Mientras Demetrius se encontraba en la isla llevando a cabo el ritual de purificación, a bordo del navío "Abisal" Ayreon se acercó a Arraik y Adlûn, que durante todo el tiempo habían permanecido apartados y atemorizados. El paladín los tranquilizó, asegurándoles que sus vidas no corrían peligro. El anciano maestro de armas preguntó a Ayreon cuáles iban a ser los planes del grupo para el futuro, y tras la exposición de éstos por parte del paladín, decidió que seguirían viaje con ellos.
Al cabo de unas horas, los bardos volvieron a los barcos, trayendo consigo a un inconsciente Demetrius.
Al atardecer, Kadrajan fue informado de que Bain y Daran, los ex-líderes rebeldes de los alas grises, habían escapado y no se sabía cómo. Merik'a'Baran partiría en su busca, llevándose un par de barcos y sus tripulaciones.
Al caer la noche, Demetrius utilizó los arcanos poderes de Mandalazâr para sanar la espina dorsal de Kadrajan, proceso que le llevó cuatro horas, hasta la una de la madrugada, y le dejó más agotado si eso era posible. Kadrajan, más alegre de lo que lo habían visto nunca, le dio un abrazo de agradecimiento.
Esa misma noche, tuvo lugar un encuentro casual entre Kadrajan y Ayreon por un lado y Adlûn y Arraik por otro. Kadrajan, exultante, no había podido evitar salir a dar una vuelta por cubierta. Durante la conversación, se hizo evidente que el pequeño Arraik comenzaba a admirar a Ayreon, su espíritu de sacrificio y sus convicciones. El carisma del paladín estaba siendo decisivo en ese proceso.
Más tarde, Kadrajan le dio una sorpresa a Leyne, apareciendo por sorpresa en sus aposentos. La mujer se sorprendió sobremanera al verlo en pie, y sonrió por vez primera en muchos días. Un abrazo y un beso condujeron a la apasionada noche de dos enamorados.
La noche de Ayreon no fue tan idílica. Su pareja fue Phôedus, y no una bella muchacha. El dios oscuro no cesaba de repetir desde la distancia en el mundo onírico:
—"Ya sé dónde estáis. Te veo. Espérame. Espérame."
Ibrahim consiguió entrar también en el mundo de los sueños, atraído por el poder del Señor de las Mentiras. Ayreon oyó como Phôedus hablaba al anciano, pero sorprendentemente, la voz del dios oscuro era muy diferente a cuando le hablaba a él. En lugar de ser ronca, era límpida. En lugar de ser amenazante, era reconfortante. Inquietante. Si Ibrahim se dejaba convencer, podría traicionarlos en cualquier momento. Pero eso no pasaría. Emmán no lo permitiría, estaba seguro.
La mañana siguiente, Demetrius consiguió liberar a los bardos yrkanios de los grilletes que retenían su poder, canalizando desde Mandalazar.
A media mañana, tuvo lugar otra interminable conversación entre los personajes donde se decidirían los pasos a seguir a continuación.
A medio día, Kadrajan volvió a dirigirse a sus tropas, que lo vieron, asombrados, de nuevo en perfecto estado de salud.
—"Sé que muchos pensabais que no volvería a andar. Que vuestro líder estaba perdido sin la ayuda de Eudes. Pero yo os digo que esta es la prueba de que una nueva Luz se está fraguando, una Luz que retirará de nuevo el velo de sombras de este mundo. Eudes nos ayudará, pero hemos de valernos por nosotros mismosy convencernos de que podemos hacerlo! PODEMOS HACERLO!
Rugidos de "¡ALAS GRISES!¡ALAS GRISES!¡MARTILLOS Y MUERTE!" corearon el final del discurso del Brazo de Eudes. Sorprendentemente, entre la multitud también se alzaron voces entonando gritos de "¡EUDES!¡EUDES!" Al parecer, el dios estaba ganando adeptos entre los mercenarios.
