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La Santa Trinidad

La Santa Trinidad fue una campaña de rol jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia entre los años 2000 y 2012. Este libro reúne en 514 páginas pseudonoveladas los resúmenes de las trepidantes sesiones de juego de las dos últimas temporadas.

Los Seabreeze
Una campaña de CdHyF

"Los Seabreeze" es la crónica de la campaña de rol del mismo nombre jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia. Reúne en 176 páginas pseudonoveladas los avatares de la Casa Seabreeze, situada en una pequeña isla del Mar de las Tormentas y destinada a la consecución de grandes logros.

martes, 3 de agosto de 2021

El Día del Juicio
[Campaña Unknown Armies/FATE]
Temporada 3 - Capítulo 33

Llamada de Paolo. Patrick se sincera.

—No te voy a mentir —contestó Tomaso, resignado—; sí, claro que recordamos. —Continuó—: dime que me estás llamando como hermano, y no como la criatura que eres.

Paolo se rió ligeramente, con esa voz grave que Tomaso no sabía si identificar con la suya o con la del ente que lo poseía.

—Supongo que en este caso te llamo como hermano. Al menos, tenemos aquí una pequeña reunión familiar. Escucha, quieren saludarte.

Tomaso se quedó helado cuando escuchó la voz de dos niños al unísono:

—¡Hola, tío! —Dante y Mario, los hijos gemelos de su hermana; no parecían asustados.

—Hola Tomaso, ¿todo bien? —su hermana Andrea, con un leve temblor en la voz. Tomaso sintió un escalofrío.

—Andrea, ¿estáis bien? —preguntó, sumamente tenso.

—Sí... sí, estamos bien, Tomaso. P...Paolo está extraño, pero ha llegado a tiempo de salvarnos. Espera, quiere hablar contigo.

Después de conseguir la palabra de Paolo de que no iba a hacer daño a su hermana ni a los niños, este continuó:

—Creo que os habéis metido de lleno en el juego, Tomaso. Demasiado de lleno. Menos mal que con la agitación de las cosas en la Toscana estaba yo por aquí, si no, creo que Andrea y los niños ya no estarían con nosotros. Habéis removido demasiado el avispero. Y creo que es urgente que nos veamos.

—De acuerdo, yo estoy en el Reino Unido, ¿nos vemos aquí?

—¿Piensas que es una buena idea que deje la finca sin protección, de verdad? Tu familia ha podido ser asesinada o secuestrada.

—Sí, no, no los dejes solos, por favor —acordó Tomaso—. Intentaré estar ahí en un par o tres de días.

—Muy bien, da saludos a Patrick y los demás —se despidió Paolo socarronamente.

Después de mantener una breve conversación con Andrea para decirle que iría lo antes posible para allá, Tomaso corrió a compartir la situación con el resto del grupo, anunciando su intención de acudir a Italia en un plazo máximo de tres días. Por supuesto, Patrick, Sigrid y Derek expresaron sus reservas acerca de que aquello no se tratara más que de una trampa. Pero todos dudaron cuando Sally añadió, con un leve deje de celos en la voz:

—Tomaso, te olvidas de mencionar que según lo que ha dicho Paolo, ahora recuerda la anterior existencia —como dormían juntos Sally había sido testigo de toda la conversación telefónica de Tomaso con Paolo.

—Eso es un dato interesante, desde luego —dijo Patrick.

—No olvidemos que la última vez que nos encontramos nos atacó con un montón de demonios y dejó a Patrick malherido —advirtió Derek.

—Quizá fuera ese encuentro lo que lo hizo recordar —añadió Sigrid.

—Sea lo que sea, no puedo dejar a mi familia a su merced —sentenció Tomaso—. Y quizá pueda hacer que Paolo vuelva a la Luz del Señor —cerró los ojos, como elevando una silenciosa oración—. Además, la Orden de Hermes, o Crowley, quien sea, pueden volver a atacar la finca donde están.

