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La Santa Trinidad

La Santa Trinidad fue una campaña de rol jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia entre los años 2000 y 2012. Este libro reúne en 514 páginas pseudonoveladas los resúmenes de las trepidantes sesiones de juego de las dos últimas temporadas.

Los Seabreeze
Una campaña de CdHyF

"Los Seabreeze" es la crónica de la campaña de rol del mismo nombre jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia. Reúne en 176 páginas pseudonoveladas los avatares de la Casa Seabreeze, situada en una pequeña isla del Mar de las Tormentas y destinada a la consecución de grandes logros.

miércoles, 10 de agosto de 2011

La Santa Trinidad - Campaña en Aredia [Rolemaster] Temporada 4 Capítulo 53


El asunto más urgente que tenían entre manos era la "normalización" de los Mediadores. Sin que éstos recuperaran su estabilidad mental, era imposible que las cosas en Haster pudieran ir a mejor, y mucho menos afrontar la coronación de Leyon como emperador Trivadálma mediante la ceremonia del Hatyrktas. Ayreon les informó de su relativo éxito en la localización de Mattren Helner, y cómo todos los indicios apuntaban hacia la región de Ágelmar, en la gran isla de Targos. Decidieron que partirían lo antes posible hacia allí para tratar de averiguar algo sobre el mal que aquejaba a los Mediadores, y de qué manera concreta podría Elsakar erradicarlo, como Ayreon había visto simbólicamente en sus visiones.

Viniendo al hilo de todo ello, Demetrius recibió la visita de Willas, Jonas y Hoid y Hannion Bexer, preguntándole por cuándo iba a tener lugar la ceremonia. Demetrius les habló de los Mediadores y de la necesidad de sanarlos de cara a que aprobaran al elegido como emperador. Jonas y los demás ofrecieron toda la colaboración necesaria.

Por otro lado, Dorlen, Robeld y los senescales les ofrecieron información sobre los últimos sucesos de interés acontecidos en Haster. Hacía dos días que habían recibido una misiva del rey de Ercestria, su Majestad Nyatar II, hablando de sus recientes victorias en el Noroeste, donde los cañones habían demostrado ser una máquina destructiva de tremenda eficacia. También habían recibido mensajeros de lady Valemen, que les informaba de todo lo contrario; la presión sobre sus tropas crecía cada día que pasaba con nuevos efectivos llegados del este. Se tomaron las medidas posibles en ese momento, y se enviaron mensajeros a Valemen para informarle de que acudirían refuerzos en cuanto fuera posible.

Ezhabel y Ayreon, con la facilidad para viajar que les proporcionaba ahora tener a Heratassë y a los kaloriones de su lado, se trasladaron a la fortaleza de Nímbalos para informarse de la situación en la Corona del Erentárna. Heratassë y Elsakar les acompañaron. Allí no tardó en recibirles Avaimas y Férangar, el capitán de los alen'tai. Les alegró ver que Avaimas había recuperado su poder, su bastón/arcángel y su estatus de Brazo de Demmerë. Recabaron el consejo de Avaimas en los temas que les ocupaban en ese momento. Sobre el mal que aquejaba a los paladines, el viejo elfo nada pudo decirles. También le preguntaron acerca de las dagas de los enanos hermanas de Tarak-Khâbu, según las inscripciones que Zôrôm les había traducido. Avaimas les habló de Kurag Engelrúnda, el gran maestro herrero, que creó una especie de "dagas de Luz" para contrarrestar las kothmorui, las Dagas Negras de Trelteran. Se hablaba de que las dagas de Kurag eran capaces de anular el poder de las Dagas Negras cuando estaban cerca.

Mientras el paladín y la semielfa se encontraban en Nímbalos, una comitiva relativamente numerosa llegaba a Haster. Se componía de una centena de hombres más varias decenas de sirvientes, encabezada por su Alteza lord Aryatar, el hijo del rey de Ercestria. El príncipe llevaba a su halcón preferido, Picoblanco, posado en su hombro, en una pose habitual en él. Tras ser detenidos unos breves momentos al pie de la ciudadela por las fuerzas fieles a los Mediadores, pudieron seguir su camino hacia ella. Rápidamente, se improvisó un comité de bienvenida compuesto por casi todos los residentes de palacio. Todos los nobles, los kaloriones, Demetrius, Leyon, Adens y los sirvientes de alto rango esperaron en el patio de armas. La comitiva atravesaba ya la puerta exterior y Leyon dio un respingo cuando Adens le susurró al oido:

- Siento a Arixos. Está aquí, cerca, en algún lado, pero no puedo verlo.

Informaron también a Demetrius. Al instante empezaron a sospechar que podía haber algún kalorion en la comitiva, o quizá que Aryatar podría haberse aliado con ellos. La tensión creció.

Desde luego, Aryatar daba la misma sensación de joven orgulloso y descerebrado de siempre, en eso no había cambiado un ápice. Hizo remontar el vuelo a su halcón e instó a Demetrius a que reuniera a los nobles y el gobierno para informarles de algo importante, algo que tenía que ver con la evacuación de Haster. Sorprendentemente para él, el bardo se negó, alegando que no hacía falta hacer cundir alarmas, y lo que tuviera que decir podía decírselo a ellos en privado. Aryatar se detuvo de súbito, indignado. Insistió en que su padre y él habían sido muy amables al cederles las tierras de Haster y ahora ellos no respondían con el respeto debido. Ante la repetida negativa de Demetrius, Aryatar decidió en un arranque de ira marcharse. Volvió a montar su corcel y ordenó que su compañía hiciera lo mismo. Leyon, no demasiado de acuerdo con la decisión de Demetrius, intentó apaciguar al heredero ercestre, pero sin éxito. Así que se marchó por donde habían venido. Al poco rato, volvieron Ayreon y Ezhabel.

