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La Santa Trinidad

La Santa Trinidad fue una campaña de rol jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia entre los años 2000 y 2012. Este libro reúne en 514 páginas pseudonoveladas los resúmenes de las trepidantes sesiones de juego de las dos últimas temporadas.

Los Seabreeze
Una campaña de CdHyF

"Los Seabreeze" es la crónica de la campaña de rol del mismo nombre jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia. Reúne en 176 páginas pseudonoveladas los avatares de la Casa Seabreeze, situada en una pequeña isla del Mar de las Tormentas y destinada a la consecución de grandes logros.

jueves, 18 de octubre de 2018

Aredia Reloaded
[Campaña Rolemaster]
Temporada 2 - Capítulo 16

La Asamblea de Eskatha (IV)
Cuando volvió de su reunión con Noelan, Symeon realizó su habitual rutina de vigilancia en el Mundo Onírico. Y prácticamente por casualidad tuvo una sensación novedosa: una especie de resonancia silenciosa partía desde la situación de la sede de Tarkal en el Mundo Onírico en todas direcciones. Alguien había situado una especie de "baliza localizadora onírica" justo donde ellos se encontraban alojados. La estudió a fondo, y por suerte pudo deducir cómo había sido creada; de ese modo no le costó demasiado deshacerla. Con suerte, nadie habría podido detectarla todavía.

Improvisando aún más, el errante creó un "círculo de aviso" —no se le ocurrió un nombre mejor— alrededor de la representación onírica de la sede de Tarkal. Confiaba en que si alguien (o algo) se acercaba lo suficiente con la intención de poner otra baliza, el círculo se lo haría notar.

Por la mañana, Daradoth convocó a Alexann a la sede. Este llegó al cabo de un par de horas y el elfo dio un paseo con él por los jardines. Hablaron sobre su padre, la Daga Negra objeto de tantas suposiciones, y la lealtad de la delegación esthalia. Alexann conocía todos los detalles sobre la (según sus palabras) "maligna daga", y también aseguró que la reina le había dado órdenes de "salvaguardarla con su propia vida si era necesario". Con palabras esquivas confirmó que la mayoría de los esthalios enviados a la Confederación eran sin duda fieles seguidores de la reina Armen, excepto el cardenal y el caballero argion que al menos aparentemente mantenían una postura de neutralidad, suponía que debido a sus respectivos cargos. Como ya le había revelado hacía un par de jornadas, volvió a insistir en que la delegación había sido enviada allí a instancias de la reina para evaluar la fiabilidad de la Confederación y tomar medidas todo lo duras que fueran necesarias en caso de que no lo fueran; evidentemente, la reina no habría enviado al duque Estigian si este no fuera de su total confianza. Daradoth asintió, satisfecho, y aprovechó para hablar de una posible alianza entre Armen e Ilaith. No obstante, toda la información sobre lo que estaba pasando en el Kaikarésta (el complejo de cavernas bajo el Káikar) era cierta.

Tras la reunión con Alexann, la delegación de Tarkal fue convocada al completo a presencia de Ilaith para decidir cuál iba a ser su curso de acción con la delegación de Undahl. Tras discutir los pros y los contras, decidieron que se reunirían con ellos. Además, también se organizó una reunión con la delegación esthalia cuando Daradoth habló de los posibles intereses comunes de Ilaith y Armen.

A mediodía sonaron las trompetas y las campanas del distrito portuario. Las delegaciones de Bairien y Krül por fin hacían acto de aparición en Eskatha. La multitud se reunió para ver pasar a los príncipes Agiond Ónethas, Vanius Eloras y sus respectivos séquitos. El grupo acudió a contemplar el paso de la comitiva, preocupados por sus posibles acompañantes, pero todo parecía en orden; Progerion cabalgaba al lado de su padre y no había representantes de la Sombra en sus filas. Se miraron, aliviados. Desde un discreto segundo plano, Galad invocó la gracia de Emmán para detectar posibles enemigos en los integrantes de los séquitos; Agiond Ónethas y Gisaus Athalen (la delegación de Nímthos había salido a recibir a Bairien en gesto de deferencia) eran a todas luces enemigos de su religión, así como algunos miembros más de la comitiva. El paladín tomó buena nota.

