El Comerciante Suarren |
Previamente, Yuria y Taheem habían partido de madrugada al mando de una cincuentena de hombres de Tarkal con la intención de tender una emboscada a Torevan en un punto alejado de cualquier población que la ercestre había calculado cuidadosamente con la ayuda de detallados mapas de la zona.
La emboscada, más o menos a tres cuartos de camino, no les planteó demasiados problemas. La superioridad numérica y las ballestas de los guardias de Ilaith pronto hicieron desistir a los guardias de Torevan de oponer ninguna resistencia; además, cuando Symeon se llevó bruscamente a la hija del comerciante de su lado, este pareció perder su ánimo de combate. Con los prisioneros ocultos bajo mantas en varios carromatos, llegaron por fin a Sugelia y se dirigieron directamente a la mansión del rico comerciante Estheoras, que ya había alojado a la delegación de Tarkal en su camino hacia Eskatha. De hecho, Ilaith les había dado una importante cantidad de joyas para pagar a Estheoras por los gastos que ocasionaran los prisioneros mientras los mantenía retenidos en sus dominios, y por supuesto Yuria se las entregó en el interior de un pequeño cofre.
En la mansión de Estheoras llevaron a cabo un pequeño interrogatorio a Torevan, haciéndole creer mediante algunas argucias que estaban torturando a su hija en una habitación cercana. El comerciante no resistió prácticamente nada, derrumbándose en cuanto oyó el primer grito fingido, y narró todas y cada una de las depravaciones que había llevado a cabo en Asyra Sottran. Verdaderas barbaridades que hicieron asomar una mueca de asco a la cara de Galad y casi hacen a Yuria vomitar. No conocía a nadie más que visitara la isla, solo a Suarren, eso lo juraba y perjuraba, pero acordó declarar en la Asamblea si no hacían daño a Elidh, su hija. El resultado había sido bueno, y el día y medio de vuelta a Eskatha con Torevan prisionero y oculto transcurrió sin incidentes.
Duque Woderyan Estigian |
Ya con los demás de vuelta y con Torevan a buen recaudo en los sótanos de la sede, llegó un mensaje procedente de la sede de Krül, de parte del príncipe Vanius. No le había quedado más remedio que apresar a uno de los hombres de Agiond, que había acudido a reunirse con Alyss. La mujer no había traicionado los nuevos acuerdos, pero por lo visto la falta de información había agitado a la delegación de Bairien y alguien había acudido a conversar con ella. No habían tenido tiempo de reaccionar y precipitadamente habían decidido encerrar al hombre hasta decidir qué hacer. Discretamente, visitaron a Vanius y le tranquilizaron, asegurándole que arreglarían aquello.
Más tarde, Symeon se reunía con Noelan y Galad paseaba por un discreto jardín con Eudorya. Los gestos de amor de la pareja, a pesar de la reticencia de Eudorya, eran cada vez más difíciles de reprimir, y la guardia de eunucos de la muchacha tenía cada vez más trabajo para separarles y hacerles guardar las formas. Según dijo Eudorya, la actitud de su padre hacia Ilaith había parecido empeorar un poco desde que Nimthos había recibido la visita de Agiond y la delegación de Bairien un par de días atrás. Por su parte, Noelan reveló a Symeon que Velonia Wodrenn había estado reuniéndose por su cuenta con las delegaciones de Bairien y Nimthos, cosa que el errante no tardó en compartir con el resto del grupo.
Esa noche, tras discutir largo y tendido sobre las alianzas a establecer y las acciones a realizar, recibieron una nueva visita de la delegación esthalia. El asunto del marqués de Arnualles había convencido al duque Estigian de que había llegado el tiempo de revelar sus cartas y establecer las alianzas necesarias. Aunque no había recibido todavía contestación de la corte de Nátinar (era imposible, pues solo hacía dos días que había enviado los halcones con la información), como Grande de Esthalia, Alto Miembro de la Corte y Guardián del Reino tenía la prerrogativa de ejercer acciones diplomáticas con plenas labores ejecutivas en tiempo de crisis. Así que transmitió su deseo de celebrar un encuentro a tres bandas entre su grupo, la delegación de Tarkal al mando de Ilaith, y la delegación de Mervan al mando de Nercier Rantor.