—Hay que pensarlo bien, Tomaso —continuó Sigrid—. Es posible que incluso pueda ser una treta para que dejemos la mansión de Jacobsen y entonces atacarla.

—Por mi parte —dijo Derek—, creo que si tu hermana y sus niños están con Paolo y su gente, ya están perdidos, así que...

—¡¿Qué dices?! —gritó Tomaso—. ¡¡¡No digas eso!!! ¡¡¡Ni se te ocurra!!!

Las palabras de Derek, unidas al delicado estado mental de Tomaso, causaron un fuerte ataque de ira en el italiano, al que tuvieron que reducir entre el propio Derek, Jonathan y Theo Moss. Sally, que nunca había visto a su amado de esa manera, no pudo contener las lágrimas. Y por suerte, Patrick pudo tranquilizarlo en pocos minutos, aliviando su mente de la tensión extrema que había sufrido. 

Una vez recuperada la calma y presentadas las disculpas necesarias, Derek pidió a Tomaso que se asegurara de que había habido un ataque a la finca antes de viajar hasta allí, a ser posible contrastando con diferentes fuentes, y así lo hizo la mañana siguiente. 

Mientras los demás acudían a la reunión convocada a primera hora por Jacobsen con British Sharp, Tomaso llamaba por teléfono.

En la reunión se encontraban ya Emil, Paula, Anaya, Marius y Lucas; y Conor, Dakota, Ettore, Kostas y Borkowski  por el bando de BS. Disculparon a Tomaso, diciendo que llegaría más tarde, y pasaron a discutir todo lo referente al acontecimiento del día anterior con Simeon Bar Yohai.

—Lo que pasó ayer —dijo Emil—, es extremadamente preocupante, y más aún si es cierto que vosotros no sabíais nada... Conor, ¿qué puede haber sucedido?

—Sinceramente, como ya os dije ayer, no alcanzo a entender qué ha pasado. No sé si era un doble, ya que decís que no era humano, o si estaba poseído, o qué demonios ha pasado. En teoría, fue enviado por el Alto Consejo, como siempre, igual que el padre Borkowski, aquí presente.

—¿Y lo conocían desde hacía mucho? —preguntó Patrick.

—Sí, sí, varios de nosotros hemos tratado con él durante años. No sé... quizá lo convencieron, o lo poseyeron, o quizá.... —dudó unos instantes—, quizá, señor Sullivan, es usted una amenaza que no acabamos de identificar.

Conor Barker, ejecutivo de British Sharp

—Pero si fuese así, tambíen les habrían informado a ustedes, ¿no es cierto?

—Sí, claro... no tiene sentido que no... como les digo, no sé qué decirles al respecto. Desde luego, Yohai no tuvo ningún comportamiento sospechoso, y parecía él mismo por todos sus gestos y convesaciones, ¿no, Dakota? —Gallagher asintió, silenciosa.

 » El caso es que —prosiguió Conor—, como ya hablamos ayer, su habilidad de ver las auras no nos parece suficiente motivo para que usted provocara tal intento de secuestro —miró a Emil—; y de verdad que me gustaría saber su verdadero motivo.

—Lo mismo digo —dijo Patrick—, no tengo ni idea.

Lucas Bardet tomó en ese momento la palabra:

—Está usted mintiendo, señor Sullivan —dijo secamente.

"Mierda", pensó Patrick, "no recordaba las capacidades de este tío".

—Señor Sullivan —Emil raras veces usaba el apellido de la gente—, agradeceríamos sobremanera un alto grado de sinceridad. Creo que hemos demostrado que pueden confiar en nosotros.

—Nuestra lealtad está más que demostrada —contestó Patrick.

—¿De verdad, señor Sullivan? —preguntó Paula—. ¿Son leales, o simplemente les interesa ahora mismo colaborar con nosotros?

