Ezhabel, Ayreon y Demetrius
Demetrius yació como todas las noches con Eltahim, que le preguntó una vez más por cuándo comenzarían la búsqueda de sus compañeros desaparecidos. La targia se mostraba preocupada por qué iba a pasar a partir de entonces. Seguramente serían el objetivo de Angrid y sus aliados, que desearían quitar de en medio a Ezhabel y a Aldarien.
Ayreon, por su parte, se reunió con sus paladines y se estableció una hora esa noche para llevar a cabo la localización de Leyon.
Ezhabel no tardó en recibir la visita de Treltarion, Rûmtor, Cirandil, Dailomentar y Ergialaranindal para decidir qué hacer con el nuevo curso de acción. A los pocos momentos de conversación el primarca ilvo aprovechó para recordar la promesa que en el pasado le hicieron los PJs sobre la concesión de tierras en Aredia y su exigencia de rubricar legalmente tal promesa si querían que los ilvos continuaran librando su guerra. Ante las presiones de los tres monarcas, la de Ergialaranindal fue la gota que colmó el vaso y Ezhabel se derrumbó; estaba sometida a una gran presión, y empezó a gritarles que se marcharan, que la dejaran en paz, ella no quería esto. Los monarcas se marcharon, preocupados unos, ofendidos otros. Dailomentar y Cirandil se quedaron para consolarla y apoyarla en lo que pudieran. A duras penas, consiguieron calmarla, no sin antes ser amenazados por Nirintalath en su forma humana. En ese momento, el ilvo y el elfo se dieron cuenta de cuán peligrosa podía ser una Ezhabel emocionalmente inestable.
Leyon
Terwäranya y él cabalgaban sin descanso. En un momento dado, Leyon se dio cuenta de que estaba galopando solo. Se detuvo, y la elfa se había quedado unos cientos de metros más atrás. Se acercó a ella con prudencia.
-No la siento, Leyon. No la siento en absoluto -su voz tenía un temblor desesperado- ¡Oh, Creador, mi vida sin ella ya no tiene ningún sentido!
Leyon intentó analizar lo más profundamente posible la nueva situación de la Terwäranya. Evidentemente, se refería a que no sentía a Amarië ni su poder. Tras descartar la idea de que la elfa hubiera sido "bloqueada" de algún modo, parecía evidente que Ammarië había desaparecido. Y ahora que Leyon se daba cuenta, también era cierto que la necesidad que sentía de ir hacia el norte era ahora una simple gota comparada con las olas rugientes que había sentido los últimos días. El tirón ya no era tal, era un simple deseo fácilmente ahogado por su raciocinio. Utilizando las enseñanzas recibidas de Ayreon, Leyon convenció a la clériga de que su única esperanza era no perder la fe y rezar cuanto pudiera para no dejar de recordar a Ammarië. Una larga conversación tuvo lugar entre los dos, tras la cual, Terwäranya se avergonzó de las dudas que sentía mientras Leyon, que había conocido a la avatar hacía pocas semanas, se mostraba tan fuerte en su determinación. Sobreponiéndose a su desesperanza y a la angustiosa sensación de vacío que le provocaba la ausencia de Ammarië, siguió cabalgando junto a Leyon hacia el sur.
Ezhabel, Ayreon y Demetrius
Ayreon se dirigió a hablar con Ezhabel en cuanto se enteró del desgraciado episodio de ésta con los tres monarcas. El paladín expuso su preocupación, porque pensaba que había fallado a su compañera al no estar con ella en ese momento. Ezhabel lo exculpó inmediatamente y le dijo que no le había fallado en absoluto.
Por otra parte, Ayreon le soltó una charla sobre el hecho de que tenía que olvidarse del Vigía de una vez, asumir el cambio de situación y que su comportamiento debía cambiar acorde a ella.
