La Subasta (y III)
Por la mañana, Sigrid se dirigió a la cafetería a desayunar con Ramiro del Hierro, el hombre del que estaba separada -aún no divorciada-. El día anterior habían intercambiado opiniones sobre la subasta y la anticuaria noruega estaba interesada en la opinión de su ex marido. La conversación pronto derivó a misterios esotéricos, de los que Ramiro era un gran aficionado.
No había transcurrido mucho tiempo cuando Sigrid se dio cuenta de que la guapísima mujer que había pasado la noche con Patrick se encontraba sentada en la barra, mirándolos y escuchándolos con todo el descaro del mundo. Al cruzar la mirada, la mujer se acercó y se autoinvitó a la mesa de la pareja. Se presentó como Dulce da Silva, anticuaria portuguesa. Al parecer, ella también había hecho alguna clase de pacto con Dan Simmons, y les explicó que se le llamaba "el hombre malo" por una buena razón; sin embargo, se mostró críptica sobre esto. También mencionó a Patrick, del que dijo que tenía "mucho potencial esotérico", significara eso lo que quiera que significara.
Una vez que la mujer acabó su copa se marchó sin ceremonias. La conversación había revelado a Sigrid cosas muy interesantes. Ramiro, preocupado por la seguridad de su ex mujer (a la que todavía amaba) y de los amigos de ésta, decidió sincerarse: afirmó que hacía poco se había convertido en "Bibliomante", capaz de percibir y manejar de forma limitada el poder oculto en los libros. Podía acceder al significado de las cosas, a la verdadera realidad. Sigrid no salía de su asombro. Al parecer, había todo un submundo que era capaz de canalizar distintas clases de poder para conseguir realizar algo parecido a "hechizos" o "sortilegios". El problema es que se necesitaban actos, objetos u alguna otra cosa con el significado suficiente para el aporte de la energía necesaria. En su caso, los libros muy antiguos y/o importantes eran los que le proveían del significado necesario para poder generar lo que él llamaba "cargas". Las "cargas" eran cuantos de poder, necesarios para la relización de efectos "alteradores de la realidad". Que Ramiro supiera, al menos había dos tipos distintos de "magos" (odiaba esa palabra), aunque le constaba que debían de existir muchos más: los Bibliomantes, como él, y los Cliomantes, cuyo poder procedía de lugares con significado histórico. Atendiendo a su intensidad, las cargas podían ser más o menos poderosas. Alguien con una carga realmente poderosa podría alterar la misma estructura de la realidad. Estas eran las que proporcionaban el verdadero poder.
También reveló que tanto Paul Van Dorn como Emil Jacobsen eran Bibliomantes, y muy poderosos. Y ambos querían conseguir el libro llamado "De Occultis Spherae" a toda costa.
Sigrid tenía miles de preguntas que hacer, pero Ramiro siguió contando a su ritmo: para adentrarse en los caminos de los adeptos había que perder la cordura, perder el foco de la realidad. Él se perdió, y se obsesionó, y por eso su relación con Sigrid se deterioró tanto. Pero la guía de Emil lo sacó del agujero y le permitió aprender a manejar su nueva situación. Tras poner en orden sus pensamientos y sus opiniones, Sigrid le relató a Ramiro el extraño sueño de Patrick que hizo que el grupo llegara a reunirse. Ramiro, sombrío, expresó su opinión: el tal Patrick debía de tener un gran poder latente. Y que no deberían contar a nadie sus sueños, porque sin duda se encontrarían con gente que querría dominar al profesor y usarlo en su propio beneficio. Y la primera candidata, desde luego, parecía ser la mujer portuguesa.
Durante la comida, Sigrid relató a sus compañeros toda la conversación con Ramiro, y cómo parecía que se habían metido de lleno en medio de un conflicto ocultista de grandes proporciones.
Y llegó el segundo día de la subasta. Se pujó fuerte por varios objetos, cuya valoración siguió sorprendiendo a Sigrid, pues ella los tasaba por precios mucho más bajos.