—Tenga en cuenta —continuó Emil—, que la sinceridad redundará también en su beneficio, porque nosotros somos capaces de ofrecer toda la protección que sea necesaria.

Tras unos segundos de tenso silencio y unas poco afortunadas intervenciones de Derek y Sigrid, Borkowski habló por primera vez:

—¿Tienen esas presuntas habilidades suyas —la voz del sacerdote era imponente— algo que ver con los entes demoníacos, señor Sullivan?

—No, padre —respondió secamente Patrick—. Pueden llamar a alguien que sea capaz de ver auras y verán que no tengo nada que ver con ellos.

—Está diciendo la verdad —corroboró Lucas Gardet.

Durante toda la conversación, Patrick había estado sintiendo un cosquilleo en la nuca:

—Y les agradecería que dejaran de intentar asaltar mi mente —ironizó Patrick—. En vez de la víctima, parezco ser el enemigo, no entiendo el porqué de todo esto.

—Pues es que empiezo a sospechar —contestó Emil—, que el despliegue militar en el sur y el ataque que sufrieron cuando llegaron a Inglaterra fue debido a usted...

Tras un rato más de discusión, las cosas empezaron a ponerse realmente tensas, y Emil incluso amenazó con "no poder albergarlos más bajo su techo". Sigrid intervino para templar los ánimos, y lo consiguió a medias. En un momento dado, los hicieron salir de la sala para debatir privadamente qué hacer. El grupo se vio en el pasillo acompañado por tres de los guardias de la mansión.

Mientras tanto, Tomaso conseguía contactar con Giuseppe, un amigo de la infancia en el Lazio. Cuando le preguntó si había ocurrido algo raro, contestó:

—Pues ahora que lo mencionas, la verdad es que sí... anteanoche vi como destellos de luz en la villa. Supuse que serían los críos jugando, pero ahora que lo pienso... no sé.

La preocupación de Tomaso fue en aumento ante las palabras de Giuseppe, así que decidió llamar a sus contactos en la cosa nostra. Las tres primeras llamadas no recibieron contestación, hasta que en un cuarto intento, Damiano David por fin le contestó.

—¿Tomaso? ¡Cuánto tiempo!

—¿Sabes algo de mi hermana, Damiano? No me coge el teléfono.

—Pues no sé mucho, la verdad, pero creo que Fabrizio Stacallo iba a salir para allá anteayer...

—¿Cómo?

—Sí, me enteré de casualidad, la verdad, y me extrañó, pensaba que sería algo que tenía que ver contigo... —bajó la voz— y más cuando vi a tu hermano Paolo por aquí.

—¿Has visto a Paolo? Cuéntame, por favor.

La insistencia de Tomaso tuvo sus frutos, y Damiano siguió hablando.

—Espera, tengo que irme a un sitio más discreto... ahora. Si se enteran de que te cuento esto, igual me sacan la lengua...

—Te lo agradezco, ten por seguro que no olvidaré el favor.

—Bueno, pues me he enterado de que Paolo se está reuniendo con todos los dones importantes; que yo sepa, por lo menos ya ha tenido reuniones con los Scordo y los Gambini. 

—¿Y sabes por qué?

—No estoy seguro del todo, pero creo que está potenciando las habilidades de nuestra gente... mejor si llamas a Fabrizio.

Sin pensarlo dos veces, Tomaso llamó a Stacallo.

—¡Tomaso! —respondió sorprendido Fabrizio—. ¿Eres tú?

—Sí, Fabrizio, ¿cómo va todo? Tengo entendido que ha aparecido por ahí mi hermano.

—Sí, de hecho, estoy aquí en la villa con él.

—¿Cómo? ¿Qué quieres decir?

—No estoy muy seguro, Tomaso... él... nos prometió cosas... que no sé...creo que no deberíamos... no... ¡JAJAJA! —antes de que la llamada se cortara, la voz de Fabrizio cambió a un rugido de ultratumba que erizó el vello de Tomaso.

