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La Santa Trinidad

La Santa Trinidad fue una campaña de rol jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia entre los años 2000 y 2012. Este libro reúne en 514 páginas pseudonoveladas los resúmenes de las trepidantes sesiones de juego de las dos últimas temporadas.

Los Seabreeze
Una campaña de CdHyF

"Los Seabreeze" es la crónica de la campaña de rol del mismo nombre jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia. Reúne en 176 páginas pseudonoveladas los avatares de la Casa Seabreeze, situada en una pequeña isla del Mar de las Tormentas y destinada a la consecución de grandes logros.

lunes, 6 de junio de 2011

La Santa Trinidad - Campaña en Aredia [Rolemaster] Temporada 4 Capítulo 19


Tras la victoria, tuvo lugar la reunión de rigor de los personajes con lord Rûmtor, Avaimas, Merenyutar y Férangar; los Mediadores Mattren Helner, Leiran y Adalûr; Enfalath y Narada; y lord Treltarion y Urmazan. El rey Rûmtor no escatimó en agradecimientos a todos los presentes por su ayuda decisiva en la victoria contra la Sombra.

Cuando lord Rûmtor acabó de hablar, lord Treltarion, el elfo Primigenio hijo de Trelteran, salió del segundo plano donde se había mantenido durante los últimos meses y tomó la palabra. Tras un duro discurso durante el que habló de la Sombra y de la posible guerra civil en la que estaban inmersos los pueblos de Doranna, expuso sus requerimientos: tras haberlo pensado durante muchas semanas, su intención era reclamar el título de Señor Supremo de los elfos de Aredia. No le importaba quién lo tuviera ahora, como Enthalior, o quién aspirase a él actualmente, como el presunto Eraitan o Natarin. Tenía derecho al Trono y lo iba a reclamar. Ya había sido Señor Supremo de los elfos en el pasado y era hora de volver a reclamar el poder. No se las habían arreglado bien sin él y era hora de volver a poner orden en la nobleza élfica. Mientras hablaba, poco a poco algo cambió en él. ¿Era la imaginación de los presentes, o Treltarion parecía más majestuoso y más poderoso que nunca? Ahora, un aura casi imperceptible brillaba a su alrededor, y su mirada era una oleada de ímpetu casi irresistible.

Acto seguido, comenzó a pedir apoyos a todos los presentes. Comenzó por el rey Rûmtor, como correspondía al regente de un reino "vasallo" de Doranna. Durante un brevísimo momento de duda e intercambio de miradas entre el rey, Avaimas y Merenyutar, Rûmtor aceptó dar su apoyo a Treltarion. Un fuego indómito ardía en los ojos de éste. Parecía hablar con la mirada. Los siguientes interrogados fueron Enfalath y Narada. El primero asintió sin dudarlo un segundo, tal era la fuerza que transmitía el hijo de Trelteran. Pero Narada permaneció fiel a Eraitan y se disculpó por no poder ceder a los deseos de Treltarion. Pareció encogerse a ojos vista ante la mirada de éste, pero siguió firme. Y llegó el turno de Ayreon. Treltarion le pidió el apoyo de los Paladines y de Emmán. Ayreon no pudo sino darle largas, al igual que Leyon y Demetrius, que fueron consultados después respecto a si el Imperio daría su apoyo. Les costó muchísimo resistirse a la petición de Treltarion, pero de momento optaron por la que creían la mejor de las opciones: no tomar partido.

Tras la reunión, los PJs discutieron sobre la conveniencia o no de apoyar a Treltarion. Durante su cónclave, recibieron la visita del rey Rûmtor, que se disculpó por haber apoyado a Treltarion y dejarlos un poco de lado. No obstante, también les dijo que hacía lo que creía verdaderamente correcto, así se lo decía su intuición. Treltarion podría llevar a Doranna la unidad que los elfos necesitaban ahora desesperadamente. Tras las explicaciones del rey, Ayreon mantuvo una charla con Merenyutar, el miembro de la Tríada que había quedado con un solo componente. Le preguntó sobre las leyes de sucesión élficas y qué había pasado con Treltarion para que dejara el trono. Sobre Treltarion no tuvo forma de sacarle palabra alguna, pero sobre la sucesión le explicó que, normalmente, los Altos Reyes de Doranna convocaban un concilio para elegir al Señor Supremo.

Por su parte, Ezhabel provocó un encuentro con el capitán de los Alen'Tai, Férangar. Le preguntó si sería posible que visitara a su padre, en la prisión de la ladera. Férangar, compungido, le informó de que no sería posible, porque la prisión había sido arrasada hacía unas semanas. Un duro golpe para la semielfa, que sin embargo se propuso visitar en el futuro la prisión. La lógica le decía que una construcción así no podía ser arrasada del todo. Y seguro que su padre había logrado escapar. Seguro.

