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La Santa Trinidad

La Santa Trinidad fue una campaña de rol jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia entre los años 2000 y 2012. Este libro reúne en 514 páginas pseudonoveladas los resúmenes de las trepidantes sesiones de juego de las dos últimas temporadas.

Los Seabreeze
Una campaña de CdHyF

"Los Seabreeze" es la crónica de la campaña de rol del mismo nombre jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia. Reúne en 176 páginas pseudonoveladas los avatares de la Casa Seabreeze, situada en una pequeña isla del Mar de las Tormentas y destinada a la consecución de grandes logros.

viernes, 16 de agosto de 2019

Aredia Reloaded
[Campaña Rolemaster]
Temporada 3 - Capítulo 2

Ilaith Canciller
Después de la experiencia con la posesión de Daradoth y de Nercier Rantor, Ilaith se reunió sin pérdida de tiempo con el príncipe Deoran Ethnos de Ladris y la princesa Diyan Kenkad de Ëvenlud. Los tres dirigentes se mostraron de acuerdo en proporcionar a todos los príncipes presentes en Eskatha una cantidad de kregora análoga a la que Ilaith lucía en su frente, y que parecía ayudar a evitar las posesiones de la Sombra. El día siguiente se repartieron diez anillos a aquellos de los príncipes que no poseían el mineral.

Galad y Eudorya tuvieron una reunión nocturna que a partir de entonces se convertiría en habitual, para comentar los acontecimientos de las últimas jornadas y darse consejo mutuo. La bisoña princesa de Nímthos expuso los problemas que tendrían las ambiciones de Ilaith en las filas de su consejo, y la necesidad que tenía de maniobrar con cuidado para evitar posibles levantamientos de los comerciantes nimthosi. Hablaron también de su amor y de su posible casamiento; era necesario planificar los esponsales rápidamente si no querían que posibles pretendientes se interpusieran entre ellos y las necesidades políticas obligaran a tomar decisiones no deseadas. Además, Galad seguía siendo fiel a su voto de castidad prematrimonial y aquello les permitiría por fin intimar de forma adecuada. Lo primero sería anunciar su compromiso públicamente, y acordaron hacerlo en un plazo corto pero en el momento justo.

Por la noche, Symeon escudó su sueño como era habitual, pero después de la experiencia en la reunión prefirió no exponerse al Mundo Onírico; la Luz sabía cuántas presencias indeseadas —y poderosas— podría encontrarse allí.

El día siguiente llegó por fin la reanudación de la Asamblea, con Ilaith como gerente. Apenas dejaron tiempo a reaccionar a nadie, y con un breve discurso a modo de prólogo, la princesa de Tarkal expuso la urgente necesidad de un cambio en la estructura política de la Confederación. Manifestó la necesidad de un nuevo cargo al que llamarían "canciller" y que tendría una prevalencia mucho mayor que la del actual "gerente". Los principados dejarían de tener tanta libertad, pero a cambio formarían un todo unitario mucho más fuerte para enfrentarse a las nuevas amenazas que habían surgido. 

Para hacer más impresionante su demostración de fuerza, Ilaith cedió la palabra primero a la barda Aythera Aldan —esta vez vestida de acuerdo a su estatus y con el pergamino dorado bien visible—, que habló en nombre de las Leyendas Vivientes y del reino de Sermia, otorgando su apoyo a Ilaith como cabeza de la Confederación; a continuación tomó la palabra Alexann Stadyr, que cumplió el papel que le había encargado el duque Estigian a la perfección: con vehementes palabras mostró el "apoyo" y "profunda voluntad de cooperación" del reino de Esthalia hacia "lady" Ilaith —era la primera vez que alguien daba tal tratamiento a la princesa de Tarkal o cualquiera de los príncipes comerciantes—. Los murmullos iban in crescendo en la sala, pero un aura de inevitabilidad se había extendido ya por ella. Ilaith estaba radiante. Y al parecer, los escribas habían estado muy ocupados las últimas noches, pues Delsin y sus colaboradores repartieron entonces copias de la gruesa Ley de Cancillería que habían redactado siguiendo las órdenes de su princesa.

Entonces llegó la parte más aburrida de la sesión: la lectura de la nueva ley, que se alargó varias horas. Los expertos legales de cada delegación tomaban sus notas y departían entre sí. Yuria y los demás se desesperaron, presas de la burocracia en su estado más puro.

Contra todo pronóstico, fue Progerion quien más objeciones puso a la ley (aparte de Wontur Serthad y la delegación de Armir, claro, que se oponían frontalmente a un cambio en la política de la Confederación), y hubo que corregir varios puntos para evitar lo que el gobernante de Bairien calificaba como "excesos en las atribuciones" del cargo. Se acordó entre otras cosas que el cargo sería elegible cada 2 años en tiempo de paz y cada cuatro años (si era posible) en tiempo de crisis. Así que Ilaith se aseguraba de momento un mandato de cuatro años. Esta matización pareció tranquilizar en cierta medida los ánimos de Armir y Adhëld, y finalmente los ujieres dieron por terminada la sesión, anunciando la celebración de la votación para el mediodía del día siguiente.

Por la noche, la delegación de Tarkal se reunió para acordar las maniobras militares que deberían ponerse en marcha inmediatamente, pero tras varias horas de discusión, la disparidad de opiniones y el agotamiento de todos los presentes hizo que Ilaith les instara a continuar aquella discusión una vez que se hubiera aprobado la ley de Cancillería y pudieran hablar con el resto de sus aliados.

