Por la mañana, poco después de que el grupo hubiera decidido organizar una visita al burdel del que les había hablado ser Allyster, un guardia de palacio llegó a la posada donde se hospedaban. Traía órdenes de la casa real por las que se instaba a Ser Breon a presentarse lo antes posible ante Ser Osmund Kettleback. Breon se dirigió hacia la Fortaleza Roja sin tardanza. Allí se encontró con que ser Osmund había reunido un grupo variopinto de caballeros, y pronto averiguó el por qué. Ser Osmund los convocó enseguida para darles a conocer el porqué de su presencia allí. El Lord Consejero de la Moneda les había encargado partir hacia Punta Zarpa Rota para escoltar un envío que debía incorporarse al tesoro real. Por algún motivo desconocido, el barco que lo transportaba había encallado y se requería una escolta de aguerridos caballeros que lo llevara a salvo hasta Desembarco del Rey. Lord Baelish había dado órdenes a Kettleback para que seleccionara aquellos que creyera mejores entre los caballeros de Desembarco del Rey, así que todos los allí presentes debían sentirse orgullosos de haber sido elegidos.
Mientras tanto, Ancel se había quedado con la mosca detrás de la oreja... ¿a qué venía que justo en aquel momento convocaran a Breon a palacio? ¿Y precisamente un Kettleback? Aquello le olía muy mal. Al enterarse de que Breon partía acompañando a un grupo de caballeros hacia el este, se le hizo evidente que se trataba de una argucia para separar a Breon de ellos, así que se despidió de los demás y salió rápidamente al encuentro del grupo de caballeros. Mientras tanto, Allyster, Jeremiah y los dos guardias partían hacia el burdel "Las Zorras Rojas" para ver qué podían averiguar.
Antes de entrar al burdel, Allyster contrató a tres tipos de mala catadura para que metieran follón y distrajeran la atención. Y así lo hicieron. Cuando Allyster y Jeremiah accedieron al burdel había un guirigay intenso en el piso superior, al que se accedía por unas escaleras abiertas y un pasillo también abierto que daba a la planta baja. Como habían sospechado, había una fuerte presencia armada en el interior. Tres tipos se giraron hacia ellos, aparentemente reconociéndolos, para impedirles el paso. Varios tipos del piso superior también desenfundaron armas, y lucían armaduras, con lo que el grupo se encontraría en desventaja, pues habían decidido acudir sin ellas para no llamar la atención. Una puta se abalanzó sobre Allyster con un puñal, rozándole; cuando éste le preguntó dónde se encontraba Vanna y ella no contestó, la degolló sin miramientos. Mientras tanto, en la escalera, Jeremiah y uno de sus guardias se enfrentaban a tipos con armadura; el guardia no tardó en retroceder ante los potentes golpes enemigos, y Allyster acudió a ayudar a Jeremiah, que ya lucía una fea herida en el costado. Entre Allyster y el segundo de los Seabreeze consiguieron abrirse paso hasta el piso superior, no sin que el último sufriera otra herida en el hombro, que le dejó el brazo inerte. Al llegar arriba, pudieron ver cómo un hombre encapuchado rodeado de mujeres y un par de tipos armados atravesaban la puerta de la habitación del fondo; pero varios enemigos les cortaban el paso. Justo en ese momento, Sandor Clegane, el Perro, salió de una de las habitaciones laterales, curioso por lo que sucedía. Allyster le pidió ayuda, pero Clegane prefirió no intervenir; eso sí, dejó inconsciente de un codazo a un tipo que acudía presto al combate, pero acto seguido volvió a entrar en su habitación.
Mientras tanto, hacía rato que Ancel había dado alcance al grupo de Osmund Kettleback, y reclamó que Ser Breon debía volver a Desembarco del Rey con él. Ser Osmund intentó rebatirle, pero no era rival para la verborrea de Ancel, ni para su estatus social. Tras unas cuantas palabras amenazadoras, Kettleback optó por no enfrentarse a aquel joven lord y dejó marchar a Ser Breon. En un abrir y cerrar de ojos se plantaron ante el burdel, en el que se oían claramente sonidos de combate. Breon se precipitó al interior y subió las escaleras justo en el momento en que Jeremiah recibía su segunda herida. La llegada del caballero del león decantó ya el combate definitivamente a favor del grupo, que se abrió camino apresuradamente hacia la habitación del fondo. No obstante, Allyster vio por el rabillo del ojo que en una de las habitaciones laterales había una mujer atada a una silla, con un saco en la cabeza y llena de manchas de sangre. Sin duda, era Vanna. Así que entró en la habitación y entregó la mujer a Jeremiah, que la puso a salvo. Pero un movimiento llamó su atención: dando una patada a la mesa de un rincón, reveló la figura de una chica, poco más que una niña, llorando desconsolada. La muchacha decía llamarse Roslyn, y hablaba entre sollozos, asustada al extremo. Allyster decidió llevársela.
Cuando reventaron la puerta y entraron en la habitación del fondo, allí no había nadie. Sin duda, habían atravesado algún tipo de puerta secreta, pero por más que buscaban no encontraban nada. Fue Roslyn la que señaló un rincón donde en un armario se abría un doble fondo. Se notaba que la muchacha quería que la sacaran de allí, y colaboró con ellos todo lo que pudo.
Allyster y Breon entraron en el pasadizo: una estrecha escalera bajaba hasta un pasillo, al fondo del cual se podía ver un ligero resplandor. Se apresuraron hacia delante. De repente, una figura se cortó contra el resplandor, y arrojó algo hacia ellos. El destello de una pequeña redoma de vidrio se hizo evidente para Allyster, que corrió hacia atrás, al igual que Breon. A sus espaldas, todo estalló en una llamarada de fuego verde, mientras se arrojaban al suelo. Por suerte habían podido retroceder a tiempo, o la figura no había tenido la suficiente fuerza para alcanzarles con el recipiente. El calor era insoportable, y el fuego tardaría mucho en extinguirse, así que decidieron salir y volver a la posada. Breon tuvo un encuentro con los guardias de la ciudad, pero al reconocerlo como caballero no le pusieron demasiados problemas. En la posada, se reunieron con Jeremiah, Vanna y Ancel, que habían llegado hacía un rato. La mujer lucía bastante mal aspecto y había recibido bastante castigo físico, pero había conseguido no revelar nada (o al menos, eso creía ella), y con los cuidados adecuados, sanaría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario