Finalmente, tuvo lugar el encuentro entre Demetrius y su prometida, Loryn Mather. El bardo no podía sino sentirse un poco culpable por haber mantenido relaciones con Eltahim y Azalea a la vez que con su amada sermia. Pero acallando la voz de su conciencia, abrazó con todas sus fuerzas a su prometida y la besó durante largo tiempo. Y no tardaron en hacer el amor apasionadamente. Algo que le llamó la atención fue que ella le aseguró no saber cómo había llegado a parar a los barcos ilvos. Al parecer, la desaparición de la isla de Evned en la Recreación de la Runa había borrado también los acontecimientos que habían tenido que ver con ella. Como Loryn lo achacaba todo a una pérdida de memoria, Demetrius prefirió dejarlo así. Y además, evitó con éxito que Loryn y Eltahim se encontraran cara a cara, al menos durante unos cuantos días.
Mientras se encontraban discutiendo de nuevo la distribución de tropas en el territorio ercestre, llegó una misiva de lord Aghonor de la Sombra, portada por un cuervo y dirigida al Gran Maestre de los Paladines, citándolo para conversar en el pueblo de Fyrtha, en teoría territorio neutral.
Demetrius, Ezhabel, Ayreon, Leyon y Randor acudieron a lomos de sendos grifos para investigar la ciudad de Fyrtha. En la ciudad no se veían civiles por ningún lado, y lo único que alcanzaron a ver desde larga distancia fueron militares de la Sombra (había un campamento de campaña de al menos 500 tiendas junto al pueblo) y estandartes por doquier, al parecer todos con motivos Oscuros. No pensaron en llevar una nutrida escolta con ellos, por lo que decidieron no acudir a la reunión. Intentaron retrasar la reunión con métodos bastante heterodoxos (lanzar una flecha con un mensaje atado) sin ningún éxito, así que el ejército de la Sombra optó por incendiar la ciudad y marcharse.
De vuelta a Emmolnir fueron recibidos por Jasafet y los demás. Entre ellos salieron al encuentro de Demetrius Loryn y Eltahim. Ésta vio cómo la barda abrazaba a Demetrius con fruición. Este rebulló, incómodo. La targia le pidió explicaciones al bardo, mientras lo intentaba abrazar a su vez. Loryn, dándose cuenta de lo que pasaba, estalló en una violenta escena de celos. Demetrius las llevó a un lugar más discreto, donde discutieron el asunto. Loryn se mostraba muy acalorada, y Eltahim extrañamente tranquila. Llegado un punto de la conversación, Eltahim tomó la palabra, diciendo que ella lo comprendía. Acto seguido acercó su rostro al de Loryn y la besó en los labios, sexualmente. Loryn abrió mucho los ojos y al cabo de unos instantes se retiró bruscamente y se marchó. ¿Era imaginación de Demetrius, o Loryn había dudado unos segundos en rechazar a Eltahim?
Loryn corrió a hablar con Ezhabel, con quien siempre la había unido una buena relación. Le explicó la situación, y Ezhabel intentó tranquilizarla. Loryn, confundida, le dio un beso en la boca. La semielfa la rechazó amablemente. La barda estaba muy confundida sobre sus sentimientos, y finalmente se fue a dormir, más o menos tranquila. Antes de dormir recibió la visita de Demetrius, y hablaron largo y tendido de sus sentimientos y de la extraña situación.
Esa misma madrugada, justo antes de amanecer, Ayreon sintió en su sueño una sensación de peligro inmensa, que casi le arrastra al abismo del Mundo Onírico. Y una potente y conocida -aunque deformada- voz que no cesaba de repetir "ayuda", "ayuda". Despertó violentamente, con la cabeza embotada. A medida que se fue despejando, consiguió recordar a quién pertenecía la voz: seguro que era la de Avaimas, el Maestro Alquimista que se encontraba defendiendo la ciudadela de Nímbalos, en la Corona del Erentarna. Se vistió precipitadamente y cogió a Eglaras. Salió al pasillo y avisó a todos los demás, que a los pocos instantes ya se estaban reuniendo en el patio de armas para que Demetrius abriera un portal hasta la ciudadela. Ayreon había reunido también un contingente de Hijos de Emmán que deberían ayudarlos en caso de problemas, y mandaron a llamar a Eltahim, a Loryn, a Treltarion, a Ergialaranindal y a todos los demás. Pero no esperaron a que llegaran. Demetrius abrió el portal utilizando su arpa Mandalazar como foco lo más rápidamente que pudo, tras varios intentos fallidos. No le quedó suficiente poder para ampliar el portal, por el que como máximo cabrían dos personas espalda contra espalda.
