Amaneció en el refugio donde se encontraba el grupo de Demetrius, Kadrajan, Ayreon y los dos ilvos. Al cabo de un momento, Kadrajan sintió una manifestación de poder y al salir al exterior para comprobar de dónde provenía tal demostración de fuerza, no pudo ver nada.
Unos instantes después Demetrius y Ayreon también notaron una presencia poderosa. Era posible que algo estuviera tratando de localizarlos, así que para evitar tener problemas decidieron cambiar de refugio, a pesar de la tormenta que arreciaba. Al establecerse en otro lugar, Kadrajan recibió desgraciadamente el ataque de un oso. En el acto se formó un combate sangriento, pues el grupo no iba bien armado y sus dioses respectivos no se encontraban cerca de ellos para poder transmitirles el poder necesario. Después de mucho sufrir pudieron vencer al oso, no sin antes haber dejado malheridos a varios miembros del grupo. Pero aunque Emmán seguía extremadamente distante, Ayreon consiguió canalizar el suficiente poder para curar a los que mas lo necesitaban. Mientras procedía a las curaciones, Demetrius notó una manifestación de poder que le erizó el vello, no muy lejos de ellos. A continuación, otra presencia se unió a la primera, ésta de mucha más intensidad. Ambos comenzaron a acercarse, a hacerse más nítidos. Demetrius y Ayreon, ya de por sí débiles, cayeron inconscientes dejando a Kadrajan como único defensor capaz.
Sin embargo, aunque Kadrajan se aprestó a recibir violentamente aquellas presencias (que él no detectaba), nada hizo acto de aparición. A lo largo del día, mientras se relajaba su tensión, sus compañeros fueron mejorando gracias al descanso que consiguieron durante varias horas. Llegó la noche, y Ayreon volvió a soñar sueños extraños. Esta vez, Selene, su prometida secuestrada por un kalorion y a la vez, ex-kalorion ella misma, le hablaba dulcemente. Intentando que abandonara a Emmán y tomara la causa de Phôedus el dios oscuro como suya. El paladín pasó una mala noche, pero no le costó demasiado resistirse al sueño.
Ezhabel y sus compañeros prosiguieron su viaje. Al acampar en un repecho de la estribación donde se encontraban, comenzó un terremoto, y a juzgar por los temblores, el epicentro del mismo ¡debía de ser su propia zona de acampada! Todos los ilvos que acompañaban a Ezhabel intentaron ponerse a salvo, pero por desgracia muchos de ellos murieron en el intento. El terremoto formó un alud, y el reducido grupo de supervivientes quedó enterrado bajo toneladas de blancura. Algunos de ellos quedaron sepultados para siempre, y la compañía se redujo aún más, a la propia Ezhabel, los tres guardias carmesí y tres ilvos más.
El día siguiente al sueño de Ayreon con Selene, la Primarca Mater lady Elerentárena despertó por fin de la larga inconsciencia en la que había estado inmersa desde su huida de los carromatos. El aspecto de Ayreon y el temor que inspiraba en la ilva trajeron algunos problemas, pero fueron rápidamente solventados.
Ezhabel y sus acompañantes continuaron penosamente su viaje hacia lo alto de las montañas. Ya a punto de hacer cima se encontraron, para su sorpresa y frustración, con nada menos que ocho enormes lobos. ¿Lobos allí? Ninguno podía salir de su asombro. Los lobos no eran en absoluto animales normales. Mucho más grandes, de unos dos metros de alto, sus miradas daban a entender una inteligencia muy superior a la animal. Les gruñían y saltaban a su alrededor, amenazantes, y con una insultante facilidad de movimiento sobre la capa de nieve y hielo. Tulkastárno intentó convencer a Ezhabel de volver sobre sus pasos y olvidarse de aquel asunto. Las cosas se habían complicado demasiado ya. Dailomentar, en cambio, apoyó a Ezhabel en su intención de continuar, pero era imposiblie enfrentarse a ese grupo de animales en aquellas condiciones, por lo que decidieron retroceder para pasar la noche y el dia siguiente planificar su curso de acción. Esa noche Ezhabel soñó con sus hijos, que la intentaban convencer para que no subiera a lo alto de la montaña. Eso acabó de convencer a la semielfa de no llevar a cabo la ascensión.