Mientras tanto, Suarren se encontraba con Taheem y Symeon en una taberna de lujo realizando sus habituales pesquisas para encontrar a los comerciantes que había visto en Asyra Sottran. Y por fin reconoció a uno de ellos cuando entró por la puerta: Torevan Aeras, de Ladris. Haciéndose el encontradizo, Suarren le mintió acerca de unos negocios que se traía entre manos con un comerciante de esclavos que traía "mercancía muy jugosa". A Torevan se le iluminaron los ojos cuando oyó que en la caravana de esclavos había niños... una mueca de asco habría acudido a los rostros de Symeon y Taheem, sentados en una mesa cercana, si hubieran entendido el idioma demhano, pero lo único que podían hacer era confiar en Suarren y velar por su seguridad. Hablando de otras cosas mientras bebían, Torevan reveló que no se encontraba en la delegación del príncipe Deoran de Ladris debido a ciertos negocios urgentes de los que había tenido que ocuparse, y mostró su frustración al comprobar que la Asamblea se había retrasado tanto que efectivamente le habría dado tiempo de asistir. Los dos comerciantes quedaron para el día siguiente en una taberna de la parte alta para concretar sus negocios. Poco rato después, Symeon compraba una cantidad considerable de drogas narcóticas por si surgía la oportunidad de usarlas con Torevan.

Al atardecer, llegó un mensajero a la sede. Un senescal buscó rápidamente a Yuria, a la que el recién llegado entregó un trozo de papel cuidadosamente doblado. El mensaje estaba en clave, y la entrega a Yuria había sido realizada con toda la intención. La ercestre no tuvo demasiados problemas para descifrarlo una vez que entendió la clave. En el mensaje, Progerion Ónethas convocaba con urgencia a Ilaith a una hora de la noche en un discreto jardín de la parte oriental de la ciudad. A la hora especificada se encontraban con el príncipe heredero de Bairien, todos vestidos discretamente. Con gesto serio y en voz baja, Progerion reveló que el retraso de sus delegaciones había sido provocado por la llegada de un inesperado visitante a su principado: Robeld de Baun, marqués de Arnualles, uno de los nobles más importantes y reconocidos del reino de Esthalia. Todos se miraron sorprendidos, pues lord Robeld debía de ser prácticamente el único noble esthalio que había sobrevivido a la extraña enfermedad que había acabado con la vida de un número considerable de ellos. El marqués había acudido a Bairien con la intención de buscar aliados para sus ambiciones, que resultaron ser muy elevadas. No quería otra cosa que hacerse con el Trono del León (el trono de Esthalia) y ya contaba con el apoyo de "gran parte de los nobles fronterizos del sur del reino", según sus palabras. Por supuesto, el padre de Progerion ya había empezado a elucubrar sobre los posibles beneficios de una guerra abierta en Esthalia y su situación en el bando ganador, y seguramente su intención era proponer algún tipo de acuerdo con Robeld de Baun en la Asamblea.

Agradeciendo a Progerion la información que les había revelado e informándole a su vez de sus planes con Suarren y los comerciantes, el grupo e Ilaith se marcharon en silencio, extremadamente preocupados por las noticias.

Después pasaron a desarrollar un plan para capturar al comerciante Torevan. En la reunión del día siguiente, Suarren afirmó que el esclavista se encontraba en la ciudad de Sugelia, por donde el grupo ya había pasado de camino a Eskatha. Mintió diciendo que el presunto mercader de esclavos no había podido acudir a Eskatha debido a la naturaleza "peculiar" de su mercancía -que incluía niños-. Así, aprovecharían el viaje para hacerse con Torevan y que nadie lo echara en falta en unos cuantos días al menos.

