El nuevo día amaneció con un cónclave entre lady Valemen y los PJs y sus acompañantes, también con Spatros y Ariosilias, los únicos senescales que quedaban fieles a Valemen.
Se acordó que el ejército de los Anfiroth seguiría lo más oculto posible a la flota ilva, la cual a su vez se dirigiría a la península sur de Tramartos, a las inmediaciones de la ciudad de Vixirra, en Aredia.
Se calculó que la mitad de los fondos de Vensider, estimados en un millón de monedas de oro, bastarían para mantener al ejército sin problemas durante un año más.
Durante el cónclave lady Valemen demandó tierras a lord Ergialaranindal en Eluiridiann, a cambio de su ayuda para la recuperación del Trono de la Primacía. Tras una dura negociación, se llegó a un acuerdo entre los dos monarcas, por el cual se ayudarían una vez que la situación en Aredia se hubiera resuelto de una forma u otra.
Pero las demandas no habían acabado. Treltarion también exigió a los presentes, a los PJs, a los ilvos y a los anfiroth, como escisiones de la rama élfica, su apoyo de cara a su próxima exigencia para su investidura como Alto Rey de Todos los Elfos. La negociación quedó en el aire con los PJs, aunque sí obtuvo la palabra de ilvos y anfiroth.
El día siguiente fue el de la partida de los personajes en busca de las forjas de Turmalandë.
Para hacer el viaje lo más corto posible, el grupo pasó a través del portal de Demetrius unos cuantos grifos que les llevarían volando hasta el Erentárna. Con ellos viajaría lord Demmaiah, el cuñado del primarca ilvo, convertido en señor de los Maestros de las Bestias tiempo atrás.
Mientras se encontraban cruzando la isla Evned desde los santuarios -donde se encontraba la salida del portal- hasta la playa, desde donde partirían, pudieron apercibirse de que en la isla ya se habían erigido varias decenas de tiendas de campaña en la playa y en los bosques se apreciaba movimiento de los elfos del Vigía que habían llegado en tres navíos. Fue atravesando el pequeño bosquecillo del sureste cuando el grupo se cruzó con Tairun, antiguo compañero y amigo de Ezhabel en las filas del Vigía. El encuentro fue bastante frío, ya que la situación de Ezhabel con la Espada del Dolor le impedía mostrar la mayor parte de sus sentimientos. Tairun le reveló una noticia inesperada:
—"Ezhabel, el anciano Irainos, a quien todos creíamos muerto, volvió hace algunas semanas de los bosques Esselios, malherido pero vivo. Extraordinario, ¿no te parece?"
El grupo, escamado de las apariciones extraordinarias, y relacionando el suceso con la posible aparición de un kalorion, provocó un encuentro con Irainos. El anciano todavía parecía estar recuperándose de su sufrimiento en los bosques, y no dio muestra alguna de no ser quien decía. Ezhabel, muy en el fondo de su corazón, se alegró de que el viejo elfo siguiera vivo.
Y comenzó el viaje.
Y la primera parada se produjo muy pronto, en Haster, a unos 200 kilómetros de la isla Evned, cuando tan sólo llevaban unas horas de vuelo. Varias hogueras humeantes llamaron la atención del grupo, que decidió descender a la costa y acercarse a la antigua Ciudad Imperial para investigar. En Haster se encontraron con que algunos fieles al Rey de Reyes habían vuelto, atraídos por los rumores de la aparición de Evned sobre el mar. En total pudieron reunir a unos ciento cincuenta fieles, pero al irse pudieron apreciar que un goteo continuo de fieles se producía en las inmediaciones de la ciudad. Tomaron las disposiciones necesarias para que varios barcos de los Alas Grises al mando de Banallêth trasladaran a la gente a Evned.
Pero un encuentro de otra índole también aconteció en su visita a Haster, más importante si cabe. Un grupo de figuras encapuchadas intentó tenderles una emboscada, casi con éxito. En total, eran tres hombres. Uno de ellos se reveló finalmente como Mattren Helner, el Mediador que había acudido a ellos en busca de ayuda varios años atrás. Presentaba un aspecto deplorable, vestido con ropas rasgadas, el rostro desfigurado y una pierna coja. Le acompañaban Leiran, otro mediador humano, y Adalûr, también mediador y alto hombre de Lándalor. Se notaba que no dormían desde hacía días, incluso meses. Mattren se mostró especialmente cáustico con el grupo, rencoroso como estaba debido a que le habían "fallado" en su momento, tanto a él como a la gente de Haster. Había visto verdaderas atrocidades, y los PJs no estaban allí para evitarlas, con su pueblo. Una larga conversación tuvo lugar, en la que finalmente, Mattren se sintió conmovido por las frías palabras de Ezhabel cuando la semielfa le dijo que ella había sufrido más que nadie y había perdido dos hijos en la guerra contra la Sombra. Una vez que los mediadores parecieron más calmados, el encuentro discurrió por cauces más tranquilos. El trío explicó a los PJs que estaban siendo perseguidos, además de por los otros mediadores, por los asesinos del templo de Creá, y habían sobrevivido a duras penas hasta ahora. También les habló de la degeneración de los mediadores y como casi se habían convertido a la causa de la Sombra. Les contó que los mediadores estaban dirigiéndose en gran número hacia el Norte, hacia el yermo esquimo.
