Domingo
Sigrid Olafson
Al atardecer, Sigrid se encontraba ante su ordenador transcribiendo viejas historias, cuando su hija Esther la llamó por teléfono para decirle que estaba asustada: había entrado un hombre extraño en la tienda que la familia poseía en Madrid, y de la que Esther, de 20 años, había quedado encargada. Tras tranquilizar a su hija reprimiendo su propia inquietud, Sigrid recordó que tenía pendiente una llamada a la academia militar de Westpoint, donde estudiaba su hijo Daniel. El muchacho parecía muy nervioso, y tras tirarle un poco de la lengua, reconoció que estaba un poco inquieto; al parecer sus compañeros reclutas estaban comportándose de forma rara, no sólo con él, sino en general. Sigrid no le concedió mayor importancia, al fin y al cabo, se trataba de adolescentes.
Una vez que terminó de conversar con su hijo siguió con su búsqueda de información a través de Internet; al cabo de unos minutos le llamó poderosamente la atención un pequeño icono en una página desconocida, que parecía una runa nórdica. El icono daba acceso a una página de noticias: "AntiquitiesOverTheWorld.net". Resultó ser una página muy exclusiva donde se anunciaba que el siguiente jueves en el hotel Excelsior habría una gran subasta de objetos donados desde colecciones particulares. También había un hilo de discusión en los foros donde vio un mensaje: [b][i]"joder, a ver si esto tiene algo que ver con el saqueo de la biblioteca…"[i][b]. Interesante.
A Sigrid le picó la curiosidad, así que realizó una búsqueda exhaustiva. Finalmente pudo leer que en la Universidad de Yale habían saqueado la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos. Por su profesión, Sigrid conocía bastante bien esta biblioteca, y le extrañó no sólo que la hubieran saqueado, ya que la seguridad era muy estricta, sino el secretismo que parecía rodear el robo. Decidió hablar con sus contactos y colegas: Mark Archer y varios más. Y tomó la decisión de acudir a la subasta. Aconsejada por sus colegas, decidió que sería buena idea contratar un guardaespaldas para que la acompañara al evento, y en la guía telefónica encontró un nombre: Malcolm Waite – Seguridad. Distraída como siempre, sin mirar la hora que era, llamó al tal Malcolm para contratarlo; quedaron en verse en su despacho al día siguiente.
Quedaba un cabo suelto, y era que a la subasta sólo podía accederse por invitación. Sin embargo, Sigrid movió hilos y, tras solicitarla, recibiría una invitación para asistir a la subasta varios días después.
Malcolm 'Mal' Waite
Mal se encontraba, como cada día, entrenando en el gimnasio junto con su sparring y amigo, Joe Lender, con el que ese día se ensañó demasiado sin intención. Después del combate, su entrenador y también amigo Travish McNamara (de mirada inquietante debido al parche que lucía en el ojo que le faltaba), le contó algo muy extraño: había oído decir por las calles que iba a pasar algo gordo. Al insistir en que le contara más, Travis soltó la lengua: se lo había dicho unos minutos antes un mendigo en el bar, que aunque borracho, parecía argumentar de una manera bastante lúcida. Lo más extraño fue que Travis no supo decirle nada más, porque tras mencionar al mendigo pareció sufrir un lapsus mental. Pero seguro que no era un simple olvido, porque había olvidado incluso que había mencionado al mendigo, incluso que había tenido alguna conversación con él. O Travis se hacía viejo o algo extraño estaba pasando.
Ya fuera del gimnasio, Malcolm se dirigió al bar para intentar averiguar más cosas sobre lo que le había dicho su amigo. Tras una breve conversación con el barman y un parroquiano averiguó hacia dónde se había ido el sintecho. Salió a la calle a buscarlo, y lo encontró tirado en un callejón. A duras penas pudo hablar con él, y el viejo mencionó que había perdido a su hija Cindy. Empatizando con el pobre hombre, Malcolm le contó a su vez cómo murió su hija y el mendigo le dio un dato revelador: "parece obra de un labracarnes" —dijo. ¿Un labracarnes? ¿Qué demonios era eso? Cuando más interesante se estaba poniendo la conversación, Malcolm quedó inconsciente de forma extraña. Despetó a los pocos minutos y el anciano ya no estaba allí. Inquietante.
Siguió buscándolo durante horas, pero sin éxito. Así que sumido en una pequeña depresión tras rememorar los acontecimientos relacionados con la muerte de su hija en la conversación con el mendigo, se dirigió al bar a echar unos tragos. Al poco rato y 3 whiskies sonó su teléfono móvil, bien entrada la noche. La llamada era de una mujer que preguntaba si estaba disponible para ser contratado como "guardaespaldas no oficial" en una subasta durante la próxima semana. Mal no estaba muy sobrio, así que decidió citar a su interlocutora (Sigrid) al día siguiente en su despacho.
Patrick Sullivan
Patrick, profesor de filosofía, volvía paseando de dar clase y se encontraba bastante cansado; así que fue directo a la cama. No obstante, le atemorizaba dormirse, porque hacía un tiempo que venía teniendo sueños nada agradables.
Se cambió de ropa, pues estas semanas estaban siendo más duras de lo normal. Cada mañana tenía que lavar el pijama, porque se levantaba empapado en sudor; los sueños eran cada vez más intensos y más reales, tenía que hacer algo para que dejaran de atormentarle, pero no sabía qué. Hasta que intentó algo que le dio la solución; bebiendo un poco y metiéndose algo de droga en el cuerpo, dormía sin problemas....
Esa noche estaba más cansado de lo habitual, había sido un día duro. Cenó una lasaña congelada y se puso a ver la televisión. Sin apenas darse cuenta cayó rendido en el sofá, y el sueño volvió....más nítido que nunca: se encontraba junto a dos personas que no había visto en su vida, una mujer de unos 40 años, y un hombre de unos 50 pero todavía en forma. Estaban protegiéndose las espaldas unos a otros, rodeados por enemigos; sólo que estos enemigos eran invisibles, unas sombras sin forma. Se encontraban en un vestíbulo de un hotel ostentoso, rodeados por una jauría de ellas, que revoloteaban a su alrededor. Cada uno de ellos portaba un libro antiguo en sus manos; la primera en intentar leerlo fue la mujer, y al deshacerse en sus manos no pudos soportarlo, el pánico se hizo dueña de ella, empezó a rasgarse la cara con las uñas mientras gritaba de dolor y de auténtico horror. El hombre también intentó leer el libro que sostenía, que se deshizo en polvo igual que el de la mujer. Acto seguido él también fue presa del horror y cayó al suelo llorando de angustia. Por último fue el turno de Patrick y, cuando se disponía a leer el libro, un frío gélido se apoderó de su corazón absorbiendo todo el aire que entraba por sus pulmones... justo en ese momento se despertaba bañado en sudor y con un dolor punzante en el pecho....
Cada día el sueño era más intenso, cada día dormía menos, tenía que conseguir que los sueños no se apoderasen de él.
Lunes
Por la mañana, y con el malestar de la resaca, Malcolm se reunió con Sigrid. Ella le contó los detalles de lo que necesitaba (protección durante la semana que durase la subasta) y acordaron una tarifa por los servicios. Durante la conversación afloraron ciertas tiranteces entre Malcolm y Sigrid, ya que la anticuaria se apercibió de que Mal estaba resacoso, y el despacho, aunque espartano, no estaba "pulcro y ordenado", cosa con la que Sigrid era extremadamente maniática.
Cuando la conversación estaba llegando a su final, llamaron a la puerta. No era otro que Patrick, que había acudido allí por un impulso inexplicable, y que les habló del sueño en el que Malcolm y Sigrid también aparecían. Aunque reticentes al principio con el peculiar profesor, no pudieron sentirse intrigados por todo aquello que les contó, y decidieron dejarle acompañarlos.
Acudieron al Hotel Excelsior, en cuya planta ático se iba a celebrar la subasta. En el vestíbulo, Patrick rememoró el sueño de una manera realmente vívida. Al intentar alojarse en recepción les dijeron que no quedaban habitaciones libres. Tras echar una ojeada, Patrick volvió al vestíbulo. Un frío intenso lo envolvió y sintió como si el tiempo se detuviera. Tenía la sensación... no, la certeza, de que todo el mundo lo observaba fijamente. Todo pasó tan súbitamente como llegó. Cuando preguntó a Sigrid, a Mal y a algunos de los presentes, todo el mundo lo negó; nadie había mirado a Patrick.