Poco rato después, reunidos con Ramiro, éste les contó que ciertos efectos mágicos producían fenómenos antinaturales como frío intenso o variación de la percepción del tiempo. Es posible que ese frío fuera lo que Patrick sintió en el vestíbulo del hotel la primera vez que entraron.
Por la noche, las pesadillas de Patrick volvieron con toda su intensidad. Se despertó al oír un grito en el pasillo. Hacía un frío cortante a pesar de la climatización de las habitaciones. Malcolm y Sigrid despertaron también en sus habitaciones. Era Ramiro el que gritaba en el pasillo. Sigrid se asomó rápidamente y pudo ver a Ramiro contra una pared con todo el brazo derretido y gritando de puro dolor. Enfrente se encontraba Dan Simmons, lanzando a un tío contra la puerta sin esfuerzo aparente. Detrás de Simmons salía uno de sus hombres con un cuchillo. Delante, tenían a otro hombre y a una mujer de unos cincuenta años y por el otro lado del pasillo venían otros tres. La mujer, que llevaba una pistola, disparó contra Dan; ¡¡¡y este no hizo otra cosa que reír!!! En ese momento Malcolm abrió la puerta y el hombre de Simmons empezó a correr hacia los que tenía enfrente. La mujer, tirando la pistola, empezó a gritar y un rictus de ira desatada le deformó el rostro. Mientras intentaba gesticular, el secuaz de Simmons se rajó un brazo con el cuchillo y tocó a la mujer con la mano. Al instante, ésta se llevó las manos a la cara y cayó al suelo entre gritos de dolor mientras Malcolm descargaba su cargador sobre ella. Por el otro lado tres hombres vestidos de negro se acercaban. Uno de ellos, africano, miró a Sigrid con los ojos inyectados en sangre mientras otro buscaba algo en su bolsillo. Sigrid cerró la puerta y empezó a escuchar disparos. Patrick pudo ver a un hombre con una uzi humeante y a Dan Simmons chorreando sangre, antes de cerrar la puerta. Malcolm gritó ¡alto! al tipo, pero éste no hizo ningún caso, así que disparó contra el más cercano, el tipo con la mano en el bolsillo. Le dio en la pierna y se derrumbó en el suelo, cayéndosele una caja del bolsillo. Al ver esto, el africano gritó y se abalanzó sobre Malcolm, mientras el compañero de la mujer sacaba a su vez una pistola. Dan Simmons pasó como una exhalación ante Malcolm y destrozó al de la uzi con un fuerte golpe. El hombre del cuchillo volvió a herirse en el brazo y se abalanzó contra el africano; pero éste se revolvió, lo cogió del cuello, y el secuaz de Malcolm empezó a gritar y a deformarse horriblemente. Malcolm recibió un disparo en el antebrazo izquierdo y se desmayó.
A los pocos momentos se hizo el silencio por fin, y Patrick y Sigrid se asomaron. Había varios cuerpos tirados por el suelo. La mujer de la pistola llamaba especialmente la atención porque ya no parecía tener rostro, sino que tenía una película de piel cubriéndole toda la cara. Otro hombre tenía los huesos crecidos de forma antinatural. Dan Simmons cogió en brazos a Malcolm y se dirigieron rápidamente a la enfermería. Al pasar delante del negro vieron que tenía varios disparos en la espalda. "Alguien nos ha ayudado, pero no sé quién"-dijo Simmons. También llevaron a Ramiro a cuestas a la enfermería, su brazo parecía estar totalmente inútil. Según él, el negro debía de ser uno de los que los ocultistas llamaban "labracarnes'", que obtenían su poder al automutilarse.
Más tarde haría su aparición la policía, pero se limitaron a tomar nota y a tomar declaración a los testigos. Sorprendentemente, no se interesaron por los cuerpos deformados, que llevaron a la morgue sin hacer más preguntas. Algo olía claramente a podrido en todo aquello. El grupo decidió dormir en la misma habitación haciendo guardias, para más seguridad.