"Mierda", pensó. "Tengo que ir para allá cuanto antes, maldición". Se dirigió prácticamente corriendo a la sala de reuniones, y en el pasillo se encontró con los demás, vigilados por tres guardias. Allí compartieron la información todo lo discretamente que pudieron, y Patrick les pidió su opinión sobre qué hacer; finalmente, decidieron que el profesor no debería contar nada, al menos voluntariamente.

Poco después, Anaya salía de la sala de reuniones y reclamó su presencia en ella. Pasaron todos, Patrick en último lugar, y se sorprendió cuando Anaya lo miró a los ojos y le hizo un gesto discreto y privado de negación con la cabeza. "¿Qué coj...?", pensó Patrick, "¿qué demonios me has querido decir, Anaya?".

Se sentaron. Conor no tardó en tomar la palabra:

—Señores, normalmente esto no sería de esta forma, y les habríamos arrojado directamente a una celda oscura y fría. Pero estamos de acuerdo con Emil y Paula en que esto reviste una importancia tal, que necesitamos saber la verdad sin atisbo de dudas. Señor Sullivan —miró a Patrick con aire amenazante mientras los tres guardias del pasillo entraban también en la sala acompañados de otros tres tipos más—, le rogaríamos que nos contara su secreto con total sinceridad.

Patrick permaneció en silencio, desafiante, lo que provocó que varios de los tipos que los habían rodeado sacaran sus armas.

—Ahora mismo vamos a permanecer todos tranquilos —dijo Barker, ante el silencio de Emil, Paula y Anaya—. Adelante, Emil.

—Lucas, puedes proceder —ordenó Jacobsen a Gardet, que se levantó y se situó tras Patrick. Patrick hizo amago de levantarse, pero uno de los guardias se lo impidió; Derek y Tomaso optaron por no hacer nada de momento, ante la amenaza de los tipos armados. Gardet puso las manos en la cabeza de Patrick.

—Tranquilo, señor Sullivan —dijo con su acento francés—, me detendré en los pensamientos superficiales, no ahondaré mucho.

Lucas se concentró, cerrando los ojos. El tiempo pasó lentamente, sin que Patrick notara ninguna sensación de que hurgaran en su cerebro, y al cabo de unos diez tensos minutos, Lucas abrió los ojos con un gesto de frustración.

—Qué extraño —anunció—; lo único que percibo en el señor Sullivan es su conocimiento de las auras y de una gran capacidad para confundir mentes con su discurso.

—¿Estás seguro, Lucas? —preguntó Emil.

—Podría volverlo a intentar —contestó Lucas—, pero, sinceramente, no creo que tenga otro resultado... a ver...

Lucas volvió a concentrarse, y pasaron otros diez minutos, hasta que Patrick notó un dolor interno que le causó una especie de cortocircuito en la mente. Cayó inconsciente. Derek, Tomaso y Sigrid rebulleron en sus asientos, apretando los dientes.

—¡Basta ya! —increpó Sigrid, roja de rabia e impotencia.

—No puedo ahondar más —aseguró Lucas, ignorándola y dirigiéndose a Barker y Gallagher—. No hay nada más, se lo aseguro.

—¿Una capacidad para aturdir mentes? ¿Un simple charlatán? No puede ser —dijo Conor, incrédulo—. Inténtalo ahora con ella —añadió, señalando a Sigrid. Emil puso un gesto tenso cuando el de British Sharp dio una orden directa a su hombre.

Lucas repitió la operación con Sigrid, que tampoco notó nada. El francés anunció que no tenía ningún conocimiento nuevo referente a las habilidades de Patrick. Conor le urgió de nuevo para que probara con Derek, ante la mirada cada vez más seria de Emil y de Paula. Y de nuevo, Lucas extendió las manos en un gesto de impotencia.

—Nada de nada, señor —dijo, mirando de reojo a Emil.

—¿Pero cómo puede ser? —Conor no entendía nada—. Volveremos a hablar de esto, hemos terminado.

