Namtor se derrumbó al explicarle lo que había pasado con Beregond. Pero a los pocos instantes, sobreponiéndose, se arrodilló ante Leyon, dándose cuenta de que ahora estaba ante el legítimo heredero de los emperadores Trivadálma. Leyon, arrebolado, le obligó a levantarse.
Inmediatamente se produjo una charla entre Namtor y el grupo para fijar una fecha para la ceremonia de Coronación. Pero antes haría falta convocar cuantos bardos y juglares de los Lywerynnë (el Pueblo del Rey de Reyes) pudieran, para darle una connotación mística y de común aceptación a la ceremonia. Sin demora, Namtor procedió a enviar mensajeros a diestro y siniestro para realizar la convocatoria. Por otra parte, Namtor les comentó que los nobles reunidos en Haster se habían mostrado impacientes y las tensiones habían aflorado entre ellos durante su ausencia. Más pronto que tarde habría que tratar con ellos y poner las cosas en orden.
Una vez que quedó atado el asunto de la sucesión, cada miembro del grupo se dedicó a diferentes asuntos. Ayreon se dirigió hacia la parte Sureste de los campamentos de tiendas que rodeaban la ciudad para visitar un campamento en el que habían visto estandartes con la Cruz y el Peregrino arrodillado mientras se acercaban a Haster. Por su parte, Ezhabel salió a callejear por la ciudad para ver qué rumores circulaban allí fuera, y Leyon se quedó junto a Namtor y Demetrius, revisando las cuentas y organizando el pequeño caos en el que se había convertido la antigua capital.
Enseguida, Ezhabel pudo apercibirse del clima general de descontento y de miseria que se vivía en la ciudad. Oyó hablar a la gente de "gobernantes corruptos" y de que estaban "hartos de la situación". Y "para colmo, están esos paladines del infierno". En muchas zonas de la ciudad la gente vivía en unas condiciones bastante precarias, e incluso habían estallado algunas epidemias.
Por la noche, la semielfa entró en una de las pocas tabernas que mostraban algo de movimiento. Allí un grupo de hombres se encontraba reunido en una mesa y se acercó todo lo que pudo. Le dio tiempo a oír cómo un tal Lorwyn mencionaba a "lady Ylma" y a unos "bandidos". Pero al punto el grupo se dio cuenta de que alguien estaba intentando escucharles, y se encararon con Ezhabel. Esta, evitando problemas, consiguió escabullirse sin iniciar una pelea. Pero cuando ya parecía haberlo dejado todo atrás y caminaba por la calle, Nirintalath en su forma de niña apareció a su lado.
-No te preocupes, Ezhabel, ya me he encargado yo de ellos -dijo con una media sonrisa-.
Ezhabel prefirió no hacer ningún comentario, pero suponía lo que la antigua Espada del Dolor les debía de haber hecho a los sujetos.
Ayreon se acercó al campamento de los presuntos paladines emmanitas, e intentó que le dejaran hablar con su líder. Pero los dos guardianes, lejos de mostrar una actitud humilde y templada propia de los adeptos de Emmán, se mostraron bastante intratables y orgullosos. Ayreon tuvo que morderse la lengua para no desvelar su condición de paladín, y volvió sobre sus pasos.
Mientras tanto, Leyon y sus compañeros, que habían pasado bastantes horas repasando informes y cuentas, llegaron a la conclusión de que el imperio estaba abocado a la bancarrota y la situación se estaba haciendo insostenible debido a las enfermedades y a la falta de suministros. Los disturbios habían comenzado tímidamente en algunos lugares, y un incendio había devastado el sector adastrita del campamento oeste. Según Namtor y Leyon, era posible que los intereses de los nobles y sus maniobras políticas estuvieran afectando a los intereses del Imperio.
La noche se presentó bastante movida.
Por primera vez, Ayreon tuvo éxito en su intento de canalización hacia Alcanar. Percibió una luz en el extremo de su consciencia e intentó acercarse. Sin embargo, casi al instante, la luz comenzó a titilar y a apagarse y el paladín percibió una oscuridad y un frío extremos que empezaban a acercarse hacia él a velocidad de vértigo. Así que tuvo que abandonar bruscamente la canalización con una fuerte sacudida que le dejó semiinconsciente.
Leyon, desvelado, pudo percibir el poder de unas presencias extrañas en su habitación y un leve movimiento en la ventana. Investigó la habitación y alrededores, pero no pudo descubrir nada.
La noche de Ezhabel no fue menos intensa, con Nirintalath en su sueño y su fuerza vital escapándosele poco a poco.
El día siguiente amaneció con un tumulto y con un incendio en el distrito este de la ciudad, dentro de los muros. Todo el grupo corrió rápidamente hacia la balconada principal del palacio para observar. Mientras se encontraban en el balcón, aparecieron lady Maraith y lord Dorlen, dos de los nobles más influyentes congregados en Haster y alojados en el palacio real. Ambos de origen kairk, Maraith se mostraba extremadamente arrogante y Dorlen lucía un bigote y maneras afeminadas. Ambos vestían con el estilo austero característico del Kaikar, ropa oscura y poca piel al descubierto. Exigían que el emperador les recibiera cuanto antes, y pronto entablaron conversación con los PJs; conversación que fue subiendo cada vez más de tono con Ayreon y Ezhabel, hasta que la semielfa perdió los nervios y contestó a Dorlen faltándole al respeto, yéndose del balcón y dejándolo con la palabra en la boca. Los dos nobles se mostraron indignadísimos, y exigierona Leyon una disculpa pública por parte de Ezhabel. Más tarde, a Leyon le costaría dios y ayuda convencer a la semielfa, pero finalmente esta, tragándose su orgullo, se disculpó ante los nobles. La conversación llegó a un súbito final cuando apareció en la balconada un tercer noble, lord Beltan. Al pequeño y barbudo hombre no le dio apenas tiempo para saludar, porque el grupo se dirigía ya rápidamente al lugar del tumulto. Mientras salían del balcón, Namtor mencionó a Ayreon que una tal lady Eleria, noble ercestre, también se encontraba en Haster. Después de tanto tiempo Ayreon volvía a encontrarse con su antigua amante. El paladín cambió de opinión y en lugar de ir a investigar el tumulto se dirigió a las habitaciones de Eleria.
Allí se produjo un emotivo encuentro entre Ayreon y la antigua duquesa, mostrándose ésta tan sensual como siempre. El informe que obtuvo el paladín de la situación fue completo pero le aportó pocas cosas realmente útiles. La red de informadores de Eleria había sufrido mucho en los últimos tiempos y no disponía de toda la información que le gustaría.
Cuando el grupo llegó al lugar del tumulto, todo se había calmado ya, y lo único que vieron fue a varios guardias que vaciaban una casa para luego quemarla. Según se enteró Ezhabel, esa parecía ser la casa de los cabecillas.
Ya de vuelta a palacio, Demetrius se reunió con Leyon. Al parecer en los papeles que Namtor había intentado poner en orden había muchos errores de bulto. Al parecer el anciano se encontraba colapsado por la situación. El día siguiente habría que repasar cuentas y dedicarse al aburrido trabajo de administración para poner las cosas en orden.
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