Y así llegó el tercer día de subasta, con Malcolm y Ramiro llevando sus brazos en sendos cabestrillos.Tras reunirse un rato, volvieron a la subasta, que tenía sesión matinal. En la sala habían sido añadidas ciertas cámaras de vídeo y sensores que el día anterior no estaban y que pasaban desapercibidos, camuflados en objetos. Pero la experiencia de Malcolm en tales materias era extensa, y no tardó en identificarlos.
Los objetos más importantes ese día fueron:
Sigrid abrió los ojos. Se encontraba en una camilla al lado de una ambulancia. A ella se acercó una enfermera, que le preguntó si se encontraba bien. Al responderle que creía que sí, la enfermera mudó la expresión amable de su rostro en otra de absoluta seriedad:
—Pues entonces ya sabes... —se llevó el dedo índice a los labios— sssssshhh....
Un médico hizo lo mismo con Patrick cuando despertó. ¿Dónde demonios se habían metido? ¿Quién era esa gente?
Por la mañana, Sigrid se dirigió a la cafetería a desayunar con Ramiro del Hierro, el hombre del que estaba separada -aún no divorciada-. El día anterior habían intercambiado opiniones sobre la subasta y la anticuaria noruega estaba interesada en la opinión de su ex marido. La conversación pronto derivó a misterios esotéricos, de los que Ramiro era un gran aficionado.
No había transcurrido mucho tiempo cuando Sigrid se dio cuenta de que la guapísima mujer que había pasado la noche con Patrick se encontraba sentada en la barra, mirándolos y escuchándolos con todo el descaro del mundo. Al cruzar la mirada, la mujer se acercó y se autoinvitó a la mesa de la pareja. Se presentó como Dulce da Silva, anticuaria portuguesa. Al parecer, ella también había hecho alguna clase de pacto con Dan Simmons, y les explicó que se le llamaba "el hombre malo" por una buena razón; sin embargo, se mostró críptica sobre esto. También mencionó a Patrick, del que dijo que tenía "mucho potencial esotérico", significara eso lo que quiera que significara.
Una vez que la mujer acabó su copa se marchó sin ceremonias. La conversación había revelado a Sigrid cosas muy interesantes. Ramiro, preocupado por la seguridad de su ex mujer (a la que todavía amaba) y de los amigos de ésta, decidió sincerarse: afirmó que hacía poco se había convertido en "Bibliomante", capaz de percibir y manejar de forma limitada el poder oculto en los libros. Podía acceder al significado de las cosas, a la verdadera realidad. Sigrid no salía de su asombro. Al parecer, había todo un submundo que era capaz de canalizar distintas clases de poder para conseguir realizar algo parecido a "hechizos" o "sortilegios". El problema es que se necesitaban actos, objetos u alguna otra cosa con el significado suficiente para el aporte de la energía necesaria. En su caso, los libros muy antiguos y/o importantes eran los que le proveían del significado necesario para poder generar lo que él llamaba "cargas". Las "cargas" eran cuantos de poder, necesarios para la relización de efectos "alteradores de la realidad". Que Ramiro supiera, al menos había dos tipos distintos de "magos" (odiaba esa palabra), aunque le constaba que debían de existir muchos más: los Bibliomantes, como él, y los Cliomantes, cuyo poder procedía de lugares con significado histórico. Atendiendo a su intensidad, las cargas podían ser más o menos poderosas. Alguien con una carga realmente poderosa podría alterar la misma estructura de la realidad. Estas eran las que proporcionaban el verdadero poder.
También reveló que tanto Paul Van Dorn como Emil Jacobsen eran Bibliomantes, y muy poderosos. Y ambos querían conseguir el libro llamado "De Occultis Spherae" a toda costa.
