Iglesia de Los Descendientes |
Antes de salir hacia París, decidieron aprovechar su estancia en Archangelsk para visitar la iglesia abandonada que había sido el punto donde la hermandad llamada Los Descendientes había llevado a cabo sus reuniones y rituales. Se desplazaron hacia allí poco después del amanecer, para evitar les sorprendiera la oscuridad, dadas las circunstancias mentales de Tomaso y Patrick. El antiquísimo edificio se hallaba alejado al sureste de la ciudad actual, pasado un barrio que había sido abandonado hace tiempo. Aunque había sido reconstruido parcialmente un par de décadas atrás por los adeptos satánicos, el hielo y la vegetación habían vuelto a hacer estragos en la construcción.
Patrick, Sigrid, Tomaso, Derek y Jonathan atravesaron la maltrecha puerta, y los más sensibles de entre ellos no pudieron evitar sentir un escalofrío en su nuca, sintiendo el aura malsana que emanaba de aquel lugar.
Una rápida inspección no tardó en revelar varios casquillos de bala disparados recientemente en el lugar. Se miraron preocupados, al constatar que no debía de hacer más de dos o tres días desde que se habían utilizado. Desplazando un poco la nieve del suelo, no tardaron en descubrir un círculo satánico de cinco puntas cincelado en el suelo, con varios huecos que parecían destinados a recoger la sangre de sacrificios rituales. Y aunque la nieve dificultaba las cosas, era evidente que bastante gente había pasado por allí hacía muy poco tiempo. Otro descubrimiento aún más inquietante fue el descubrir entre todos los casquillos de bala, dos pequeños artilugios con forma de escarabajo exactamente iguales al que el tal Timofei Novikov había regalado a Sigrid. Se trataba sin duda de los mismos "bichos atrapa-balas", como los había llamado el ruso.
Dos leves manchas de sangre mostraron a los expertos ojos de Derek y Tomaso que al menos dos cuerpos había sido arrastrados hacia el exterior de la iglesia. Por otro lado, el antiguo altar había sido pasto de las llamas y, cuando ya creían que no podrían encontrar nada más, entre sus restos encontraron un teléfono móvil. Tomaso se apresuró a sacar todas las tarjetas del aparato. Mientras tanto, la tarde había llegado, y una multitud de cuervos se había empezado a congregar en la parte alta de la iglesia. Demasiados cuervos para ser algo normal, y todos parecían mirar al grupo. Jonathan arrojó un par de piedras intentando espantarlos, pero no se inmutaron lo más mínimo. Un poco acongojados por la actitud de los animales, decidieron marcharse antes de que se hiciera más oscuro.
De vuelta al hotel, Derek intentó contactar con el congresista Ackerman, que no le contestó. El padre Borkowski tampoco contestó a la llamada que Sigrid realizaba cada cierto tiempo para estar informada del estado de su hijo. Quien sí que contactó con la anticuaria fue Lucía, su empleada (y amiga) en su tienda de Madrid; esta le informó de que había recibido un SMS de Ramiro, el todavía marido de Sigrid, donde instaba a esta a contactar con él a través del foro de la tienda. Efectivamente, la página web de su negocio tenía un foro para anticuarios especializados y Sigrid no tardó en reconocer a "MarioR" uno de los alias/anagramas que solía utilizar Ramiro. Un mensaje aparentemente inocente tenía adjunto un archivo comprimido mediante una contraseña. Sigrid tardaría varios días en averiguar por fin la contraseña y poder abrir el archivo.
Las noticias traían novedades: algunas hablaban de fuertes enfrentamientos en el Congreso estadounidense; por lo que descubrireron investigando un poco más, los enfrentamientos eran debidos a la política de control que parte de los políticos querían aplicar a la población, a la que se oponía firmemente la facción liderada por Ackerman. Esta división política se estaba viendo ya reflejada en las calles de las grandes ciudades, con una campaña agresiva por parte de ambos bandos que estaba polarizando intensamente a la población. Además, dos senadores, uno por Texas y otro por Oklahoma, partidarios del no-control (y amigos personales de Ackerman), habían aparecido muertos en la última semana con señales evidentes de suicidio. "Demasiada casualidad", pensaron todos.