Cirandil lo dispuso todo para enviar inmediatamente heraldos a los dos reinos que anunciarían la toma de posesión de Ezhabel. Después se dirigió a hablar con Demetrius, para exponerle su preocupación por el comportamiento de Ezhabel ante los reyes. Había estado hablando con Treltarion, y debido al desplante de Ezhabel, la situación con Ergialaranindal se había enrarecido. Sería bueno que Demetrius, dada su antigua amistad con la semielfa, intentara convencerla de que pidiera humildes disculpas al primarca, para volver a los cauces normales.
Esa noche, el intento de localizar a Leyon por parte de Ayreon y sus paladines fue infructuoso. Lo intentarían pasadas veinticuatro horas, cuando todo el mundo hubiera recuperado fuerzas.
Demetrius acudió sin tardanza a hablar con Ezhabel para convencerla de hablar con Ergialaranindal. La semielfa opuso mucha resitencia, pero al final aceptó tácitamente con un "lo pensaré".
La mañana siguiente, Demetrius y Ayreon partieron haciendo uso de las habilidades de Eltahim hacia la torre Emmolnir, para interesarse por el contacto que el paladín había recibido de lord Randor. Pero las habilidades de alteración de realidad de la targia, se convertían en bastante inestables cuando se extendían a otras personas , y acabaron en un lugar desconocido con un tremendo dolor de cabeza.
Por su parte, Ezhabel mantuvo una breve conversación con lord Ergialaranindal delante de todo el consejo en la que se pidieron disculpas mutuamente. A continuación, hablarían sobre su curso de acción, iniciado por Cirandil con el envío de heraldos a los reinos heredados por Ezhabel.
Leyon
Leyon y Terwäranya proseguían su viaje por el camino en la fría mañana, cuando el heredero del imperio se fijó en cómo una bandada de cuervos y buitres revoloteaba a unos pocos cientos de metros fuera del camino. Sobreponiéndose al temor que les inspiraban los cuervos como agentes de la Sombra, se dirigieron hacia allí. Los recibieron los restos de una escaramuza y varias docenas de cuerpos tendidos, muertos. Sólo quedaba un superviviente, muy malherido y con las ropas destrozadas. El hombre lucía tres pendientes dorados y uno plateado en la oreja izquierda, y varios de los cadáveres también tenían las orejas adornadas de tal forma. Terwäranya lo trató lo mejor que pudo con sus habilidades médicas, y lo montaron a la grupa de su caballo.
Ayreon y Demetrius
Tras dar muchos tumbos, Eltahim por fin pudo transportarlos a la Torre Emmolnir. Allí los recibieron Randor y Jasafet, entre muchas caras nuevas de novicios y ascendidos, que los miraban con anhelo. Sin preámbulos, les contaron que Emmolnir había sido atacada hacía varias noches de forma sigilosa y habían desaparecido dos personas: la madre del primarca, lady Elerentárena, y el muchacho Petágoras. Ambos personas con un altísimo nivel de poder. Y eso no era todo. Desde entonces, una de las torres periféricas de Emmolnir, como ahora se fijaban, tenía un aspecto extrañísimo, etéreo y translúcido. La torre desaparecía al mirarla fijamente, pero volvía a verse en el momento que quedaba en el campo de visión periférico. Algo ciertamente extraño.
Demetrius aprovechó para reunirse con sus mujeres, Loryn y Azalea. Ésta ya lucía un embarazo importante, y Loryn le dio otra noticia: ella también estaba embarazada, suponía que desde su reencuentro en los barcos ilvos. Tres meses habían pasado, y era verdad que el vientre de Loryn empezaba a mostrarse abultado.
Ayreon se encontró con Atîr e hicieron el amor apasionadamente, pero la mente del paladín lo traicionó un par de veces, mostrando el rostro y el cuerpo de Selene.
Pasadas unas horas, Ayreon propuso canalizar hacia Leyon desde la Torre. En sus sótanos existía un nodo de poder que les permitiría aumentar su alcance dramáticamente. Además, Randor y Jasafet disponían de un poder bastante fuerte por derecho propio. Se convocó a todos los ascendidos a los subterráneos de la Torre, y todo el mundo canalizó su poder hacia Ayreon. Finalmente pudo establecer contacto con Leyon, ajustando perfectamente su localización. Ya podrían viajar hasta él.
Leyon
Tras agenciarse un par de espadas de los cadáveres, el trío siguió su camino, que empezó a mostrar huellas de cascos de caballos de guerra. A esas huellas, más adelante se unieron otras más extrañas, parecidas a las de insectos gigantes. En ese momento decidieron salir del camino al menos a intervalos irregulares, para evitar ser avistados.
Ezhabel, Ayreon y Demetrius
Tras volver al campamento, se transportaron con Eltahim hasta la cima de una colina en el lejano norte, más o menos donde suponían que se encontraba Leyon. Y efectivamente, allí estaba, pero no estaba solo. Cabalgaba junto a una elfa, y llevaba en la grupa a un hombre inconsciente. Desde una colina, al oeste, había sido avistado por dos extraños jinetes a lomos de una especie de insectos gigantes y una columna de media docena de caballeros fuertemente armados. Por el camino que se prolongaba hacia el norte venía un jinete a galope tendido montado en lo que parecía un caballo de sombras: Carontar, empuñando a Faughor. Ezhabel corrió inmediatamente hacia Carontar y Ayreon se transformó en Campeón, notando la reticencia de Emmán a darle tanto de su poder. Se dirigió en el acto a proteger a Leyon. Demetrius y Eltahim se desplazaron hacia los jinetes.
El heredero del imperio fue alcanzado por uno de los jinetes con armadura insectoide y detuvo su ataque mientras llegaba Ayreon. No fue ni siquiera una molestia para el Campeón de Emmán, que lo aplastó casi sin querer. Los seres de armadura insectoide eran ilvos. [Tirada de intimidación brutal] El otro ilvo desmontó y se arrodilló rogando el perdón de Ayreon, totalmente acobardado y arrepentido. Los caballeros de negra armadura volvieron grupas y se marcharon.
Ezhabel empuñó a Nirintalath, pero sus sentimientos de culpa y arrepentimiento se acentuaron por efecto de Carontar. Lágrimas acudieron a los ojos de la semielfa, que dejó pasar sin problemas al Brazo de Ulte. Éste la tocó en la cabeza, con una mirada consoladora de perdón. Pero Carontar se topó con Ayreon, que ya no tenía el poder para seguir con su forma de Campeón, pero no obstante, empuñaba a Églaras en todo su esplendor. Carontar intentó utilizar su poder también con Ayreon. Pero, para consternación del elfo, no tuvo ningún efecto sobre el paladín, por más que lo intentó. Su rostro, pétreo normalmente, no pudo evitar transmitir su sensación de sorpresa ante tal situación. Jamás le había pasado.
Ayreon intentó convencer a Carontar de que se uniera a ellos bajo la tutela de la Luz. El elfo respondió que más gente necesitaba su ayuda, volvió grupas y galopó hacia el norte.
Leyon,Ezhabel, Ayreon y Demetrius
Interrogaron al ilvo. Dijo llamarse Gerudarial. Le sacaron toda la información que pudieron. Al parecer, habían llegado más ilvos a Aredia y su central se había establecido en Féldisa. Su Primarca era lord Valankerdar, el usurpador.
Ayreon curó casi completamente al hombre inconsciente de los pendientes, que despertó a los pocos momentos. El individuo resultó ser Adens Pallius, un "Rastreador del Silenciado". Según les diría más tarde Demetrius, los tales Rastreadores eran una hermandad originaria del reino de Umbriel que buscaba el escondrijo de la encarnación material de su dios Daar en el mundo real. Adens se mostraba especialmente hostil con todos los no-humanos del grupo, lo que le granjeó suspicacias y animadversión. Una cosa era segura: sus pendientes no eran objetos mundanos, ni mucho menos. Demetrius detectaba fluctuaciones en su diadema bárdica al acercarse a él. Ayreon le preguntó si estaba seguro allí, si tenía compañeros que le protegieran. El umbrio contestó que no, pero mentía descaradamente.
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