Una conversación se entabló inmediatamente entre los miembros del grupo. ¿Era la mujer mencionada en el mensaje de Car'a'Doc la misma mujer que Leyon había visto en sueños? Según Leyon, si era así, deberían partir inmediatamente hacia Adastra.
Mientras se encontraban intercambiando opiniones, todos sintieron un fuerte mareo. La extraña mujer de nuevo. Corrieron hacia las habitaciones de Ayreon. Los primeros en llegar fueron Ayreon y Demetrius. La mujer del pelo irisado estaba sentada en la cama, con la cabeza hundida entre las manos y sollozando. Banallêth se encontraba en el suelo, inconsciente a pocos metros de ella. Ayreon entró primero, y justo a continuación Demetrius, cerrando bien la puerta. Mientras Leyon y Ezhabel llegaban al lugar, Demetrius tuvo la oportunidad de hablar mentalmente con la mujer, el único medio de comunicación que hasta entonces pareció dar resultado. Ella pareció calmarse un poco.
Pero justo tras Leyon y Ezhabel, que llegaron a los pocos momentos, venía Noras Borander. La semielfa y el futuro emperador no esperaron al paladín; entraron y cerraron la puerta tras de sí. Esto a Borander no le sentó nada bien, y empezó a golpear con fuerza la puerta pidiendo que le abrieran. Con cada golpe, la mujer se iba poniendo más y más nerviosa. Para evitar esto, Demetrius consiguió establecer una esfera de silencio, impidiendo que se oyeran los ruidos del exterior. Leyon decidió salir y enfrentarse a Borander.
El paladín, al negársele el paso, intentó pasar por la fuerza, pero Leyon no lo permitió. Furioso y con la paciencia agotada, la piel de Borander pareció encenderse y un ligero sonido de fanfarrias sonó en el ambiente. Pareció hacerse más grande y poderoso, y Leyon notó un fuerte calor que se desprendía de él, dejándolo inconsciente [aura sagrada, crítico C, punto de destino de Leyon]. Como un torbellino, Borander entró en la habitación, dejando a Ayreon inconsciente y acercándose a la mujer ante la inútil oposición de Ezhabel. Y se dirigió hacia la mujer, con semblante torvo. Ésta se estremeció visiblemente al verlo, y a continuación comenzó a moverse en una complicada danza que hizo que todo se volviera del revés. Ezhabel y Demetrius no pudieron resistirlo, y la oscuridad y la irrealidad se apoderaron de todo.
Al despertar, parecía haber pasado relativamente poco tiempo. Borander no se encontraba en la sala, y la mujer estaba de nuevo llorando con la cabeza baja. Demetrius la abrazó, confortándola mediante el habla mental. La habitación había cambiado radicalmente: ahora era una extensión blanca, sin paredes, techo ni suelo aparentes, donde parecían apoyarse los muebles y las personas sobre una plataforma invisible. En la puerta se apiñaban los nobles que quedaban conscientes y gran parte del personal de palacio. La segunda oleada de irrealidad había causado estragos, dejando a mucha gente inconsciente, o incluso desaparecida. Leyon se encontraba inconsciente ante la puerta de la habitación, y el hermano Jasafet, que había acudido acompañando a Borander, se inclinaba sobre él. Ezhabel lo amenazó para que no lo tocara, y el hermano obedeció, a pesar de que su intención era ayudar al heredero.
Y llegó el momento de dar explicaciones, otra vez.
Mauvros le propuso a Demetrius que, si no le importaba, dejaría varios hombres de confianza en la puerta de la habitación. Dalryn hizo un amago de replicar al noble adastrita, pero una severa mirada de éste bastó para callarla. Preguntada más tarde por el tema, la joven noble páctira no concedió mayor importancia a la situación.
Agiran, por su parte, puso su mano en el hombro de Demetrius mientras éste arrullaba a la mujer, y le preguntó: "Demetrius, ¿estáis seguros todos vosotros de lo que estáis haciendo?". El silencio del bardo fue muy descriptivo, pero Agiran siguió ofreciéndole su apoyo.
Sir Robeld de Baun, el antiguo marqués de Arnualles, también se encontraba presente, dirigiendo a todo aquél que podía su habitual arenga antiemmanita.
Tras varias horas, Ayreon despertó acostado en una cama en la misma habitación donde también reposaban Leyon y Banallêth, donde estaban siendo velados por Ezhabel. Despertaba de un inquietante sueño donde un hombre encapuchado le preguntaba sin cesar si "se consideraba digno". Tras darse cuenta de que sólo estaba soñando, volvió a dormir. Durante el sueño que siguió, el paladín volvió a ver al hombre encapuchado, que le repetía sin cesar, como una letanía: "¿acaso os consideráis digno?", "¿hasta dónde podríais llegar para serlo?", "¿qué haríais?".
Fue Leyon el siguiente que despertó, y allí estaba Dalryn velándolo. Lo besó y lo abrazó con fruición; parecía estar completamente enamorada de él. Leyon la abrazó a su vez.
Al caer la noche, Demetrius, Leyon y Ezhabel se reunieron con los nobles para tratar de explicarles todo lo que había pasado y conversar sobre todos los asuntos que quedaban pendientes. La conversación derivó pronto a versar sobre los Pastores de Emmán. Algunos nobles no estaban seguros de si se había procedido correctamente con ellos, si habían sido lo suficientemente considerados. Beltan, como siempre, se mostró partidario de los paladines, mientras que Dorlen estaba absolutamente en contra. Mauvros ejerció de abogado del diablo diciendo que quizá no habían sido del todo justos con los paladines. Tras largo rato, acabada la conversación, Beltan anunció a Leyon su intención de intentar pedir ayuda a los paladines para liberar Evax del asedio.
Por la noche, Ayreon y Demetrius velaron a la mujer. Leyon yació con Dalryn y Ezhabel se dedicó a explorar el palacio. A medianoche, Eleria apareció en las habitaciones de Ayreon, para hablar con él sobre los paladines. Sus voces despertaron a Demetrius, que se encontraba durmiendo, aunque fingió no darse cuenta e intentar seguir con su sueño. Tras pocos minutos, alguien llamó a la puerta. Era Mauvros. Ayreon escondió a Eleria en uno de los grandes armarios, no quería que hubiera problemas con los nobles ni con la marca de Eleria en la nuca.
Mauvros quería interesarse por el estado de la mujer y "hablar unas cosas importantes" con Ayreon. Tras intercambiar varias frases, Demetrius, que había estado en un duermevela con los ojos cerrados, oyó que Ayreon callaba de repente, y Mauvros se levantaba de su asiento, acercándose a él y observándole. Al instante, Demetrius notó cómo un hechizo de "sueño" era lanzado sobre él, y lo resistió, pero decidió fingirse profundamente dormido, cosa no muy difícil para sus habilidades de jugar. Tras unos tensos momentos en los que pudo notar el aliento de Mauvros en la cara, el noble adastrita se alejó de él y se acercó a la cama. Una corriente de aire que no parecía natural se levantó en la habitación; Demetrius escuchó un sonido parecido al aire silbar en una ventana entreabierta.
El bardo preparó un hechizo de sueño, y sin pensarlo demasiado, abrió los ojos y lo lanzó contra Mauvros. Éste ya no era el serio noble adastrita que había conocido. Su rostro era mucho más sombrío, y sus ojos... cuando le miró directamente sintió un escalofrío. Y su voz tampoco era natural. ¡No podía tratarse sino de un kalorion! Y al otro lado de la cama había un ser que parecía hecho enteramente de sombras, rodeando el cuerpo de la mujer, que despedía un frío intenso. El hechizo no causó ningún efecto, y el kalorion agarró a Demetrius del cuello, lanzándolo contra la cama. Sin que Mauvros hiciera ningún gesto aparente, el bardo fue arrojado a continuación contra la armariada, quedando inconsciente debido a su sensibilidad al dolor. No obstante, al cabo de unos segundos, despertó agarrado por Mauvros, y recibiendo una dolorosa paliza.
Cuando todo parecía perdido para Demetrius, el kalorion se evaporó de repente con una implosión, y el bardo cayó al suelo. La Sombra desapareció con él. Levantando la mirada entre una bruma de sangre, Demetrius vio erguida ante él a Eleria, empuñando UNA DE LAS DAGAS NEGRAS DE TRELTERAN. Una daga que Eleria había clavado en la espalda del kalorion. La hoja del arma todavía humeaba. Ayreon, que acababa de despertar, intentó convencer con palabras entrecortadas a la ercestre de que soltara la daga como fuera. Eleria rompió a llorar, diciendo que era la primera vez que la usaba. Pero al cabo de pocos momentos, trocó su lloro por júbilo, y, entre risas, murmuró que "era necesario matar a la mujer". Sin más, se abalanzó sobre la extraña. Demetrius no pudo hacer otra cosa que tocar un acorde en su arpa. Y tuvo su efecto, porque Eleria quedó inconsciente cuando parecía que iba a clavar su daga en el pecho de la mujer.
Ante todo el follón, por fin consiguieron entrar en la habitación los guardas que Mauvros había apostado en la puerta, sorprendidos por lo que se habían encontrado y preguntando por "dónde se encontraba lord Mauvros". Tras darles largas y calmarlos, dos de los guardias llevaron a Eleria a los calabozos, donde permanecería retenida, y otros tres se quedaron vigilando en la puerta.
Cuando la mujer despertó por fin por la mañana, Demetrius conversó con ella mentalmente, mediante frases de "sí" o "no". Averiguó su nombre: Eltahim. También averiguó que era nativa de las Ciudades-Estado de Targos.
Por la mañana también, Ayreon recibió la visita del hermano Jasafet, que acudía de incógnito bajo el nombre de Olver. Los dos mantuvieron otra larguísima conversación sobre el emmanismo y las doctrinas de uno y otro. Ayreon pareció ser un poco más convincente que Jasafet.
Demetrius organizó una reunión con los nobles para explicarles absolutamente todo lo que había averiguado sobre la mujer, demostrando así una confianza en ellos que hasta ahora no habían mostrado. Les contó también lo del kalorion y los acontecimientos de la noche, y ganó así los apoyos explícitos de Agiran, Dalryn, Mylan, Galan y Robeld. Dorlen y Beltan, por distintas razones, estaban entre dos tierras.
Después de la reunión, Demetrius pasaría ocho horas concentrándose en los pensamientos de Eltahim para aprender su idioma, el Targio. Así pudo mantener por fin una conversación normal, o todo lo normal que podía ser ante el estado de nervios de la mujer. Le contó al bardo que había sido absorbida hacía mucho tiempo por un accidente dimensional que surgió durante sus estudios, junto con algunos de sus compañeros, y desde entonces se encontraba a la deriva entre dimensiones. Ella no se acordaba de muchas cosas de las que había vivido. Dijo que quería olvidar, y que todos sus compañeros habían muerto. Que sabía positivamente que habían muerto. No quiso entrar en más detalles. Parecía claro que estaba traumatizada por algo. Eltahim también expuso a Demetrius su intención de ir a visitar su lugar natal, y el bardo se interesó por cómo iba a hacerlo. La respuesta era obvia: abriendo un portal en la realidad. Demetrius se ofreció a acompañarla, y ella se mostró encantada, de hecho se lo iba a pedir. Aunque también le advirtió que el viaje iba a ser bastante doloroso.