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La Santa Trinidad

La Santa Trinidad fue una campaña de rol jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia entre los años 2000 y 2012. Este libro reúne en 514 páginas pseudonoveladas los resúmenes de las trepidantes sesiones de juego de las dos últimas temporadas.

Los Seabreeze
Una campaña de CdHyF

"Los Seabreeze" es la crónica de la campaña de rol del mismo nombre jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia. Reúne en 176 páginas pseudonoveladas los avatares de la Casa Seabreeze, situada en una pequeña isla del Mar de las Tormentas y destinada a la consecución de grandes logros.

jueves, 30 de abril de 2020

El Día del Juicio
[Campaña Unknown Armies/FATE]
Temporada 3 - Capítulo 4

En las Cloacas. Una Tarjeta Dorada.

En la CCSA y con Tomaso ya de vuelta después de despistar a sus perseguirores refugiándose en la iglesia de su primo, Derek pidió los planos del alcantarillado debajo y en los alrededores del edificio gótico de los Leone. Los planos llegarían al día siguiente. Investigaron también sobre la existencia en esta nueva realidad de Robert Mc Murdock y el Polvo de Dios. Al parecer, Robert se había retirado de la vida pública hacía un par de años y ahora vivía en su mansión de Suiza; del Polvo de Dios no había rastro por ningún lado; intentaron buscar también información sobre el polvo rojo procedente de meteoritos que en su vida anterior se había llamado komerievo, pero tampoco encontraron nada.

El Edificio Leone
Omega Prime contactó con Sally. Según les contó la periodista, los hackers se habían hecho con varias páginas borradas hacía tiempo en las que se reportaba que "una extraña columna de sombras" se había alzado del edificio Leone hacía quince años, en el dos mil.  Un poco más de investigación por parte del grupo, reveló que a lo largo del mundo habían sucedido acontecimientos muy similares. Concretamente, en el mismo año otra columna se había alzado en Varsovia, y en años anteriores y posteriores en Los Ángeles, Singapur, San Petersburgo, y sobre las pirámides de Gizeh. Cuando se enteró de esto, Patrick envió sendos correos a profesores amigos suyos en San Petersburgo y Los Ángeles, pidiéndoles ayuda veladamente sobre los eventos de las columnas de sombra.

Investigando un poco más sobre Casandra, la prometida de Salvatore Leone, no les costó nada averiguar que era una de las hijas del don de la familia Gambini, de Nueva Jersey. "¿Quizá se está gestando una alianza entre los Leone y los Gambini?", pensó Tomaso, interesado por las consecuencias que podía tener aquello en el equilibrio de poder en la Comisión.

Ya en casa, Patrick vivió otra de las habituales riñas con su mujer, Helen. Ella le echó en cara que últimamente no apareciera por casa y su extraño comportamiento en los últimos días. Lloraba desconsoladamente, y el profesor, con la habitual copa de whisky en la mano, descargaba su estrés y frustración sobre ella. El alcohol finalmente logró su efecto y Patrick durmió mientras su esposa se acurrucaba en otra habitación.

Sigrid, por su parte,  llamó a Ramiro, su marido, para ver si le podía dar algo de información sobre la existencia de "cábalas sexuales", porque gracias a los conocimientos adquiridos en la realidad anterior, sospechaba que quizá la relativamente nueva afición de Salvatore Leone a los servicios de prostitución tenía que ver algo con aquello. Ramiro le confirmó que conocía la existencia de adeptos de ese tipo, pero no le pudo dar ninguna otra información de interés.

El día siguiente Derek recibió los planos del alcantarillado y gracias a las habilidades bibliománticas de Sigrid, esta pudo leerlos sin problemas; indicó todas las salidas al recinto del edificio y las posibles entradas a una distancia razonable. También señaló varios túneles interesantes que pasaban justo debajo de la mole gótica. A continuación, el grupo entabló una larga discusión sobre la conveniencia de entrar o no al edificio. Sally se mostró especialmente precavida sobre el plan que propuso Derek: pedir un permiso para realizar una inspección del alcantarillado dentro del edificio.