A primera hora de la tarde, los personajes pusieron pie en la isla, autorizados solemnemente por Demetrius para hacerlo. Tras un ascenso de cuatro horas a la colina principal, llegaron a los Santuarios. El lugar se encontraba provisto de tres bastiones, cada uno de una calidad mayor que el anterior, destinados a la defensa. En el círculo interior pudieron acceder al Templo. Allí, una galería en cuyos márgenes se alzaban las figuras marmóreas representación de todos los avatares les recibió. En este lugar, siguiendo los planes, Demetrius intentó abrir un portal hasta la flota ilva, con tan mala suerte que pifió y cayó inconsciente. Así que el grupo tuvo que pasar la noche de nuevo en los barcos.
Esa noche, aparte del encuentro habitual de Ayreon e Ibrahim con Phôedus, Ezhabel también se vio atraída al mundo onírico. El dios oscuro le hizo una promesa:
—Puedo devolverte a tus hijos, semielfa, si me ofreces tu lealtad.
Ezhabel se negó a hacerlo, pero sus hijos... sus pequeños hijos...
La mañana siguiente sí que vio la creación del portal por parte de Demetrius. El bardo se quedaría en Evned para celebrar un Tratani -una asamblea sagrada- con los yrkanios, mientras Ayreon, Ezhabel, Kadrajan, Alcanar, Ibrahim y Petágoras irían a los barcos ilvos. El bardo se reuniría con ellos después. Antes de esto, a Ibrahim, que ya había demostrado que era capaz de teleportarse distancias más o menos grandes, le fue imposible teleportarse al interior de la isla.
Las primeras personas que los personajes encontraron en el barco insignia de los ilvos fue a Treltarion y a Namtor. Treltarion era el único elfo al que la enfermedad no había afectado. Se había resentido un poco, sí, pero no había caído enfermo como los demás. Ayreon les expuso sus planes de descender al fondo del mar esa misma noche.
Sin perder tiempo, el paladín y sus compañeros corrieron a ver cómo se encontraba Naemen. Al llegar a la puerta, sorprendentemente oyeron una voz: "pasad, pasad, hijos míos"-les dijo. El viejo volvió a intentar convencer a Ayreon de que le dejara morir, sin éxito.
Durante los siguientes tres días tendría lugar el Tratan en la isla Evned. 900 Alas Grises marcharon a su cuartel general y 200 quedaron para proteger la isla. Al finalizar el Tratan, los bardos yrkanios habían pasado a engrosar las filas del Pueblo del Rey de Reyes y se trazaron planes para el resurgimiento del imperio. Los bardos se disgregarían por Esthalia, Ercestria y Adastra para buscar a los supervivientes de Haster y a fieles al Imperio.
De vuelta a los barcos, Demetrius tuvo una larga conversación con Arraik y Adlûn, al final de la cual, el tutor del chico y él llegaron a un tácito acuerdo para retomar antiguas costumbres, y permitir que Arraik y sus descendientes, en el caso de recuperar el mando del Cónclave del Dragón, fueran educados en Yngaril Uthkenias, la Alta Academia.
Mientras tanto, la primera noche fue aprovechada por Ayreon y Ezhabel para viajar en el mundo onírico al fondo del mar. Allí, echando un vistazo al mundo real, pudo ver una ciudad iluminada tenuemente, y en el edificio más grande de las cercanías pudo ver a soldados rapados y con piel verdeazulada entrenando duramente. Más tarde, el paladín encontró el sueño de un habitante de la ciudad, que resultó ser un capitán de submarino. En el sueño, el individuo comandaba un submarino, donde iba ¡respirando aire! Tras su sorpresa por encontrar en su sueño a un habitante de la superficie, Ayreon consiguió averiguar por las palabras del hombre, que hablaba un ancestral mezclado con un extraño acento del Cántico:
—"No podemos subir a la superficie, pues Agloras nos lo prohibió"
Acto seguido el submarino fue atacado por enemigos. Ayreon, conocedor de que en el sueño de otro la seguridad de un intruso está en un precario equilibrio, salió inmediatamente, y despertó.
¿Quiénes eran estos seres? ¿Y el tal Agloras? ¿Por qué los ilvos reaccionaban así? Habría que encontrar respuesta a estas preguntas sin tardanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario