De mutuo acuerdo, se arregló una cena-reunión con los nobles hospedados en palacio para la noche del día siguiente. Namtor y Leyon informaron lo mejor posible al resto de los PJs de lo que iban a encontrarse en ella. Como Leyon había estado una larga temporada como coorganizador de Haster, conocía más o menos a los diferentes nobles, pero había sido durante su ausencia cuando éstos se habían mostrado más activos, con lo que Namtor pudo aportar más datos. Los nobles más importantes que se encontraban en Haster (entre muchos otros más humildes) eran:
- Lady Ylma Douallen, duquesa sermia que dejó entrever sus contactos con los bardos de aquel país. Entrada en años, tenía un aura de gran autoridad, pelo cano, rostro enjuto y ojos verdes que parecían desnudar a sus interlocutores.
- Lord Dorlen Karakas: marqués kairk amanerado y empolvado (muy al contrario del estilo tradicional del imperio del Káikar). Como más tarde descubrirían los personajes, Maestro de Esgrima por derecho propio. Su femineidad oculta cuán peligroso es en realidad. Junto con lady Maraith formaban aparentemente la camarilla de lady Ylma.
- Lady Maraith Akuras: otra kairk, en apariencia superior a Dorlen. Orgullosa en grado sumo, morena y elegante, gustaba de llevar cuellos altos, pero su generoso busto se hacía notar.
- Lady Dalryn Dêugar: jovencita páctira (del Pacto de los Seis), inexperta y muy bella de cabello rubio que caía en bucles y ojos grises. Heredera de grandes posesiones y ejércitos, poseía el mayor contingente de soldados desplazados a Haster. Fue la última en llegar tras la masacre del Pacto, e inmediatamente fue "adoptada" por lady Ylma. Estaba obsesionada con recuperar sus tierras.
- Lord Erdin Maervan: conde ercestre, alto, elegante, con largo bigote. Parecía en simpatizar con Maraith, aunque seguía a todas partes a lady Eleria. Era cojo, aunque parecía ignorar el hecho con todas sus fuerzas.
- Lord Agiran Adallen: duque sermio, calvo, con barba pelirroja y complexión robusta, gusta de las buenas canciones e historias. Viste siempre de negro y se nota su experiencia como comandante de tropas.
- Lord Vairon Dullion: conde sermio apuesto aunque muy corto de estatura. Parecía tener rencillas con lady Ylma provenientes del pasado. Llamaba la atención su aspecto ceniciento y enfermizo, que como más tarde los Perosnajes averiguarían, era debido a la falta de sueño y a las insufribles pesadillas que padecía durante la noche.
- Lord Beltan Vaxistas: conde Daarita bajito, corpulento, rubicundo y barbudo, que más parecía un enano. Su voz estruendosa le ayudaba a creer que siempre tenía la razón. Alegre, optimista y muy escandaloso.
- Lord Mauvros: adastrita alto, apolíneo, de larga melena negra como el azabache, nariz aguileña y ojos azules pálidos. Parecía despierto y uno de los nobles más inteligentes y moderados del grupo. En principio parecía bailarle el agua a Ylma, pero los personajes pronto se dieron cuenta de que era más independiente de lo que creían.
- Lord Tarkos: conde ercestre, extraño y reclusivo. Calvo y enjuto, tenía un aspecto de pájaro inquieto y pasaba bastante tiempo en la biblioteca, aparentemente más preocupado en cultivar su mente que sus simpatías políticas.
- Lady Eleria Amernos: bella y seductora duquesa ercestre, ya madura, procedente del pasado de Ayreon. Muy poderosa en tiempos, pero sin ejército apreciable en Haster, todavía poseía una red de espías considerable.
Demetrius, Ayreon, Leyon y Namtor dedicaron el resto del día y la noche a repasar las cuentas que había llevado Namtor en su ausencia. El Salón del Trono fue habilitado como despacho y sala de reuniones y allí se pusieron a contabilizar. Durante las primeras horas de su particular recuento, apareció en el salón lady Ylma, al parecer la noble más poderosa de todos los congregados en Haster. Ante su actitud orgullosa y sus maneras abruptas, fue despedida fulminantemente por Ayreon.
Al anochecer, Ezhabel llegó de sus rutinarias excursiones por la ciudad en busca de información. Mientras subía las escaleras, le pareció ver una sombra que furtivamente se movía por el piso superior. Tras una exhaustiva investigación, no pudo descubrir nada, así que se fue a dormir mientras sus compañeros seguían con la revisión de los papeles; sus sueños volvieron a estar inundados del dolor verdoso.
Por la mañana, alguien llamó a su puerta. Era lord Dorlen. Al parecer, la belleza de la semielfa no le había pasado desapercibida al afeminado noble, que le dejó caer varias insinuaciones. Se mostró simpático (falsamente simpático en opinión de Ezhabel) y ofreció a la semielfa su amistad a cambio de información. Si no se sintió rechazado por las contestaciones de Ezhabel, sí lo hizo cuando vio a Nirintalath de repente sentada en una silla. De repente, pareció sentirse incómodo y apenas le dio tiempo para buscar una excusa y marcharse de la habitación.
El resto del grupo aprovechó gran parte del día siguiente para dormir y recuperar el sueño de la noche anterior. Habían descubierto brutales irregularidades en el uso de los fondos de Haster. Al despertar, Demetrius recibió la visita de Ylma, que quería saber por qué habían estado toda la noche en vela y averiguar el paradero del emperador, pero el bardo no le dejó entrever ninguna información.