 —Ahora mismo contamos con el factor sorpresa si decidiéramos acceder por el subsuelo —dijo la periodista, vehemente—; pero si entramos allí para inspeccionar las bocas de alcantarillado, es posible que lo único que logremos es llamar su atención sobre algo que ni siquiera habían reparado hasta ahora.

Todos vieron la lógica en lo que decía Sally, así que dejaron de lado de momento el plan de la inspección sanitaria. Aun así, Derek dio la orden para iniciar la tramitación del permiso; no haría daño tenerlo. En lo que sí se mostraron todos de acuerdo fue en pedir también un permiso para sobrevolar la zona en helicóptero. Si les denegaban el permiso o sucedía algo raro, desde luego sabrían a qué atenerse. Por tanto, iniciaron también el trámite del permiso de sobrevuelo.

A continuación, Derek destinó a los agenetes Margaret y Stuart para vigilar el entorno del edificio donde vivía Tomaso habitualmente (en ese momento le habían habilitado un despacho de la CCSA como habitación y dormía allí). No pasó mucho tiempo antes de recibir noticias: a mediodía los agentes reportaron que habían visto al menos a dos personas sospechosamente interesadas en la actividad del edificio.

Mientras tanto, Sigrid recibía una llamada de Emil Jacobsen. Después de afables saludos y frases amables, el bibliomante ordenó a Sigrid que reservara el sábado. Le informó de que tenía un negocio importante entre manos, y el sábado debería encontrarse con un contacto, una mujer, que le iba a proporcionar "una mercancía muy jugosa". Emil se despidió diciendo que le daría más información durante la semana, a medida que fuera concretando cosas.

Una vez acabada la reunión, Patrick se desplazó a las inmediaciones del edificio Leone para hacer uso de su especial habilidad para percibir alteraciones del continuo de la realidad. Y, efectivamente, detectó una alteración bastante importante por debajo del nivel del suelo. Agitado, volvió rápidamente para compartir la información con sus amigos. Eso le convenció de la conveniencia de acceder a través del alcantarillado, pues podría acercarse al punto de la discontinuidad y quizá averiguar más cosas.

Tomaso se dedicó a investigar más profundamente sobre el edificio gótico, y al cabo de unas horas dio con la información ocultista que había sospechado que existía, y que le apasionaba. El edificio había sido construido en el siglo XIX sobre una especie de templo de alguna extraña secta de la que no obtuvo referencias. Y durante las primeras décadas de su existencia había servido de refugio a diabolistas y personas acusadas de brujería. Se mencionaban posesiones en su interior, y la creencia durante muchos años de que el lugar estaba maldito (de ahí su uso como refugio de gentes malditas).

También investigaron acerca de la candidatura de Dan Simmons, que había devenido en su elección como alcalde. "El Hombre Malo" (en realidad no parecía apodarse así en esta existencia) se había presentado como candidato independiente, y aquella era la primera ocasión que un candidato independiente se había alzado con la victoria en una ciudad importante. Rascando un poco más, llegaron a un dato revelador: la empresa UltraMarket había sido una de las que había contribuido a la campaña de Simmons. Todos se miraron al descubrir este hecho y darse cuenta de que volvían a estar en el juego de un entramado corporativo con muy mala pinta.

Por la tarde, Sigrid se dirigió de nuevo a leer a la sección  de libros raros de la Biblioteca Pública, protegida por Jonathan, como ya había hecho en ocasiones anteriores. Las cargas bibliománticas le parecían más necesarias que nunca, y no podía dejar pasar la ocasión de obtenerlas ni un día más. Así pasó varias horas, y cuando se encontraba recogiendo para volver a la CCSA, recibió otra llamada importante: el nombre de Paul Van Dorn brillaba en la pantalla de su móvil. Se saludaron amigablemente, pero el rostro de la anticuaria no tardó en mudar a un semblante de seriedad cuando Van Dorn utilizó prácticamente las mismas palabras que Jacobsen e instó a Sigrid a reservar el sábado para "encargarse de un negocio importantísimo".

 —El sábado tendrás que encontrarte con la marchante, una tal "Taipán".

Sigrid intentó hacer ver que el sábado ya lo tenía cubierto, pero Van Dorn se mostró inflexible, y su voz tornó en un tono amenazador, así que la anticuaria no tuvo más remedio que callar y aceptar. Pocos segundos después de colgar, llamó a Ramiro de nuevo, pidiéndole información y consejo. Ramiro no pudo decirle gran cosa, sólo que la tal Taipán le sonaba de los corrillos ocultistas, pero poco más.