Esa misma mañana tuvo lugar la reunión con la delegación de Undahl. Al llegar a su edificio, lo primero que llamó la atención de Yuria fue la alta proporción de ástaros que formaban parte de sus filas. Tras la recepción y el acomodo en la Sala Principal, el encuentro transcurrió en términos educados pero extremadamente tensos. La elfa oscura, a la que el príncipe Rakos presentó como Helitzzë, estuvo prácticamente todo el tiempo callada y mirando valorativamente a toda la delegación tarkalia, mientras que el minotauro Hrarrh'Snagh intervino algo más, con voz brusca y estentórea pero luciendo unos modales bastante adecuados. Además, en la delegación de Undahl había otras dos personas que llamaban la atención, un vikingo que permaneció silencioso y un kairk ya casi anciano llamado Svalden Theukas. Yuria le saludó efusivamente, pues lo reconoció como el renombrado cartógrafo que era ante la sorpresa del hombre; la ercestre le felicitó, pues muchos de los mapas que había utilizado en sus primeros años en el ejército habían sido obra suya. Aunque el príncipe Rakos intentó disimular, no pudo evitar un leve movimiento de ceja cuando Yuria reconoció al kairk, al igual que el tío abuelo de Rakos, Hegrolius, e Ilaith. Svalden sonrió, halagado, y dirigió muchas palabras amables a "una muchacha tan agradable e inteligente"; parecía increíble que estuviera sentado del mismo lado que una elfa oscura y un minotauro. Cuando se iba a sincerar sobre su presencia en la delegación de Undahl, alguien lo interrumpió e impidieron que continuara la conversación.

Llegados al punto culminante de la conversación, la oferta del príncipe de Undahl fue bastante clara: ofrecía una parte de la explotación de kregora a Ilaith a cambio de su apoyo militar prácticamente incondicional para futuras campañas. El asunto les causó muy mala espina, y las palabras del príncipe dejaban entrever que además de estar enterado de los últimos avances de Tarkal en materia militar le preocupaba una posible alianza de Ilaith con "elementos indeseados", refiriéndose a Daradoth y los elfos. La princesa de Tarkal respondió con evasivas, haciendo gala de sus extremadamente afiladas dotes diplomáticas y dialécticas, y sin llegar a ningún acuerdo concreto, la reunión acabó y volvieron a su sede. Las sensaciones eran diversas: unos pensaban que la reunión había ido mejor de lo esperado mientras el resto no estaba tan seguro. Daradoth reveló también que tanto el extraño artilugio parecido a un sonajero que la elfa oscura portaba en la cintura como la torques que el minotauro lucía en el poderoso cuello contenían una cantidad de poder que no podía determinar. Galad, por su parte, también compartió con ellos que Emmán le había revelado como enemigos de su fe a casi todos los acompañantes de Rakos, excepto al vikingo, a Svalden y al propio hermano del príncipe, Borevan Ternal.

Por la noche, Symeon no tardó mucho en recibir el aviso del círculo de detección que había puesto alrededor de la representación onírica de la sede, así que se apresuró a acudir allí. Durmiéndose casi al instante, no le costó nada entrar a la realidad del sueño. Y allí estaba, una figura encapuchada pero sin el suficiente control —al igual que él— para ocultar su identidad en un estado de tensión, con lo que en pocos segundos Symeon la reconoció como Helitzzë, la elfa oscura de la delegación de Undahl. Los instantes siguientes fueron frenéticos: Symeon la retuvo, la atacó y la encadenó, intentando infligirle todo el "daño" posible, mientras ella se desplazaba, se zafaba e intentaba hacer lo propio con él. Finalmente, la elfa consiguió escapar del Mundo Onírico bastante dañada, a juicio del errante. Con suerte no entraría allí en varios días.