Debido al extremo agotamiento de los mediadores, los PJs se ofrecieron a velar sus sueños, y por fin pudieron dormir después de incontables noches en vela. Tres noches transcurrieron de esta manera, tras las cuales se acordó que los mediadores acompañarían a los PJs en su viaje.
El viaje fue rápido desde entonces. El cuarto día de viaje ya pudieron divisar la cordillera de las Ádracen, con sus enormes cumbres que parecían llegar al cielo.
El sexto día tras encontrar un paso seguro a través de las montañas, llegaron a Doranna, donde pudieron ver, con gran preocupación, que había grandes extensiones abrasadas por el fuego. En algunas poblaciones costeras de la Tierra Cerrada pudieron incluso ver ondear estandartes de las fuerzas de la Sombra.
El noveno día llegaron a la Corona del Erentárna.
Al día siguiente, sobrevolaron la falda del Monte Erentárna. En él pudieron ver que se encontraban erigidos dos pueblos-ciudad, uno de ellos, el del norte, arrasado. Además, había cuatro construcciones a modo de fortalezas, una en cada punto cardinal del monte. Como más tarde averiguarían, se trataba de tres monasterios y una cárcel, todos ellos élficos. La cárcel se encontraba prácticamente "colgada" en la pared, una dificultad de construcción extraordinaria. Y al pie del monte, extendiéndose por todo el Norte y Oeste, se podía ver un gran campamento de la Sombra, supusieron que asediando el Monte. Y en el campamento pudieron divisar un estandarte con tres garzas, el estandarte de ¡lady Eleria Amernos, duquesa de Ercestria y conocida de Ayreon! El resto del día se lo pasaron explorando la zona.
Pasaron la noche como pudieron, y al día siguiente intentaron aproximarse a pie a la ciudad sur. Antes de llegar, tuvieron un encuentro poco amistoso con un grupo de exploradores elfos, encabezados por su capitán, Dalerius. En la ciudad los recibió Argunal, capitán de la fuerza Sur del Monte Erentárna, que les expuso la situación. La ciudad norte había sido arrasada cuando el ejército de la Sombra llegó por sorpresa, y los erenios se retiraron a la cima del monte, hasta que llegaron los refuerzos élficos, que estabilizaron el conflicto.
El día siguiente visitaron los monasterios. El paso al interior de cualquiera de ellos estaba estrictamente prohibido y los clérigos no se mostraban nada amistosos. Pero en uno de ellos encontraron a Cirandil, antiguo amor de Ezhabel, que evidentemente se mostró más receptivo y quedó en verlos al día siguiente. Por supuesto, el paso a la prisión estaba absolutamente prohibido, como les dijo un Alen'tai encargado de la seguridad que no reveló su nombre.
En el último de los monasterios, al hablar con Kadrajan, el monje en cuestión mintió al decir que "no hay ningún acceso al interior de la montaña en el monasterio, mis señores".
El día siguiente llegó un mensajero con la noticia de que el rey Rûmtor Ariavar en persona iba a bajar para tener una audiencia con los PJs. Y efectivamente, más tarde ese mismo día, el rey Rûmtor bajó con su séquito a lomos de águilas gigantes. El rey Rûmtor se mostró muy interesado por las noticias que los PJS traían del exterior, y les ofreció su ayuda, diciéndoles que intentaría hablar con algún Alen'tai que les permitiera entrar en la enigmática cárcel.
La mañana siguiente, Cirandil y Ezhabel conversaron largo rato, sobre el pasado y el presente. Cirandil no lo pudo evitar, su amor todavía era fuerte, y la besó. Al instante cayó inconsciente, presa de un desmedido sufrimiento producto de Nirintalath. Al despertar, Cirandil pudo articular varias palabras a duras penas: "sin duda, ha merecido la pena".
Dos días más tarde, recibían la visita de un Alen'tai, que se presentó como Irväles. Altivo pero comprensivo, les explicó que la prisión era guardada por sirvientes mudos y sordos, prácticamente esclavizados por lo que pudieron deducir los PJs. Al comprender esto, Ayreon solicitó al instante al capitán Argunal una audiencia con el rey Rûmtor para hablar del tema.
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