 —Ya te dije que no deberías jugar ese doble juego, Sigrid —le adviertió el librero español—. Si alguno de los dos se entera de que estás haciendo negocios con el otro, no sé lo que va a pasar. Es tu puñetero complejo de creerte más lista que los demás, espero que no tengas que arrepentirte... y además...

 —¿Además, qué, Ramiro?

 —Mañana salgo hacia Austria; parece que algo gordo ha pasado allí. Uno de los bibliomantes de la Logia Europea tiene algún problema y hay que prestarle ayuda.

Unos minutos después colgaron, recomendándose tener cuidado el uno al otro.

La mañana siguiente amaneció con todos los informativos reportando un atentado terrorista en el sur de Manhattan, concretamente en la sede de ¡Weiss, Crane & Associates! Todos sintieron un escalofrío; era la primera noticia que tenían sobre el bufete de abogados en esta encarnación. El atentado se había producido a las dos de la mañana, y lo más extraño era que se reportaban al menos diez muertos y otros tantos heridos en el personal de la empresa. ¿Era normal que trabajara tanta gente hasta altas horas de la mañana en una oficina del distrito comercial? Dirían que no, pero tratándose de WCA, sus mentes ya no podían sino pensar en algún tipo de conspiración. Derek no tardó en enviar a Margaret y Stuart a investigar en el entorno del bufete.

Poco después, Tomaso recibía una llamada telefónica de Jimmy el Sonriente.

 —Tomaso, ¿qué has hecho? —Jimmy parecía conmocionado— ¿qué has hecho, por el amor de Dios? Los Leone me han despedido, y no sé nada de los otros con los que estuvimos la otra noche de fiesta. Y creo que hay unos tipos que me siguen. Apenas me acuerdo de nada de aquella noche, joder qué resaca tenía. ¿Te dije algo que no debía? Tienes que ayudarme, colega, no sé qué pasa.

Tomaso le colgó rápidamente, diciéndole que él le llamaría, e informó al resto. A los pocos minutos, se encontraban montados en la parte de atrás de una furgoneta para que Tomaso contactara de nuevo mientras se encontraba en movimiento. Volvió a hablar con Jimmy, y quedó con él en encontrarse en un sitio público y controlado; el maleante insistió en que alguien le seguía y que tenían que verse cuanto antes, pero Tomaso le contestó dándole largas; aquello apestaba a trampa.  

Más tarde, el grupo decidió ponerse en marcha y dirigirse a explorar las alcantarillas del entorno del edificio Leone. Se pertrecharon con todo lo necesario, movilizaron a otros cinco agentes, y se dirigieron hacia allá. 

Justo en ese momento, Sigrid recibió otra llamada. Un mensajero tenía un paquete muy importante para ella. Decidió desviarse hacia su ático mienras el resto del grupo montaba la carpa y abría una de las bocas de alcantarilla para acceder al subsuelo. Una vez en su portal, se encontró con un muchacho joven, sin uniforme ni distintivo, que esperaba en conserjería. El chico le entregó el paquete y se marchó rápidamente llamando por su móvil, sin pedirle firma ni entregar justificante alguno. El paquete tenía como remite las iniciales "PVD"; Van Dorn. El paquete era una carpeta que contenía varios papeles; entre ellos, una foto de la tal Taipán, un informe con instrucciones sobre la negociación que debería mantener, y una tarjeta dorada, que llamó la atención de Sigrid. La tarjeta tenía varios hologramas impresos, seguramente también algún chip, y en letras de un dorado más oscuro, se podía leer:

ALBERGUE ORFEO
Uso Único

Abrió mucho los ojos. Sin duda, aquella era una de las tarjetas que proporcionaban acceso al edificio gótico propiedad de los Leone. Tras quedarse inmóvil unos segundos, guardó toda la documentación y volvió con sus compañeros, que no ocultaron su sorpresa cuando les enseñó la tarjeta. Una vez más, sus habilidades bibliománticas le permitieron leer los planos y junto con otro de los agentes guió a sus compañeros en la dirección del edificio.

