El día siguiente, la delegación de Undahl recibía las visitas de Mírfell por la mañana, y de Ëvenlud por la tarde.
Rakos Ternal, Príncipe Comerciante de Undahl |
Reaccionando a las reuniones del príncipe Rakos Ternal, el grupo convocó a reunión también a ambas delegaciones; de Mírfell no obtuvieron respuesta alguna, lo que les dejó bastante claro cuales eran las preferencias de Verthyran Kenkad. La princesa Diyan Kenkad de Ëvenlud sí respondió al llamado, y la mañana siguiente se reunirían con ella.
Por la noche, Symeon entró al Mundo Onírico para intentar controlar el entorno, como siempre. Levantó algunas guardas alrededor de la sede de Tarkal intentando dificultar la visión del mundo de vigilia desde esa realidad, y mientras realizaba el proceso, detectó varias veces en el límite de su visión figuras que aparecían y desaparecían sin que le diera tiempo a verlas directamente. Eso le preocupó, lo que le indujo a darse toda la prisa de la que fue capaz para despertar y marcharse.
Poco después esa misma noche, el príncipe Nercier envió un mensaje a la sede para avisar de que Undahl le había convocado a una reunión, y pidiéndoles consejo de si era buena idea acudir o no. Le respondieron recomendándole que acudiera para intentar sonsacar toda la informacion que pudiera, pero que tomara todas las precauciones de las que fuera capaz.
La reunión con Ëvenlud no aportó demasiado: Diyan les informó de que Rakos les había ofrecido negocios y muchísima riqueza a cambio de su apoyo total, pero no lo haría, consideraba en plena vigencia su trato con Ilaith. Esto reconfortó en parte al grupo, que había temido estar perdiendo aliados.
Esa misma tarde Rakos se reunía con la delegación de Trapan, e Ilaith y el grupo con la delegación de Adhëld. Igual que las veces anteriores, el príncipe Wontur Serthad y su séquito se mostraron hostiles y con actitud orgullosa. A pesar de sus muchos esfuerzos por suavizar la situación no lograron nada; Wontur no quería tomar partido por ninguna parte, y todo lo que quería era mantener el statu quo de la Confederación; habían permanecido siglos en una supuesta neutralidad (tanto internamente a la Confederación como hacia los países extranjeros), y no estaban de acuerdo en deshacer ese equilibrio.
Esa noche, el Mundo Onírico apareció tranquilo a los ojos de Symeon. Ni siquiera pudo ver los pálidos pájaros que parecían vigilar la zona continuamente. Realizó su visita de rutina a Nirintalath y después de comprobar que la burbuja de obstrucción de visión estaba intacta, estableció una alarma en el perímetro.
La siguiente jornada por la mañana recibieron un mensaje de Jasireth Derthad. Según les decía, el príncipe Knatos había enviado órdenes para que un número importante de sus tropas empezara a desplazarse hacia Eskatha. No sabía muy bien qué podía significar aquello, pero la anciana les aseguró que el príncipe Knatos estaba convencido de apoyar a Ilaith en las asambleas que se avecinaban, así que en teoría no existían motivos para preocuparse. Por otro lado, esa misma mañana, Undahl se reunía con la delegación de Krül.
Poco después de mediodía, sonaban las campanas del hemiciclo. Con las delegaciones reunidas, se anunció formalmente que Progerion Onethas había sido erigido Príncipe Comerciante de Bairien. "Por fin"—pensaron todos. Unas horas después, una de las primeras medidas que Progerion adoptó fue convocar a reunión a Eudorya como representante de Nímthos, dando así la impresión [no tan] tácita de que la apoyaba en su reivindicación como Princesa Comerciante. A partir de ahí, todas las delegaciones reclamaron encuentros con Progerion, a quien el grupo aconsejó postergar lo más posible las reuniones tanto con Undahl como con Tarkal; él se mostró totalmente de acuerdo, con la intención de no revelar sus demasiado pronto.
Otra noticia llegó a oídos del grupo por la tarde, una que les causó una inquietud extrema: el príncipe Nercier Rantor había caído enfermo y se encontraba guardando reposo. No pudieron evitar que les vinieran a la mente los recuerdos del padre de Valeryan y los otros nobles fronterizos que habían enfermado debido a algún tipo de influencia de los vestalenses desde el Mundo Onírico. Los síntomas eran prácticamente idénticos, y Nercier se había reunido con Undahl apenas un par de días antes. Convocaron una reunión de urgencia para tratar el tema. Symeon entraría al mundo de los sueños desde algún punto lejano de la ciudad para investigar qué podía suceder. Salió hacia la otra parte de la ciudad acompañado de Taheem y Galad. Cuando se acercaban al río, media docena de figuras encapuchadas les salieron al paso armadas con ballestas, instándoles a bajar de los caballos. Tras unos instantes de tensión e intentando escudarse en los animales, los tres salieron corriendo, confiando en la suerte para no ser heridos de gravedad. Symeon fue alcanzado por dos saetas y Taheem sufrió una herida menor hasta que pocos minutos después encontraban una patrulla de la guardia que les auxilió. Afortunadamente, Tarkal contaba con expertos que reconocieron enseguida el veneno utilizado en las armas y suministraron los antídotos necesarios. Afortunadamente, un par de días de reposo bastarían para recuperarse.
Para mayor consternación del grupo, el día siguiente llegó un mensaje de Ëvenlud en el que informaban de que Diyan Kenkad había caído enferma. Una más. La princesa ya les había advertido en la reunión que habían celebrado la mañana anterior de que no se encontraba del todo bien, y ahora empezaron a preocuparse de verdad. Dos príncipes aliados que se habían reunido con Undahl habían caído enfermos, lo que indicaba que estaban maquinando algo semejante a lo que ya había sucedido en el sur de Esthalia hacía meses. Tenían que ponerle remedio de algún modo, o sería imposible para Ilaith conseguir sus objetivos en la Asamblea.