Emil hizo un gesto, y los guardias acompañaron al grupo al exterior. De buenas maneras, eso sí. Anaya dirigió una media sonrisa a Sigrid y a Patrick, que ya había recuperado la consciencia. Se reunieron en la habitación de Derek, que comprobó el buen estado del libro de Tapas Negras.

—¿Qué creéis que ha pasado? —preguntó Patrick.

—Cuanto menos hablemos aquí, mejor —dijo Tomaso—. Demos gracias y ya veremos. 

—Han descubierto tu poder de enturbiar las mentes con la verborrea —disimuló Sigrid—, pero juzgan que no es suficiente para lo que pasó.

—El caso es que la situación en Italia es crítica ahora con Paolo, que está poseyendo a los miembros de las familias —cortó en seco Tomaso—. Creo que voy a pedir ayuda a Jacobsen, porque —bajó la voz— por lo que he visto allá dentro, creo que puedo confiar en él.

—Y el que está aquí con los de British Sharp está poseído, ¿no? —dijo Sigrid.

—Sí, lo está, sin duda —confirmó Patrick.

—Pues quizá deberíamos revelar el hecho, para que vean que no nos callamos tantas cosas...

—Es una posibilidad —acordó Derek—; pero lo de Italia es una trampa claramente... hay que tener cuidado y llegar por sorpresa.

—Sí, está claro que es una trampa —confirmó Tomaso—, pero no puedo dejar mi familia a su merced. Tomaré todas las precauciones que sean necesarias, y si me acompañáis os lo agradeceré profundamente, pero yo tengo que ir para allá.

Patrick cambió de tema, y su tono hizo que Tomaso se decidiera a encender la radio para evitar ser escuchados.

—A ver... —empezó el profesor—, si la cúpula de esta gente son los jázaros, y ellos son los que provocaron el cambio de existencia... si descubren que tengo la habilidad para cambiar la realidad, automáticamente me convertiré en su enemigo número uno. Por eso no he querido decir nada. Y lo que no entiendo del todo, es qué ha pasado ahí abajo... Anaya me hizo un gesto de negación con la cabeza nada más entrar, y luego Lucas no parece que hay hurgado en mi mente, y por lo que contáis, tampoco en las vuestras...

—¿Es posible que Anaya nos haya ayudado a espaldas de los demás? —preguntó Sigrid.

—La verdad es que ni idea —respondió Patrick.

—No creo que ella haya hecho nada a espaldas de Emil y Paula —planteó Tomaso.

Pocas horas después, la gente de British Sharp y sus acompañantes se despedían (al parecer, amistosamente) de los Jacobsen y de Anaya, y se marchaban. Todos excepto Jan Borkowski, que se quedó en la mansión por motivos desconocidos para el grupo.

Después de descansar, Emil y Paula los convocaron para una reunión privada. En la sala los recibieron los dos hermanos y Anaya.

—Bueno —dijo Emil—, los British Sharp se han ido, pero volverán, y seguro que no tardarán mucho. Deberemos agilizar nuestras reuniones para que Borkowski, que se ha quedado como "refuerzo" no sospeche nada.

—Para despejar cualquier duda —añadió Paula—, quiero que sepáis con certeza que Lucas no ha intentado leer vuestras mentes. Pero volverán pronto con sus propios medios, así que tenemos que encontrar una solución antes de eso.

—Así es —corroboró Emil—. No sabía lo que sucedería en caso de que Barker y los demás averiguaran la verdad sobre Patrick, así que preferí urdir este pequeño... teatrillo. Verdad que, por cierto, me gustaría conocer...

—¿Crees que es seguro para ti Emil? —Preguntó Patrick—. ¿Saberlo? Si van a volver "con sus propios medios"...

—Podría hacer que borraran mis recuerdos en una emergencia, pero sinceramente, no creo que encuentren a nadie como Lucas.