Hasta que llegaron a un muro que no debería estar allí. El túnel donde se encontraban acababa abruptamente en una pared que era a todas luces más moderna que todo su entorno. Se miraron, suspicaces. Patrick no pudo detectar ninguna alteración del continuo de la realidad a pesar de que se encontraba mucho más cerca de lo que lo había estado en el exterior; pero era una habilidad traicionera, y esta vez casi se desmaya; el mareo resultante le duraría varias horas.

Sigrid vio en los planos una posible vía alternativa, y los condujo hacia allí. El camino era más difícil, con más agua, ratas y mierda. "Menos mal que llevamos equipo impermeable y máscaras", pensó Patrick, "si no, habría vomitado ya varias veces".

Distinto muro, pero mismo resultado: camino cerrado. Derek dio un puñetazo contra la pared. 

 —Hay una tercera vía —informó Sigrid, señalando un punto en el plano—, pero más impracticable aún.

Decidieron, ya que tenían el equipo adecuado, seguir la tercera vía. Esta vez el agua superaba la altura de su cintura, y en más de una ocasión sintieron algo que les rozaba las piernas. Hasta que tuvieron que detenerse de nuevo.

Limpiando el vaho del visor de su máscara antigás, Patrick maldijo en silencio; el paso estaba taponado por una reja de grueso acero que cubría todo el túnel; dejaba pasar el agua, pero nada más.


sábado, 11 de abril de 2020

El Día del Juicio
[Campaña Unknown Armies/FATE]
Temporada 3 - Capítulo 3

Vigilando a Salvatore. La Emboscada.
Decidieron que el mejor curso de acción sería poner bajo vigilancia a Salvatore Leone; Derek aprestaría turnos de patrullas para controlar los pasos del maleante y Tomaso, por su parte, intentaría inquirir por medio de sus contactos en qué "negocios" se hallaba involucrado últimamente el bueno de  Salvatore.

Salvatore Leone,
hijo de Francesco Leone
Durante el turno en que Derek y Sigrid ejercían la vigilancia del capo mafioso, lo único reseñable fue que visitó junto con cuatro de sus hombres un lujoso burdel al norte del distrito. Nada denotaba que fuera un burdel a simple vista, pero un par de consultas en Internet bastaron para identificarlo como tal. Por investigaciones previas y por los contactos de Tomaso, habían averiguado previamente que Salvatore estaba prometido con una tal Casandra; los contactos de Tomaso incluso habían asegurado que Salvatore se había hecho muy aficionado a las prostitutas en los últimos tiempos. 

 —Haz todas las fotos que puedas, Sigrid —dijo Derek—. Quizá si tenemos evidencias de sus visitas a burdeles ganemos la ventaja que necesitamos para presionarle.

Patrick aprovechó para pasar ese día algo de tiempo con su mujer, Hellen, que llevaba realmente mal la posesión de Lupita, su pequeña hija adoptiva. Pero como por desgracia venía siendo habitual (en esta vida nueva), acabó bebiendo más de la cuenta y discutiendo con ella.

Por la noche, Tomaso se encontró con varios de sus contactos mafiosos para "tomar una copa". No fue solo una copa, porque quería hacerles soltar la lengua, y la noche se hizo larga. Habló sobre la yakuza, y su posible implicación en un crimen en Brooklyn (el asesinato de Robert Heart y su familia); Seb Castelli,  uno de sus compañeros, afirmó que eso "le parecía muy raro", y que "era imposible"; si los "putos japos" asomaban la cabeza por la ciudad, no tardarían en tener a La Comisón al completo arrancándoles la piel a tiras. "Interesante".

Fue otro de sus colegas de juerga, Jimmy "el sonriente" Duke, "proveedor de servicios" para la familia Leone, quien le comentó algunas cosas curiosas sobre Salvatore. Aparte de su aparente obsesión por el sexo con prostitutas, Jimmy le habló del nuevo negocio del "niño" (así llamaban al joven capo).

 —¿Por qué preguntas eso? —espetó el maleante, arrastrando las "s" más de la cuenta—. ¿Es por ese nuevo negocio en el que anda metido el "niño"? ¿No te has enterado? Parece que la familia Leone es la flamante nueva propietaria de un edificio, una antigua embajada de no sé qué país, y han montado una especie de hotel al que se accede solo por invitación.