El viaje del grupo de Ayreon comenzó a avanzar cada vez mas rápido, al ser todos ya capaces de viajar. A eso contribuyó también que Ayreon adquirió más soltura a la hora de localizar y utilizar los extraños tocones que abrían portales y que parecían hechos para facilitar los viajes a través de aquella tierra abandonada por los dioses.
Ezhabel comunicó a sus compañeros ilvos que se trasladarían a otra estribación montañosa para buscar el antídoto. Dailomentar y Argimentur expresaron su desacuerdo afirmando que debían continuar, o al menos intentarlo ya que estaban tan cerca. Tulkastárno se mostró a favor de la decisión de Ezhabel. Después de discutir, Ezhabel no pudo evitar perder los papeles, y su frustración la llevó a intentar subir la montaña a solas. Los demás la siguieron, claro. Pero no pudieron avanzar mucho antes de que el clima cambiara radicalmente. Se hizo imposible continuar. La ventisca apenas les daba tregua, apenas podían respirar. La semielfa cayó inconsciente, así como un par de ilvos. Cuando sentía que la muerte estaba a punto de abrazarla, apareció ante ella una persona que le preguntó: “¿Por qué continúas hacia arriba?”. Después de hablar un rato entre susurros, sin saber muy bien si tal persona era sólo fruto de su imaginación desbocada, el desconocido afirmó que debía bajar, porque la cima de aquella montaña no albergaba nada de interés para ella. Ezhabel no tuvo más remedio que hacerle caso. Optaron por cambiar de línea en la ascensión e investigar las extrañas explosiones que habían visto días atrás. Al llegar al lugar, pudieron ver entre la nieve los restos de lo que ha sido una cruenta y espectacular batalla, había cadáveres de bestias muertas, junto a restos de dragón y cuerpos de ilvos.
El grupo de Ayreon continuó su viaje a través de los tocones. En un momento dado, la rutina de la utilización de los extraños artefactos cambió, y apareció en la mente del paladín una bifurcación. Ayreon eligió la dirección que los llevaba hacia el sur. Una vez en aquella dirección, el entorno no tardó en cambiar. El hielo y la nieve desaparecieron y comenzaron a moverse a lo largo de un camino entre estepas, un camino que era evidentemente muy antiguo. Todas las noches Phôedus siguió haciendo acto de aparición en los sueños de Ayreon y Norafel en los sueños de Kadrajan y del patriarca. Aquella tierra debía de estar cercana al Mundo Onírico, lo que explicaría la vividez y variedad de presencias en sus descansos.
Unos instantes después Demetrius y Ayreon también notaron una presencia poderosa. Era posible que algo estuviera tratando de localizarlos, así que para evitar tener problemas decidieron cambiar de refugio, a pesar de la tormenta que arreciaba. Al establecerse en otro lugar, Kadrajan recibió desgraciadamente el ataque de un oso. En el acto se formó un combate sangriento, pues el grupo no iba bien armado y sus dioses respectivos no se encontraban cerca de ellos para poder transmitirles el poder necesario. Después de mucho sufrir pudieron vencer al oso, no sin antes haber dejado malheridos a varios miembros del grupo. Pero aunque Emmán seguía extremadamente distante, Ayreon consiguió canalizar el suficiente poder para curar a los que mas lo necesitaban. Mientras procedía a las curaciones, Demetrius notó una manifestación de poder que le erizó el vello, no muy lejos de ellos. A continuación, otra presencia se unió a la primera, ésta de mucha más intensidad. Ambos comenzaron a acercarse, a hacerse más nítidos. Demetrius y Ayreon, ya de por sí débiles, cayeron inconscientes dejando a Kadrajan como único defensor capaz.
Sin embargo, aunque Kadrajan se aprestó a recibir violentamente aquellas presencias (que él no detectaba), nada hizo acto de aparición. A lo largo del día, mientras se relajaba su tensión, sus compañeros fueron mejorando gracias al descanso que consiguieron durante varias horas. Llegó la noche, y Ayreon volvió a soñar sueños extraños. Esta vez, Selene, su prometida secuestrada por un kalorion y a la vez, ex-kalorion ella misma, le hablaba dulcemente. Intentando que abandonara a Emmán y tomara la causa de Phôedus el dios oscuro como suya. El paladín pasó una mala noche, pero no le costó demasiado resistirse al sueño.