El mediodía siguiente se celebró la votación después de que los leguleyos formalizaran los ajustes acordados por los príncipes en la maratoniana jornada anterior. Casi todo el mundo aplaudió o golpeó en la mesa cuando los votos positivos de Krül, Bairien, Nímthos, Ladris, Ëvenlud, Mervan, Korvan, y la propia Tarkal designaron a Ilaith como la primera Canciller de la Federación (no ya Confederación) de Príncipes Comerciantes.

Ilaith, majestuosa, subió al estrado para declamar uno de los discursos más importantes de su vida, y no defraudó. Aplicando a fondo todas sus habilidades de retórica expuso lo orgullosa que se sentía de sus "compatriotas" —ya podían llamarse así, pues habían puesto las bases para un estado unificado— y de la valentía que habían mostrado al atreverse a dar aquel paso. Acto seguido expuso su agenda de preferencias: castigar duramente a los principados rebeldes, asegurar las islas de kregora (una promesa que había hecho a sus aliados de Ladris) y dificultar las maniobras de la Sombra en su entorno colaborando con todos aquellos que se pusieran de parte de la Luz. Tranquilizó también a los príncipes de Armir, Ladris y Adhëld sobre el futuro de sus operaciones con la kregora y con los esclavos; evidentemente, el comercio de esclavos pasaba a estar prohibido a partir de entonces y era posible que el suministro de kregora tardara en restablecerse unos meses, pero se aplicarían las debidas exenciones sobre los impuestos y se otorgarían las facilidades necesarias para que los principados más afectados por el establecimiento de la Cancillería no vieran disminuida su prosperidad.

Además, Ilaith anunció la aplicación inmediata de uno de los puntos de la nueva ley: la conversión de Eskatha en Ciudad Abierta, repartida entre todos los principados, y el traslado de la capital de Nímthos a la ciudad de Serathia. Por supuesto, todo ello discutido previamente con Eudorya con la mediación de Galad.

Cuando la nueva canciller terminó su discurso, todo el mundo aplaudió.

Por la noche, Ilaith convocó un Concilio de Guerra en el Hemiciclo al que acudieron todos los príncipes y sus consejeros militares. Los príncipes de Ëvenlud y Ladris estaban especialmente preocupados por sus tierras, pues se encontraban encerrados entre los principados rebeldes. Ilaith y Yuria atendieron sus peticiones y les tranquilizaron alegando que se entraría en acción rápidamente para salvaguardar su integridad, y para eso estaban allí.

Se otorgó a Loreas Rythen el título de Comandante Supremo de los Ejércitos de la Confederación y a Theovan Devrid (marido de Karela Cysen y almirante de Korvan) el de Almirante Supremo de las Flotas. Fue un nombramiento de urgencia y no tuvo toda la pompa que la ocasión requería, pero todos fueron comprensivos al respecto.

A continuación se extendió un gran mapa de la Confederación provisto por Eudorya, y con la voz cantante de Loreas, Yuria y Galad, se procedió a trazar los planes necesarios para la reunificación de la Federación. Se acordó que, aparte de la defensa de Ladris y Ëvenlud, se enviaría una flota de 50 naves de guerra y dos legiones a asegurar las islas de kregora, y se procedería a enviar el grueso de las tropas con la intención de tomar Trapan en un plazo no superior a un mes. Yuria, haciendo gala de una visión estratégica fuera de lo normal, repartió los despachos necesarios para iniciar la invasión de Trapan en no más de diez días desde la fecha.


Tropas movilizadas para el enfrentamiento con los rebeldes.
Representadas en escala de legiones esthalias (1 águila = 1 legión)

Una vez puesta en marcha la movilización de tropas y los planes se hubieron trazado y sincronizado, el grupo, acompañado del cartógrafo Heddard Theuvos, se embarcó en el dirigible Empíreo para explorar la situación en las islas de kregora. Afortunadamente, el clima les fue favorable (para alivio de Yuria, que no sabía cómo reaccionaría la aeronave en caso de sufrir una tormenta en alta mar) y en poco más de seis días avistaban las islas.

Lo primero que pudieron divisar, siempre con la ayuda del catalejo ercestre y la profunda visión élfica de Daradoth, fue una patrulla de tres barcos de guerra, a todas luces del tamaño de galeones. No tuvieron problemas para evitar este primer obstáculo, investigar el primero de los islotes donde pudieron ver las plataformas y barcazas que revelaban una explotación de kregora, y pasar después a la segunda masa de tierra, más grande, y con una explotación más importante. Allí, anclados cerca de la instalación, se erguían dos enormes galeones negros cuya forma ya habían visto en su viaje alrededor del brazo sur del continente. Sin duda, naves de la Sombra procedentes del Cónclave del Dragón.

No pudieron explorar más a fondo, pues un escalofrío recorrió la espina dorsal de Daradoth cuando, a instancias de Symeon, que dijo haber oído una especie de graznido distante, identificó a lo lejos un familiar punto negro que volaba contra el viento hacia ellos: un corvax, una de aquellas aves infernales que les habían acechado en su viaje por el Imperio Vestalense. Sin dejar pasar ni un segundo, el elfo dio la voz de alarma y con una fuerte llamarada el dirigible se elevó por encima de la línea de nubes; Galad y Daradoth rezaron en silencio para no haber sido descubiertos: a bordo del dirigible serían presa fácil para uno de aquellos pájaros y sus jinetes. Por fortuna no fueron perseguidos pero aquello terminó de decidirles a girar en redondo y volver hacia la seguridad de Eskatha. Siete días más tarde aterrizaban en un prado cercano a la capital. En teoría, la ofensiva para la invasión de Trapan debía de llevar ya tres días en marcha...


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