A Tomaso y Sally no les costó mucho extraer la información de las tarjetas del móvil que habían encontrado en la iglesia. Estaban en ruso, pero nada que no pudieran superar con las modernas herramientas de traducción. Enseguida llamaron su atención unos cuantos mensajes en una conversación con un tal "Vladimir": "Llegan desde el puerto", "No sabemos lo que quieren", "Estamos en peligro, necesitamos ayuda", "Se han llevado a Sergey e Ivana", "Quemaremos la Biblioteca", eran algunos de esos mensajes, en orden cronológico. También había varios mensajes escritos en ingles en una conversación con un tal Paolo (Tomaso sintió un temblor, al tener el convencimiento de que debía tratarse de su hermano): los mensajes, al igual que los enviados a Vladimir, solicitaban la ayuda de Paolo contra los llegados desde el puerto; Paolo había contestado que llegaría lo antes posible, pero que estaba lejos y tenía asuntos importantes entre manos.
Siguiendo las pistas de los mensajes, pronto descubrieron que un edificio de apartamentos al sur de la cuidad había sufrido un incendio hacía escasamente una semana, algo extremadamente inusual en esta época del año. Supusieron que el edificio habría albergado la Biblioteca de la que hablaban los presuntos Descendientes.
El día siguiente, ante el hotel se detuvieron dos vehículos militares de los que pronto empezaron a descender efectivos; Derek los vio por pura suerte, y gracias a ello pudieron huir sin que los militares los interceptaran. Sin duda debían de haberlos seguido desde la iglesia esa noche.
Rápidamente subieron a un tren con destino a Moscú y una vez allí se apresuraron a llegar al aeropuerto y embarcar con destino a París. Allí los recibió Jodorowsky y otros dos psicomagos que había convocado Anne Rush cuando Sigrid se lo había pedido, y comenzaron el tratamiento sin apenas darles tiempo a respirar. Durante seis días sometieron a Derek, Tomaso y Patrick a una terapia intensiva que los dejó agotados pero restauró lo suficiente su salud mental para no caer en un estado de catatonia cada dos por tres.
Uno de esos días, Derek consiguió contactar con Ackerman. Este le informó de que otro congresista, George Patterson, le había denunciado por corrupción. Patterson había contratado al bufete llamado Weiss, Crane & Associates, en un claro intento por quitarse a Ackerman de en medio. De momento, el congresista tranquilizó a Derek, pero también le ordenó estar alerta y disponible por si requería sus servicios más "cercanos"; Ackerman temía por su seguridad personal debido a lo que estaba pasando con los senadores últimamente, aparecidos con signos de suicidio, pero con serias dudas por su parte. Por supuesto, Derek destinó inmediatamente a todos los agentes de la CCSA a la protección del congresista. Además, les encargó intentar destapar el montaje que sin duda WCA estaba intentando poner en pie.
El día siguiente, Dulce da Silva contactaba con Derek; este no reveló su localización ni sus acciones, pero ella no se mostró realmente interesada en eso, al menos aparentemente. La portuguesa informó de que la sede de los atlantes en Recife (Brasil) había sido atacada por paramilitares y aunque habían conseguido rechazarlos, habían decidido desalojarla por si acaso volvían con más fuerza. Llamaba para ver si Derek podía darle alguna pista de por qué había sucedido aquello; evidentemente, el norteamericano no pudo decirle nada concluyente.
Durante esos días, en las redes sociales y los medios de comunicación se sucedieron las noticias y los vídeos grabados con móvil relacionados con el Vaticano. Italia había cancelado los vuelos a Roma y los había desviado a los aeropuertos cercanos. En algunos vídeos se podían ver escenas de violencia con militares y policías presentes, reprimiendo a civiles que parecían proceder del interior de la Santa Sede. En algún vídeo grabado desde las alturas también se podía ver la especie de niebla oscura que engullía gran parte del Vaticano, siempre lejana, porque los militares parecían confiscar todos los móviles que se acercaban demasiado a la zona.
