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La Santa Trinidad

La Santa Trinidad fue una campaña de rol jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia entre los años 2000 y 2012. Este libro reúne en 514 páginas pseudonoveladas los resúmenes de las trepidantes sesiones de juego de las dos últimas temporadas.

Los Seabreeze
Una campaña de CdHyF

"Los Seabreeze" es la crónica de la campaña de rol del mismo nombre jugada en el Club de Rol Thalarion de Valencia. Reúne en 176 páginas pseudonoveladas los avatares de la Casa Seabreeze, situada en una pequeña isla del Mar de las Tormentas y destinada a la consecución de grandes logros.

jueves, 26 de mayo de 2011

La Santa Trinidad - Campaña en Aredia [Rolemaster] Temporada 4 Capítulo 7


Los conocimientos de historia de Demetrius salieron a la luz cuando contró al resto de personajes que hace varios cientos de años, en la región de Irgem naufragó una flota de colonos adastritas. Se cree que desde aquel entonces, la región permanece maldita con los espíritus de los muertos y se sabe que han ocurrido cosas extrañas que en teoría están bien documentadas.

Por la noche, Ezhabel sufrió de nuevo los efectos más crueles de Nirintalath [pifia], que la hizo sufrir lo indecible. La semielfa está cada vez más enfermiza y deprimida. Demetrius pasó un rato con Namtor, interesándose por el estado del anciano.
Por su parte, Ayreon intentó contactar de nuevo con Alcanar, sin tener éxito en su empeño.

A primera hora de la mañana, apareció un mensajero con la noticia de que cuatro paladines emmanitas habían sido asesinados en la ciudad, presumiblemente a manos de vestalenses. Acto seguido, desde el balcón de palacio se pudo ver cómo en el barrio vestalense aparecía una explosión. Y otra. Y otra. Y luces brillantes, como rayos rectos y cilíndricos que bajaban del cielo.

Mientras estaban observando esta sorprendente escena, Demetrius y Leyon pudieron ver cómo un halcón se levantaba desde los jardines de palacio.

Ayreon intentó curar a Ezhabel de sus dolencias, sobreponiéndose al rechazo que le causaba. Pero su poder, proporcionado por Emmán, parecía diferente. No obstante, siguió adelante. Hasta que vió que el semblante de la semielfa se torció en un rictus de dolor y empezaba a salir sangre por sus oídos. Con esfuerzo, soltó la fuente de canalización y abrazó Ezhabel, con los ojos húmedos. ¿Qué estaba pasando? Dedicó el resto del día a la introspección.

Siguiendo el rastro del halcón, Leyon llegó corriendo a la pérgola de la que le había hablado Eleria, que habían puesto bajo vigilancia. Por el rabillo del ojo pudo ver varias siluetas mientras atravesaba los jardines, y la única que reconoció fue la de lord Erdin. Pero al parecer el espía que había sido apostado cerca de ella había sido degollado. Leyon sospechó pronto de Erdin, aunque intentó no obsesionarse, era habitual que la gente paseara por los jardines a esas horas.

Por su parte, Demetrius partió con una fuerte escolta hacia el barrio vestalense. Allí una multitud gritaba enfurecida. Casi una decena de paladines se encontraban quemando una pira con varios vestalenses, ya muertos. Al ver la escena, Demetrius no lo pudo soportar e increpó a los Pastores de Emmán para que detuvieran ese despropósito. Ofreció un encuentro con los vestalenses, con él como mediador. Tras unos momentos de tensión, el cabecilla aceptó la conversación, pero a cambio de que "la pira seguirá ardiendo hasta el final". Demetrius no lo aceptó e intentó acercarse a la pira. Después de advertírselo varias veces sin que el bardo hiciera caso, dos de los paladines le atacaron, asestándole un golpe mortal del que Demetrius se salvó milagrosamente [punto de destino].

Poco después, Leyon se reunió con Beltan. El daarita ofreció su apoyo al presunto heredero del imperio de cara a su coronación, a cambio de la liberación de la ciudad de Evax, que según los últimos mensajes se encontraba bajo asedio. Beltan necesita más ejército, pero para disponer de él, Leyon necesita el apoyo de un mayor número de nobles. Así que finalmente, Leyon convenció a Beltan de postergar el viaje al Imperio Daarita para dentro de un par de semanas, lo suficiente para reunir el ejército y que Evax no caiga.

Siguiendo con sus pesquisas, Leyon se entrevistó con lady Eleria, pidiéndole su opinión sobre quién era el espía. La opinión de la ercestre era que el espía debía de ser Mauvros, Erdin o Vairon, pero por pura intuición, sin ninguna prueba fehaciente. Hablaron también sobre el espía que había muerto en el jardín y sobre sus opiniones sobre Ylma y Dalryn.

Al rato, llegó una comitiva con Demetrius inconsciente, y ¡encabezada por Dorlen y Mauvros! Dorlen había partido por su cuenta para interesarse por los disturbios, y había conseguido rescatar al bardo. Sus ropas lucían manchas de sangre y cortes por varios lados, contrastando con sus aires amanerados. Su habilidad con la esgrima era considerable, al parecer; la mayoría de las manchas de sangre en sus ropas no eran suyas. Tras agradecerle su ayuda, llevaron a Demetrius adentro.

Sabiendo lo del problema de los paladines, Leyon se dirigió a ver a Beltan, ya que éste había dado en el pasado muestras de apoyarlos. El daarita sugirió a Leyon que se aliara con los paladines, porque según él: "son los únicos que tienen la unidad suficiente como para pacificar y unificar Aredia".

Esa misma noche, mientras Ezhabel se encontraba en los jardines evitando dormir, pudo ver una figura entrar en palacio. Se trataba de Azalea, a la que inexplicablemente los guardias no ponían ningún impedimento para pasar. La gitana acudió a ver a Demetrius para decirle que alguien había colgado a tres hombres de su pueblo en una de las puertas de las murallas.

Una vez en sus aposentos, Leyon recibió la visita de lady Dalryn. Tras un largo juego de seducción, la páctira ofreció su ejército y su apoyo a Leyon, y acabaron haciendo el amor apasionadamente.

Por la mañana, el senescal Dorton portó una terrible noticia. Namtor había muerto por la noche, al parecer de forma plácida. Leyon pospuso la reunión con Ylma para el día siguiente y se hicieron todos los preparativos necesarios para la ceremonia del funeral, que se celebraría al atardecer.

A media mañana apareció una delegación de Pastores de Emmán en palacio. Iba encabezada por Noras Borander, visiblemente afectado todavía por los efectos del veneno que intentó acabar con su vida; su intención era pedir disculpas por el incidente que uno de sus subordinados había tenido con lord Demetrius. Tras una tensa conversación, donde Borander presentó sus excusas de la manera más humilde que le fue posible, el grupo les ofreció acampar dentro de las murallas de palacio. Los paladines aceptaron la propuesta. Además, ya a salvo de oídos indiscretos, Noras reveló a Leyon que habían recibido desde Dánara un mensaje autorizándoles a proponer un acuerdo para poner a Haster bajo su protección, de tal manera que el hermano Jasafet pasaría al consejo del Emperador y ellos se encargarían de pacificar y poner orden en la ciudad. Leyon contestó educadamente que meditaría profundamente su respuesta. También se acordó que se organizaría un encuentro entre vestalenses y emmanitas, que Demetrius se encargaría de organizar y moderar.

A primera hora de la tarde, Ayreon recibió la visita de Vairon, que le da el pésame por Namtor y le cuenta que no puede dormir desde hace meses. Además, tenía una marca muy extraña en la nuca. El paladín sintió un escalofrío al reconocer la marca de Korvegâr. Vairon le contó detalles sobre sus sueños y pesadillas, y cómo el dios oscuro se rodeaba de paladines en algunos de sus sueños. Ayreon le ofreció su ayuda para, cada noche, intentar escudar sus sueños. Vairon le dio las gracias con lágrimas en los ojos.

Al atardecer tuvo lugar el funeral de Namtor. Una ceremonia muy emotiva, donde la mayoría de los presentes dejó escapar algunas lágrimas. Incluso Noras Borander dijo varias palabras, con bellas intenciones, pero bastante hipócritas sabiendo lo que sabían de él los personajes. Los cánticos de Demetrius y las Guías [figuras clave en los entierros del imperio, se supone que guiaban al fallecido en su tránsito] conmovieron el corazón de todos los presentes, que sintieron la pérdida como si fuera suya.

Para establecer contacto con los vestalenses, Demetrius pidió ayuda a Azalea y su padre, Stavros. Al parecer, los vestalenses eran los únicos que habían ofrecido un refugio a los gitanos cuando se había producido el Hundimiento (así se llamaba a la invasión de Aredia por parte de la Sombra). El bardo confiaba en que los vestalenses continuaran con esa buena voluntad para con los gitanos y les permitieran contactar con su líder.

Por la noche, Ayreon se extrañó de que Vairon no acudiera a su cita para escudar sus sueños. No se encontraba en su habitación. Tras una larga investigación durante la que el grupo al completo se reunió, descubrieron que el noble había acudido a la biblioteca, pero al parecer no había salido. En la biblioteca había una puerta secreta con un complicado mecanismo que les costó bastante activar. La puerta llevaba a un laberinto de catacumbas que los personajes jamás habían oído que hubiera bajo Haster. Tras recorrer varios pasillos, pasadizos y salas, llegaron a una puerta cerrada . Al otro lado se oían cánticos, así que forzaron la puerta. Allí había unas treinta personas reunidas, todos vestidos con capas negras y colgantes con un extraño símbolo: un cráneo dentro de un aro, que Demetrius reconoció como el símbolo del Círculo Externo, una Hermandad que pretende el advenimiento de los demonios del Palio y del círculo infernal. Parecían estar en medio de una ceremonia; más o menos la mitad parecían en trance, entonando cánticos, entre cuyas palabras se reconocía una: "Khamorbôlg". Vairon se encontraba en lo alto de una balconada, dirigiendo la ceremonia. En el centro de la sala, una distorsión indicaba que estaba a punto de abrirse un portal. Varios de los congregados desenfundaron armas y se enzarzaron con los personajes. El portal se abrió y comenzaron a salir demonios-toro y un demonio del Palio.

Tras una enconada lucha, Demetrius consiguió dirigir un sortilegio de "Canción de Coma" a Vairon. El líder de la ceremonia cayó inconsciente, con lo que el flujo de poder se detuvo, el portal se cerró y los demonios parecieron confundidos, empezando a masacrar todo lo que tenían alrededor. A los personajes no les quedó más remedio que huir: un demonio del palio era más de lo que podían manejar en estos momentos. Tras tranquilizarse y recuperarse en la biblioteca, volvieron al lugar de la ceremonia. No quedaba nadie, ni tampoco los demonios. El único en la estancia era Vairon, inconsciente en la balconada.

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