La liberación de Quiebramar
Antes de la partida hacia Quiebramar, Ser Davos y sus hijos, Dale y Allard, se despidieron del grupo con sus mejores deseos para el futuro y esperando que se volvieran a ver pronto. Habían permanecido demasiado tiempo en las Tierras de la Tormenta, y Stannis debía de estar ya impaciente por su regreso. Melisandre también les dedicó unas palabras a los hermanos Seabreeze, recordándoles su importante papel en los acontecimientos venideros y previniéndoles contra las sombras que había visto acechándolos en sus visiones. Les advirtió que tuvieran mucho cuidado en las decisiones que deberían tomar en el futuro inmediato.
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Fuego en Quiebramar |
Al frente de la gran flota no tardaron en avistar la parte oriental de su isla en poco más de tres jornadas. Con ayuda de la lente myriense de Berormane podían ver la costa; no había ni rastro de la flota enemiga. Tomaron todas las precauciones posibles, dividiendo la flota y rodeando la isla, y seguían sin ver ni rastro. Una parte de la flota se desvió hacia Escollera para intentar encontrar supervivientes allí, entre ellos a Alyn Estermont, gesto que Ser Aemon agradeció sobremanera. Siguieron sin ver ni rastro de embarcaciones hasta que una solitaria galera los avistó y después de las pertinentes señales se acercó. Era uno de sus propios barcos, patrullando los alrededores de la isla. El capitán les informó de que hacía unos días, los enemigos que asediaban Quiebramar habían intentado asaltarla, y amedrentados por el fuego valyrio, poco después habían levantado el asedio y se habían marchado sin más. Echando un vistazo a la flota que acompañaba a los Seabreeze, ahora entendía por qué.
Al llegar a Quiebramar lo primero que les llamó la atención fue el incendio que consumía la parte superior de las dos torres más interiores del castillo. El fuego todavía ardía con un resplandor verdeazulado que según Berormane no desprendía otra cosa que el fuego valyrio. El castellano que habían dejado al frente, ser Tristan Errol, no pudo recibirles por encontrarse malherido y enfermo. En su lugar les recibió ser Marann, un antiguo espada juramentada de lord Jeron que había sustituido a ser Tristan. Este último adolecía de una fea infección que Berormane trató con su maestría habitual.
Ser Marann les informó de todo lo que había ocurrido en los últimos días. Tempestuosas pesadillas y voces extrañas procedentes del exterior se habían oído a todas horas hacía unas cuantas noches. Voces y sueños que habían inducido a la locura a algunos habitantes de Quiebramar, entre ellos los guardias de turno del fuego valyrio, que intentaron arrasar la fortaleza con él. Lo mismo que había sucedido en Escollera, a juzgar por los testimonios que habían recibido. En ese momento, tomó la palabra Saario de Penthos, el clérigo rojo compañero de Melisandre, que afirmó que no había sido otro que R'hllor a través de su persona el que había protegido a la gente del castillo de sucumbir a la locura y a la muerte. Saario fue especialmente convincente en sus argumentos y al explicar sus sueños, y aunque Jeremiah intentó rebatirle con su intensa fe en los Siete, el resto no supo muy bien qué pensar. En resumidas cuentas, los guardias intentaron utilizar el fuego valyrio para abrir brecha en la fortaleza, pero solo pudieron incendiar las dos torres interiores. Al mismo tiempo y aprovechando la confusión, los asediantes lanzaron un asalto para tomar Quiebramar, pero el firme mando de Ser Tristan y Ser Marann, la ayuda de Saario y la utilización del resto de fuego valyrio contra los atacantes habían bastado para detener a estos últimos. La noche siguiente, sin más, los asaltantes levantaron los campamentos y al amanecer se habían marchado. Suponían que se habían enterado de que Ancel y Jeremiah habían conseguido hacer cambiar de parecer a los Tarth y era mucho mejor retirarse a tiempo.
Horas después, el destacamento de Escollera volvió sin haber encontrado a supervivientes notables en la isla. No obstante, los cuerpos de Edgar Raer y Alyn Estermont seguían sin aparecer.
Por la noche, los comandantes de la fuerza aliada se reunieron en la sala de guerra de Quiebramar. Allí estaban el grupo al completo, Aemon Estermont, Morten Morrigen, Walter Rogers, Joremon Wensington, Mark Kellington, Aggert Swygert, Brienne de Tarth y Saario de Penthos. Saario insistió en la protección que les había proporcionado R'hllor siempre que tuvo ocasión, y efectivamente, al interrogar a los habitantes del castillo sobre sus pesadillas, todos afirmaban lo mismo: unas sombras que les arrastraban hacia la locura y la oscuridad, y cómo unas llamas las consumían de repente y los elevaban hacia el cielo. Incluso Jeremiah tuvo que aceptar este hecho, aunque seguía reticente. Los presentes trataron sobre qué hacer en siguiente lugar, y todos coincidieron en que hasta que Ancel no reclamara oficialmente la cabeza de la Casa Seabreeze y fuera reconocido legítimamente, poco podrían hacer. Aggert Swygert mencionó entre disculpas los preocupantes rumores que habían cundido por las Tierras de la Tormenta acerca de que uno de los hijos de lord Jeron había tenido algo que ver con el accidente de caza que lo había dejado postrado sin poder andar. Una discusión estalló sobre el tema, hasta que la dama Brienne se levantó (tímidamente al principio) y tomó la palabra:
—Si lady Vanna jura por su honor que ninguno de los hijos de Jeron tuvo algo que ver con su accidente, lord Ancel contará con todo mi apoyo.