Llevaron a cabo las primeras pesquisas en la Biblioteca de Nueva York. Mal también estaba intrigado, después de lo que le había dicho el mendigo, y acompañar a esta pareja de momento podía revelarle información de utilidad. Descubrieron que la mayoría de los libros de la subasta procedían del tesoro de Hitler y que Sotheby's era la empresa encargada de gestionar el evento.
Tras esto, se retiraron a dormir. Malcolm se pasó un rato por el gimnasio antes de irse a casa.
Martes
El día siguiente viajaron a Yale, a investigar el robo de la colección de libros raros. En la Biblioteca les contaron cómo había sido el robo, pero en ningún momento les dieron detalles sobre qué era lo que habían sustraído. Malcolm intentó obtener esta información de la policía, pero sin éxito. Sigrid, haciendo uso de sus habilidades, consiguió que el director de la Biblioteca les proporcionase la lista de los libros desaparecidos.
También buscaron información sobre la runa que Sigrid había encontrado en Internet y que fue la que le guió hasta la información de la subasta. Resultó que también estaba relacionada con el tesoro perdido de Hitler, no era sino uno de muchos símbolos esotéricos nazis.
Durmieron en un hotel, donde Malcolm y Patrick compartieron habitación. Para su angustia, Mal experimentó el mismo sueño que atormentaba a Patrick, salvo que visto desde su punto de vista. El temor se apoderó de él. Esto le convenció definitivamente de permanecer con Sigrid y Patrick, seguro que así obtendría respuestas a las preguntas que le habían estado acosando desde la muerte de su hija.
Miércoles
Por la mañana temprano regresaron a Nueva York.
La noche siguiente, Sigrid y Malcolm durmieron en casa de ella, y continuando con la serie de hechos extraños, ambos tuvieron el mismo sueño. Una figura en unos muelles, sangre en el suelo y una silueta en penumbra que los miraba llevándose un dedo a la boca y susurrando “ssshhhhhhh...”.
Después volvió el sueño recurrente, pero situándose en el vestíbulo del hotel y con un libro en las manos. El libro desaparecía de repente, y despertaron gritando. Esta experiencia les unió aún más; algo les estaba pasando y no sabían qué era, algo que también les unía al extravagante profesor Sullivan.
Finalmente llegaron las invitaciones para la subasta. En el Hotel pudieron ver publicada la lista del material que iba a ser subastado, por supuesto no accesible al público general. Y efectivamente, no fue grande su sorpresa al ver en la relación de objetos algunos de los que habían sido robados en Yale.
El material que se subastaba era el siguiente:
- Manuscrito de la Vulgata. Escrito en el siglo V por San Jerónimo, este es uno de los dos únicos manuscritos originales que se conservan.
- La Caja del Toc-Toc.
- El diario secreto de Helena Blavatsky. En teoría una joya del ocultismo, un texto iluminado por seres primigenios que revelaron a Madame Blavatsky el secreto del origen de la humanidad y de las otras tres razas ancestrales (atalantes, lemuritas y muanos)
- El manuscrito Voynich.
- De Occultis Spherae, un antiguo libro venerado por muchos ocultistas.
- El Codex Seraphinianus.
- El mapa de Platón.
- Ankh dorado. Reliquia faraónica del siglo VII adC.
- La katana de Miyamoto Musashi.
- Multitud de jarrones y vasijas de distintas dinastías chinas y japonesas.
- Yelmos, cetros, dagas, y partes de armadura de la Edad Media.
- Pergaminos celtas, escritos rúnicos, adornos escandinavos.
El diario secreto de Helena Petrovna Blavatsky era el único libro que no se encontraba entre los robados de Yale.
El Codex Seraphinianus y El manuscrito Voynich eran ambos dos códices escritos en clave y que nadia había conseguido descifrar nunca, ambos en la lista de los desaparecidos en la biblioteca de Beinecke.
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