La mañana siguiente tuvo lugar la reunión de rigor con la delegación de Krül, a la que Ilaith acudía sin muchas expectativas, pues todo el mundo sabía que el príncipe Vanius Eloras, cuñado de Agiond Ónethas (aunque ya viudo), no era sino un títere de este último. La reunión empezó con las conversaciones de trámite en las que se notaba que Vanius asumía su papel de príncipe de paja y mecanizaba las respuestas y las expresiones. Pero el grupo tenía planes muy distintos en su trato con el príncipe de Krül. Pronto, Galad, Yuria y Daradoth empezaron a tratarlo como tratarían a cualquier otro príncipe, a lo que se notaba que Vanius no estaba acostumbrado. Ilaith se sumó a la actitud de sus compañeros, comprendiendo al instante lo que trataban de hacer, y por supuesto Meravor contribuyó a potenciar los efectos de sus palabras. El vino empezó a correr más rápidamente, con el príncipe Eloras encontrándose cada vez más a gusto (Meravor sonreía de medio lado). En un momento dado, todos se sobresaltaron cuando Vanius rompió a sollozar quejándose amargamente de que llevaba veinticinco años siendo el pelele del príncipe Agiond (y denostado por los otros príncipes) porque este tenía pruebas de que Vanius había matado a su esposa y hermana del primero. Cuando se dio cuenta de lo que había dicho, Vanius pareció encogerse de puro terror, así que Daradoth decidió hacer un aparte con él y procurar que recuperase la compostura; una más que inspirada charla persuasiva del elfo hizo que Vanius se irguiera de nuevo y entrara en una situación de confianza con él (quizá también por la influencia previa de Meravor). Daradoth lo convenció para que saliera de una vez de los faldones de Agiond y se aliara con Ilaith, de una forma muy discreta, eso sí. Vanius aceptó, por supuesto, y también le confió que estaba en posesión de cierta información (sobre Asyra Sottran) que podía acarrear la caída en desgracia de Agiond. Daradoth sonrió.

Una dificultad añadida era que en la delegación de Krül había dos miembros que portaban el apellido Ónethas: un hombre, Storas, y una mujer, Alyss. Familiares del príncipe Agiond, quizá eran informadores de Bairien, así que todos se fijaron en ellos durante el episodio de rabia de Vanius. Alyss lo había mirado con seriedad e incredulidad, mientras que Storas había tenido una mueca más socarrona y sonriente. El príncipe volvió a la sala acompañado de Daradoth con una actitud muy diferente de la que había tenido al marcharse. Anunció sus planes de acuerdo con lady Ilaith y su intención de recuperar el status de Krül como principado de pleno derecho; Ilaith, por supuesto, le prometió que a cambio le apoyaría en sus pretensiones. Acto seguido, pasó a mirar fijamente a los Ónethas, Storas y Alyss. Para sorpresa de todos, Storas aplaudió ligeramente y se rió, afirmando que ya era hora de que Vanius "tuviera los arrestos" de enfrentarse a su tío. Anunció su apoyo incondicional al príncipe y sus mejores deseos. Todos se miraron aliviados; ahora sólo quedaba el escollo de Alyss, que se mostraba aterrada por lo que se hablaba allí. No obstante, finalmente, con la presencia de Ilaith, la persuasión de Galad y la influencia de Meravor, Alyss dio su brazo a torcer; aun así, Vanius les aseguró que pondría a los dos Ónethas bajo la vigilancia de personas de su confianza. Se le notaba con mucha más confianza en sí mismo.

Una vez que la delegación de Krül se marchó, todos se felicitaron por el resultado de una reunión que, de suponer a priori intranscendente, había resultado ser extremadamente productiva. Sin embargo, el encuentro había durado más de seis horas, y eso tenía que haber llamado sin duda la atención del resto de delegaciones, cuyos encuentros con Vanius apenas llegaban a la media hora, o ni siquiera tenían lugar.

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