El cuarto día, Jan Borkowski devolvió la multitud de llamadas perdidas de Sigrid. La saludó, con voz grave y aparentemente agotado. Informó a la anticuaria por fin de que su hijo había sido trasladado hacía unas cuantas semanas al Vaticano porque no veía cómo solucionar el asunto en Boston. También le informó de que mucha gente había abogado por una solución drástica respecto a Daniel (acabar con su vida, sin duda), algo a lo que él se había opuesto firmemente, pero que ahora mismo dudaba de si no habría sido lo mejor. La lengua Alter se les había ido de las manos, y Daniel había superado todas las barreras que le habían puesto en su tratamiento. Ahora, casi todo el Vaticano estaba bajo su influjo y la única razón de que Roma resistiera era el perímetro que los militares habían establecido, con órdenes de disparar a todo aquel que intentara salir de la Santa Sede. Ahora mismo, el Santo Padre había sido puesto a salvo y Borkowski se encontraba reunido como consejero con el primer ministro y el Estado Mayor del ejército italiano. Según informó el padre, se estaba abogando por una solucion MUY drástica que pusiera fin a aquella pesadilla de una vez por todas. Sigrid estaba consternada. Gracias al cielo, los psicomagos habían hecho un trabajo excelente y habían erradicado la lengua de su mente, pues los recuerdos la removieron hasta la médula. En cuanto sus compañeros estuvieran restablecidos, la anticuaria viajaría a Roma e intentaría que la acompañaran, como la familia que eran ahora.
Otra noticia revelaba que se habían detectado explosiones de magnitud nuclear en suelo continental chino, y que al parecer habían estallado graves revueltas en el sur del país. Todo parecía provocado por el hecho de que la corporación Wèilái ("futuro", algunas investigaciones la revelaron participada por UnSup) había conseguido producir el "chip de conexión", a todos los efectos, un chip que conectaría a las personas a la red global y que permitiría descaradamente el seguimiento de todas sus acciones. Sin duda, aquello era la panacea para la facción del congreso estadounidense que perseguía el control poblacional.
La sexta jornada, Sigrid consiguió desencriptar el archivo que había enviado Ramiro. Se trataba de un mensaje de correo donde contaba lo que había sucedido en los últimos días. Al parecer, Emil Jacobsen y Paul Van Dorn no habían tenido más remedio que unir sus fuerzas —Sigrid se sorprendió profundamente al leer esto—; la sede de Emil en Nueva York había sido atacada por enemigos desconocidos y no habían tenido más remedio que huir hacia el norte del estado, donde se encontraba la residencia de van Dorn. Aunque los dos libreros se odiaban a muerte, un segundo ataque a la mansión de van Dorn con armamento pesado —donde estaba la mansión de van Dorn había ahora poco más que un cráter— los había convencido de unir sus (restantes) fuerzas y huir; habían conseguido llegar a Inglaterra, donde se encontraban en ese momento en busca de aliados, e intentando comprender qué había ocurrido. Entre los atacantes había militares y gente con habilidades especiales fieles fuera de toda duda a Alex Abel. Estaban prácticamente seguros de que tambíen estaban implicados el FBI y la NSA. La cosa se había puesto muy fea para el submundo ocultista.
Pero lo más importante ahora para Sigrid era su hijo Daniel, y discutió largamente con el resto del grupo que tenían que viajar a Roma para intentar salvarlo. Todos intentaron que desistiera de tal propósito, viendo la locura que suponía, pero finalmente no tuvieron más remedio que aceptar acompañarla. Los vuelos a Roma habían sido desviados, y deberían viajar a un aeropuerto más alejado para luego viajar por tierra hasta la capital. Nuevos vídeos habían surgido en internet relacionados con el tema, donde se podía ver a militares disparando contra otros militares, y civiles gritando en la distancia, provocando el caos con lo que decían; en otro vídeo, un civil grababa a otro que a su vez grababa con su móvil, hasta que a los pocos segundos, este dejaba caer el móvil y empezaba a caminar tranquilamente hacia la oscuridad del Vaticano. Evidentemente, el grupo tenía buen cuidado de ver los vídeos quitando el sonido, pues sabían lo que podía ocurrir si escuchaban lo que decían los civiles que gritaban. Las noticias de los canales "oficiales" solamente decían que los vuelos a Roma se habían cancelado por "motivos logísticos".
Antes de la partida hacia Roma, Sally llamó la atención del grupo sobre una nueva noticia: varios medios de comunicación informaban acerca de un fuerte seísmo en la zona de Krasnoyarsk, en el centro de Rusia. Krasnoyarsk, como todos recordaban, era la zona donde se encontraba Tunguska...