Y a través de él se lanzaron Ezhabel y Ayreon, protegiéndose uno a otro.
Al atravesar el portal fueron cegados por el humo y el fuego, un fuego azul y extraño, fantasmal. De repente, un río de ese fuego azul se derramó desde el lado de Ezhabel hacia la pareja, que sufrió un dolor indescriptible y fueron arrojados hacia un lado. Rápidamente Ayreon cargó con la maltrecha semielfa y atravesó de nuevo el portal, hacia el otro lado, sin apenas haber visto nada.
Tras recibir curas de urgencia por parte de los pocos e inexpertos paladines reunidos en el patio, volvieron a cruzar, armándose de valor. De nuevo les recibió el humo y el fuego, pero esta vez no hubo chorros sorpresivos. Avanzando un poco más salieron a una zona más despejada. Se encontraban en el patio principal del palacio de la Ciudadela. Ésta parecía haber perdido el campo de fuerza que la protegía en el pasado, y por todas partes había escaramuzas y combates. Al menos una docena de dragones surcaba los aires mientras Avaimas les lanzaba bolas de fuego. Draconianos, elfos oscuros y hombres armados con lanzas luchaban por todas partes contra la guardia real y varios contingentes de elfos, entre los cuales Ezhabel reconoció el escudo de su abuelo. Finalmente sí habían acudido a proteger la ciudadela. Enfalath y Narada, al mando de sendos pelotones de elfos, se enfrentaban a los contingentes de elfos oscuros causando estragos en sus filas, pero cada vez que uno de ellos caía parecía aparecer otro de la nada. Finalmente fueron trabados en combate por un grupo de Demonios-Toro. Los legendarios capitanes elfos luchaban sin descanso. Extrañas criaturas, algunas de ellas demonios procedentes de varios planos se veían aquí y acullá. El rey Rûmtor había sido arrinconado en una torre por varios demonios, con un grupo de fieles de su Guardia de Águilas. Las águilas no se veían por ningún lado. Pero lo peor era el aura de oscuridad y malignidad que emanaba de uno de los dragones. Volaba montado por un jinete que ya conocían bien, ataviado con una armadura negra que parecía tener un cielo estrellado en su superficie y empuñando a Ugrônd, el Martillo de Korvegâr.
Ayreon no lo pensó más e invocó el poder de Eglaras para transformarse en Alto Campeón de Emmán. Se lanzó rápidamente a por los dragones. Así, las primeras luces de la madrugada vieron comenzar la Batalla de Nímbalos.
Mattren Helner con su ligera cojera y sus dos compañeros Mediadores parecían una ola de muerte que se cernía sobre un grupo de trolls, que retrocedía cada vez más. Pero varios elfos oscuros habían conseguido situarse a sus espaldas. Allí se lanzó Ezhabel, gritando y poniéndolos sobre aviso, mientras chorros de plasma de dragón se derramaban por doquier. Mientras, Demetrius atravesó el portal. Impactado al principio por la situación, no tardó en reaccionar y se protegió en un sitio seguro. Desde allí hizo tañir las cuerdas de su arpa. Un dragón cayó muerto, atrapado por la Música de la Creación.
Ayreon intercambió varios golpes con los dragones, hasta que vio la situación del rey Rûmtor, rodeado con su guardia por una veintena de demonios. Rápidamente se lanzó hacia el combate con un Aura de Expulsión que rechazó a los abominables monstruos. Acto seguido, comenzó a desterrarlos. Todo esto resistiendo los envites del Jinete de Korvegâr, que lanzaba su martillo una y otra vez contra el paladín transformado en campeón, sin éxito. El rey, viéndose liberado, se unió a una compañía de su guardia y siguió batallando, empuñando su ancestral espada, QuitaVidas.