De madrugada, la reunión se celebró en la sede de Tarkal, ante la impaciencia de Ilaith y la desorientación del resto de la delegación, que no llegaban a entender muy bien el porqué de aquel encuentro. No obstante, tales dudas quedaron aclaradas sin demasiada tardanza, pues el duque Estigian tomó la palabra para comentar la estrecha relación que unía a Mervan con Esthalia, y su condición de "principado satélite" del Reino. Mervan era el as en la manga de Esthalia para una posible futura acción de guerra contra la Confederación (Esthalia tenía varias legiones destacadas en Mervan, según dijeron), y la actitud de Tarkal unida a la situación con Robeld de Baun le habían convencido para plantear una alianza que incorporase a Ilaith a la lucha que se avecinaba. "Así que después de todo", pensó Yuria, "el príncipe Nercier no era tan apático como aparentaba".
Tras superar la sorpresa por la revelación, las dotes diplomaticas pronto hicieron acto de presencia en las palabras de Ilaith, Delsin, Ernass y los demás. Pronto se encontraron discutiendo cómo tratar de sacar el máximo provecho de sus respectivas fuerzas y conocimientos, y por supuesto una de las primeras cosas que se acordó fue que Mervan apoyaría la candidatura de Ilaith a la Gerencia de la Confederación (y veladamente, se dejó entrever que quizá algo más) para conseguir su apoyo a Esthalia y el abandono del comercio con el Káikar y el Cónclave y el tráfico de esclavos. Pero la tensión volvió a hacer acto de aparición cuando, después de que el duque preguntara cuál era la actitud de los elfos en todo aquel embrollo e Ilaith le contestara que Daradoth era un diplomático "en avanzadilla" que había accedido a aliarse con Tarkal, el elfo preguntó a Woderyan directamente acerca del conflicto entre sus majestades el Rey Randor y la Reina Armen. La actitud de los esthalios cambió radicalmente, y las sonrisas previas tornaron en gestos serios mientras que Nercier y sus compañeros miraban hacia ellos en busca de alguna explicación. No pasó mucho tiempo antes de que los esthalios se despidieran y acabaran el encuentro precipitadamente.
Poco tiempo después, Symeon establecía sendos círculos de aviso en el Mundo Onírico alrededor de la sede de Mervan y la residencia de la delegación esthalia, y Galad se reunía con lady Ilaith para intentar averiguar cómo dar al traste con el compromiso entre Eudorya y el príncipe Deoran de Ladris. Con la ayuda de Keriel Danten, la experta en leyes de la delegación de Tarkal, acordaron que lo más adecuado sería tratar el asunto en la Asamblea, pues tal compromiso podría llevar a un aumento intolerable de poder de los dos principados. Sería trabajoso, pero existía la posibilidad de llegar a buen puerto si demostraban que Eudorya no estaba dispuesta a renunciar al principado de Nimthos, o si conseguían hacer abdicar a Gisaus.
A media mañana del día siguiente se reunieron por fin con la delegación de Bairien, con Agiond Ónethas a la cabeza, flanqueado por sus hijos Progerion y Surelion y su hermano Esthian. La reunión fue fría y educada, y se trataron asuntos puramente comerciales. Agiond aprovechó para acabar con algunos de los intercambios entre Tarkal y Bairien, como Ilaith ya había sospechado, así que esta no hizo nada por mantenerlos, pues prefería acabar con el trámite rápidamente.
Por la tarde se reunieron de nuevo con la delegación de Mírfell, intentando negociar con el príncipe Verthyran la concesión de uno solo de los principados de sus primos en lugar de los dos, pero se mostró poco receptivo y a instancias de Ernass decidieron dejar la negociación para una reunión posterior.
Por la noche, la ronda de Symeon por el Mundo Onírico no reveló nada anormal, y por su parte Galad pidió inspiración a Emmán para que le enviara visiones en su sueño sobre la familia Athalen, los gerentes del principado de Nimthos...
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