Jimmy le proporcionó la localización del hotel, que luego, con una resaca terrible, Tomaso compartió con sus compañeros en la sede de la CCSA. En esa reunión, en la que también se encontraba Sally (a la que habían hecho miembro de la compañía a todos los efectos),  decidieron pedir a los Omega Prime que investigaran si Salvatore estaba metido en algún negocio que su padre Francesco no supiera. También comentaron las características del broche que habían encontrado en el apartamento de Robert Heart, y donde, por cierto, los científicos de la CCSA habían encontrado trazas de cianuro. Lo que sí parecía evidente era que el  broche tenía imaginería Yakuza, y no tardaron en relacionar eso con el Dan Simmons de antes de ra recreación; pero ni Patrick ni Sigrid creían que los asesinos japoneses fueran tan torpes como para dejar una evidencia semejante en el lugar del crimen, a no ser que alguien hubiera interferido en el proceso; no obstante, en el apartamento no había signos de enfrentamiento, con lo que para el procesor y la anticuaria, era evidente que aquel broche había sido "plantado" en la escena para desviar la atención o quizá para incriminar a los japoneses.

Derek no tardó en acercarse a la localización del edificio que había conseguido Tomaso. "Pintoresco, cuanto menos", pensó. El edificio lucía una línea gótica muy al estilo de los comics de Batman, casi parecía sacado de Arkham City. Era bastante grande, y ocupaba toda la manzana dode se encontraba. Las paredes eran austeras y en la planta baja no había negocios, lo único que se podía ver eran cristales tintados que no dejaban ver el interior. En lo alto, volutas y gárgolas se alzaban amenazantes. En realidad, ahora que Derek lo pensaba, no era raro encontrar estos edificios en Nueva York en esta nueva existencia; no era la norma, pero tampoco raro. Sin embargo, por lo que recordaba, los edificios góticos de este tipo no solían ser tan grandes como este. Tras un par de averiguaciones, pudo dar con el dato de que este edificio había sido en el pasado la embajada de Polonia. 

Mientras tanto, Sigrid se encontraba en la Biblioteca Pública de Nueva York, donde había obtenido recientemente acceso a la división de Libros Raros; ya era hora de obtener cargas para sus poderes bibliománticos, así que se puso a leer a toda prisa una copia de la Carta Magna, que podría completar en apenas dos días con su velocidad de lectura.

A mediodía, Derek recibió una llamada de Jonathan. El agente le informó de que Salvatore Leone se dirigía al aeropuerto acompañado de varios matones. El director salió hacia allá rápidamente; llamó a Tomaso por el camino, pero entre la resaca y la imposibilidad de llegar a tiempo, decidió acudir solo. Una media hora después se encontraba con Jonathan. Este le informó de que los mafiosos se habían encontrado con otros tipos que iban en otras dos furgonas, y juntos se habían metido en un área restringida del complejo. "Maldita sea", pensó el director, que optó por no jugársela intentando entrar con sus credenciales en un área restringida. Dejó encargada a una patrulla de vigilar la salida de aquella zona y se marchó hacia la CCSA con Jonathan, donde al atardecer comentó todo con los demás.

Ya reunidos por la noche, investigaron sobre el edificio. Después de haber servido como embajada, había sido reformado hacía diez años para servir como edificio de apartamentos, y recientemente, cosa de seis meses, había sido adquirido por una empresa llamada UltraMarKet. A partir de ahí, poco más pudieron averiguar, pues la empresa se perdía en un entramado de fondos de inversión, holdings e inversores imposible de seguir. Decidieron encargarle el trabajo a Omega Prime, que ya habían informado de que, aparte de lo habitual, no podían dar más datos sobre Salvatore Leone. Sally se encargaría de transmitirles el nuevo encargo: averiguar todo lo que pudieran sobre UltraMarKet y su relación con el edificio gótico de Manhattan.

Una vez acabada la reunión, Tomaso volvió a intentar tirar de contactos para intentar conseguir esa misma noche una tarjeta de invitación para el "hotel" de los Leone. Pero los pocos que habían oído hablar de aquello, incluso Jimmy "el sonriente", se hicieron los locos.