—No obstante, lo que no acabo de entender —siguió Patrick— es por qué los has traicionado...

—No los hemos traicionado —interrumpió Paula—, al menos de momento. Solo hemos... ganado tiempo para...

—Pero, ¿por qué? —insistió Patrick.

—Vamos a ver, Sullivan... —Paula hizo una pausa para calmar su enfado, que Patrick parecía despertar con facilidad—, creo que no eres consciente de lo que podrían hacerte si tu... habilidad, o capacidad, o lo que sea, demuestra ser importante... Es mejor teneros como aliados en este caso, que perder un valioso recurso, porque os aseguro que no acabaríais bien.

—Lo que hemos hecho —atajó Anaya—, ha sido salvarte la vida, Patrick. Por simple deferencia a nuestra alianza. Emil es un hombre de palabra.

"Pues será desde ahora mismo", pensó Sigrid. "¿O quizá no? La verdad es que ya no parece ese Jacobsen despiadado al que estoy acostumbrada..."

Patrick preguntó a Anaya cuál era la habilidad que él sabía que tenía debido a su aura, y después de mirar a Jacobsen, ella le reveló que tenía cierta capacidad para alterar las probabilidades. Emil dejó claro durante la respuesta que no admitirían más demoras, así que Patrick decidió revelar la verdad:

—Yo soy un paso más allá en esa capacidad. Puedo alterar la propia realidad.

Los Jacobsen mantuvieron el semblante inexpresivo.

—¿Podrías hacernos una demostración? —preguntó Paula.

Patrick requirió que le trajeran una flor, y con ella delante, hizo que se marchitara. Y no solo eso, sino que luego la recuperó. Todos sus interlocutores se sorprendieron, y se miraron.

"¿Pero qué mierd...?", pensó Patrick. "¿Qué demonios es esto?". En el mismísimo borde de la mesa había aparecido un pequeño cubo negro de aproximadamente medio centímetro de lado. Miró a su alrededor; nadie parecía haberse dado cuenta de la aparición del pequeño elemento. Puso los brazos alrededor de él, para que nadie lo pudiera ver.

—Evidentemente —dijo el profesor—, he puesto en peligro mi vida y la de mis amigos por ocultar esto, así que necesito que esta información siga permaneciendo en la sombra.

—Pero... esto... la verdad es que es bastante extraordinario... —dijo Jacobsen—. Es la primera vez que lo veo... hay bastante gente, por ejemplo el propio Nikos Kostas, que ha estado aquí con los de British Sharp, que son capaces de alterar la realidad, para... cómo decirlo...

—Deshacer cambios no deseados —dijo Paula—, devolverla a su estado original, por decirlo de una forma simple.

—Sí, exacto —confirmó Emil—. Pero... alterar la realidad de esta forma... a tu libre albedrío... eso es algo... sí, digno de un secuestro. Si hay gente que ya conoce esa capacidad, habrá que protegerte de ellos.

 »Bueno, esto lo cambia todo... en principio os iba a sugerir marcharos, quizá a la residencia de un amigo. Pero quizá no sea lo más prudente.

Tomaso aprovechó el momento de silencio:

—Está bien eso, pero yo tengo la necesidad urgente de viajar a Italia —dijo.

—¿Por qué motivo? ¿Por el ataque al Orfeo? —preguntó Paula.

—No exactamente —contestó Tomaso—. Como ya sabéis, Catapano ha venido como intermediario de los Scordo... pues lo que sabemos (gracias a la habilidad de Patrick) es que Catapano está poseído por un demonio. Y no solo eso; importantes miembros de las familias Scordo y Gambini (puede que de alguna más) están siendo poseídos debido a un pacto que han hecho con esos engendros del averno. Y el que dirige a los demonios que están pactando con ellos es mi hermano, Paolo.

Emil, Paula y Anaya se miraron, asombrados.

—Vaya... —fue lo único que alcanzó a decir Emil.


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