Los personajes encontraron un poco de descanso la siguiente jornada en Vensider. Algo de agradecer después de todo el cúmulo de últimos acontecimientos.
La siguiente noche, Nirintalath -la Espada del Dolor- entró en el sueño de Ayreon, ante su imposibilidad de encontrar a Ezhabel, haciéndole sufrir sobremanera y consiguiendo que el paladín decidiera decirle a Ezhabel que no evitara más a Nirintalath.
Demetrius, agotado por el coma y el ataque mental de la Sha, no consiguió oír la melodía proviniente del mundo de los sueños.
El día anterior amaneció con una convocatoria por parte de los criados de Vensider de una Reunión de Guerra de Urgencia el día siguiente, a la que los personajes estaban por supuesto citados. En la reunión se trataría el destino de los ilvos supervivientes.
Esa jornada tuvieron lugar varias conversaciones. Ayreon habló largo y tendido con Naemen en el jardín de palacio, y el viejo de comentó a Ayreon críticamente que en sus sueños "no queda tiempo". Ezhabel, por su parte, en una conversación con lady Ylirdurais, la madre del Primarca, consiguió averiguar que mientras la ilva había estado en coma, había tenido unos sueños muy extraños, casi alucinantes, donde el mundo se acababa, los continentes se hundían y todo se volvía negro, y estaba convencida de que el viejo Naemen aparecía en ellos. Kadrajan, por su parte, también habló con Urmazan sobre los próximos pasos a tomar y sus opiniones al respecto.
Por la noche, Nirintalath volvió a encontrar a Ezhabel, y la semielfa sufrió indeciblemente (-5pv). Y Kadrajan tuvo su primer encuentro a solas con Trelteran, el cual, divertido -bueno, todo lo divertido que puede parecer Trelteran-, le planteó al guerrero un canje por Tôrkom, el Martillo de Eudes.
Y por fin, los ilvos supervivientes fieles a la Primacía se reunieron en el anfiteatro de la Sala de Guerra de Vensider. Allí se encontraban todos los ilvos, elfos y humanos de relevancia que habían sobrevivido a la usurpación: el propio duque Vensider; lord Ergialaranindal, Dailomentar y Argimentur, con algunos guardias carmesí de alto rango; lord Demmaiah, cuñado del Primarca y erigido líder de los Maestros de las Bestias, junto con algunos compañeros; Treltarion, Urmazan y compañía, los elfos primigenios; todos los nobles ilvos de alto rango del ducado de Vensider; el duque Insortar, cuñado de Vensider y aliado incondicional, junto con gran parte de sus nobles de alto rango; y, por supuesto, todos los personajes, más Naemen y los niños -¿alguien dudaba que conseguirían entrar en la reunión?-.
Los discursos se encadenaron hora tras hora, y las posiciones fueron quedando agrupadas cada vez más claramente en dos corrientes: quedarse en Eluiridiann y combatir contra Valankerdar y lo que fuera, o partir a Aredia en espera de tiempos mejores, comprometiendo la ayuda del Imperio Trivadalma, y posiblemente, los elfos arédicos.
Lord Ergialaranindal dejó clara su postura de quedarse en Aredia y luchar, ya que, según sus palabras:
"todo se reduce a estrategia, ataquemos duro y rápido y caerán".
Junto a él, la Guardia Carmesí, incondicionales seguidores del Primarca, secundó sus argumentos.
Lord Demmaiah, al que se notaba tenso con el Primarca -y al que, como más tarde averiguaría el grupo, odia profundamente-, defendió la postura contraria. Refirió para ello cómo
"los Maestros de las Bestias a los que nos enfrentamos hace poco en el Norte eran capaces de usar el Poder y nos aplastaron, literalmente". Los personajes, como no podía ser de otro modo, defendieron apasionadamente los argumentos de lord Demmaiah.
Por su parte, Vensider, Insortar, sus respectivos nobles y los elfos primigenios permanecieron indefinidos en unos casos y completamente callados en otros. La reunión proseguiría al día siguiente.
Tras la reunión, los personajes aprovecharon para entablar varias conversaciones. Así, Demetrius dialogó con Demmaiah pidiéndole más detalles sobre lo que había dicho, y Ayreon prácticamente acorraló al Primarca, pidiéndole explicaciones. Ergialaranindal insistió fervientemente en sus argumentos y su capacidad como estratega -capacidad incuestionable por nadie que conociera sus hazañas-.
Al atardecer, Ayreon y Naemen entablaron una nueva conversación. El anciano acabó llorando, emocionado por la piedad y fe ciega del ex-paladín.
Tras su conversación con Ayreon, Naemen acudió a la habitación de Demetrius, ya que el bardo le había dejado el recado, y allí tuvieron una charla sobre temas metafísicos.
Llegó de nuevo la noche, y con ella la Espada del Dolor, que fue aceptada por Ezhabel sin resistencia. Así, en el taller verduzco con la rueca astillada y la anciana apergaminada, Ezhabel consiguió entender las palabras "tu muerte es mi vida".
Esa misma noche, Ayreon tuvo que hacerse cargo de Yalima y Esdein, los "nietos" de Naemen, a petición del anciano.
Kadrajan, por su parte, acudió a Galior, pidiendo al elfo primigenio que escudara sus sueños ante la posibilidad de nuevas visitas de Trelteran.
A la mañana siguiente, cuando Kadrajan despertó, se encontró con Galior convertido en un vegetal en la silla al lado de su cabecera, y una Daga Negra en su almohada, que le llamaba. Kadrajan cayó bajo el influjo de la Daga y deseó tenerla, pero se contuvo a tiempo y no la tocó. En adelante, no hubo manera de sacar a Galior del coma. El grupo había perdido un importante apoyo en el mundo de los sueños. Acto seguido, lady Asmariur y Hinnemir partieron al mundo de los sueños para intentar averiguar lo que había ocurrido.
Tras una breve investigación, los personajes pudieron ver que la Daga era la misma que estaban guardando hasta entonces. Alguien la había cogido. Ayreon pensó en los niños, con los que había jugado la noche anterior, pero no dieron ningún signo de culpabilidad.
Por otra parte, Dailomentar se reunió con Ezhabel, y le dijo que lord Ergialaranindal le había prohibido verla, porque la consideraba "una mala influencia". El ilvo afirmó que por primera vez iba a desobedecer una orden directa de su Primarca, tal es su enamoramiento.
A mediodía, se reanudó el Cónclave de Guerra. Las conversaciones siguieron durante horas, hasta el amanecer del día siguiente. Entonces se realizó la votación y por un estrecho margen en el que el voto de Vensider fue muy importante, se decidió que la flota y las legiones restantes partirían a Aredia.
Cuando los personajes volvieron a sus estancias, se encontraron con que lady Asmariur y Hinnemir habían vuelto ya del mundo onírico, sin haber tenido ningún éxito en sus pesquisas. Para intentar averiguar más cosas, Demetrius, con mucho esfuerzo debido a su débil condición, intentó conectar con el pasado de la habitación de Kadrajan, y tuvo la visión de cómo el paño donde estaba la Daga se deshinchó solo, como si el arma hubiera desaparecido instantáneamente; a continuación, pudo ver cómo Galior aparecía de la nada, cayendo en su silla ya en estado comatoso y con la Daga en la mano. Inquietante.
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