Ezhabel y sus compañeros prosiguieron su viaje. Al acampar en un repecho de la estribación donde se encontraban, comenzó un terremoto, y a juzgar por los temblores, el epicentro del mismo ¡debía de ser su propia zona de acampada! Todos los ilvos que acompañaban a Ezhabel intentaron ponerse a salvo, pero por desgracia muchos de ellos murieron en el intento. El terremoto formó un alud, y el reducido grupo de supervivientes quedó enterrado bajo toneladas de blancura. Algunos de ellos quedaron sepultados para siempre, y la compañía se redujo aún más, a la propia Ezhabel, los tres guardias carmesí y tres ilvos más.
El día siguiente al sueño de Ayreon con Selene, la Primarca Mater lady Elerentárena despertó por fin de la larga inconsciencia en la que había estado inmersa desde su huida de los carromatos. El aspecto de Ayreon y el temor que inspiraba en la ilva trajeron algunos problemas, pero fueron rápidamente solventados.
Ezhabel y sus acompañantes continuaron penosamente su viaje hacia lo alto de las montañas. Ya a punto de hacer cima se encontraron, para su sorpresa y frustración, con nada menos que ocho enormes lobos. ¿Lobos allí? Ninguno podía salir de su asombro. Los lobos no eran en absoluto animales normales. Mucho más grandes, de unos dos metros de alto, sus miradas daban a entender una inteligencia muy superior a la animal. Les gruñían y saltaban a su alrededor, amenazantes, y con una insultante facilidad de movimiento sobre la capa de nieve y hielo. Tulkastárno intentó convencer a Ezhabel de volver sobre sus pasos y olvidarse de aquel asunto. Las cosas se habían complicado demasiado ya. Dailomentar, en cambio, apoyó a Ezhabel en su intención de continuar, pero era imposiblie enfrentarse a ese grupo de animales en aquellas condiciones, por lo que decidieron retroceder para pasar la noche y el dia siguiente planificar su curso de acción. Esa noche Ezhabel soñó con sus hijos, que la intentaban convencer para que no subiera a lo alto de la montaña. Eso acabó de convencer a la semielfa de no llevar a cabo la ascensión.
El viaje del grupo de Ayreon comenzó a avanzar cada vez mas rápido, al ser todos ya capaces de viajar. A eso contribuyó también que Ayreon adquirió más soltura a la hora de localizar y utilizar los extraños tocones que abrían portales y que parecían hechos para facilitar los viajes a través de aquella tierra abandonada por los dioses.
Ezhabel comunicó a sus compañeros ilvos que se trasladarían a otra estribación montañosa para buscar el antídoto. Dailomentar y Argimentur expresaron su desacuerdo afirmando que debían continuar, o al menos intentarlo ya que estaban tan cerca. Tulkastárno se mostró a favor de la decisión de Ezhabel. Después de discutir, Ezhabel no pudo evitar perder los papeles, y su frustración la llevó a intentar subir la montaña a solas. Los demás la siguieron, claro. Pero no pudieron avanzar mucho antes de que el clima cambiara radicalmente. Se hizo imposible continuar. La ventisca apenas les daba tregua, apenas podían respirar. La semielfa cayó inconsciente, así como un par de ilvos. Cuando sentía que la muerte estaba a punto de abrazarla, apareció ante ella una persona que le preguntó: “¿Por qué continúas hacia arriba?”. Después de hablar un rato entre susurros, sin saber muy bien si tal persona era sólo fruto de su imaginación desbocada, el desconocido afirmó que debía bajar, porque la cima de aquella montaña no albergaba nada de interés para ella. Ezhabel no tuvo más remedio que hacerle caso. Optaron por cambiar de línea en la ascensión e investigar las extrañas explosiones que habían visto días atrás. Al llegar al lugar, pudieron ver entre la nieve los restos de lo que ha sido una cruenta y espectacular batalla, había cadáveres de bestias muertas, junto a restos de dragón y cuerpos de ilvos.
El grupo de Ayreon continuó su viaje a través de los tocones. En un momento dado, la rutina de la utilización de los extraños artefactos cambió, y apareció en la mente del paladín una bifurcación. Ayreon eligió la dirección que los llevaba hacia el sur. Una vez en aquella dirección, el entorno no tardó en cambiar. El hielo y la nieve desaparecieron y comenzaron a moverse a lo largo de un camino entre estepas, un camino que era evidentemente muy antiguo. Todas las noches Phôedus siguió haciendo acto de aparición en los sueños de Ayreon y Norafel en los sueños de Kadrajan y del patriarca. Aquella tierra debía de estar cercana al Mundo Onírico, lo que explicaría la vividez y variedad de presencias en sus descansos.
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