Sigrid tenía miles de preguntas que hacer, pero Ramiro siguió contando a su ritmo: para adentrarse en los caminos de los adeptos había que perder la cordura, perder el foco de la realidad. Él se perdió, y se obsesionó, y por eso su relación con Sigrid se deterioró tanto. Pero la guía de Emil lo sacó del agujero y le permitió aprender a manejar su nueva situación. Tras poner en orden sus pensamientos y sus opiniones, Sigrid le relató a Ramiro el extraño sueño de Patrick que hizo que el grupo llegara a reunirse. Ramiro, sombrío, expresó su opinión: el tal Patrick debía de tener un gran poder latente. Y que no deberían contar a nadie sus sueños, porque sin duda se encontrarían con gente que querría dominar al profesor y usarlo en su propio beneficio. Y la primera candidata, desde luego, parecía ser la mujer portuguesa.
Durante la comida, Sigrid relató a sus compañeros toda la conversación con Ramiro, y cómo parecía que se habían metido de lleno en medio de un conflicto ocultista de grandes proporciones.
Y llegó el segundo día de la subasta. Se pujó fuerte por varios objetos, cuya valoración siguió sorprendiendo a Sigrid, pues ella los tasaba por precios mucho más bajos.
- Un yelmo griego alcanzó un precio altísimo, tras pujar por él Dan Simmons, Freddy y James Hamilton.
- La katana de Miyamoto Musashi comenzó la subasta en 600.000$. Pujaron por ella los japoneses Shugo Nakato y Shiro Takeda, Dan Simmons y una tal Jennifer Zaraya, una mujer que habían conocido en la fiesta y que iba acompañada de dos hombres, Alex y Turner, que como más tarde se enterarían, formaban el grupo llamado Arcadia 3. Finalmente, Jennifer consiguió la katana por 4.100.000$. Dan Simmons tenía todo el rato una sonrisa en la boca, parecía estar divirtiéndose mucho.
- Un ankh dorado, reliquia faraónica del siglo VII a.C. también fue adquirido por Arcadia 3.
- El manuscrito Voynich. Por él pujó mucha gente, pero sobre todo Joan Dos Santos, Lisa Gander, Dan Simmons y Martín del Pozo. Este último fue quien se lo quedó, por una suma astronómica.
- El mapa de Platón, que presuntamente mostraba el camino a la Atlántida. En su primera puja, Dulce da Silva lo adquirió por varios millones de dólares, aplastando todas las otras ofertas.
Poco rato después, reunidos con Ramiro, éste les contó que ciertos efectos mágicos producían fenómenos antinaturales como frío intenso o variación de la percepción del tiempo. Es posible que ese frío fuera lo que Patrick sintió en el vestíbulo del hotel la primera vez que entraron.
Por la noche, las pesadillas de Patrick volvieron con toda su intensidad. Se despertó al oír un grito en el pasillo. Hacía un frío cortante a pesar de la climatización de las habitaciones. Malcolm y Sigrid despertaron también en sus habitaciones. Era Ramiro el que gritaba en el pasillo. Sigrid se asomó rápidamente y pudo ver a Ramiro contra una pared con todo el brazo derretido y gritando de puro dolor. Enfrente se encontraba Dan Simmons, lanzando a un tío contra la puerta sin esfuerzo aparente. Detrás de Simmons salía uno de sus hombres con un cuchillo. Delante, tenían a otro hombre y a una mujer de unos cincuenta años y por el otro lado del pasillo venían otros tres. La mujer, que llevaba una pistola, disparó contra Dan; ¡¡¡y este no hizo otra cosa que reír!!! En ese momento Malcolm abrió la puerta y el hombre de Simmons empezó a correr hacia los que tenía enfrente. La mujer, tirando la pistola, empezó a gritar y un rictus de ira desatada le deformó el rostro. Mientras intentaba gesticular, el secuaz de Simmons se rajó un brazo con el cuchillo y tocó a la mujer con la mano. Al instante, ésta se llevó las manos a la cara y cayó al suelo entre gritos de dolor mientras Malcolm descargaba su cargador sobre ella. Por el otro lado tres hombres vestidos de negro se acercaban. Uno de ellos, africano, miró a Sigrid con los ojos inyectados en sangre mientras otro buscaba algo en su bolsillo. Sigrid cerró la puerta y empezó a escuchar disparos. Patrick pudo ver a un hombre con una uzi humeante y a Dan Simmons chorreando sangre, antes de cerrar la puerta. Malcolm gritó ¡alto! al tipo, pero éste no hizo ningún caso, así que disparó contra el más cercano, el tipo con la mano en el bolsillo. Le dio en la pierna y se derrumbó en el suelo, cayéndosele una caja del bolsillo. Al ver esto, el africano gritó y se abalanzó sobre Malcolm, mientras el compañero de la mujer sacaba a su vez una pistola. Dan Simmons pasó como una exhalación ante Malcolm y destrozó al de la uzi con un fuerte golpe. El hombre del cuchillo volvió a herirse en el brazo y se abalanzó contra el africano; pero éste se revolvió, lo cogió del cuello, y el secuaz de Malcolm empezó a gritar y a deformarse horriblemente. Malcolm recibió un disparo en el antebrazo izquierdo y se desmayó.
