En la mañana del día número 102 desde la partida de la flota ilva desde Eluiridiann, Demetrius y Kadrajan salieron a recorrer Aghesta, la capital del Cónclave del Dragón, llamada también "la ciudad de los acantilados". La ciudad, situada en la desembocadura del río Eston en la punta boreal de la bahía de Eston, se alza desde el mar hacia el cielo en aproximadamente nueve niveles, con los edificios que se asoman a los acantilados de la bahía.
Por lo que la pareja pudo deducir de sus investigacines, la ciuda es un hervidero de intrigas entre los nobles y oficiales por ganar el favor de unos y otros kaloriones, y también de lucha por la influencia y el poder entre una facción y otra.
Mientras el bardo y el guerrero se encontraban fuera, Alcanar hizo un aparte con Ayreon, preguntándole si no creía que el plan de Trelteran era una locura, a lo que el ex paladín respondió que no les quedaba otro remedio que confiar en el kalorion.
Mientras estuvieron hospedados en la posada, el grupo tuvo ocasión de conocer mejor al posadero, Tycos, y a lord Janos, huésped de honor, y supuestamente ambos fieles a Trelteran. Sin embargo, Ayreon detectó algo raro en Tycos en una de sus muchas conversaciones, y Alcanar afirmó directamente que el posadero era un traidor, y lo llevaba escrito en la cara.
Una vez se separaron Kadrajan y Demetrius, el primero pudo ver un edificio -de aspecto victoriano, como el resto de la ciudad, pero en esta ocasión mucho más recargado, recordando a la arquitectura de los elfos oscuros- que resultó ser la Alta escuela de esgrima, donde pudo ver que asistían tanto Drakos como elfos oscuros y otras razas que no pudo identificar demasiado bien.
A raíz de un incidente con el escudero de lord Janos, requerido por Ezhabel para que le proporcionara una espada que sustituyera a Nirintalath, en el que descubrieron que el chico no era sino un Mynoth con su apariencia cambiada, el grupo pudo apercibirse de que continuamente había a su alrededor Sombras y Mynoths que los vigilaban. Debido a esto, Demetrius amenazó a Tycos con desenmascararlo para ver si el posadero mostraba algún síntoma de estar implicado en la vigilancia.
En otra conversación, Kadrajan preguntó a Tycos si le sonaba un tal Elgenor, hombre del pasado del páctiro, a lo que el posadero respondió
— Sí, por supuesto, es lord Comandante del Oeste y apóstol de Trelteran.
Kadrajan intentó que su rostro no transmitiera ninguna emoción, pero su sorpresa fue mayúscula. Apóstol de Trelteran, nada menos, justo el papel que iba a desempeñar él. El encuentro sería inevitable, entonces.
Al día siguiente, a falta de 6 días para la ceremonia de reemplazo, Ezhabel se enteraría por fin de que lord Zirûn, joven noble que estuvo enamorado de ella y fue despechado es realmente ¡el hijo de lord Gradôr! y que ¡Se iba a unir en siete días en esponsales con Atîr, hermanastra de Ayreon!, según le dijo lord Janos. Parece ser que Urangrâd iba a ser el punto de encuentro de muchas encrucijadas en el pasado y el futuro de los personajes...
Más tarde, en una conversación entre lord Janos y Ayreon, el primero descubriría la verdadera identidad y creencias del paladín. El "lord" era más de lo que parecía.
Por la noche, Demetrius despertó a todo el grupo de un grito desgarrador. La música del mundo de los sueños se había tornado en una multitud de alaridos de Dolor.
Con todo el grupo despierto, Alcanar hizo un movimiento brusco y una Sombra cayó muerta y con un siseo desapareció en la penumbra. Según el ex kalorion, era la octava que intentaba matar a Ayreon en tres noches. Alcanar no tenía en ningún momento la necesidad de dormir y eso le permitió estar alerta ante cualquier posible ataque.
Al día siguiente tuvo lugar una nueva conversación con lord Janos en la que esta vez, el noble se interesó por el pasado de Ezhabel.
Al atardecer, Demetrius, requerido por el público para contar una historia, contó la historia verdadera de Trelteran. Esto hizo que se ganara las iras del público, y sólo pudiera salir ileso de la sala gracias a la discreta ayuda de lord Janos, fiel a su juramento de salvaguardar la integridad del grupo.
Por la noche, Ezhabel intentó autolesionarse para intentar contactar con Nirintalath, sin éxito.
Una llamada a la puerta hizo ponerse al grupo en guardia. La voz de Tycos sonó al otro lado. Y era él, efectivamente, pero acompañado por 4 elfos oscuros y 4 sombras, que sin embargo, parecían estar forzando al posadero. En el combate, el grupo fue poco menos que masacrado, forzando a Ezhabel y Ayreon a que gastaran un punto de destino cada uno. Demetrius resultó herido y su mano derecha amputada. Cuando después del combate Tycos intentó curarlo y unírsela a la muñeca, el bardo detectó en el poder que estaba usando el poder maligno de Korvegâr -Tycos es en realidad un clérigo de Trelteran-, con lo que se negó a la curación. Su mano derecha acabó en un frasco con alcohol.
Al día siguiente, se produjo la llegada de los dos últimos kaloriones ausentes aparte de Trelteran.
Primero hizo su aparición Adrazôr, montados él y su comitiva en extraordinarios y riquísimos carruajes, llenos de volutas y adornos. El kalorion lucía en su frente la Diadema del Maestro Cantor y sostenía el Arpa Mandalazâr en su regazo. La ira de Demetrius fue mayúscula, ya que al instante entendió lo que había pasado: algunos Yrkanios iban llenos de cadenas tras la comitiva. Seguro que muchos otros no habían tenido la misma suerte, como lo corroboró una repentina visión de miles de yrkanios masacrados. El bardo rompió a llorar, y un crítico de depresión lo terminó de rematar, dejándolo a -30 adicional. Sin embargo, las desgracias no habían terminado. En el carruaje de Adrazôr también viajaban Azalea y Loryn Matter, la amada de Demetrius. En verdad habría muchos encuentros en Urangrâd...
Por fin, a las pocas horas se produjo la llegada de Urion, el penúltimo en arribar a Aghesta. La comitiva del anciano era mucho más comedida en formas que la de Adrazôr, y cuando pasó a la altura de la posada, pareció girar la vista hacia el grupo. Las sorpresas parecían no tener fin: con Urion viajaban los hijos gemelos de Ezhabel y el muchacho llamado Petágoras, vestido como un ¡Apóstol! Increíble. Urangrâd parecía una encrucijada de la que dependían demasiadas cosas...
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