Cuando Symeon y Taheem se recuperaron, el grupo decidió llevar a Nercier Rantor a su sede para ver qué podían hacer. Llevaron a cabo el traslado discretamente y con todo tipo de precauciones, y ya en la sede hicieron varias intentonas para hacer reaccionar al príncipe de Mervan. Lo intentaron con el aro-collar de Yuria, sin éxito; Daradoth y Galad también hicieron uso de sus habilidades sobrenaturales, pero todos sus intentos fueron asimismo infructuosos.
Al amanecer del día siguiente, una nueva noticia llegaba a la sede: parte de la delegación de Undahl había embarcado la noche anterior y se había ausentado de Eskatha. Según se enteraron por los ujieres, Rakos Ternal había solicitado permiso para marcharse por un plazo no superior a una semana debido a "asuntos internos". Aquello les olió a chamusquina, pero ya no tenía remedio. Dieron órdenes al dirigible que llevaba el búho de ónice para que se dirigiera al noroeste, hacia Undahl, e informara de cualquier cosa fuera de lugar que sucediera.
Esa noche decidieron que Symeon, ya recuperado, entraría de nuevo al Mundo Onírico para tratar de ayudar al príncipe Nercier. Lo sacaron de la sede en un carromato cerrado y fuertemente (pero discretamente) escoltado para evitar nuevas emboscadas. El errante entró en el Mundo Onírico desde un lugar discreto en los bosquecillos de las inmediaciones de la ciudad, custodiado por sus compañeros. Se acercó a la sede de Tarkal, donde todo parecía estar como siempre, excepto por una cosa: a través de los muros translúcidos e inestables de la representación onírica del edificio, pudo ver claramente un bulto de luz pálida. Se trataba de Nercier, cuyo ser onírico aparecía claramente definido y con un resplandor plateado. Symeon se acercó a él con precaución; era muy extraño que alguien apareciera tan definido allí inconscientemente. Dos figuras aparecieron y desaparecieron de nuevo en el límite de su visión, así que decidió apresurarse. Un vistazo rápido reveló algo fuera de lo normal en la sileta del príncipe: en lo que correspondería a su pelo en el mundo de vigilia, aparecía una pequeña "esquirla brillante", como una aguja que emitiera un potente fulgor plateado. Tras evaluar un momento sus opciones e intentar retirarla sin éxito, dos presencias aparecieron claramente definidas al lado del errante. Haciendo gala de sus más considerables habildades, Symeon despertó al instante e informó a sus compañeros de lo que sucedía. Poco menos que volaron a la sede de Tarkal. Allí, una inspección rápida reveló que, efectivamente, Nercier tenía ligada al pelo una pequeña esquirla de metal; la retiraron al punto. El príncipe no pareció mejorar en los minutos siguientes, pero era todo lo que podían hacer por el momento; confiaban en que aquello le ayudaría.
Daradoth instó al grupo a acudir a la sede de Ëvenlud y realizar la misma inspección en Diyan Kenkad. Su hermana Melara los recibió, y les permitió pasar cuando le explicaron atropelladamente lo que ocurría; efectivamente, encontraron el mismo tipo de esquirla en el cabello de la princesa, y procedieron a retirarlo, informando de ello a Melara. La mujer puso cara de preocupación cuando le transmitieron sus sospechas de que la delegación de Undahl había debido de ser la responsable de aquello. Para regocijo del grupo, Melara profirió fuertes palabras contra Rakos Ternal y su séquito, afirmando poco más o menos que "aquello era una declaración de guerra". Volvió a expresar su gratitud a Ilaith y los demás antes de despedirse.
El día siguiente se reunieron con la delegación de Ladris, cuyo príncipe, Deoran Ethnos, también empezaba a mostrar síntomas de enfermedad. Repitieron el proceso y retiraron la esquirla de su pelo. Deoran abrió mucho los ojos debido a la sorpresa, y después de superar su incredulidad les mostró su agradecimiento. Algunos sonrieron; aquello, contra lo que había pretendido Undahl, estaba uniendo cada vez más a las delegaciones a la causa de Ilaith. Deoran y Yuria establecieron un plan de acción par defender las islas donde Ladris explotaba la kregora, y poco después recibían noticias del dirigible que habían enviado a explorar hacia el nororeste. Informaron de que habían detectado en Trapan un movimiento de tropas importante hacia el sur. Semejante a lo que les había informado Jasireth en Armir. Se miraron, inquietos; Yuria pensó para sus adentros que quizá habrían tenido que desplazar aún más unidades hacia Eskatha.
A mediodía se propagó por la ciudad la noticia de que Eudorya había sido arrestada y encerrada por Dorias, acusada de traición. Pocas horas más tarde, llegaba a Tarkal la invitación para reunirse con la delegación de Nímthos y su príncipe en funciones, Dorias Athalen. Un problema más.
Por la noche, de madrugada, varios guardias de algunas delegaciones daban voz de alarma. Un considerable ejército se acercaba a la ciudad desde el sur; un ejército en el que gran parte de los efectivos no usaban antorchas y que pronto alguien informaría de que estaba compuesto por elfos oscuros y minotauros, además de por humanos. Aproximadamente una hora más tarde, otros exploradores informaban de ejércitos que llegaban desde el este y el oeste, con el estandarte de Nímthos. Y durante todo el episodio las campanas de la ciudad habían permanecido silenciosas, lo que indicaba una clara connivencia de Dorias y la guardia de la ciudad con lo que estaba pasando. Y lo que era peor, indicaba también que las legiones de Nímthos debían de ser leales al hermano de Gisaus...