Para tratar el tema del viaje a Ágelmar convocaron a toda la gente de confianza, incluyendo en ese grupo a los kaloriones aliados. Murâkh -lord Fergal- alegó que no viajaría allí. Algunos de los suyos ya habían estudiado entrar en la región y habían optado por no hacerlo. Parecía un área fuera del tiempo normal, que impedía el traslado directo. Carsícores -lord Turkainn- afirmó que si Murâkh creía que era mala idea ir, él tampoco viajaría. Selene secundó a los otros dos. Así que los personajes tuvieron que pensarlo aún más. Decidieron que antes de ir a la sede de los Mediadores intentarían liberar a los dragones encerrados por los dragarcanos en las montañas del Yermo Losiar. Ahora, con Mandalazâr, podrían esgrimir el poder necesario para hacerlo. No obstante, todavía no desistieron de averiguar más cosas sobre los Mediadores; también se decidió que Heratassë apresaría por sorpresa a uno de los Nuncios de Haster para intentar sacarle información. Y así lo hizo. El nuncio llevaba una balanza en su muñeca izquierda, aunque no la llevaba soldada al hueso como pasaba en los Mediadores. Cuando Demetrius intentó leer su mente, lo único que vio fue un precipicio, un abismo de negrura insondable al que estuvo a punto de caer. Salvaguardas poderosas debían de protegerlos.

Sin pérdida de tiempo, se trasladaron al valle de Urtah y Marabdis, donde lucía el sol. Pero en cuestión de segundos, una tempestad se desató sobre ellos, y el suelo comenzó a temblar con fuertes sacudidas. Los poderosos elementales los habían detectado al instante. Heratassë comenzó a levitar, henchido de poder. Gritó a Demetrius que canalizara hacia él el poder de Mandalazâr, y éste así lo hizo. Una roca atrapó la pierna de Ezhabel. Ayreon estuvo a punto de caer a una grieta que se abrió a sus pies. Heratassë los envolvió en una esfera protectora mientras recibía el poder de Demetrius. Gritaba palabras extrañas, invocaciones perdidas en las brumas del tiempo. Pedía más y más poder, y el bardo hacía todo lo posible para dárselo, pero no pudo proporcionarle el poder suficiente durante el tiempo necesario. Heratassë, agotado, desistió y los trasladó de nuevo a Haster.

Esa noche, Ayreon fue transportado al Mundo Onírico por primera vez en mucho tiempo, compelido por un grito de socorro. Haciendo uso de sus habilidades, consiguió estabilizar su posición en el mundo de los sueños y pudo contemplar el lugar donde se encontraba. Estaba en algún punto de la parte suroriental de Haster. Dos figuras aparecieron, con túnicas negras muy nítidas y los rostros con los rasgos borrados, alterados por sus habilidades oníricas. Por suerte, el paladín pudo evitar ser detectado y salió a la vigilia sin dificultades, para variar. Despertó a todos y en la oscuridad de la noche se dirigieron hacia el lugar, que no tardaron en encontrar. Heratassë estaba agotado de la experiencia en las montañas, así que Adens se encargó de llevarlos hasta allí. Carsícores y Selene les acompañaron. Se trataba de una casa abandonada, a la que entraron tras forzar la puerta. No parecía haber nadie, hasta que Ayreon se concentró en percibir el poder, y detectó una concentración en el sótano. Carsícores reventó el suelo, levantando una nube de polvo que impidió la visión. Unos rayos destellaron y de repente todo se quedó tranquilo. Ayreon le pidió a Leyon el anillo onírico de Dalryn, y éste se lo prestó. Con él, el paladín pudo entrar físicamente al Mundo Onírico y bajar al sótano, donde vio cinco figuras translúcidas, como yoes oníricos, pero demasiado tenues y algo informes. Los demás, en el mundo real, pudieron encontrar en el sótano varias personas fácilmente identificables como susurros de Creá. Dos estaban muertos, seis inconscientes y dos que despertaron. Uno de estos dos no era otro que Ordreith. Él era el que había enviado el grito onírico de ayuda a Ayreon, debido al leve recuerdo de su antigua amistad. Les dijo también que eran más, repartidos por Haster, y que había que salvar a cuantos pudieran. Así lo hicieron. En total, encontraron treinta efectivos, siete conscientes (entre ellos Ordreith), ocho muertos y el resto inconscientes, en coma. Los transportaron al campamento vestalense que se había establecido a los pies de la Torre Emmolnir. Allí todo fue organizado por Yrm Ybden, Al'Ahedh y Erhei, a los que se les veía preocupados por la situación. Al'Ahedh tuvo unas palabras para Ayreon, reprochándole que había intentado exiliar a unos verdaderos luchadores de la Luz, y afirmando que debería caérsele la cara de vergüenza al verlos así.

Por pura casualidad, Leyon activó el aura de su pendiente que le permitía ver las entidades invisibles mientras Al'Ahedh se retiraba tras lanzar su diatriba contra Ayreon. Le costó mantener la compostura cuando pudo ver a dos entidades que no pudo identificar como otra cosa que demonios seguir al vestalense, con ademanes protectores. Algo olía a podrido allí.

Ayreon, por su parte, dedicó unos minutos a estudiar más en profundidad el anillo de Dalryn. Ahondando en su poder, el objeto facilitaba sobremanera su capacidad de controlar y percibir el Mundo Onírico. Sin embargo, pudo percibir también que cuando se encontraba en esa otra realidad, el anillo emitía una señal, algún tipo de localizador, a un destino desconocido.

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