A los pocos momentos se hizo el silencio por fin, y Patrick y Sigrid se asomaron. Había varios cuerpos tirados por el suelo. La mujer de la pistola llamaba especialmente la atención porque ya no parecía tener rostro, sino que tenía una película de piel cubriéndole toda la cara. Otro hombre tenía los huesos crecidos de forma antinatural. Dan Simmons cogió en brazos a Malcolm y se dirigieron rápidamente a la enfermería. Al pasar delante del negro vieron que tenía varios disparos en la espalda. "Alguien nos ha ayudado, pero no sé quién"-dijo Simmons. También llevaron a Ramiro a cuestas a la enfermería, su brazo parecía estar totalmente inútil. Según él, el negro debía de ser uno de los que los ocultistas llamaban "labracarnes'", que obtenían su poder al automutilarse.
Más tarde haría su aparición la policía, pero se limitaron a tomar nota y a tomar declaración a los testigos. Sorprendentemente, no se interesaron por los cuerpos deformados, que llevaron a la morgue sin hacer más preguntas. Algo olía claramente a podrido en todo aquello. El grupo decidió dormir en la misma habitación haciendo guardias, para más seguridad.
Y así llegó el tercer día de subasta, con Malcolm y Ramiro llevando sus brazos en sendos cabestrillos.Tras reunirse un rato, volvieron a la subasta, que tenía sesión matinal. En la sala habían sido añadidas ciertas cámaras de vídeo y sensores que el día anterior no estaban y que pasaban desapercibidos, camuflados en objetos. Pero la experiencia de Malcolm en tales materias era extensa, y no tardó en identificarlos.
Los objetos más importantes ese día fueron:
- El codex Seraphinianus. En palabras de Ramiro, ese libro era una joya para los ocultistas. Pujaron algunos conocidos de Sigrid, John Legard, Angel y amir, Frederic Turan, y un invitado nuevo, Simeón Bar Yohai, un anciano que ya habían visto a ratos solitario en la cafetería. Turan resultó vencedor de la puja.
- El diario secreto de Helena Blavatsky. La puja estuvo entre Dulce, el Hombre Malo, Marc Tolens y Paul van Dorn. Dulce lo consiguió; parecía que la mujer tenía un flujo de ingresos ilimitado.
- La Caja del Toc-Toc. Ivanov ofreció 500.000$, se le notaba realmente interesado. Uno de los pujadores miró a otro de forma extraña, tras lo cual, Ivanov y el segundo pujador quedaron atontados y no siguieron pujando. John Legard fue el ganador.
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Sigrid abrió los ojos. Se encontraba en una camilla al lado de una ambulancia. A ella se acercó una enfermera, que le preguntó si se encontraba bien. Al responderle que creía que sí, la enfermera mudó la expresión amable de su rostro en otra de absoluta seriedad:
—Pues entonces ya sabes... —se llevó el dedo índice a los labios— sssssshhh....
Un médico hizo lo mismo con Patrick cuando despertó. ¿Dónde demonios se habían metido? ¿Quién era esa gente?
FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA
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