Namtor y Leyon, por su parte, tuvieron un encuentro con lord Agiran y lord Vairon, que aprovecharon para tirar de hilos políticos y meter cizaña. Leyon se dirigió a los aposentos de Ylma para ver si la noble sabía algo de los problemas con las cuentas de palacio, y Vairon, ni corto ni perezoso, aceptó una inoportuna invitación para acompañarlo. Lady Ylma no recibiría a lord Vairon bajo ningún concepto; al parecer, rencillas del pasado separaban a esos dos. Lady Ylma intentó sonsacar a Leyon a su vez, sin éxito aparente. Pero le citó más tarde en un lugar seguro en los jardines de palacio.
Mientras tanto, un criado de palacio se encontró con Demetrius en los pasillos. Parecía enormemente preocupado y apresurado, y nada más ver al bardo le dijo que Noras Borander estaba esperando para hablar "con quien estuviera al cargo" en el Salón del Trono. Noras Borander no era sino el líder de los extraños paladines de Emmán que Ayreon había intentado visitar hacía un par de días. Como ya se había enterado el grupo, el estandarte de la Cruz con el peregrino arrodillado pertenecía a una rama extremista de los paladines llamados "los Pastores de Emmán". La conversación fue casi un monólogo del Pastor, que prácticamente se autoinvitó a la cena con los nobles, dejando ver su irritación por no haber sido invitado previamente.
Ezhabel, en su rutinario periplo por la ciudad, también tuvo una peor experiencia con los Pastores de Emmán. Lo primero que le llamó la atención fue la cantidad de gente que había dirigiéndose a una plaza en concreto. Cuando llegó a ella, se encontró con que cinco de los llamados Pastores de Emmán habían hecho una pira en el centro donde habían atado a dos hombres, una mujer y un niño, "por herejía y pecado". Uno de los cinco Pastores lucía una túnica púrpura, que lo diferenciaba del resto. Asistió impotente al cruel espectáculo. Una gran parte de la multitud congregada jaleaba a los paladines, mientras el resto lucía caras de frustración o de ira. No aguardó a ver cómo se consumían los acusados. Se marchó con lágrimas en los ojos.
Bien entrada la tarde, Leyon salió a los jardines y se reunió con lady Ylma. Junto a ella se encontraban otros dos nobles, lord Mauvros, aparentemente adastrita, y lady Dalryn. Esta última resultó atractiva de inmediato a Leyon, por su belleza y su candor. En la reunión, Leyon explicó lo que había pasado con Beregond, ante la mirada valorativa de los tres nobles. Ylma al punto sugirió que habría que buscar un sucesor, y si Leyon pensaba reclamar el trono. Mauvros, por su parte, dijo: "pero vos ya fuisteis rechazado una vez, ¿no es cierto?", ante la mirada extrañada de Ylma. Y la aún más extrañada de Leyon; si la realidad se había recreado, como parecía haber sido, ¿cómo recordaba este hombre la anterior ceremonia del Hatyrktas, si aprentemente nadie recordaba que él había tomado parte? Habría que encargarse de averiguarlo.
Al reunirse el grupo, pusieron toda la informacion en común. Además, lady Eleria reveló que creía que había un espía en palacio, que estaba informando a alguien, no sabía a quien. La ercestre había capturado a un halcón con un mensaje cifrado, presuntamente informando sobre la situación. No había tenido oportunidad de descifrarlo. Un problema adicional del que ocuparse.
Y por la noche llegó el momento de la cena. Durante el aperitivo se formaron diferentes corrillos y conversaciones, y Ayreon se acercó a Mauvros, mencionándole el incidente con Leyon, la conversación donde había mencionado la anterior ceremonia de coronación. Craso error por parte del paladín, que tenía la mala costumbre de ser demasiado directo en sus apreciaciones. Mauvros, aparentemente muy tranquilo, se dirigió al punto a hablar con Ylma. A continuación ésta expresó su decepción con Leyon por haber revelado detalles secretos de su conversación, aun después de haberle pedido que no lo hiciera. Al parecer el presunto futuro emperador se había ganado una enemiga. Por su parte, Noras Borander provocaba tensiones en todas las conversaciones en las que participaba. Tras la reprimenda de Ylma a Leyon, la noble intervino en varias conversaciones, y la tensión se hizo más evidente.
Durante los postres, Demetrius procedió a narrar toda la historia, de cómo Beregond había caído en desgracia y se había utilizado la runa de la Creación. Ante la incredulidad de gran parte de los asistentes, finalmente la historia fue aceptada y se pasó a debatir sobre lo adecuado de la pretensión de Leyon al cargo. Dalryn, Agiran y Eleria apoyaron desde el principio a Leyon. A Mauvros le costó pronunciarse pero finalmente se distanció de Ylma y también ofreció su apoyo a Leyon, aunque con ciertas reservas que habría que limar en futuras reuniones. Vairon miraba a Mauvros, extrañado, y no llegó a pronunciarse. Dorlen, Maraith y Erdin se opusieron a la reclamación de Leyon, aunque el último planteaba dudas. Ylma, por su parte, se marchó rápidamente de la cena, retirando su apoyo y dejando una frase preocupante flotando en el aire:
—Quizá sería una buena idea contactar con los Mediadores para que auspiciaran todo este proceso; buenas noches a todos.
El silencio se hizo en la sala.
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