Mientras, el portal iba siendo atravesado por los Hijos de Emmán que habían convocado en el patio de armas, que formaban grupos y se unían a la lucha allí donde podían. Lord Randor cruzó el portal, seguido de cerca por lord Treltarion, el elfo ancestral, que inmediatamente comenzó a lanzar poderosos hechizos a diestro y siniestro. Avaimas no cesaba de lanzar bolas de fuego (o algo parecido) con su bastón, y Demetrius seguía haciendo sonar su arpa, dirigiendo su música mediante hechizos hacia los dragones que lo sobrevolaban. No tardó mucho en aparecer Loryn Mather, utilizando sus poderes de Leyenda Viviente para inspirar a sus compañeros y llevar hechizos de inconsciencia y muerte a sus enemigos.
Ayreon volvió a enfrentarse a los dragones. Abatió a uno de ellos, que cayó con un gran estrépito sobre una de las murallas del bastión interior, destrozándola; casi al mismo tiempo que Avaimas acababa con otro. Sin embargo, otro de los monstruos arrojó su aliento contra el elfo, que cayó inconsciente y malherido. Ezhabel corrió a rescatarle. Al mismo tiempo, apareció por el portal Regar de Khoul, que girando sobre sí mismo en una espiral de muerte, se unió a un grupo de Hijos de Emmán que combatía sobre la muralla. El Jinete de Korvergâr no cejaba en su intento de abatir a Ayreon. Ezhabel intentaba reanimar a Avaimas, sin éxito, hasta que, milagrosamente, éste recuperó el aliento [punto de Destino].
Con cada chorro de plasma arrojado por los dragones, las explosiones se sucedían y los cuerpos saltaban por los aires, en varias ocasiones sin distinguir amigos de enemigos. Entre el humo y el fuego azul apareció también Jasafet, seguido de Eltahim, Arilhim y Verritar. Eltahim y Arilhim comenzaron a lanzar hechizos, moviendo de un modo muy particular sus manos, mientras Verritar aparentaba no hacer nada especial (en realidad, potenciaba los hechizos de sus compañeros). Arilhim no tardó en abatir su primer dragón, con un hechizo que no tuvo ningún efecto visible. El escondite de Demetrius fue descubierto y tuvo que correr para evitar el aliento de los monstruos voladores. No tuvo demasiado éxito y fue auxiliado por Ezhabel. Eltahim intentó lanzar un hechizo contra el jinete de Korvegâr, pero tuvo un efecto inesperado y la dejó inconsciente. El jinete, dirigió a su dragón hacia el grupo de targios y lanzó su infernal aliento sobre ellos, hiriendo y dejando inconsciente a Arilhim. Ayreon se precipitó en su ayuda.
El paladín llegó a la altura del jinete cuando éste estaba a punto de descargar su martillo sobre Verritar, y de un certero golpe rompió el cuello del dragón, que cayó fulminado. El jinete saltó sobre Ayreon e impactó de lleno con su martillo sobre el Campeón. Lo destrozó. No obstante, Ayreon sobrevivió milagrosamente [punto de destino] al envite, eso sí, revirtiendo a su forma de paladín, inconsciente. Otro dragón cayó, y los mediadores, junto con el rey Rûmtor y su guardia, los sortilegios de Avaimas, los elfos de Irainos y los nuevos paladines estaban arrinconando al ejército de la Sombra. Treltarion era una máquina de destrucción, y a él ya se había unido Urmazan. En los últimos momentos habían hecho su aparición también Dailomentar, Argimentur y el pequeño contingente ilvo que había quedado en Emmolnir, inclinando definitivamente la balanza a favor de la Luz. El Jinete de Korvegâr fue recogido por otro dragón, y acto seguido la media docena de dragones que quedaba se retiraba hacia la base de la montaña.
Con más tranquilidad, fue fácil ver cómo el ejército invasor parecía proceder de un portal invisible abierto en uno de los laterales de las murallas. Urmazan no tardó en cerrarlo, siguiendo las órdenes de Treltarion. Ya sin refuerzos, los enemigos resistieron a duras penas hasta que, casi exterminados, los pocos hombres que quedaban se rindieron. Gritos de júbilo estallaron por doquier, y también lamentos por los muertos.
Demetrius corrió hacia Eltahim y se inclinó sobre ella. Al recuperar ésta la consciencia, se abrazaron con fuerza. Ante la mirada seria de Loryn. Tras sostener la mirada de Demetrius unos segundos, Loryn se agachó y se unió también al abrazo.
El sol ya calentaba Nímbalos cuando la batalla acabó. La primera victoria para la Luz. Con suerte, la primera de muchas.
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