Vanna, evidentemente, lo juró a pesar de ser falso, no le quedaba otro remedio. [¡Tirada de 28 en engaño!]. Con un estruendoso "a mí me basta", Brienne se sentó y todos los presentes callaron, aunque el problema seguía estando presente. Sin embargo, ser Aemon quiso oir tal juramento de labios del mismo Ancel; éste no se opuso y con la maestría que Vanna y su madre le habían transmitido, mintió con total naturalidad. Aemon asintió y declaró que contaba con su apoyo ante lord Renly, al igual que todos los demás.
Berormane visitó esa misma noche a los habitantes del castillo que habían caído presa de la locura y que permanecían encerrados. Éstos se mostraban un tanto violentos y lo único que se podía deducir de su errático discurso era que estaban obsesionados por conseguir "fuego para purificarse".
La mañana siguiente llegó un cuervo a Quiebramar. Llevaba una nota firmada con el apellido Wylde. La nota invitaba a Ancel y tres acompañantes de su elección a una reunión en el islote de Solnegro, uno de los muchos islotes al noreste de la isla de los Seabreeze. En la nota, un Wylde sin especificar ofrecía su apoyo y la paz a Ancel y Jeremiah. Tras una larga discusión, los Seabreeze decidieron que finalmente acudirían al lugar, pero por supuesto respaldados por al menos la mitad de su flota.
Poco después del amanecer del día siguiente tenía la reunión en el desolado islote de Solnegro entre Ancel, Jeremiah, Vanna y Breon y la representación Wylde, encabezada por Ser Jon. Tuvieron lugar unos duros y tensos intercambios de palabras e intentos de convencerse los unos a los otros. Durante la negociación, Ser Jon se mostró sutilmente insistente en que los Seabreeze les cedieran la isla de Raer a cambo de tierras en el continente (de los Connington seguramente), algo que no pasó inadvertido a los ojos expertos de Ancel y Vanna. Por supuesto, los Seabreeze no aceptaron, lo que aumentó la tensión en el ambiente. Cuando Ancel preguntó a Ser Jon acerca del paradero de su padre, el Wylde le dio su palabra de que lord Jeron había muerto de graves heridas, y que habían echado ya su cadáver al mar. Los Seabreeze no se fiaban del todo de la palabra de su hasta entonces enemigo, pero no dudaron de la conveniencia de aceptarlo por el momento. Así que Ancel decidió aceptar el ofrecimiento de los Wylde; su legitimación como cabeza de la casa debía ser la prioridad absoluta, y el apoyo de los Wylde y de sus aliados seguramente sería algo definitivo ante lord Renly. Ya encontraría el momento de ajustar cuentas con ellos en el futuro. Un apretón de manos selló el acuerdo entre las partes.
Las semanas siguientes, multitud de cuervos y mensajeros cruzaron las Tierras de la Tormenta, y finalmente lord Renly convocó a una representación de todas las casas que lo desearan a Bastión de Tormentas en el plazo de un mes para "tratar los desagradables asuntos acontecidos últimamente". Berormane también envió un cuervo a Altojardín, a lady Olenna Tyrell, informándole de la situación y solicitando una posible entrevista. Por su parte, los Wensington, los Kellington y los Rogers volvieron a sus respectivas tierras, despidiéndose hasta pronto.
Durante ese tiempo, los Seabreeze se dedicaron a peinar la isla de los Raer en busca de los desaparecidos, ya que Jon Wylde había jurado y perjurado que ni lord Edgar ni Ser Alyn habían sido hechos prisioneros ni sus cuerpos descubiertos. Y algo extraño sucedió: al cabo de un tiempo, una de las patrullas que se encontraban peinando la isla desapareció sin dejar rastro, y el resto no parecía recordar dónde había sido. Así que decidieron repartir la isla más uniformemente y transcurridos unos veinte días desaparecía otra patrulla, justo en un pequeño bosquecillo que todavía existía en el sureste de la isla...
Cuando se disponían a partir hacia Escollera espoleados por tal información, un sirviente llevó la noticia de que un barco acababa de atracar en puerto, transportando a Ser Goran Buckler, lady Madelyne y Megara Seabreeze, y a Melina Raer. La familia se reunía de nuevo.