Al día siguiente, Narada partiría con una carta de Treltarion para Irainos/Eraitan instándole a unirse a él, y 10000 de sus soldados. Otros 20.000 quedarían en Nímbalos junto a Enfalath.

Por la mañana, el grupo hizo una escapada rápida utilizando los poderes de Eltahim hasta las inmediaciones de Harudel, la capital élfica. Desde allí pudieron ver que la ciudad estaba sufriendo mucho bajo el asedio de la Sombra. La muralla estaba maltrecha y la mitad de edificios destrozados bajo la presión de las máquinas de asedio y los dragones. Por toda la ciudad ondeaban estandartes del rey Enthalior. Pero ni rastro del dragón dorado sobre fondo de sable de Eraitan. ¿Era posible que no hubiera llegado a la ciudad?

Tras meditarlo mucho, tanto Ayreon como Leyon decidieron ofrecer su apoyo a lord Treltarion. No veían alternativa. Si quedaban sin tomar partido no podrían salir beneficiados de una posible alianza con los elfos. Además, el apoyo de Rûmtor había sido relevante. El elfo primigenio les expresó su gratitud e inmediatamente pasó a hablar de cuál sería la estrategia a partir de ese momento. Se pusieron en común número y calidad de contingentes y cómo estaba la situación en Ercestria ahora mismo. Se acordó que se desviarían tropas ercestres hacia Doranna, siempre y cuando Treltarion y Rûmtor les ofrecieran el apoyo necesario para desmovilizar alguno de los frentes abiertos. Además de las tropas disponibles, los PJs viajarían a Haster para movilizar a 20000 de los efectivos con los que contaban allí. Se enviaría a los diferentes ejércitos a la ribera del Arven para liberar los frentes del oeste, al menos durante el tiempo suficiente para trasladar las tropas.

Al llegar a Haster, los recibieron con preocupación y con malas noticias: Eleria había escapado de su celda con la Daga Negra, hiriendo a Erdin por el camino. Éste presentaba una fea herida en el costado que no parecía sanar de ninguna forma. También habían llegado rumores de que lord Vairon se encontraba en el campamento de los mediadores. Y, lo peor para Leyon: Dalryn había caído muy enferma por razones desconocidas. La enfermedad de la joven noble parecía relacionada con el mundo de los sueños. Ayreon consiguió finalmente mirar a la realidad onírica, y pudo ver cómo cuatro de los Guardianes sin Rostro estaban sujetando al yo onírico de Dalryn, que parecía aterrado. De momento, decidieron que lo mejor era ponerle el anillo herencia de su padre (para que tuviera más control), y dejarla así, ante la preocupación y resignación de Leyon.

Durante una breve reunión con los nobles que quedaban en Haster, se acordó que movilizarían 20.000 efectivos y serían acompañados por Galan Mastar y por Beltan. Demetrius consiguió ampliar el portal abierto desde Nímbalos, de forma que los 20000 hombres pudieron pasar discretamente y en un tiempo razonable hasta la fortaleza del Erentárna.

Durante el paso de las tropas a través del portal, Azalea apareció ante Demetrius. la muchacha se abrazó a él, sollozando debido a sus últimas desgracias. Su padre había muerto, también varios de sus hermanos y para colmo Demetrius había estado ausente durante largo tiempo. El bardo le ofreció su consuelo y la abrazó fuertemente, pero inmediatamente pasó explicarle que se encontraba confundido en sus sentimientos. Le habló de Loryn y también de Eltahim. Sorprendentemente para Demetrius, Azalea le contestó que lo comprendía, que en su pueblo era muy común que las personas se enamorasen de varias otras, que su propio hermano estaba casado con tres mujeres diferentes y que su padre llegó a tener en vida un harén de nueve mujeres. Y no sólo eso, sino que varias de las mujeres de su padre también estaban casadas con otros hombres. Los ojos de Demetrius estaban a punto de salírsele de las órbitas. Sin salir de su asombro, Demetrius acompañó a Azalea a sus habitaciones. Allí hicieron el amor apasionadamente y al finalizar, cuando todo parecía tranquilo, la gitana reveló a Demetrius que estaba embarazada y que, evidentemente, él era el padre. Demetrius no supo si alegrarse o apenarse. Decidió que lo mejor para Azalea sería viajar hasta Nímbalos, estaría más segura, así que en cuanto ambos estuvieron vestidos atravesaron el portal. Azalea ya había engañado a Demetrius en el pasado con respecto a estar embarazada, pero esta vez parecía más sincera que nunca, y si necesitaba protección, ahí estaría él.

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