Después de discutir largo y tendido sobre qué hacer respecto al club nocturno donde se suponía que estaba la hija de Sigrid, acompañaron a Anne a diversos puntos donde pudo obtener cargas menores para sus habilidades sobrenaturales.
Lo que parecía claro es que tenían una necesidad extrema de armas, con lo que Derek se vio en la obligación de contactar de nuevo con el congresista Ackerman. Este les proporcionó el contacto de la teniente Jackson, en una base militar secreta de los Estados Unidos cerca de Trondheim. El congresista les pidió que tuvieran mucho cuidado de no revelar la localización de la base a nadie, porque de cara a los medios públicos sólo se trataba de un almacén de material. Patrick, Sigrid y Derek invirtieron toda la tarde, la noche y gran parte de la madrugada en el viaje a la base militar. Allí no tuvieron demasiados problemas para reunirse con la teniente, que resultó ser una mujer de confianza del congresista, enterada de todos los tejemanejes turbios que se estaban gestando en el gobierno. Les proporcionó unas cuantas pistolas, fusiles, granadas y chalecos antibalas.
Mientras tanto, Tomaso decidió turnarse con Ethan y con Pierre en la vigilancia nocturna del Corazón Nocturno. Necesitaban averiguar más información si querían entrar allí. El primer turno lo hizo Tomaso con un coche de alquiler algo alejado de la puerta del club. Alrededor de las once de la noche, el lugar pareció abrir sus puertas, sin ninguna señal externa que lo indicara, solamente por la afluencia de gente. Todo aquel que accedía al club parecía ser de clase alta, eso era evidente para el italiano, y la mayoría de ellos lucían un rostro pálido y cabello claro; casi parecía un club de albinos. Una mujer especialmente bella (morena, no albina) acompañada de tres tipos vestidos con tres cuartos negros llamó la atención de Tomaso cerca de la medianoche.
A la una y media de la madrugada, un camión apareció de la nada desde una calle perpendicular, e impactó con fuerza en el coche de Tomaso, que no pudo reaccionar con la suficiente rapidez. Todo se volvió negro para el italiano. A las dos, la hora del relevo, Pierre pasó por delante del club y vio los restos de la escena. Ya no había ni rastro del camión, y estaban retirando el deformado coche alquilado.
A los pocos minutos Derek recibía la llamada de Pierre informándole del accidente y la desaparición de Tomaso. “Otra vez igual que en Barcelona”, pensó el americano. El teléfono de Tomaso daba señal desde el Corazón Oscuro, lo que invitaba a creer que lo habían retenido allí.
Sin embargo, tras hacer llamadas a dos o tres hospitales, Sigrid dio con uno en el que había ingresado un hombre indocumentado que coincidía exactamente con la descripción de Tomaso y su tipo de accidente. Aunque todo apuntaba a que se trataba de una trampa, no podían perder tiempo; dejaron las armas más grandes en el hotel y se marcharon rápidamente al hospital. Con una alarmante falta de problemas pudieron sacar a su compañero del hospital y llevarlo al hotel, bastante maltrecho, eso sí. Pero si reposaba y le administraban las medicinas necesarias, les aseguraron que no tardaría en recuperarse.
Tomaso compartió con el resto lo que había podido ver la noche anterior, y su sospecha de que había que decir una contraseña para entrar. No había visto a ningún vigilante en la calle, por otra parte. Decidieron dar una vuelta por la zona a la luz del día. Extremadamente afortunado, Derek se dio cuenta de que el pequeño emblema del Corazón Oscuro que había al lado de la puerta con adornos góticos era en realidad un cristal opaco que debía albergar una cámara de vigilancia. Los alrededores y el propio edificio donde se encontraba el club eran edificios de oficinas bien controlados, que impedían tener visión directa del lugar si no era desde la propia calle. Y la experiencia de Tomaso les convencía de que esperar allí por la noche no era la mejor de las ideas.
Durante el día recibieron un par de llamadas del secuestrador aliado de Adelle Sully, instándoles a negociar por la vida de sus compañeros; el hombre les hacía una generosa oferta, y quería que se dieran cuenta. El grupo le respondió dándole largas, era lo único que podían hacer.
Mientras viajaban a Estocolmo para que Anne pudiera recoger una carga más potente, Derek recibió una nueva llamada del secuestrador. Cuando aparte de todo lo que ofrecían Sigrid exigió que debían exigir la liberación de su hija, a su interlocutor pareció acabársele la paciencia. Ellos no sabían dónde se encontraba la muchacha (cosa que el grupo no había sabido hasta entonces) y no les parecía una exigencia asumible, así que si no recibían nuevas noticias y la colaboración del grupo, comenzarían a matar a sus amigos en 48 horas.
La siguiente noche (la cuarta desde que habían llegado a Oslo) se dirigieron hacia el club Anne, Gerrard, Patrick, Derek y Sigrid. Sigrid y Anne se maquillaron con polvo blanco para simular el albinismo del que les había informado Tomaso. Abordaron a un trío que se dirigía hacia el Corazón: dos hombres pálidos, uno de ellos bastante guapo y con el pelo largo, y una mujer de rasgos normales, no especialmente albinos. Los hombres tenían el pelo claro y los ojos rojizos; se trataba de albinos, sin duda. Lo que inquietó a los compañeros fue ver que, al sonreír, los incisivos de la pareja estaban más desarrollados de lo normal; no era algo que pareciera sobrenatural, pero llamaba la atención. Anne utilizó sus habilidades para hacer creer a los tipos que eran amigos de toda la vida en Moscú, y así, se dirigieron juntos hacia la entrada, hablando de los viejos tiempos. En la puerta sólo tuvieron que esperar unos instantes para que se abriera un pequeño ventanuco.
—Página 252 —dijo el tipo alto, que decía llamarse Nikolai.
—¿Cuál es la historia? —dijo alguien al otro lado.
—La profecía del fin del mundo.
La puerta se abrió.