientes. O'Hara tuvo una inconsciencia inquieta, y entre brumas pudo ver sentada en la habitación a su hermana Jennifer, que lo miraba preocupada, y un poco más tarde, a su hermana Jennifer, que reía malignamente, con los ojos negros como el carbón. Tras un período de tiempo indeterminado, Thomas fue forzado a recuperar su consciencia, y al poco, tres mujeres se reunían con él: Dorothy St. James, una mujer desconocida, y su propia hermana Jennifer, con los ojos negros, claramente transformada por lo que sea que aquella gente hacía con sus víctimas. St.James fue muy clara: a la Compañía le gustaría contar con los servicios de Thomas, con su pericia para las inversiones y con su cartera de clientes, entre los que se contaban importantes magnates de Oriente Medio y Europa. El resto del grupo también había demostrado su valía esquivándolos durante todo ese tiempo, y aunque no querían elementos problemáticos, quizá también aceptarían colaborar con ellos. Según le explicó la mujer, el proceso de...transformación, que por ejemplo había sufrido su Jennifer, tenía efectos no deseados en las pericias y conocimientos del sujeto, así que preferían contar con la colaboración voluntaria de Thomas. Por supuesto, O'Hara no estaba dispuesto a colaborar con gente así, pero para hacerle cambiar de opinión, algo se activó en su cabeza y casi le fríe el cerebro. Le habían implantado algo, y como a él, también al resto de sus compañeros, algo que aseguraría su lealtad a la compañía. Enfrentado a aquellos hechos, Thomas no tuvo más remedio que aceptar, claro, y aceptar sinceramente, al menos de momento, hasta que supiera cómo sacarse lo que le habían metido. Dorothy sonrió y le dijo que cuando viera el poder que podía conseguir con ellos, se alegraría de su incorporación. A petición de Thomas, McNulty sería metido en un tanque de rejuvenecimiento y sanaría de las heridas sufridas durante el interrogatorio en cuestión de pocas horas. Además, Jennifer O'Hara sería liberada de su transformación en cuanto fuera posible, pues no era un proceso fácil. Más tarde, cuando McNulty, Joey y Sally se reunieron con Thomas y Dorothy y fueron confrontados con la misma decisión, no tuvieron más remedio que aceptar también, quizá con algo de alivio por parte del irlandés, que tenía menos escrúpulos que los demás a la hora de cambiar de bando. Además, durante la reunión, contaron con la presencia de varios monitores en las paredes a través de los que se podía ver a McPherson, al hermano de Jack, James Finnegan, y a Fred Mullendore, en poder de la Compañía. Thomas demandó que a los tres les fuera borrada la memoria y dejados aparte de los tejemanejes de UNSUP, y Dorothy le prometió encogiéndose de hombros que estaba de acuerdo, aquellos peones no les interesaban lo más mínimo.
Cuando por fin llegaron a un acuerdo, una orden de Dorothy resultó en la activación de un intercomunicador que debían de haber implantado en el oído de Thomas. A través del aparato, pudo oír una voz conocida: la voz de Merten Jund, que les felicitaba por haber aceptado, les dio la bienvenida al "Nuevo Orden Mundial", y les prometió que no se arrepentirían. A continuación, tomó la palabra el propio Bertrand Campbell, para la sorpresa de Thomas, y su suegro también expresó su satisfacción y le dijo que lo que había visto era impresionante y haría que su familia fuera más poderosa de lo que cualquiera podría imaginar. La inquietud de Thomas por tener algo así implantado se hizo evidente, pero mantuvo el tipo lo mejor que pudo.
Mientras tanto, el segundo grupo, compuesto por John, Jack, Estepháneos y Hans Haller, se dividía. Tras recuperar el móvil de O'Hara en el departamento de objetos perdidos del aeropuerto, los dos últimos se alojaron en el hotel Intercontinental, donde la CIA les había reservado habitaciones, y Finnegan y Gibbons alquilaron un coche. Katzowitch les había proporcionado la posición triangulada de los móviles de sus compañeros, y siguiendo la carretera, llegaron a un control militar. Parecía ser que más allá se encontraba un complejo del ejército y un puerto exclusivamente militar. Tras dejar discretamente el coche, la pareja intentó superar el control militar campo a través. Y finalmente lo hicieron, tras sumergirse en alguna ciénaga y exponerse a las picaduras de insectos desconocidos, llegaron a la carretera de nuevo. Pero apenas habían andado unos pasos cuando, para su sorpresa, John recibió una llamada de Thomas. Según dijo éste, tenía muchas cosas que explicarles y no debían arriesgarse, se encontrarían aquella misma noche en el hotel Intercontinental. Aunque John y Jack tuvieron dudas acerca de la veracidad de la llamada, la enormidad del complejo que tenían delante les decidió a ser prudentes, retirarse, esperar a la noche y reunirse con sus compañeros. Pero tomarían precauciones, porque aquello era extremadamente sospechoso. Así que, tras repetir la peripecia de atravesar la marisma, volvieron al hotel para asearse y descansar un poco.
Al llegar la noche, McNulty, Joey y Thomas acudieron al restaurante del hotel. Poco después bajaron Jack y John, dejando a Hans y al padre Kostas en sus habitaciones. Mientras bajaban en el ascensor, Finnegan tuvo una fuerte corazonada de que algo iba a ir mal, así que decidió mantener su arma a mano, amartillada en todo momento. Al sentarse a la mesa, la tensión podía palparse. No obstante, el ambiente se fue relajando a medida que Thomas daba explicaciones sobre lo que había ocurrido. Al finalizar la cena, todos se dirigieron a los ascensores. Y mientras subían, McNulty y Thomas sacaron sendos dispositivos de pequeño tamaño que querían que Jack y John examinaran. Cuando pulsaron los pequeños botones, unos rapidísimos destellos de luz dejaron inconscientes al ex-político y al ex-policía.
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