Tras la búsqueda infructuosa de Berormane, poco antes del amanecer Allyster se dirigió a presentarse ante Aron Santagar para empezar su guardia en la Fortaleza Roja. Sin embargo, antes de llegar a la vista de la fortaleza, el maullido de un gato asustado puso al caballero alerta; y eso le salvó de la emboscada que tres individuos le habían preparado: dos tipos encapuchados se habían acercado sigilosamente por su espalda, y el mendigo que había en la siguiente esquina sacaba en esos momentos un cuchillo de entre los pliegues de su ropa. Esquivado el primer ataque de uno de los encapuchados, aprestó sus armas, ante lo cual, los tres individuos huyeron hacia las sombras de los callejones anexos.
Cuando Allyster se presentó ante Santagar y éste vio que el caballero tenía una costilla rota debido al torneo del día anterior, lo disculpó de la guardia. Allyster prefirió no relatar el incidente que había tenido lugar unos minutos antes. Acto seguido, volvió a reunirse con los Seabreeze, evitando las calles solitarias.
Ancel, Jeremiah y Vanna se dirigieron a retirar el cadáver de Regar de las tiendas de las Hermanas Silenciosas. En un sitio discreto celebraron una pequeña ceremonia oficiada por el septon Gebriel, de los Cressey, y pagaron a un comerciante para que llevara el cadáver en su caravana a tierras de los Tudbury. La tristeza de Jeremiah sólo era comparable a su rabia en aquellos momentos. También enviaron un cuervo a los Tudbury informando de la muerte del muchacho, pero sin mencionar la implicación de Jaime Lannister en todo aquello.
Mientras Allyster y Jeremiah empleaban varias horas en la infructuosa búsqueda de Berormane, Allyster le explicaba a Vanna discretamente su pasado con Meñique y la relación que les unía en aquel momento. El caballero no se fiaba de lo que quiera que lord Baelysh tuviera preparado para ellos.
En una de las Tiendas de Curación donde se encontraban los cadáveres de dos maestres calcinados, uno de ellos podía coincidir con la descripción de Berormane, pero los Seabreeze enseguida desecharon tal posibilidad, pues la cadena del maestre no lucía el eslabón de Obsidiana del que Berormane se habia mostrado tan orgulloso en el pasado.
Mientras la mayoría de ellos volvía a la posada evitando las calles solitarias, Jeremiah se dirigió a las cocinas de la Fortaleza, con la intención de encontrarse con alguna sirvienta. No lo tuvo difícil, y al poco se encontraba retozando con una rolliza aunque bonita cocinera. La chica le reveló que efectivamente sirvió la comida en los aposentos del Gran Maestre el día que Berormane desapareció, y en sus aposentos se encontraba otro maestre que coincidía con su descripción. Ambos parecían bastante airados por alguna discusión que acababan de tener. Pero no pudo confirmar que el maestre más joven saliera o no de aquella parte del castillo. Cuando más tarde Jeremiah salía de las cocinas, un gordo cocinero se acercó a él, y resultó no ser otro que Varys. Éste le aconsejó tener cuidado con las preguntas que hacía, y le advirtió que "los aparentemente más desvalidos podían ser la gente más peligrosa". El Señor de los Rumores también dio a Jeremiah "recuerdos para Vanna", y además le dio una información como regalo: "Berormane entró en los aposentos de Pycelle, pero nunca volvió a salir".
La información de Jeremiah fue recibida con rostros serios por los demás cuando la compartió. Excepto por Vanna, que había salido un tiempo antes a "encargarse de unos asuntos"; lo que la mujer quería era conseguir algunos venenos en el mercado negro. Pero no fue una buena idea. En una de las plazas del Lecho de Pulgas anexas al punto de trapicheo, Vanna sintió cómo un dardo se clavaba en algún punto de su cuerpo y todo se volvía borroso en segundos; sólo alcanzó a ver a un individuo correr hacia ella y a continuación un estallido en su cabeza que la hizo descender a la oscuridad de la inconsciencia.
En algún momento indeterminado, Vanna recuperaba la consciencia con una bolsa de tela en la cabeza que la mantenía en la oscuridad, atada de pies y manos mientras alguien le hacía preguntas y la golpeaba. La mujer los entendía a duras penas, pero alcanzaba a entender algo sobre "el eunuco" e información intercambiada. Negó a todo lo que le respondían mecánicamente, hasta que perdió la consciencia de nuevo.
Preocupados por la ausencia de Vanna, se dedicaron a buscarla por la noche en las casas de salud, sin éxito. Tras despuntar el día, Allyster decidió meterse en el Lecho de Pulgas disfrazado; allí, con sus habilidades para el callejeo y el soborno, consiguió sacarles a dos contrabandistas que al atardecer del día anterior había habido un altercado en una plaza entre una mujer y dos tipos. Tras compartir unas cervezas con los tipos y soltar unas cuantas monedas más, uno de ellos le dijo que los asaltantes le sonaban de haberlos visto habitualmente en el burdel Las Zorras Rojas.
Ancel, por su parte, se dirigió a hablar con lord Varys para averiguar si sabía algo de su amiga. El eunuco se mostró consternado por la desaparición de Vanna, y dejó caer que si él no sabía nada de aquello, "sólo podía ser obra de una persona". No dijo la persona, pero para Ancel se hizo evidente de quién hablaba. Varys le dijo con gesto triste que si Vanna no se encontraba muerta o fuera de la ciudad a aquellas alturas, intentara encontrarla en alguna casa de placer...
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