Jasireth Derthad |
Esa noche, Symeon volvió a vigilar el Mundo Onírico, como cada noche posterior y anterior, sin detectar nada fuera de lo normal.
El día siguiente comenzó la segunda ronda de contactos, y por la mañana, el grupo se dirigió a un punto acordado para reunirse con Jasireth Derthad, la anciana que había formado parte del séquito del príncipe Knatos de Armir. Eskatha hervía de actividad, como casi cualquier día del año, y los caballos apenas podían ir al paso entre la multitud. En una de las plazas que atravesaron unos mendigos se cruzaron en su camino. Uno de ellos, con un salto imposible, atacó a Daradoth con una daga, haciéndole un pequeño corte. El elfo, revolviéndose, dio a su vez un salto hacia donde el atacante había empezado a correr y lo persiguió entre el gentío. El resto lo siguió como pudo, pero todo se complicó cuando empezaron a llover flechas, el "mendigo" desapareció y Daradoth sufrió otra herida en la espalda. Finalmente pudieron escabullirse por una calle secundaria y llevarse al elfo, que había caído afectado por los filos untados de veneno. Lo llevaron rápidamente hasta la sede de Tarkal, donde el conocimiento de los venenos de Symeon les permitió encontrar rápidamente el antídoto y no tener que lamentar hechos más graves.
Se reunirían poco después para comentar la agresión; tenían pocas dudas de que debía de haber sido cosa de la delegación de Undahl, quizá de la elfa oscura. Quitando de en medio a Daradoth, restaban una baza muy importante a los planes de Ilaith, y esa era sin duda su intención.
El segundo intento, llevado más en secreto, con menos gente en las calles y utilizando señuelos para despistar a posibles atacantes, tuvo éxito y llegaron sin mayores problemas al bosquecillo donde se encontraron con Jasireth. Habían informado a la anciana de su contratiempo y esta se mostró interesada en el estado de Daradoth. Suerte de la resistencia al veneno de los elfos.
La conversación con la anciana fue bastante difícil, pues quería saber todos los detalles sobre las verdaderas y últimas intenciones de Ilaith, y ellos se mostraron muy dubitativos respecto a compartir tanta información. Pero finalmente todas las cartas se pusieron sobre la mesa y efectivamente reconocieron que la Intención de Ilaith era convertirse en reina; a partir de ese momento, Jasireth adoptó un tono más suave y entró de lleno en la negociación. La anciana les ayudaría convenciendo a Knatos de votar a favor de la Gerencia de Ilaith (se mostró absolutamente convencida de que no le costaría mucho convencerlo), y a cambio la actual princesa de Tarkal la ayudaría a instaurar a Seberan Voreas como el nuevo príncipe de Armir. Para lograrlo, Jasireth utilizaría sus múltiples contactos para facilitar la invasión de Armir por parte de Tarkal. Con leves sonrisas y apretones de manos, el trato fue sellado y se despidieron.
Por la tarde, la delegación de Tarkal con el grupo al completo se reunió de nuevo con el príncipe de Mervan, Nercier Rantor, y su séquito. La esthalia Velonia Wodrenn se mostró igual de hostil hacia las negociaciones con Ilaith, y el príncipe continuó con su actitud pasiva respecto a cualquier acción política, lo que casi saca de sus casillas a Yuria y Daradoth. Todos los intentos por investigar su relación con Esthalia o algún negocio oculto fueron infructuosos: por lo que parecía, Nercier era realmente un príncipe pasivo en demasía, y un comerciante sin ningún negocio sucio o inmoral. Se mostraba partidario de la neutralidad a toda costa. Partidario de Agiond Ónethas, bajo cuya gerencia "todos habían prosperado", cuando fue revelada la intención de Ilaith de convertirse en gerente él no mostró ninguna emoción reseñable; simplemente, no veía la ventaja de una respecto al otro. Galad tomó entonces la palabra, e intentó conmover al príncipe de Mervan con un emocionante discurso sobre un mundo mejor y más justo, y la posibilidad de ayudar a los más desfavorecidos, cosa que tanto Ilaith como los emmanitas perseguían. Al inicio del discurso, Velonia exhibió una actitud reticente y combativa, pero dada la naturaleza de la diatriba de Galad, su condición de emmanita y —supusieron— la influencia de Meravor consiguieron que finalmente escuchara con atención y permaneciera en silencio el resto de la reunión. El discurso pareció dejar pensativo a Nercier, que por fin varió un poco su actitud, prometiendo que pensaría profundamente sobre el asunto.
Otro día transcurrió sin que Suarren pudiera encontrar a ninguno de los comerciantes que estaba buscando por la ciudad, para desesperación del grupo. Y cuando volvieron a la sede de Tarkal se encontraron con que habían recibido una invitación de Rakos Ternal, príncipe de Undahl, convocándolos a una reunión en su sede. Daradoth, por supuesto, mostró toda la vehemencia posible en su oposición a reunirse con aliados de la Sombra. Por su parte, Symeon se reunió con Noelan de los Ruevos para pedirle que influyera en la medida de lo posible en Velonia a favor de Ilaith, a lo que el errante se comprometió; el discurso de Galad también había calado hondo en él.
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