La mañana siguiente, Derek y Patrick se desplazaron a la morgue del distrito, con la intención de investigar más sobre la muerte del articulista de Nuevo Amanecer Howard Clarkson. Allí les recibió el anciano doctor Smith, que operaba los ordenadores de la oficina con cierta dificultad ante la ausencia de su ayudante, Randy. Efectuaron la búsqueda  en un intervalo de dos semanas alrededor de la fecha de la defunción, pero nada. No había ingresado ningún cadáver con ese apellido. Algunos Howards, pero todos bien documentados y ni aproximados a su perfil. Tampoco los no identificados coincidían en el tiempo ni en la descripción del suceso. Finalmente no tuvieron más remedio que desistir; podrían intentarlo en otras morgues más alejadas, pero Patrick tenía la firme sensación de que no serviría de nada.

Mientras tanto, Tomaso recibía  un mensaje en el móvil de "trabajo":

Nuevo encargo, donde siempre, a las once a.m.

Tomaso se vistió y arregló meticulosamente, como era habitual en él, y se dirigió a Strawberry Fields, al punto de Central Park al que se refería la frase "donde siempre". Su intuición no tardó en advertirle de que algo no marchaba bien, pero quizá demasiado tarde, pues ya se encontraba muy cerca.

Se detuvo. Fingió que alguien le llamaba al móvil. Y a los pocos segundos, vio cómo al menos tres individuos dejaban de fingir leer el periódico, pasear o lo que quiera que estuvieran haciendo y corrían hacia él mientras hacían ademán de sacar sus armas. 

Tomaso se precipitó a través de unos arbustos, mientras un par de balas silbaban muy cerca de él. En breves segundos llegó al muro que delimitaba el parque, y con ágiles movimientos (que por desgracia echaron a perder su elegante traje de Armani) trepó y se descolgó al otro lado. Pero antes esperó unos segundos, y cuando el brazo de uno de sus perseguidores asomó por encima del borde, retorció su muñeca y su codo hasta que oyó un grito de dolor procedente del otro lado; el matón se dejó caer y debió arrastrar a su compañero con él, porque el italiano oyó un par de aullidos de dolor. No se entretuvo más; corrió ignorando un par de semáforos en rojo, y se perdió entre los edificios del West Side. Desde allí se dirigió a la iglesia de su primo, Dominic Bonelli. Allí pasaría unas horas resguardado.

Por su parte, mientras Sigrid seguía con la lectura del manuscrito en la Biblioteca Pública, Derek y Patrick se dirigieron a la comisaría del distrito, muy cercana a la morgue de donde acababan de salir. Allí les atendió el sargento Sullivan, bastante malcarado y antipático; pero gracias a la labia de Patrick les concedió acceso con la credencial de la CCSA.

 —Pasen a aquel puesto de allá —dijo señalándoles a una mujer ya madura, muy maquillada—; Mildred podrá atenderles, pero no se alarguen mucho.

Con la ayuda de la simpática Mildred, procedieron a efectuar la búsqueda de los expedientes sobre Howard Clarkson, pero no había ningún registro informático, al igual que en la morgue. Pidieron acceder al archivo de registros físicos, y Mildred les acompañó. Pero en ventanilla les aseguraron que no constaba ningún registro con ese nombre. Finalmente, el sargento Sullivan les pidió bruscamente que se marcharan, harto ya de la presencia de aquellos dos tipos extraños de "sanidad" que ni siquiera traían una orden para poder buscar en los archivos.

 —Quiero que quede claro que esto es muy irregular, sargento —dijo Patrick, con aire digno—. Faltan informes sobre un asesinado en este barrio hace dos meses, y sepa que vamos a dar parte de ello.

Estas palabras acabaron de enojar al enorme sargento, que poco menos que los empujó fuera de la comisaría, indignado.

Con las opciones de la morgue y la comisaría agotadas, lo único que les quedaba eran los nombres de los dos únicos periodistas que habían escrito sobre la muerte de Howard Clarkson, Patrick O'Leary y Saul Elvas, ambos contratados por pequeñas publicaciones dedicadas al esoterismo y lo paranormal.